Desde la primera profecía de Malaquías sobre el Papa Celestino hasta nuestros días, se han alternado 111 pontífices, mientras que el Papa Francisco es el 112
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Hay una basílica papal en Roma que, más que ninguna otra, alberga misterios sin resolver. Se trata de la imponente basílica de San Pablo Extramuros, la segunda más grande (de 130 metros de largo) después de la de San Pedro. El nombre fuori le mure hace referencia al hecho de que el edificio se eleva más allá de las murallas aurelianas, que rodean la ciudad. Alberga los restos mortales del apóstol mártir Pablo de Tarso, decapitado en Roma entre los años 65 y 67.
Desde san Pedro
La basílica se construyó a partir del siglo IV y fue consagrada por el emperador Constantino I. Fue destruida por un incendio en 1823 y reconstruida, manteniéndose lo más fiel posible al edificio incendiado, durante el siglo XIX.
Una característica especial de esta basílica es que en su interior hay medallones, cada uno de los cuales representa a un Papa, empezando por san Pedro, el primer Pontífice de la historia. Estas representaciones tienen orígenes remotos, que se remontan al siglo V, bajo el Pontificado de León el Grande.
Los medallones están situados sobre los arcos que dividen las naves, como si fueran un marco que rodea toda la iglesia. Vinculada a estos medallones está la famosa profecía de Malaquías.
Hacia 1140, el obispo irlandés Malaquías O'Morgair profetizó las sucesiones de los papas hasta el momento en que Pedro regresara a la tierra para tomar las llaves de la Iglesia; según algunos, estas profecías fueron escritas con la inspirada colaboración de san Bernardo. En total, hay 112 lemas cortos en latín que describirían, con una referencia oculta, a los papas (incluidos algunos antipapas) desde Celestino II, elegido en 1143.
La destrucción de Roma
Por ejemplo, Celestino II ha sido identificado con Ex castro Tiberio, es decir, «desde el castillo sobre el Tíber». De hecho, Celestino nació en Città di Castello, a orillas del río Tíber. Llegando a la actualidad, se puede tomar el ejemplo de Juan Pablo II, descrito con el lema de labore solis, el trabajo del sol, que puede referirse a él ya que el día de su nacimiento y muerte hubo eclipses solares; o el lema de Benedicto XVI, que reza Gloria olivae y puede remontarse a la orden de san Benito, los benedictinos, que tienen precisamente el símbolo del olivo.
Después de los lemas, al final de la profecía, hay un texto en latín que predeciría, durante el pontificado de un tal Petrus Romanus –el último líder de la Iglesia–, la destrucción de una ciudad de siete colinas y el Juicio Final: «Pedro Romano pastoreará el rebaño en medio de muchas tribulaciones; después de éstas, la ciudad de las siete colinas será destruida y el temible Juez juzgará a su pueblo. Fin».
Una falsificaciónLa profecía de Malaquías fue publicada por primera vez por el benedictino Dom Arnold Wion en 1595 en su libro Lignum Vitae.
Aunque no se sabe con certeza quién es el autor del documento, la opinión establecida entre los historiadores es que el manuscrito es una falsificación histórica, escrita en la segunda mitad del siglo XVI.
Desde la primera profecía de Malaquías sobre el Papa Celestino hasta nuestros días, se han alternado 111 pontífices, mientras que el Papa Francisco es el 112º, pero no está claro cómo puede referirse a ese Petrus Romanus mencionado por Malaquías.
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