Primero, hablemos sobre la "Sola Fide", la doctrina de la salvación solo por la fe. Desde la perspectiva católica, la fe es ciertamente esencial para nuestra relación con Dios. Como nos enseña el apóstol Pablo en Efesios 2, 8-9, "Por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe". Nuestra diferencia en la interpretación de este versículo con los hermanos protestantes radica en que nosotros entendemos que aquí San Pablo está hablando de las obras de la ley (los 613 preceptos que tienen que seguir los judíos), no de las obras del amor al prójimo.
Ciertamente nosotros también creemos que la salvación es por medio de la fe en Jesucristo y no por las obras de la ley. Además para nosotros la fe es una espera en las promesas de Dios, no un simple acto de creer en la existencia de algo, por eso creemos que nos salvaremos conservando hasta el final la fe en Jesús y nuestra fe la demostramos actuando como Jesús espera de nosotros, obrando en el amor.
Por eso los católicos también creemos que la fe debe estar acompañada por las obras, como nos dice Santiago 2, 14, "¿De qué sirve, hermanos míos, si alguien dice que tiene fe, pero no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe?".
La fe, para nosotros, es dinámica y viva. Nos impulsa a amar y servir a los demás, a hacer el bien y a vivir de acuerdo con los mandamientos de Dios. Creemos que nuestra relación con Dios se profundiza no solo a través de la fe intelectual, sino también a través de acciones concretas de amor y obediencia. Por lo tanto, aunque la fe es fundamental, no podemos separarla de las obras en nuestra comprensión de la salvación.
No estaríamos en contra de decir "solo la fe", si se entendiera que la fe que salva es una fe que obra por medio del amor (Gálatas 5, 6). Sin embargo, los católicos consideramos que decir "solo la fe", puede ser algo confuso, pues puede transmitir la idea equivocada de que las obras del amor no son necesarias.
En cuanto a "Sola Scriptura", la idea de que solo la Escritura es la autoridad final en cuestiones de fe y práctica, los católicos valoramos profundamente la Sagrada Escritura como la Palabra de Dios inspirada. Sin embargo, también creemos que la Tradición Apostólica, que se transmite desde los apóstoles a través de la Iglesia, es igualmente importante. San Pablo insta a los tesalonicenses a mantener las tradiciones que les enseñaron, ya sea por palabra o por carta (2 Tesalonicenses 2, 15). La Iglesia católica, guiada por el Espíritu Santo, interpreta y enseña la Escritura en el contexto de esta Tradición viva, lo que enriquece nuestra comprensión de la Palabra de Dios.
En relación con "Solo Christo", la creencia de que solo Cristo es nuestro mediador ante Dios, los católicos estamos completamente de acuerdo. Jesucristo es el único mediador entre Dios y los hombres, como nos dice 1 Timoteo 2, 5. Sabemos que solo Cristo con su muerte y resurrección fue el mediador que logró reconciliarnos con Dios Padre. Sin embargo, también creemos en la comunión de los santos, es decir, en la intercesión y el apoyo mutuo entre los fieles, tanto en la Tierra como en el Cielo. La Virgen María y los santos son ejemplos para nosotros y, a través de su intercesión, nos acercan más a Cristo. Los católicos creemos que solo Cristo salva; nada fuera de su sacrificio en la cruz puede salvarnos, pero igual que pasa con la expresión "sola fe", al decir "solo Cristo" creemos que se puede crear una confusión donde se anula la comunión viva y activa de los santos. Imagina que te paras frente a tu familia y dices "solo mi padre", ¿no sería un lenguaje que pareciera expresar que no te importan tus hermanos ni ningún otro miembro de tu familia?
"Sola Gratia", la creencia de que la gracia de Dios es la única causa de nuestra salvación, es algo que los católicos también afirmamos. La gracia de Dios es fundamental en nuestra vida espiritual. Como nos enseña Efesios 2, 8, "Por gracia sois salvos". Sin embargo, en la perspectiva católica, la gracia no es meramente un regalo que recibimos una vez, sino un poder transformador que nos ayuda a crecer en santidad a lo largo de toda nuestra vida. Nosotros cooperamos con la gracia de Dios a través de nuestras acciones, nuestras oraciones. La gracia es una asistencia gratuita de Dios, pero queda en nosotros qué hacemos con ese regalo que Dios nos da.
Finalmente, "Soli Deo Gloria", que significa "Solo a Dios la gloria", es un principio con el que los católicos estamos totalmente de acuerdo. Toda gloria y honor pertenecen a Dios, y nuestra vida debe estar centrada en Él. Como nos dice 1 Corintios 10, 31, "Así que, ya comáis, ya bebáis, o hagáis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios". En todo lo que hacemos, buscamos glorificar a Dios y obedecer Su voluntad.
Entonces, ¿qué hay de malo en las "5 solas" protestantes desde la perspectiva católica? No es que estemos en desacuerdo con los principios básicos de estas afirmaciones, sino que creemos que la realidad es más rica y compleja de lo que estos principios pueden capturar por sí solos. Nuestra fe católica abarca la Escritura y la Tradición, la fe y las obras, la gracia de Dios y nuestra respuesta amorosa a ella. Creemos en la importancia de los santos como ejemplos y amigos espirituales, y buscamos glorificar a Dios en todas las áreas de nuestras vidas.
En última instancia, mi amigo, lo más importante es que, a pesar de nuestras diferencias teológicas, compartimos un amor profundo por nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Estamos unidos en nuestra búsqueda de vivir según Su ejemplo y en nuestra devoción a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Que este entendimiento mutuo y amor fraterno nos guíen mientras continuamos creciendo en nuestra fe hasta llegar a alcanzar una completa y plena comunión.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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