Luego del gran revuelo que ha causado la Declaración ‘Fiducia Supplicans’ del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aprobada por el Papa Francisco, sobre la impartición de bendiciones a personas en situaciones llamadas irregulares, el cardenal Felipe Arizmendi Esquivel se refirió a la posibilidad de negar la bendición a una pareja del mismo sexo.
El también obispo emérito de San Cristóbal de las Casas (Chiapas) explicó, por principio de cuentas, que las personas en situación irregular son aquellas que no viven según la regla católica inspirada en la Biblia; es decir, quienes viven en unión libre sin sacramento del matrimonio, los divorciados vueltos a casar y, en particular, las parejas del mismo sexo que conviven maritalmente.
¿Se les puede negar a estas parejas una bendición?
Tras señalar que la Declaración ‘Fiducia Supplicans’ explica las razones para estas bendiciones y las condiciones para darlas, el cardenal Arizmendi se extrañó de la polémica que ha causado esta orientación pastoral: “¡No sé por qué tanto ruido, si eso se ha hecho muchas veces!”.
Los casos más comunes
Arizmendi comentó el caso de unos sobrinos que se casaron por la Iglesia, pero luego se separaron de su pareja y ahora viven con otra mujer. Con frecuencia -dijo- le piden una bendición y nunca ha tenido problema de conciencia para concedérsela.
Agregó: “No están pidiendo una convalidación de su nueva unión, no les doy la comunión sacramental, sino que sólo les encomiendo a Dios para que les libre del mal y les vaya bien. Ellos y todas las personas saben que no estamos celebrando un nuevo sacramento matrimonial, sino pidiendo a Dios que les conceda su favor. ¡Esto lo he hecho siempre! Nunca les niego el bautismo de sus hijos”.
Señaló que lo mismo se hace con las personas que viven en unión libre: “Si es posible, les exhortamos a que formalicen sacramentalmente su unión, pero nadie entiende que, por bautizar a sus hijos y dar la bendición a sus padres, eso sea equivalente al sacramento matrimonial”.
El caso de las parejas del mismo sexo
El cardenal mexicano reconoció que la cosa se complica con las parejas del mismo sexo que conviven maritalmente, pero -dijo– la Declaración del Dicasterio es muy clara cuando afirma, en varias ocasiones, que bendecirles no es un sacramento, no es una aprobación de su situación, no es bendecir el pecado en que jurídicamente están, sino sólo una súplica hecha en forma espontánea, no litúrgica, para que Dios les ayude, les libre del mal y les acompañe. Y esto -aseveró- a nadie se le puede negar.
Posteriormente, dejando en claro que no es equiparable el caso, recordó que los sacerdotes bendicen a ‘borrachitos’, a drogadictos, incluso a narcos, y no por ello aprueban su vida. “Bendecimos animalitos, casas, vehículos, comercios, etc., y las personas valen mucho más”.
Puso sobre la mesa un caso particular: “Un sacerdote muy amigo tiene un sobrino nieto que vive en Francia. Hace poco vino a visitar a sus padres y a la familia, pero es gay y trajo a su pareja, de la misma tendencia, con quien convive. Aunque la familia y el sacerdote no aprueban esa unión, no lo pueden rechazar, pues es su hijo o sobrino. Cuando regresó a Francia, le pidieron a Dios que le vaya bien. Esto no es legitimar esa unión, sino sólo suplicar la misericordia de Dios”.
Finalmente, el cardenal Arizmendi hizo un llamado a los fieles católicos a tener un corazón como el de Dios. “Nos bendice siempre, pues somos sus hijos, aunque no aprueba ni bendice nuestros pecados. Jesús es cercano y misericordioso con los pecadores, pero siempre nos invita a convertirnos, a dejar de pecar, para vivir como hijas e hijos del Padre Dios”.
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