Por Todd Hartch
Traducción libre del P. Jorge Luis Zarazúa Campa, fmap
Una pregunta inevitable
Al escribir un libro sobre el cristianismo mexicano, una pregunta es inevitable: ¿por qué ha crecido el protestantismo y ha disminuido el catolicismo, especialmente en las áreas con mayor presencia indígena del país? Parte de la respuesta, creo, tiene que ver con la historia de la traducción en la República mexicana.
En las primeras décadas después de la conquista de México en 1521, los misioneros franciscanos, dominicanos y jesuitas hicieron una gran cantidad de traducciones a distintos idiomas indígenas como el náhuatl (el idioma de los aztecas), el mixteco y el maya yucateco. Sin embargo, después del Concilio de Trento (1545-1563), la Iglesia Católica en México produjo cada vez menos catecismos, sermones y traducciones de la Biblia en lenguas indígenas.
En el siglo XVIII, pocos sacerdotes conocían estas lenguas nativas y prácticamente ningún varón indígena fue ordenado sacerdote.
Así el catolicismo mexicano desarrolló dos niveles. Los hispanohablantes escucharon sermones en su lengua materna y disfrutaron de una vasta literatura devocional, catequética y teológica. Los hablantes de lenguas indígenas, por otro lado, tenían poco o nada de todo esto en sus lenguas propias. No es de extrañar que el catolicismo indígena se volviera más bien excéntrico y, con frecuencia, heterodoxo, más centrado en los santos que en la Santísima Trinidad.
El Instituto Lingüístico de Verano
A mediados del siglo XX, lingüistas protestantes del Instituto Lingüístico de Verano (SIL, por sus siglas en inglés: Summer Institute of Linguistics) comenzaron a traducir la Biblia a las lenguas indígenas.
La misionera protestante Artemisa Echegoyen, por ejemplo, se mudó a una remota aldea de montaña, aprendió el otomí de la sierra de Hidalgo, creó una gramática y tradujo al otomí el Nuevo Testamento.
Pues bien, un buen número de personas en la aldea de San Antonio El Grande, en el estado mexicano de Hidalgo, estaban tan fascinados con las Sagradas Escrituras, que se convirtieron en protestantes. Hoy adoran y predican en su idioma nativo, al igual que los protestantes indígenas en todo México.
La experiencia del padre Amatulli
Comparemos la experiencia del apologista católico Flaviano Amatulli. En una de sus primeras tareas como joven sacerdote, en el pueblo chinanteco de San Felipe Usila en Oaxaca, descubrió que los colegas de Echegoyen en el Instituto Lingüístico de Verano estaban traduciendo la Biblia en tres pueblos vecinos y que su antecesor en la parroquia, el padre Luis Pacheco Carrillo, se había convertido al protestantismo, juntamente con muchos de sus feligreses. Amatulli también se sorprendió al descubrir que la mayoría de sus feligreses no estaban familiarizados con la doctrina católica básica.
Esta experiencia cambió la trayectoria de la vida de Amatulli. En 1978 fundó un nuevo movimiento eclesial, los Misioneros “Apóstoles de la Palabra”. Durante los siguientes cuarenta años, Amatulli y su movimiento catequizaron a los católicos mexicanos y refutaron los errores del protestantismo.
Una desafortunada omisión
Amatulli escribió más de 70 libros, comenzó un seminario y nunca dejó de denunciar la “invasión de las sectas”. Podemos decir que, hasta cierto punto, tuvo éxito. Miles de mexicanos leyeron sus materiales didácticos, tomaron sus cursos y se hicieron católicos más informados y comprometidos. Sin embargo, es notable que, después de dejar Oaxaca, trabajó y escribió en español. Lamentablemente no surgió ningún movimiento de traducción católica. Esta desafortunada omisión ha debilitado el catolicismo mexicano hasta nuestros días.
Todd Hartch es autor del libro “Understanding World Christianity: Mexico”, (‘Entendiendo el Cristianismo Mundial: México’).
Publicado originalmente en Catholic Herald
Link: https://catholicherald.co.uk/magazine/why-mexican-catholicism-has-lost-ground-since-trent/
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