Era atea, escribía sobre sexo y poemas blasfemos, ¡HOY ES UNA CATÓLICA FASCINADA CON LA PUREZA DE LA VIRGEN!


La escritora y poeta Sally Read tiene una hija en la adolescencia que se hace preguntas sobre la fe. Sally no puede recurrir a su propio pasado para responder porque ella se formó en una familia atea.

“Fui educada como atea, el credo de la no-creencia estaba en mi sangre, el cristianismo era un síntoma de debilidad mental y de intolerancia”, escribía en The Tablet a principios de 2012. “Mi bisabuelo era un orangeman en Irlanda del Norte, vengo de generaciones de protestantes de línea dura convertidos en ateos”.

Era atea, enfermera psiquiátrica, descreída, partidaria -por inercia, no por entusiasmo- de una sexualidad desinhibida… Pero durante la primavera del año 2010, mientras escribía un libro sobre sexualidad femenina, habló por primera vez en serio con un cura. Así empezó un viaje espiritual que incluiría intuir “la posibilidad de Dios”, de un “autor último”, y luego una experiencia mística y un cambio total de vida. En apenas dos años pasó a ser una católica devota.

Ahora, pasados 10 años desde que empezó ese viaje, como madre de familia católica se plantea cómo responder a las preguntas de su hija, que en parte son también las suyas propias, y las de nuestra época acelerada y ruidosa.

Eso le llevó a escribir el libro Annunciation, y a reflexionar más sobre María. De eso ha hablado con CariFilii.es.

– ¿Qué pensaba acerca de la Virgen María cuando usted era atea?

 Es extraño, pero cuando era atea sentía fascinación por imágenes de la Virgen María. Mi abuela tenía en la pared una ilustración de la Virgen con el Niño Jesús y dos angelitos, de Fray Filippo Lippi. Me atraía mucho mucho el rostro de María. Tanto, que cuando mis abuelos murieron pedí quedarme con el dibujo. Desde entonces, siempre tuve una imagen de la Virgen en la pared de mi habitación.

Supongo que me atraía el arte renacentista. Pero también la noción pagana de una diosa, y tenía la idea de que María era una figura de divinidad femenina que había sido usurpada y suprimida por la Iglesia Católica. Pensaba que ella era una mujer silenciada, mantenida bajo cristal. Y ya entonces sentía también curiosidad por la Anunciación, y en mis dos primeros libros de poemas había un poema (blasfemo) sobre el tema.

– Para una poeta, ¿qué sugiere María cuando proclama el Magníficat?

 Lo que el Magníficat me dice es que María tenía una profunda comprensión de la Escritura y la fe y estaba incrustada en ella de tal forma ¡que la hacía cantar! La idea de magnificar al Señor es tan hermosa, tan correcta y tan paradójica… María es muy pequeña, pero al mismo tiempo es muy poderosa. Ella captura y reconduce sin esfuerzo la naturaleza de Dios y la esperanza que nosotros ponemos en Él.

Lo mejor de todo es que es realmente una canción, en el mejor sentido de la tradición bíblica. Lo es en su ritmo, su métrica… y creo que ella debió prácticamente cantarla cuando expresó esas palabras a Isabel. Desde que me convertí, ha habido momentos en que he necesitado cantar para expresar mi gozo en Su amor. Rápidamente tuve que aprender algunas canciones de fe para poder hacerlo.

– Al hacerse católica, ¿qué pensó de las doctrinas católicas sobre la Virgen?

 Quizá es extraño, pero ninguna de las doctrinas marianas me pareció extraña. La Inmaculada Concepción me pareció muy lógica, y si la aceptamos, la Asunción emana de ella. De hecho, quizá la Inmaculada Concepción y la Asunción son mis partes preferidas de la doctrina mariana. La Inmaculada Concepción es infinitamente interesante, porque nos hace preguntarnos cómo sería el comportamiento de alguien sin pecado. Esto es algo de lo que mi hija y yo hablamos mucho.

En Cerdeña, donde viven mis suegros, la fiesta de la Asunción es muy grande. Llevan una estatua de María en su lecho por el pueblo, con gaitas y disparos de cañón y caballos que montan sin silla. He descubierto que estos aspectos de la vida de la Virgen son inspiradores, y también para mi hija, porque apuntan a la realidad del Cielo.

– Su nuevo libro, Anunciación, surge a raíz de las inquietudes y preguntas de fe de su hija adolescente…

– Cuando mi hija era pequeña se relacionaba con María mucho más fácilmente que con la Trinidad. Le encantaba la historia de Santa Bernadette y Lourdes y siempre quería una estatua o dibujo de María en su habitación. Yo solía ver la fe como una cadena: los padres van por delante guiando a los niños, los entregamos a María, que a su vez los entrega a su Hijo. María es alguien que viene a buscarnos donde estamos: eso lo vemos en sus apariciones, en el campo… Creo que el hecho de que se haya aparecido a tantos niños es muy significativo. En Annunciation cuento un sueño que tuvo mi hija acerca de María cuando tenía 6 años y el impacto que tuvo en ella. A medida que mi hija entra en la adolescencia, creo que el papel de María seguirá desarrollándose. Nuestra Madre será la mejor para enseñar modestia, prudencia y sabiduría en todo.

– ¿Por qué la Anunciación le ha inspirado?

 La Anunciación es un punto crucial, de cambio, un encuentro denso entre un ángel y una mujer del que depende todo: nuestra relación con Dios, nuestra esperanza, nuestro futuro, nuestro presente y nuestro pasado. Cuando era atea, mi cuadro preferido en la National Gallery de Londres era la Anunciación de Fray Filippo Lippi. Me encantaba el arco que acogía a sus cabezas dobladas y el detalle exquisito, y la calma suave. Y la sensación de que era un acontecimiento.

Hoy todos los eventos tratan de acción, de audiencias. Pero la Anunciación de Lippi muestra que los momentos más tranquilos pueden ser épicos. Y el acontecimiento de la Anunciación es lo más épico. Y, si nos fijamos, no tenía público, no había aplausos el día que vino el ángel. Su grandeza está en la relación con Dios y sus planes. Es algo que deberíamos recordar en cada acontecimiento.

La fiesta de la Anunciación a veces es infravalorada, pero, como digo, es crucial. Es el momento en que la carne de Dios tocó por primera vez nuestra carne. También es presagio de la Eucaristía: María fue la primera en tener dentro de ella al Cristo físico. A través de ella, también nosotros podemos recibir al Cristo físico en la forma de la Eucaristía.

– ¿Descubrió algo escribiendo sobre la Anunciación?

 A medida que escribía este libro, me di cuenta de que estaba escribiendo una “anunciación” para mi hija, que le estaba pidiendo su fiat. Y a medida que escribía, entendía que nuestro fiat se nos pide en cada momento de la vida, cuando nos levantamos, cuando descubres que estás embarazada, etc… Espero vivir una espiritualidad de fiat, de decir siempre sí.

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