Primero que todo, es esencial aclarar que pedir la intercesión de los santos no tiene nada que ver con la necromancia. La necromancia, en términos generales, se refiere a prácticas místicas o mágicas que buscan comunicarse con los muertos con fines adivinatorios, de predecir el futuro o de otra índole. Es importante destacar que la Iglesia Católica condena la necromancia y cualquier forma de práctica que busque manipular fuerzas ocultas fuera de la voluntad divina.
La intercesión de los santos, por otro lado, es una práctica profundamente arraigada en la tradición cristiana que se basa en el amor y la comunión que compartimos con aquellos que han vivido vidas ejemplares en la fe. Pedir la intercesión de los santos no significa tratar de controlar o invocar a los muertos de manera mágica para adivinar el futuro; más bien, es buscar su ayuda y apoyo en oración al único Dios verdadero, sabiendo que están unidos a nosotros en la comunión de los santos, pues somos hermanos en Cristo, aunque ellos ya estén en el cielo y nosotros en la tierra.
La Biblia nos habla de una gran nube de testigos que nos rodea (Hebreos 12, 1), y esto incluye a aquellos que han vivido vidas santas y han alcanzado la presencia de Dios. La intercesión de los santos se basa en el entendimiento de que aquellos que han fallecido en la fe están vivos en Cristo y continúan siendo parte de la familia de Dios. Podemos considerarlos como amigos y modelos a seguir en nuestra propia búsqueda de santidad.
Al mirar el Catecismo de la Iglesia Católica, en el párrafo 956, se nos dice: "La comunión de los santos es la Iglesia. La vida de cada uno de los hijos de Dios en Cristo pasa a través de la comunión de los santos. Todos juntos formamos un solo cuerpo en Cristo, nos unimos unos a otros" (CIC 956). Aquí vemos que la comunión de los santos es una realidad viva y dinámica que abarca tanto a los que están en la tierra como a los que están en el cielo.
Cuando pedimos la intercesión de los santos, no los estamos invocando como si fueran entidades separadas de Dios. En cambio, estamos reconociendo su cercanía a Dios y confiando en que pueden unirse a nuestras oraciones y llevar nuestras intenciones directamente ante Él. Es un acto de comunión y solidaridad en la familia de Dios, donde nos apoyamos mutuamente en nuestra peregrinación de fe.
Vamos a explorar esto a través de un ejemplo cotidiano. Imagina que tienes un amigo muy cercano que es conocido por su profunda conexión con Dios, su compasión y su amor por los demás. Ahora, imagina que estás atravesando un momento difícil y decides pedirle a tu amigo que ore por ti. No estás adorando a tu amigo ni considerándolo un ser divino; simplemente confías en que su conexión con Dios y su amor por ti lo llevan a orar en tu nombre. De manera similar, cuando pedimos la intercesión de los santos, confiamos en su cercanía a Dios y su deseo de ayudarnos, ya que comparten un amor común por nuestro Señor.
La Sagrada Escritura nos brinda ejemplos de intercesión a través de la comunión de los santos. En el Libro del Apocalipsis, vemos a los santos en el cielo presentando las oraciones de los fieles ante el trono de Dios: "El humo del incienso, con las oraciones de los santos, subió de la mano del ángel ante Dios" (Apocalipsis 8, 4). Este pasaje ilustra la idea de que los santos en el cielo están activamente involucrados en presentar nuestras oraciones a Dios.
Un punto importante a destacar es que, al pedir la intercesión de los santos, no estamos relegando a Dios a un segundo plano. Por el contrario, estamos reconociendo su designio divino de la comunión de los santos y confiando en la unidad de la Iglesia en la tierra, en el purgatorio y en el cielo. En la Iglesia, estamos unidos en un solo cuerpo, y la oración de un miembro afecta a todo el cuerpo.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña sobre la intercesión de los santos en el párrafo 2683: "La Iglesia, a la que se le ha dado la 'llave' del Reino, ora por obtener 'el bien de todos los hombres' (1 Timoteo 2, 1-4). Incluso los difuntos 'viven para el Señor' (Romanos 14, 8) y 'pueden ayudarnos' mediante sus oraciones" (CIC 2683). Aquí, se subraya que la oración de la Iglesia, tanto de los que están en la tierra como de los que están en el cielo, tiene un impacto positivo en la búsqueda del bien de todos.
Al pedir la intercesión de los santos, estamos participando en la rica tradición de la Iglesia que reconoce la vida eterna en Cristo y la unidad de la comunión de los santos.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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