Aire fresco en el Vaticano: Nuevo Prefecto en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe


El Dicasterio para la Doctrina de la Fe del Vaticano, anteriormente Congregación para la Doctrina de la Fe, tiene orígenes que hoy diríamos innombrables. Su bisabuela es la tristemente célebre Santa Inquisición, creada por el papa Lucio III en 1184, especialista en perseguir herejes, en elaborar un índice de libros prohibidos y en colaborar con las autoridades civiles para purgar a los pecadores doctrinales.

Pio X, en 1908, la reorganizó y le cambió el nombre. Ahora se le conocería como el Santo Oficio, abuelo del actual dicasterio. Con los mismos objetivos que la Santa Inquisición, cambió, sin embargo, sus métodos: ya no quemaba en la hoguera a los cismáticos, sino sólo los excomulgaba o condenaba al ostracismo.

Ochenta años después, en 1988, Juan Pablo II la reestructura, llamándola ahora Congregación para la Doctrina de la Fe. Sin el perfil policíaco de sus antecesores, aunque castigando con cierta periodicidad a teólogos disidentes, la instancia vaticana, en especial cuando estuvo a cargo de Josep Ratzinger, se distinguió por frenar innovaciones riesgosas en vez de impulsarlas, por atajar esfuerzos creativos y no por lanzar a la aventura de la investigación.

Francisco de Roma la volvió a bautizar el año pasado, otorgándole su título dicasterial. Pero también, con el nombramiento que conocimos ayer, parece que le modificará su proyección.

En efecto. Nos acabamos de enterar que ha encargado esta importante instancia vaticana a monseñor Víctor Manuel Fernández, arzobispo de La Plata, Argentina. ‘Tucho’, como le llaman sus cercanos, tiene los méritos académicos para ocupar tan relevante cartera: estudió Teología Bíblica en la Gregoriana y obtuvo el doctorado en teología en la Universidad Católica de Argentina -de la que fue rector-; participó en la redacción del documento final de Aparecida y cuenta con más de 300 publicaciones.

Pero, más allá de estas competencias profesionales -o gracias a ellas-, monseñor Fernández, ‘Tucho’, es uno de los principales redactores del papa Francisco, su teólogo de cabecera. Tenerlo ahora cerca, a la mano, les permitirá construir la propuesta teológica que marcará el final de este pontificado.

Bergoglio le ha encargado a su nuevo ministro una misión que abre esperanzas: fomentar la investigación y las inquietudes de los teólogos para que no se contenten con una teología de escritorio, con una lógica fría y dura que busca dominarlo todo, sino que trabajen desde el contacto con la realidad.

Bien por este nombramiento. Sopla un aire fresco en el Vaticano. Ojalá y la custodia de la fe, principal tarea del nuevo Prefecto, no se entienda como defensa y ataque ante propuestas pastorales que exigen una renovación de la Iglesia, sino como un discernimiento y eventual aceptación de las mismas. Estoy seguro que así será.

Pro-vocación

Otra buena noticia. Luc Terlinden, de 54 años, será nombrado arzobispo de Malinas-Bruselas, convirtiéndose en el primado de la Iglesia de Bélgica. La designación papal confirma la actual tendencia impulsada por Francisco de Roma: obispos con marcado acento por la pastoral social, y dispuestos a explorar nuevos horizontes. Terlinden, por ejemplo, deja la puerta abierta para la posibilidad de sacerdotes casados, y buscará dar más responsabilidades a las mujeres dentro de la Iglesia.

Por: Pbro. José Francisco Gómez Hinojosa. Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

1 comentario:

  1. No creo que sea para nada bueno, esto no va a traer cosas buenas. Solo rezar.

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