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Papa Francisco: "El hambre y desnutrición son el resultado de un cúmulo de injusticias y desigualdades".


“La miseria y el desaliento no dan tregua a numerosos hermanos nuestros”. Con este contundente análisis de la realidad comienza el papa Francisco su mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación 2023 que ha enviado al director general de la FAO, Qu Dongyu. En su misiva, el Pontífice indica también que “el grito de angustia y desesperación de los pobres debe despertarnos del letargo que nos atenaza e interpelar nuestras conciencias”.

Según sus palabras, “la condición de hambre y desnutrición que hiere gravemente a tantos seres humanos es el resultado de un inicuo cúmulo de injusticias y desigualdades que deja a muchos tirados en la cuneta de la vida y permite que unos pocos se instalen en un estado de ostentación y opulencia”.

“Esto se aplica no solo a los alimentos –continúa–, sino también a todos los recursos básicos, cuya inaccesibilidad para muchas personas representa una afrenta a su dignidad intrínseca, otorgada por Dios. Es, sin duda, un insulto que debería sonrojar a toda la humanidad y movilizar a la comunidad internacional”.

Haciendo referencia al tema que centra las reflexiones este año –‘El agua es vida, el agua es alimento. No dejar a nadie atrás’–, Jorge Mario Bergoglio invita a “subrayar el valor insustituible de este recurso para todos los seres vivos de nuestro planeta, de lo que se deriva la perentoriedad de planificar e implementar su gestión de manera sabia, cuidadosa y sostenible, de forma que todos puedan disfrutarlo para satisfacer sus necesidades sustanciales, y se pueda también sostener e impulsar el adecuado desarrollo humano, sin que nadie sea excluido”.

El agua no es una mercancía

Por otro lado, el Papa señala que “es imprescindible invertir más en infraestructuras, en redes de alcantarillado, en sistemas de saneamiento y depuración de aguas residuales, en particular en las zonas rurales más remotas y deprimidas”. “Es importante asimismo elaborar modelos educativos y culturales que sensibilicen a la sociedad para que se respete y preserve este bien primario. Jamás ha de conceptuarse el agua como mera mercancía, como un producto de intercambio o un artículo para especular”, añade.

Como recuerda el Pontífice, “la ciencia y la innovación tecnológica y digital han de ponerse al servicio de un equilibrio sostenible entre el consumo y los recursos disponibles, evitando impactos negativos en los ecosistemas y perjuicios irreversibles en el medio ambiente”. Por ello, “los organismos internacionales, los gobiernos, la sociedad civil, la empresa, las instituciones académicas y de investigación, así como otras entidades han de aunar voluntades y sumar ideas para que el agua sea patrimonio de todos, se distribuya mejor y se gestione de forma sostenible y racional”.

Francisco destaca también que la celebración de esta Jornada “ha de servir para recordar que la cultura del descarte ha de ser incisivamente contrarrestada con acciones basadas en una cooperación responsable y leal por parte de todos”. Y asevera: “Nuestro mundo es demasiado interdependiente y no puede darse el lujo de dividirse en bloques de países que promueven sus intereses de forma espuria y sesgada”.

Dirigiéndose al propio Dongyu, finaliza lamentando que hoy “asistimos a una escandalosa polarización de las relaciones internacionales debido a las crisis y enfrentamientos existentes”, para los que “se desvían hacia la producción y el comercio de armas ingentes recursos financieros y tecnologías innovadoras que podrían emplearse para que el agua fuera fuente de vida y progreso para todos”.

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