¿Es pecado dar y/o pedir dulces en Halloween?


Primero y ante todo, es vital recordar que dar o pedir dulces en Halloween, en sí mismo, no es pecado. La Escritura nos enseña en el Evangelio según Mateo 7, 11 que Dios nos da buenos regalos: "Pues si ustedes, que son malos, saben dar buenos regalos a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará buenos regalos a quienes se los pidan!" Entonces, compartir dulces y alegría puede ser visto como una extensión del amor y la generosidad que Dios nos ha mostrado.

En el Catecismo de la Iglesia Católica, se nos insta a evitar todo lo que pueda inducir al pecado (Catecismo 1859). En el contexto de Halloween, el problema no radica en el simple acto de dar o recibir dulces, sino en la posibilidad de que se participe en fiestas o eventos que promuevan el horror, la maldad o la brujería, cosas que claramente van en contra de los valores cristianos. En Efesios 5, 11, se nos dice: "No participen en las obras estériles de las tinieblas; al contrario, denúncienlas abiertamente". Aquí, se nos exhorta a rechazar las obras que están en desacuerdo con la luz de Cristo.

Halloween, como se celebra en muchas partes del mundo hoy en día, a menudo se asocia con disfraces espeluznantes, monstruos y brujería. Si uno participa en estas festividades de una manera que glorifique el mal, sin duda se está cometiendo pecado. En cambio, podemos aprovechar la oportunidad para transformar esta festividad en una ocasión para compartir el amor de Dios.

Como amigos en Cristo, es importante discernir cómo podemos participar en Halloween de una manera que sea coherente con nuestros valores cristianos. Por ejemplo, en lugar de enfocarnos en el lado oscuro de la festividad, podríamos organizar eventos comunitarios positivos en nuestra parroquia o colonia, como fiestas de disfraces donde los niños pueden vestirse como héroes bíblicos o santos. Esto no solo fomenta un ambiente seguro y divertido, sino que también educa a los niños sobre las virtudes y la santidad. 

Si decides llevar a tus hijos a pedir dulces, procura que su disfraz haga honor al bien, la verdad y la belleza y no lo disfraces como demonio, bruja o cosas por el estilo. Si escoges para tus hijos disfraces que glorifiquen al mal, sin duda tú estarás pecando, pues tu deber es llevarlos a Dios a través de Cristo por el camino de la luz y no por la oscuridad.

San Pablo nos exhorta en Filipenses 4, 8: "En fin, hermanos, ocupémonos de todo lo verdadero, noble, justo, puro, amable, honroso, virtuoso, y digno de alabanza". Esta escritura nos guía en nuestra elección de entretenimiento y actividades. Si estamos participando en Halloween de una manera que respeta estos principios, entonces no hay pecado en dar o recibir dulces.

En última instancia, como católicos, nuestro enfoque debe estar en glorificar a Dios en todo lo que hacemos. Si estamos inseguros acerca de participar en ciertas actividades relacionadas con Halloween, podemos orar y reflexionar sobre nuestras acciones. La sabiduría viene de Dios y Él nos guiará hacia las decisiones que estén en línea con Su voluntad.

Recuerda siempre, querido amigo, que nuestra fe nos llama a ser luz en el mundo y sal de la tierra (Mateo 5, 13-16). En cada situación, incluyendo la celebración de Halloween, tenemos la oportunidad de mostrar el amor y la gracia de Dios a los demás. Mantengamos nuestros corazones abiertos a la guía del Espíritu Santo y recordemos las palabras del Salmo 119, 105: "Tu palabra es una lámpara a mis pies, una luz en mi camino". Sigamos la luz de la Palabra de Dios y estaremos en el camino correcto.

Espero que estas reflexiones te hayan sido útiles, amigo mío. Estoy aquí para ti en cualquier momento que tengas preguntas o inquietudes. Que Dios te bendiga abundantemente y te guíe en todos tus caminos. ¡Hasta la próxima vez!

Autor: Padre Ignacio Andrade

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