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Fundamentos de un negocio guiado por la Doctrina Social de la Iglesia (DSI)

 


La DSI impulsa que las empresas vayan más allá de la consecución de beneficios para que intenten un cambio de mentalidad empresarial que priorice a las personas sobre el capital a través de situar la Función Social de la Empresa (FSE) en el corazón de la estrategia empresarial y, por tanto, de todas las unidades de negocio de la empresa.

Este es el único camino para lograr que una iniciativa loable, como es la RSC, no corra el peligro de convertirse en un simple elemento cosmético. Las políticas de responsabilidad social tienen que transformarse en empresas en las que el centro de las mismas sea su Función Social. Cualquier tipo de empresa, tenga la forma jurídica que tenga, puede realizar este cambio en su manera de trabajar.
Prioridades

El cambio de mentalidad va más allá de la forma jurídica de la empresa, no se basa en su estructura, sino en las prioridades que se marcan en su dirección estratégica.

Cuando se realiza este cambio, la necesidad de incrementar o de mantener una rentabilidad pasa de ser el principal objetivo de la empresa a ser la condición necesaria para que esta funcione. Esto quiere decir que pasamos de afirmar que la meta de nuestra compañía es la generación de valor para el accionista y que para ello realizamos una actividad económica, a afirmar que el objetivo de nuestra empresa es producir bienes y servicios útiles a la sociedad, permitir que las personas que trabajan en ella puedan mejorar sus condiciones de vida gracias a una remuneración digna y a unas condiciones de trabajo que les permitan crecer como personas y mejorar el entorno económico, social y medioambiental y que para lograrlo es necesario que la empresa sea rentable.

Aunque los elementos parecen ser los mismos en ambos casos, el cambio en la escala de prioridades repercute de una manera clara en la toma de decisiones y en que la dirección de las mismas varíe.

Ante un mismo dilema ético en el que una mayor rentabilidad puede verse comprometida por unas decisiones éticas, el modo de afrontar la situación es diametralmente opuesto según cuál sea la prioridad. Si es la rentabilidad, se buscará que esta no se vea afectada intentando (en el caso de que haya una conciencia ética) que la decisión sea lo más ética posible, aunque dispuesto a sacrificar esto en el caso de que no haya más remedio.

Cuando la FSE es el núcleo de la empresa, la dirección intentará salvaguardar los aspectos de esta función social intentando que la rentabilidad se vea lo menos afectada posible, pero dispuestos a sacrificar una parte de esta si las circunstancias obligan a hacerlo. Los resultados de afrontar una misma situación de una manera u otra son diferentes. Las decisiones que van a ser tomadas son totalmente distintas.

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