La elección de septiembre como el mes de la Biblia es una iniciativa que busca fomentar la lectura y el estudio de la Palabra de Dios entre los fieles católicos. Aunque no es una tradición estrictamente litúrgica, septiembre se ha convertido en un mes especial para enfocarnos en la Biblia y profundizar nuestra relación con Dios a través de su Palabra.
Una de las razones por las que septiembre se ha asociado con la Biblia es porque el 30 de septiembre se celebra la fiesta de San Jerónimo, un santo y erudito cristiano que vivió en el siglo IV. San Jerónimo es especialmente conocido por su traducción de la Biblia al latín, conocida como la Vulgata, que se convirtió en la versión oficial de la Biblia en la Iglesia Católica durante muchos siglos.
El Papa Benedicto XVI, en su carta apostólica "Verbum Domini," subrayó la importancia de San Jerónimo y su trabajo en la traducción de la Biblia. El Papa Benedicto escribió que San Jerónimo "dejó una herencia imperecedera a la Iglesia. Con la revisión de los textos latinos y la traducción de los textos griegos e hebreos en lengua latina, hizo posible para la Iglesia latina meditar y crecer en la fe".
Dado que la obra de San Jerónimo tuvo un impacto tan significativo en la difusión y el estudio de la Biblia en la Iglesia, su fiesta el 30 de septiembre se convirtió en un momento apropiado para destacar la importancia de la Palabra de Dios en la vida de los católicos. Es una ocasión para recordar el valor de las Escrituras como fuente de guía espiritual y conocimiento de Dios.
Septiembre también se ha asociado con el inicio del nuevo año académico y pastoral en muchas parroquias y diócesis. Este es un momento en el que las actividades pastorales y de formación de fe a menudo se reanudan después del verano, y la lectura y el estudio de la Biblia suelen formar parte de estas actividades.
La Biblia es fundamental en la vida de un católico, ya que contiene la revelación de Dios y nos muestra el camino hacia la salvación a través de Jesucristo. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el párrafo 101 que "la Iglesia ha venerado siempre las divinas Escrituras como venera el cuerpo del Señor, en la medida en que alimenta, guía, fortalece y regula toda la vida de la Iglesia". Las Escrituras nos alimentan espiritualmente, nos guían en nuestra fe, nos fortalecen en momentos de dificultad y regulan nuestra vida cristiana.
Por lo tanto, septiembre, como mes de la Biblia, nos brinda la oportunidad de renovar nuestro compromiso con la lectura y el estudio de las Escrituras. Puede ser un buen momento para inscribirte en un grupo de estudio de la Biblia en tu parroquia, adquirir una nueva Biblia o simplemente dedicar más tiempo a la lectura personal de la Palabra de Dios.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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