El Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha dado a conocer las respuestas ofrecidas al obispo brasileño de Santo Amaro, José Negri, ante seis dudas expresadas sobre la posible participación de transexuales y homosexuales en los sacramentos. Con el aval del papa Francisco que rubrica el documento, el prefecto Víctor Manuel Fernández aclara –entre otras cuestiones– que los transexuales adultos pueden ser bautizados, despejando un veto a priori para que las personas trans y gais puedan ser padrinos de bautismo y testigos en las bodas.
No se trata de una nueva normativa vaticana, pero sí una orientación reveladora, pues el mero hecho de que se hayan hecho públicas sí habla de visibilizar una acogida necesaria. Así lo entienden tanto los católicos LGTBIQ+, como teólogos, canonistas y sacerdotes consultados por Vida Nueva, que aprecian el paso adelante de la Santa Sede para abordar cuestiones tan espinosas como cotidianas sobre una pastoral todavía hoy de frontera y por desarrollar.
Por eso, es comprensible que, más allá de las indicaciones del documento, no se lleven a cabo reformas legislativas. La vida va por delante de la ley y estas indicaciones permiten aterrizar en el día a día de una parroquia ese ‘quién soy yo para juzgar’ que Francisco formuló hace una década. Una vez más, poner a la persona en el centro, al estilo de Jesús, hace que no puedan mediar recetarios para calibrar la madurez de fe de quienes, por ejemplo, solicitan ser padrinos de bautismo o testigos de un matrimonio.
Por eso, esa apostilla sobre el posible escándalo o desorientación a los fieles que pudiera convertirse en aduana para los homosexuales y los trans, debería abrir una profunda reflexión en el seno de la Iglesia sobre la catequesis y los criterios del apadrinamiento y el testimonio en los sacramentos a todo aquel que quiere ejercer esta misión. A la vez, urge una labor pedagógica –tanto en el presbiterado como en la comunidad creyente– para sensibilizar y conocer en materia de diversidad sexual e identidad de género para derribar estereotipos y prejuicios ideologizadores que llevan a un rechazo injustificado.
Puerta abierta
En cualquier caso, más allá de las vicisitudes que puedan generarse y que reclaman un discernimiento personal y comunitario, resulta determinante la premisa de Doctrina de la Fe, con el subrayado de que “la fidelidad del amor incondicional de Dios” es “capaz de generar una alianza irrevocable incluso con el pecador”. Desde esta perspectiva, el bautismo, sacramento de la iniciación cristiana, se refuerza como una puerta abierta a todos para ser regenerados como hijos de Dios, incorporados a la vida y misión de la Iglesia. El agua de la Vida sin vetos ni excepciones.
Autor: EDITORIAL DE VIDA NUEVA DIGITAL.
Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/
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