La vida es, sin duda alguna, un tiempo para elegir o rechazar a Dios. Pero, antes de entrar en detalles, déjame decirte que intentaré no hacer una respuesta dramática, sino esperanzadora, porque Jesús nos ha traído vida y esperanza.
La vida es un regalo maravilloso que Dios nos ha dado. Nos ha dado la capacidad de tomar decisiones y elegir nuestro camino. En cada momento de nuestra existencia, nos enfrentamos a opciones y dilemas que nos invitan a decidir si queremos estar cerca de Dios o alejarnos de Él. Es como un juego de "elige tu propia aventura", donde nuestras elecciones determinan el rumbo de nuestra relación con Dios.
Ahora, ¿por qué decimos que la vida es un tiempo para elegir o rechazar a Dios? Bueno, la respuesta está en la Biblia misma. En el libro de Deuteronomio 30,19-20, Moisés dice al pueblo de Israel: "Hoy pongo ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Elige la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y aferrándote a él".
Aquí vemos claramente que Dios nos da la opción de elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Él nos invita a elegir la vida, a amarlo y a aferrarnos a Él. Pero, como cualquier padre amoroso, Dios respeta nuestra libertad y nos permite tomar nuestras propias decisiones.
El Catecismo de la Iglesia Católica también nos habla sobre esta elección. En el párrafo 1036, dice: "Dios predestina a nadie a ir al infierno; para ello se necesita una aversión voluntaria a Dios (es decir, el rechazo de su amor, de su perdón y de su misericordia)". Aquí vemos que el rechazo a Dios es una elección que nosotros hacemos, no algo impuesto por Él.
Ahora bien, ¿por qué es tan importante elegir a Dios en nuestra vida? Pues, mi querido feligrés, elegir a Dios implica elegir el amor, la paz y la felicidad verdadera. En la patrística, los padres de la Iglesia nos enseñan que solo en Dios encontramos la plenitud de nuestro ser y la verdadera realización. San Agustín decía: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti".
Cuando elegimos a Dios, nos abrimos a su gracia y experimentamos su amor transformador. Nos convertimos en testigos vivos de su amor y llevamos su luz al mundo. Además, al elegir a Dios, nos unimos a una comunidad de creyentes que comparten nuestra fe y nos apoyan en nuestro camino espiritual.
Pero, ¿qué pasa si rechazamos a Dios? Bueno, mi amigo, el rechazo a Dios nos aleja de su amor y nos sumerge en la oscuridad. El rechazo a Dios nos lleva por caminos de egoísmo, violencia y desesperanza. Nos aleja de nuestra verdadera vocación y nos hace perder el sentido de nuestra existencia.
Sin embargo, quiero que sepas que Dios siempre está dispuesto a perdonar y acoger a aquellos que se arrepienten y vuelven a Él. En la parábola del hijo pródigo, Jesús nos muestra el amor incondicional del Padre que espera pacientemente a su hijo perdido y lo recibe con los brazos abiertos.
Así que, mi querido feligrés, te animo a elegir a Dios en cada momento de tu vida. No importa cuántos errores hayas cometido en el pasado, siempre es tiempo de volver a Él y experimentar su amor y misericordia. Elige la vida, elige el amor y elige ser parte de la gran familia de Dios.
Recuerda que la vida es un regalo precioso y efímero. No la desperdicies alejado de Aquel que te creó y te ama incondicionalmente. Vive cada día con alegría y gratitud, sabiendo que estás llamado a una relación íntima con Dios.
Y ahora, mi querido feligrés, espero que esta respuesta haya sido de tu agrado. ¡Que Dios te bendiga y te llene de alegría!
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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