Primero que todo, quiero recordarte que el sacramento del matrimonio es un regalo precioso que Dios nos ha dado. Nos invita a vivir en comunión y amor con nuestra pareja, reflejando el amor que Dios tiene por nosotros. Ahora, sobre la cuestión de si una pareja católica debería casarse sabiendo que no podrán tener hijos, es necesario explorar algunos aspectos tanto del Catecismo de la Iglesia Católica como de la Sagrada Escritura.
El Catecismo nos enseña que el matrimonio tiene como propósito la procreación y la educación de los hijos (Catecismo de la Iglesia Católica, 1652). La apertura a la vida es una parte fundamental de la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio. Sin embargo, esto no significa que todas las parejas deban tener hijos biológicos. La adopción y otras formas de paternidad responsable también son consideradas valiosas por la Iglesia.
En el Libro del Génesis, leemos que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, y les dijo a Adán y Eva: "Creced y multiplicaos, llenad la tierra y sometedla" (Génesis 1,28). Esta bendición inicial de Dios destaca la importancia de la procreación y el papel de la familia en el plan divino. No obstante, también reconocemos que en ocasiones, algunas parejas pueden enfrentar circunstancias que dificulten la concepción de hijos biológicos.
En la carta a los Efesios, San Pablo nos habla sobre el misterio del amor entre Cristo y su Iglesia, comparándolo con la relación entre esposo y esposa. En Efesios 5,25, Pablo dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella". Este pasaje resalta la importancia del amor y la entrega mutua en el matrimonio, y no está condicionado únicamente a la capacidad de tener hijos biológicos.
Ahora, es vital reconocer que cada situación es única, y las parejas deben discernir juntas, en oración, lo que Dios les está llamando a hacer. La incapacidad de tener hijos biológicos no invalida la vocación al matrimonio. La Iglesia valora el matrimonio como un camino de santidad y de crecimiento mutuo en el amor.
En la Encíclica Humanae Vitae, el Papa Pablo VI enseñó que "el matrimonio no está destinado únicamente a la procreación, sino también a la mutua perfección de los cónyuges" (Humanae Vitae, 8). Esto implica que, aunque la procreación es un bien importante, no es el único propósito del matrimonio. La pareja católica, al discernir su vocación, puede encontrar maneras de vivir su amor y su compromiso de manera fructífera, incluso si la procreación biológica no es posible.
El Papa Francisco, en su exhortación apostólica Amoris Laetitia, destaca la diversidad de situaciones familiares y la importancia de acompañar a cada familia en su camino único. En el número 19, nos dice: "No debemos resignarnos a considerar la única forma de familia la que corresponde a los modelos culturales del pasado. No hay que olvidar que la Iglesia misma es una familia, enriquecida por la diversidad de sus carismas, ministros y fieles".
Entonces, mi amigo, la respuesta a tu pregunta no es simplemente sí o no, sino más bien un llamado a la reflexión profunda y a la oración. Cada pareja tiene su propio camino y desafíos, y Dios nos llama a vivir el matrimonio de manera auténtica y generosa.
Si una pareja sabe de antemano que no podrán tener hijos biológicos, esto no debería impedirles abrazar la vocación al matrimonio. Pueden explorar otras formas de paternidad, como la adopción, o dedicarse a servir a la comunidad de maneras únicas. Lo crucial es que el amor mutuo, la entrega y la apertura a la voluntad de Dios guíen sus decisiones.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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