Ya que la intención de este estudio es dejar claramente establecido lo que realmente profesamos los cristianos católicos sobre este punto, y así acabar con toda confusión al respecto, comencemos sin rodeos afirmando claramente lo que creemos: La Piedra angular de la Iglesia es Jesucristo y solo Jesucristo; esta es la enseñanza de la Biblia, y esta es también, en plena coherencia con la Escritura, la enseñanza de la Iglesia católica.
Habiendo dejado claro a modo general cuál es la creencia que sostenemos los católicos sobre la piedra angular, aprovechemos ahora para ir a los detalles y explicar, con fundamento bíblico, cómo es que entendemos, sin ninguna contradicción existente, el papel de Jesús como piedra angular, así como el de Pedro como la piedra sobre la que Jesucristo comenzó a edificar su Iglesia.
Los grupos evangélicos, al desconocer la verdadera fe católica y sus enseñanzas, asumen incorrectamente que, como los cristianos católicos confesamos que nuestro Señor Jesucristo fundó la Iglesia sobre el primado apostólico de Pedro en Mateo 16,18, estaríamos con esto al mismo tiempo confesando que la piedra angular de la Iglesia es este mismo apóstol. No es así. Esta es una concepción equivocada que sostienen nuestros hermanos no-católicos; así que expliquemos, a la luz de las Sagradas Escrituras, lo que verdaderamente enseña el cristianismo católico sobre la piedra angular (que es Cristo) y sobre la primacía de Pedro, a fin de que ya no exista confusión alguna entre ambas piedras, una representada por Jesus, y la otra representada por Pedro, las cuales no son excluyentes, sino complementarias, pues ambas, como veremos más adelante, forman parte de la misma estructura espiritual.
Si hay una piedra angular, esto supone que existe una edificación, pues toda piedra angular forma parte de una construcción, y si hay una piedra angular esto implica que necesariamente tiene que haber otras piedras, de entre las cuales la angular, diferente por sus características singulares y específicas se destaca de las demás. Así que ante la común y frecuente pregunta formulada por los evangélicos protestantes en los debates: "¿quién es la piedra de la Iglesia?" deberíamos contestar que la respuesta depende de la piedra precisa de la cual estemos hablando, pues la biblia nos enseña que ambos, tanto nuestro Señor Jesús, como Pedro, son piedras del Templo Espiritual y Universal que es la Iglesia; pero siendo piedras los dos, son piedras de distinto tipo y de distinta importancia, las cuales no debemos confundir en ningún momento.
¿Pero cómo es esto de que hay una piedra angular y al mismo tiempo otras piedras? En la biblia el concepto de "piedras" que se utiliza en el nuevo testamento es una referencia metafórica que a su vez solo podemos comprender si pensamos en el templo del antiguo pacto. Recordemos que el Templo de Jerusalén era el lugar fisico donde residía Dios y donde los judíos se congregaban para adorarle. Y sabemos que el antiguo testamento es la sombra o prefiguración de todo lo que viene a ser concretado con plenitud en el Nuevo Pacto a través de Jesús, en quien todo es nuevo y superior a lo anterior. Este Nuevo Pacto inaugurado por Cristo cuenta también con su propio Templo, pero éste no es ya un lugar físico, sino un Templo Espiritual, una edificación que no está localizada en un punto geográfico específico, pues es espiritual y universal; el nuevo Templo es la Iglesia de Cristo expandida por toda la tierra.
¿Y con qué estaba construido el templo de Jerusalén? Con muchas piedras correcta y ordenadamente colocadas, que levantaban cada uno de sus muros y columnas. En este sentido, trasladada esta realidad del templo físico, al Templo Espiritual del nuevo pacto que es la Iglesia, conformada por todos los bautizados y redimidos por Cristo, no solo Jesús y Pedro, sino todos los cristianos, como miembros de la Iglesia, somos piedras del Nuevo Templo, y así nos lo dice la Sagrada Escritura a través del propio apóstol Pedro:
"Se han acercado al que es la piedra viva rechazada por los hombres, y que sin embargo es preciosa para Dios que la escogió. También ustedes, como piedras vivas, se han edificado y pasan a ser un Templo espiritual, una comunidad santa de sacerdotes que ofrecen sacrificios espirituales agradables a Dios por medio de Cristo Jesús. Dice la Escritura: Yo voy a colocar en Sión una piedra angular, escogida y preciosa: quien se afirme en ella no quedará defraudado. Ustedes, pues, que creen, recibirán honor. En cambio, para aquellos que no creen, él es la piedra rechazada por los constructores, que se ha convertido en la piedra angular; piedra en la que la gente tropieza y roca que hace caer. Cuando se niegan a creer en la palabra, están tropezando con aquello en lo que debían afirmarse. (1 Pedro 2, 4-8)
Pedro comienza hablándonos de Cristo como la piedra viva, para inmediatamente después referirse a todos los cristianos como muchas otras piedras vivas que, unidas a Jesucristo, edifican el Templo espiritual, la Iglesia. Cristo es la piedra angular que le da sentido, coherencia y estabilidad a toda la estructura, formada por el resto de las piedras que se abrazan y adhieren a la piedra angular para constituir y levantar un solo edificio.
Así que ya vemos que la Piedra angular es el mismo Señor Jesucristo, y ni a Pedro ni a nadie más le corresponde este título, y esto es lo que por 2000 años ha defendido la Iglesia, desde los apóstoles y hasta nuestros días. La Iglesia católica nunca ha confundido a Pedro con la piedra angular, ni le ha conferido este título, pues el apóstol no es ésta piedra, sino otra distinta que también forma parte, junto a muchas otras, del Templo espiritual.
Pero si Cristo es la Piedra angular, como aquí lo estamos afirmando, ¿por qué los católicos decimos también que Pedro es la piedra sobre la que Cristo edificó su Iglesia? ¿Hay acaso una contradicción? De ningún modo. Pues como venimos diciendo, si se analiza el concepto de Iglesia de cara a las Escrituras como un Templo espiritual, tal cual se hace en 1 de Pedro 2, 4-8, cualquiera de nuestros amigos protestantes podrá observar que no existe ningún conflicto entre una roca y la otra, o sea entre Jesús y Pedro; una roca, la piedra angular, es nuestro Señor, Mesías y Salvador, y la otra, es su apóstol, fiel discípulo y siervo, a quien Jesús dejó al cuidado de su Iglesia en la tierra, misión por la cual el mismo Señor le confirió a este discípulo el nombre de "Cefás" o "Kephas" en arameo, que significa roca o piedra.
¿Significa acaso que Jesús renunció con esto a su papel de Piedra angular? De ninguna manera. Jesucristo sigue siendo y será por siempre la única piedra angular de la Iglesia. Y tan es así, que siendo consciente el propio Señor Jesús de que Él es la piedra del ángulo, va escogiendo Él mismo a las otras piedras necesarias (sus discípulos) para edificar su Templo, su Iglesia.
De esto último se explica que Jesús, en esa búsqueda de las otras piedras, que debían unirse y afirmarse a Él, le cambie el nombre a Simón por el de Pedro.
"Al primero que encontró fue a su propio hermano Simón, y le dijo «Hemos encontrado al Mesías», que traducido significa Cristo. Entonces lo llevó a donde estaba Jesús. Jesús lo miró y le dijo: «Tú eres Simón, el hijo de Juan: tú te llamarás Cefas», que traducido significa Pedro." (San Juan 1, 41-42)
Esto no es un simple detalle sin importancia que se "coló" en medio del testimonio del evangelista Juan, este dato es de suma relevancia, y a un lector serio de la biblia debiera cuando menos despertarle algunas preguntas parecidas a las siguientes: ¿Por qué apenas conocer a alguien, Cristo le cambiaría el nombre, que habrá querido decir con eso? ¿Qué significado, qué revelación, qué mensaje está detrás de esta escena bíblica y de este cambio de nombre? ¿A qué estaría Jesús destinando y comisionando a Simón al llamarle a partir de ese momento "Cefas" (Roca)?
Estas preguntas se responden en el famoso versículo de Mateo 16, 18-19, donde Jesús, luego de haber sido descrito por Pedro unos versículos antes como el Cristo, el Hijo del Dios vivo, en congruencia con el diálogo que se está desarrollando, pasa ahora Él a describir al apóstol:
"Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos."
Ahora sabemos a qué se refería Jesús en Juan 1, 41-42, ahora se nos revela la comisión que Cristo tenía asignada para Simón al momento de conocerle y cambiarle el nombre, y ahora se nos aclara por qué escogió justo ese nombre y no otro.
Jesucristo siempre supo, incluso antes de encarnarse y venir al mundo, que Él era la piedra angular de la que se habla en Isaías 28,16, de donde el propio Pedro recogió la referencia para referirse a Jesús en su epístola ya citada más arriba (1 Pedro 2, 4-8). Siendo perfectamente consciente de esto, Jesús, piedra angular, estaba en busca de las demás piedras necesarias para edificar el nuevo Templo, la Iglesia.
Y es el propio Cristo, fundador de la Iglesia, quien selecciona y coloca la primera piedra con la que se inaugura la edificación de toda construcción; esta piedra es Pedro. Ahora bien, con esto no pretendemos decir que los demás apóstoles no fueran "piedras" o "rocas" que están en el fundamento de la Iglesia, lo eran, simplemente que la primera en ser colocada es la representada por Pedro, así lo quiso expresar Jesús como símbolo de la primacia otorgada a este apóstol quien también, como consecuencia de esta primacia, recibe del Señor las llaves del reino de los cielos, el poder para atar y desatar en la tierra y la comisión de apacentar a las ovejas del rebaño de Jesús.
Con las siguientes palabras de San Pablo completamos nuestra exposición, y nos permite asimilar, sin dejar espacio a la confusión, la verdadera y bíblica doctrina católica sobre este tema.
"Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas. La piedra angular de este edificio es Cristo Jesús, en el que todo el edificio, perfectamente ensamblado, se levanta para convertirse en un templo consagrado al Señor" (Efesios 2, 20-21)
Ahora tenemos todo lo que necesitamos, en este punto ya todas las piedras han tomado su respectivo lugar, y entendemos cual es cada una y su importancia. Ya tenemos claro el plano de la edificación de la Iglesia, donde Jesucristo es la piedra angular, la que permite que todas las paredes y las columnas queden sólida y armónicamente ensambladas y unidas (ver la imagen que ilustra este estudio); Pedro simboliza esa primera piedra que decidió colocar Jesucristo, el fundador de este nuevo templo; los apóstoles y los profetas colocados en torno a la primera piedra están en el fundamento de la estructura, y todos los demás cristianos que somos nosotros, somos esas muchas otras piedras vivas que van levantando y dando forma a los muros del edificio espiritual que es la Iglesia universal.
Autor: Alfredo Rodríguez
Esta es la piedra que representa a Jesús. |
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