Primero, aclaremos esos nombres: Yahvé y Jehová. Ambos se refieren al nombre divino revelado en la Biblia, particularmente en el Antiguo Testamento. La diferencia está en la pronunciación y en cómo se han transmitido a lo largo de la historia.
La palabra "Yahvé" es considerada la pronunciación más cercana al nombre original, y es la forma que los estudiosos y eruditos bíblicos utilizan para referirse a este nombre divino. Por otro lado, "Jehová" es una versión latinizada del tetragrama hebreo YHWH, que es el nombre divino en el Antiguo Testamento.
Ahora, cuando nos preguntamos si Jesús es Yahvé o Jehová, la respuesta radica en la comprensión de la Trinidad en la teología cristiana. Según la doctrina trinitaria, Dios existe en tres personas distintas pero inseparables: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Por lo tanto, Jesús, como el Hijo de Dios encarnado, es plenamente Dios y por tanto sí podríamos decir que Jesús es Yahvé (Dios).
La relación entre el Padre y el Hijo se expresa de manera maravillosa en el Evangelio de Juan, donde Jesús dice: "Yo y el Padre somos uno" (San Juan 10, 30). Esta afirmación subraya la unidad esencial entre Jesús y Dios el Padre. Además, en el Evangelio de Juan, Jesús utiliza la expresión "Yo soy" en varias ocasiones para referirse a sí mismo, recordando las palabras divinas reveladas a Moisés en el Antiguo Testamento (Éxodo 3, 14).
Entonces, podríamos decir que, en términos de identidad divina, Jesús comparte la misma esencia divina con el Padre, es decir, comparte la divinidad de Yahvé. En el Catecismo de la Iglesia Católica, se nos enseña que el Hijo es "consustancial" con el Padre, lo que significa que comparten la misma naturaleza divina (CIC 242).
La Trinidad es una realidad profunda y misteriosa que la Iglesia ha reflexionado a lo largo de los siglos, y se basa en la revelación de Dios en la Biblia. Entender la Trinidad implica reconocer que las tres personas divinas comparten la misma sustancia divina, pero son distintas entre sí en términos de relaciones.
Cuando nos sumergimos en el Nuevo Testamento, vemos a Jesús realizando acciones que solo Dios puede hacer, como perdonar pecados, afirmar su señorío sobre el sábado y aceptar adoración. Estas acciones revelan no solo la divinidad de Jesús sino también su identidad como el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento.
Ahora, en cuanto al uso específico de los nombres Yahvé o Jehová en relación con Jesús, generalmente, estos términos se aplican más directamente al Dios del Antiguo Testamento. Sin embargo, la identificación de Jesús con Dios, con el "Yo soy", sugiere la continuidad y unidad en la revelación divina a lo largo de la historia de la salvación.
En San Mateo 1, 23, se hace referencia a una profecía del Antiguo Testamento que señala el nombre de Jesús como "Emmanuel, que significa 'Dios con nosotros'". Este versículo destaca la conexión divina de Jesús y su presencia continua entre nosotros.
En resumen, mi amigo, podemos decir que Jesús comparte la misma esencia divina con Yahvé, como el Hijo eterno de Dios, por tanto podríamos decir que Jesús sí es Yahvé. Su identidad como "Yo soy" y "Dios con nosotros" subraya su papel único en la revelación divina y su participación en la obra redentora.
La Trinidad es un misterio que nos invita a maravillarnos ante la grandeza y la profundidad del amor de Dios. A medida que exploramos estos aspectos de nuestra fe, recordemos que, en última instancia, estos nombres y conceptos apuntan a la realidad de una relación íntima y amorosa entre Dios y la humanidad.
Autor: Padre Ignacio Andrade
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