“Me gusta pensar en la Iglesia como un pueblo de Dios, un santo y una oveja, un pueblo llamado y convocado”. Con estas palabras iniciaba el papa Francisco su intervención, esta tarde, en la 18ª Congregación General de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
Así, el Papa ha recordado que “Jesús, para su Iglesia, no aceptó ninguno de los esquemas políticos de su tiempo: ni fariseos, ni saduceos, ni fanáticos, ni zelotes. Me gusta pensar en la Iglesia como este pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia del Señor (el pueblo de Dios). Este es el sentimiento religioso de nuestra comunidad”.
Un pueblo que, además, es “infalible en creer”. “La fe del pueblo, el alma de Dios del pueblo santo, tiene un alma, y porque podemos hablar del alma de un pueblo podemos hablar de una hermenéutica, de un camino de verdad, de una conciencia”, ha aseverado Francisco.
“Los miembros de la Jerarquía provienen de esta comunidad y recibimos la fe de esta comunidad, generalmente de nuestras madres e hijos, ‘tu madre y tu hijo’ le dice Pablo a Timoteo, una mujer transmitida en dialecto femenino, como la Madre de los Macabeos que les hablaba ‘en dialecto’ a sus hijos”, ha continuado el Papa, subrayando que “la fe se transmite en dialecto, y generalmente en dialecto femenino”.
Contra el clericalismo
Esto, ha explicado, “no se debe solo a que la Iglesia es Madre y son precisamente las mujeres las que mejor reflejan; son las mujeres que saben esperar, saben descubrir el progreso de la Iglesia, del campo comunitario, si se aventuran más allá del límite, quizás con el corazón pero con valentía, y en la luz oscura de un día que comienza si buscan una tumba con la intuición de que pueden tener algo de vida”. “La mujer de la santa comunidad de Dios es el reflejo de la Iglesia”, ha aseverado Francisco. “La Iglesia es femenina, es madre”.
“Cuando los ministros salen de su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran la tribuna de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales”, ha continuado el Papa, recordando que “es doloroso encontrar la ‘lista de precios’ de los servicios sacramentales como en el supermercado”. Y es que “o la Iglesia es la comunidad de Dios en el camino, santos y pecadores, o acaba siendo una empresa de servicios variados”. “Cuando los agentes pastorales siguen este camino, la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes en empleados de una multinacional”, ha añadido.
Esta es, para Francisco, “la gran derrota que nos trae el clericalismo”. “Y el pueblo de Dios, el pueblo santo de Dios, continúa, con paciencia y humildad, soportando el desprecio, el maltrato y la marginación que parte del clericalismo institucional”.
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