La palabra "Jehová" es una forma incorrecta de pronunciar y escribir el Tetragrama YHWH, el nombre sagrado de Dios en el Antiguo Testamento. Cuando los antiguos escribas hebreos transcribían las Escrituras, evitaban pronunciar el nombre de Dios por respeto y temor reverencial. En cambio, utilizaban las consonantes YHWH y agregaban las vocales de la palabra "Adonai" (Señor en hebreo) para indicar que debía leerse "Adonai" en lugar del nombre divino.
Con el tiempo, cuando las personas empezaron a leer las Escrituras en lenguas occidentales que carecían de los sonidos de las consonantes hebreas, surgieron intentos de vocalizar el Tetragrama. Así, se formó la palabra "Jehová" como una combinación de las consonantes YHWH y las vocales de "Adonai". Sin embargo, es importante destacar que "Jehová" no es una palabra hebrea auténtica y no tiene significado propio en el idioma original.
Se que hay algunos laicos católicos que afirman que "Jehová" significa "Dios destructor", pero con toda honestidad y sinceridad tengo que afirmar que me parece que eso surge de un intento por descalificar el nombre de Jehová que usan muchos grupos protestantes para referirse a Dios.
La teoría es que Jehová provendría de Yeho=Yahvéh y A'avadh=destruir. El detalle es que la palabra Jehová no es una palabra hebrea, por tanto no se puede hacer una traducción desde la misma al español, y como ya lo expliqué antes, Jehová proviene de introducir vocales al tetragrama YHWH y no a la palabra Yahvéh.
Por tanto, la cuestión del significado de "Jehová" como "Dios de la destrucción" o "Dios destructor" es un malentendido. No hay base lingüística o teológica que respalde esta interpretación. Es más bien una confusión que ha surgido debido a la combinación de elementos que no son originales en la lengua hebrea.
Para entender más claramente el nombre divino, es útil volvernos hacia el mismo Dios que se revela en las Escrituras. El Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que el nombre divino, revelado a Moisés en el monte Sinaí, expresa la relación íntima que Dios quiere tener con su pueblo:
"El nombre divino, revelado a Moisés, expresa la realidad íntima de Dios que es la fidelidad y la plenitud del amor, pues sucederá que si el hombre peca, Dios le será siempre fiel. [...] Al dar a conocer su nombre, Dios revela al mismo tiempo su fidelidad que es de la naturaleza de la verdad y de la fidelidad." (Catecismo de la Iglesia Católica, 2143)
Así, el nombre de Dios revela su fidelidad, amor y constante presencia en la vida de su pueblo. No tiene connotaciones destructivas ni malignas. Más bien, subraya la relación personal y comprometida que Dios busca con cada uno de nosotros.
En el Evangelio según San Juan, Jesús utiliza diversas expresiones para referirse a sí mismo y a su relación única con el Padre. Jesús revela la íntima conexión que tiene con el Dios que le envió:
"Jesús les respondió: —Mi Padre sigue trabajando, y yo también trabajo. Por eso los judíos se esforzaban aún más por matarlo, porque no solo violaba el sábado, sino que llamaba a Dios su propio Padre, igualándose así con Dios." (Juan 5,17-18)
Aquí, Jesús habla de Dios como su "Padre". Esta relación filial revela la naturaleza amorosa y paternal de Dios. A lo largo del Nuevo Testamento, Jesús continúa revelando la naturaleza divina como un Dios de amor, misericordia y redención.
En la oración del Padre Nuestro, que es central en la vida del creyente, Jesús nos enseña a dirigirnos a Dios como "Padre". Esta revelación es revolucionaria y única en el contexto religioso de la época. Jesús no presenta a Dios como un ser distante y temible, sino como un Padre amoroso que desea la comunión con sus hijos:
"Vosotros, pues, orad así: 'Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.'" (Mateo 6,9)
Este pasaje destaca la santidad del nombre de Dios, invitándonos a reconocer y respetar la grandeza de su ser. El nombre divino no es un mero título, sino una expresión de la relación profunda y sagrada que Dios desea tener con nosotros.
En el Catecismo de la Iglesia Católica, encontramos la enseñanza sobre el respeto al nombre de Dios:
"El segundo mandamiento prescriba el respeto debido al nombre de Dios y prohíbe su uso sin respeto. [...] El nombre de Dios es santo." (Catecismo de la Iglesia Católica, 2142)
Este pasaje subraya la importancia de tratar el nombre de Dios con reverencia y respeto. No se trata simplemente de una palabra, sino de una expresión de la santidad divina.
En resumen, mi querido amigo, el nombre "Jehová" no tiene un significado propio en hebreo y no se traduce como "Dios de la destrucción" o "Dios destructor". Es una interpretación errónea que ha surgido de intentos de vocalizar el Tetragrama de manera incorrecta. El verdadero significado del nombre divino, YHWH, se revela en las Escrituras como una expresión de la fidelidad, amor y relación íntima que Dios desea tener con su pueblo. Recordemos siempre tratar el nombre de Dios con reverencia, reconociendo su santidad y comprometiéndonos a vivir en comunión con el Padre celestial que nos ama infinitamente.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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