¿Qué es el infierno? ¿Dónde se encuentra? ¿Es un "lugar" físico?


¿Qué es el infierno? ¿Dónde se encuentra? ¿Es un "lugar" físico?

Entremos en el tema del infierno con calma y con la confianza de que la fe nos ofrece respuestas llenas de amor y misericordia.

Entonces, ¿qué es el infierno? En términos sencillos, el infierno es un estado de separación eterna de Dios. No es tanto un lugar físico con coordenadas geográficas, como una realidad espiritual. Es una condición de alejamiento voluntario de la presencia amorosa de Dios, elegida por aquellos que, en pleno uso de su libertad, rechazan la comunión con Él.

La base de nuestra comprensión del infierno se encuentra en las enseñanzas de Jesús, nuestro Señor. Él nos habla sobre el infierno en términos simbólicos y parabólicos, utilizando imágenes que nos invitan a reflexionar sobre la seriedad de nuestras elecciones. Por ejemplo, en el Evangelio de Mateo (25, 41), Jesús menciona el fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Este fuego no debe interpretarse de manera literal, sino como un símbolo de la purificación y el rechazo de Dios.

Es crucial entender que el infierno no es algo que Dios desee para sus hijos. Al contrario, es una elección que hacemos por nuestra propia cuenta. Dios nos creó con libre albedrío, un regalo precioso que nos permite amarle y seguirle voluntariamente. Sin embargo, también implica la capacidad de alejarnos de Él. Dios respeta nuestra libertad, incluso si eso significa que algunos eligen apartarse de su amor.

Ahora, ¿dónde se encuentra el infierno? Como mencioné antes, no es un lugar físico en el sentido terrenal. Más bien, es una realidad espiritual que existe en el ámbito sobrenatural. La Iglesia nos enseña que el infierno es una condición de separación de Dios, un estado de autosuficiencia y lejanía eterna de la fuente de todo bien.

Al considerar estas enseñanzas, es esencial recordar que la visión católica del infierno está imbuida de un profundo deseo de misericordia. Aunque se nos habla de las consecuencias de rechazar a Dios, también se nos presenta un Salvador que nos ama incondicionalmente y desea nuestra reconciliación.

Recuerda las palabras de San Juan Pablo II, quien dijo que el infierno no es tanto un lugar definido, sino "la situación en que llega quien libre y definitivamente se aleja de Dios, fuente de todo bien y de toda alegría". Aquí, la perspectiva cambia, y se enfatiza la elección consciente y libre de apartarse de la presencia amorosa de Dios.

Como católicos, también creemos en el purgatorio, un estado de purificación para aquellos que mueren en la amistad con Dios pero necesitan limpieza antes de entrar plenamente en su presencia. Este énfasis en la misericordia y la posibilidad de purificación demuestra el deseo de Dios de acercarnos a Él, incluso después de nuestras imperfecciones.

Para ahondar en nuestra comprensión, podemos referirnos al Catecismo de la Iglesia Católica. En los números 1033 y 1034, se nos enseña que el infierno es "la autotrascendencia consciente y libre de la persona humana, que rechaza a Dios y la comunión con los que perseveran en el mal hasta el final". La elección consciente es un elemento clave aquí. Dios no nos condena; nosotros, en el uso de nuestra libertad, elegimos separarnos de Él.

Recuerda también que nuestro Dios es un Dios justo y amoroso. No envía a nadie al infierno; es la decisión de apartarse de su amor lo que lleva a esa realidad. Dios nos ofrece innumerables oportunidades de arrepentimiento y reconciliación a lo largo de nuestras vidas. La puerta de la misericordia siempre está abierta, y depende de nosotros aceptar la gracia que se nos ofrece.

Además, la Iglesia nos enseña que el juicio final es un acto de la misericordia de Dios. Será un momento en el que todos entenderemos completamente las consecuencias de nuestras elecciones y experimentaremos la justicia y la misericordia divinas de manera plena.

En este viaje de fe, es crucial vivir de acuerdo con el amor y la misericordia que Jesús nos enseñó. Debemos esforzarnos por crecer en santidad, buscando la gracia y el perdón de Dios. La oración, los sacramentos y la vida en comunidad son caminos fundamentales para acercarnos más a nuestro Señor y evitar las sendas que nos alejarían de Él.

En resumen, el infierno es una realidad espiritual, una condición de separación eterna de Dios, elegida consciente y libremente por aquellos que rechazan su amor. No es un lugar físico con coordenadas terrenales, sino una realidad que existe en el ámbito sobrenatural. La visión católica del infierno está impregnada de un deseo profundo de misericordia, recordándonos que Dios siempre nos ofrece su amor y perdón, incluso en medio de nuestras debilidades. La esperanza y la posibilidad de reconciliación son aspectos fundamentales de nuestra fe, y siempre podemos confiar en la inagotable misericordia de nuestro Padre celestial. ¡Sigamos caminando juntos en este viaje de fe, mi amigo!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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