5 tentaciones diarias con las que el demonio te intenta apartar de la Eucaristía


Hoy quiero compartir con ustedes algunas reflexiones sobre las tentaciones diarias que el demonio utiliza para alejarnos de la Eucaristía. Pero antes de comenzar, quiero recordarles que no debemos temer al enemigo, porque tenemos a Dios de nuestro lado y su gracia nos protege. Así que, ¡vamos a enfrentar estas tentaciones con alegría y confianza!

La primera tentación que el demonio nos presenta es la del "sueño eterno". Sí, ese momento en el que nos despertamos y el pensamiento de ir a Misa se desvanece rápidamente. Nos dice: "Descansa un poco más, la cama está tan cómoda". Pero, ¡no caigamos en esa trampa! Recordemos que la Eucaristía es el alimento espiritual que necesitamos para enfrentar el día con fuerza y alegría.

La segunda tentación es la del "corazón distraído". Cuántas veces nos encontramos en Misa pensando en nuestras preocupaciones, en lo que vamos a hacer después o en lo que pasó ayer. El demonio nos susurra: "No te preocupes por prestar atención, puedes rezar en otro momento". Pero, ¡no le hagamos caso! La Eucaristía es un momento sagrado de encuentro con Jesús, donde debemos estar presentes de cuerpo y alma.

La tercera tentación es la del "hambre desmedida". Nos encontramos en Misa y de repente sentimos ese ruido en el estómago que nos distrae por completo. El demonio aprovecha esa situación para decirnos: "No puedes concentrarte en la Eucaristía si tienes hambre, mejor ve a comer algo". Pero, ¡no nos dejemos engañar! La verdadera comida espiritual está en el altar, donde Jesús se entrega por nosotros.

La cuarta tentación es la del "teléfono adictivo". En plena Misa, nos llega una notificación en el teléfono y el demonio nos dice: "Solo un vistazo rápido, no pasa nada". Pero, ¡no caigamos en esa trampa! La Eucaristía merece toda nuestra atención y respeto. Apaguemos o silenciemos nuestros teléfonos y entreguémonos por completo al encuentro con Cristo.

Y por último, la quinta tentación es la del "desánimo constante". Hay días en los que nos sentimos cansados, tristes o desanimados, y el demonio aprovecha esos momentos para decirnos: "No tienes fuerzas para ir a Misa, mejor quédate en casa". Pero, ¡no le hagamos caso! La Eucaristía es fuente de consuelo y fortaleza, donde encontraremos el amor y la paz que tanto necesitamos.

Queridos hermanos y hermanas, enfrentemos estas tentaciones con alegría y confianza en Dios. No permitamos que el demonio nos aparte de la Eucaristía, porque en ella encontramos la verdadera vida. Que nuestra fe sea firme y nuestro amor por Jesús sea cada vez más grande. ¡Que Dios los bendiga!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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