Aunque la Navidad es muy importante, ¿Por qué para la Iglesia es más importante la Resurrección de Cristo que su Nacimiento?


En este hermoso camino de fe, es crucial comprender por qué la Iglesia pone un énfasis tan significativo en la resurrección de Cristo en comparación con su nacimiento.

Primero, dejemos que el corazón de nuestra fe, la Sagrada Escritura, nos guíe en este viaje. Cuando exploramos las páginas de la Biblia, encontramos que el Nuevo Testamento, y particularmente los Evangelios, resaltan la resurrección como un evento central. San Pablo, en su primera carta a los Corintios, nos dice: "Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe es vana; todavía estáis en vuestros pecados" (1 Corintios 15, 17). Aquí vemos cómo la resurrección se convierte en el cimiento de nuestra fe cristiana.

El nacimiento de Jesús, aunque lleno de maravillas y alegría, es solo el comienzo de su misión redentora en la Tierra. Es el acto que inaugura la llegada del Salvador prometido, pero es en su resurrección que la plenitud de esa redención se revela. La Encarnación, el nacimiento de Jesús, es esencial porque Dios se hace hombre para caminar entre nosotros, compartir nuestra humanidad y mostrarnos el camino hacia la salvación. No obstante, la resurrección da sentido y cumplimiento a todo esto.

Imagina, querido amigo, que estás viendo una grandiosa obra teatral. El nacimiento de Jesús sería como el telón que se levanta, revelando el inicio de la historia. Es hermoso y emocionante, pero la trama aún no ha llegado a su clímax. Ahora, piensa en la resurrección como el emocionante desenlace de la obra. Es el momento en el que la redención, la victoria sobre el pecado y la muerte, se manifiesta de manera gloriosa. Sin la resurrección, la historia quedaría inconclusa, como un cuento sin final feliz.

La Iglesia nos enseña que, mediante la resurrección, Cristo vence la muerte y nos ofrece la esperanza de la vida eterna. En el Catecismo de la Iglesia Católica, en el párrafo 641, se nos dice: "El misterio de la resurrección de Jesús es un acontecimiento real que tuvo manifestaciones históricamente comprobadas como lo atestigua el Nuevo Testamento". Aquí vemos cómo la Iglesia destaca la realidad histórica de la resurrección, no como un mito o una metáfora, sino como un evento que transforma radicalmente nuestra existencia.

Al considerar la importancia de la resurrección, recordemos también las palabras del mismo Jesús: "Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá" (Juan 11, 25). Aquí, Jesús nos revela que la resurrección no es solo un evento pasado, sino una realidad presente y futura para aquellos que creen en Él. Es el fundamento de nuestra esperanza, la promesa de que, a través de Cristo, podemos superar la muerte y compartir en su vida divina.

Al poner énfasis en la resurrección, la Iglesia nos invita a mirar más allá de la cuna de Belén y dirigir nuestra mirada hacia el sepulcro vacío. La resurrección es el sello divino que valida la obra redentora de Jesús. San Pablo nos exhorta en su carta a los Filipenses: "Para conocerle a él, y el poder de su resurrección y la participación de sus padecimientos, configurándome a él en su muerte" (Filipenses 3, 10). Aquí vemos cómo la resurrección no solo nos ofrece la esperanza de la vida eterna, sino también la posibilidad de compartir en la vida misma de Cristo.

Ahora, amigo mío, permíteme compartir contigo una analogía que ilustra la relación entre el nacimiento y la resurrección. Imagina que estás plantando una semilla en tu jardín. El nacimiento de Jesús sería como el momento en que la semilla comienza a brotar. Es un comienzo maravilloso, pero el verdadero asombro viene cuando esa planta florece y da frutos. De manera similar, la resurrección es la floración de la semilla plantada en Belén. Es el florecimiento de la redención que transforma nuestras vidas y nos ofrece la fruta eterna de la comunión con Dios.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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