No es raro escuchar la idea de que Constantino, el emperador romano, fundó la Iglesia en el año 325 durante el Concilio de Nicea. Sin embargo, esto es un malentendido bastante común.
Primero y ante todo, déjame aclarar que la Iglesia Católica no fue fundada por Constantino ni en el año 325. ¡Para nada! La Iglesia Católica tiene sus raíces en la enseñanza y la misión de Jesucristo, el Hijo de Dios. La afirmación correcta es que Jesucristo es el fundador de la Iglesia Católica, y esto está respaldado por las enseñanzas del Nuevo Testamento.
Cuando Jesús estuvo en la Tierra, Él mismo estableció la Iglesia. En el Evangelio de Mateo, Jesús le dice a Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la muerte no prevalecerá contra ella" (San Mateo 16, 18). Aquí, Jesús designa a Pedro como la roca sobre la cual construirá su Iglesia. Este es un momento clave en el cual Jesús establece la autoridad apostólica y la estructura de la Iglesia.
Además, después de su resurrección, Jesús comisiona a sus apóstoles, enviándolos a predicar y hacer discípulos de todas las naciones (San Mateo 28, 19-20). Este encargo apostólico forma la base de la misión de la Iglesia de enseñar, santificar y gobernar.
Si damos un vistazo al Libro de los Hechos en el Nuevo Testamento, veremos cómo los apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, establecieron comunidades cristianas en diversas regiones. No fue una iniciativa de Constantino ni de ningún líder secular, sino un movimiento inspirado y guiado por el Espíritu Santo.
La idea de que Constantino fundó la Iglesia en el Concilio de Nicea en el año 325 es incorrecta. El Concilio de Nicea fue convocado para abordar cuestiones teológicas cruciales, especialmente la naturaleza de la divinidad de Jesucristo, y no para fundar la Iglesia. Constantino, aunque desempeñó un papel importante al convocar el concilio, no estableció la Iglesia, ya que esta ya existía desde los tiempos de Jesús y los apóstoles.
Es importante destacar que la Iglesia ya tenía una estructura jerárquica con obispos y presbíteros antes del Concilio de Nicea. Las comunidades cristianas se habían establecido y estaban creciendo mucho antes de que Constantino reconociera el cristianismo como una religión legalizada en el Imperio Romano.
La Iglesia Católica, con su sucesión apostólica, sigue la línea de los apóstoles que fueron directamente comisionados por Jesucristo. Esta sucesión apostólica es un testimonio de la continuidad de la enseñanza y la autoridad apostólica desde los primeros tiempos de la Iglesia hasta hoy.
Además, el Catecismo de la Iglesia Católica subraya claramente la fundación divina de la Iglesia: "El mismo Jesús es la fuente viva de la tradición de la cual fluye la Iglesia. En la Iglesia, esta tradición, que proviene de los apóstoles, persiste en la comunión que, a través del sucesor de Pedro, permanece con sus sucesores. Y así la Iglesia en su doctrina, vida y culto perpetúa y transmite a todas las edades todo lo que ella es, todo en lo que cree" (Catecismo de la Iglesia Católica, párrafo 78).
Recapitulando, la afirmación de que Constantino fundó la Iglesia Católica en el año 325 es completamente falsa. La Iglesia fue establecida por Jesucristo durante su ministerio terrenal y continuó creciendo bajo la guía de los apóstoles y el Espíritu Santo. La Iglesia Católica, con su rica tradición apostólica, sigue siendo la continuación de esa Iglesia fundada por Jesús hace más de dos mil años.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario