Cuando hablamos de "hablar en lenguas", nos referimos a un fenómeno espiritual que se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles, específicamente en el capítulo 2. Este pasaje nos cuenta la historia de Pentecostés, un evento extraordinario en el que los discípulos de Jesús fueron llenos del Espíritu Santo.
Imagínate la escena: los discípulos están reunidos en Jerusalén, esperando la promesa del Espíritu Santo que Jesús les había hecho antes de ascender al cielo. De repente, un viento impetuoso llena la casa donde están, y aparecen lenguas como de fuego que se posan sobre cada uno de ellos. Entonces, son llenos del Espíritu Santo y comienzan a hablar en lenguas, proclamando las maravillas de Dios.
Este evento es crucial porque marca el nacimiento de la Iglesia cristiana. Pero, ¿qué significa exactamente "hablar en lenguas" en este contexto? ¿Se refiere simplemente a la capacidad de hablar idiomas extranjeros?
Bueno, aquí es donde la cosa se pone interesante. La palabra griega utilizada en el Nuevo Testamento para "lenguas" es "glossolalia", que significa literalmente "hablar en lenguas". En el contexto de Pentecostés, vemos que los discípulos comienzan a hablar en idiomas que nunca antes habían aprendido, permitiendo que personas de diferentes partes del mundo los entendieran en sus propios idiomas nativos. Esto es lo que hace que el evento sea tan sorprendente y significativo.
El versículo 6 del capítulo 2 de Hechos nos dice: "Y cuando fue el ruido de esta voz, vino la multitud junta, y estaban confusos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua." Esto indica claramente que el fenómeno de hablar en lenguas en Pentecostés involucraba la capacidad sobrenatural de comunicarse en diferentes idiomas humanos.
Entonces, ¿por qué era necesario este don en ese momento específico? Bueno, Pentecostés era una fiesta judía en la que se reunían personas de todas partes del mundo para celebrarla en Jerusalén. La habilidad de los discípulos para comunicar el mensaje del Evangelio en los idiomas nativos de los presentes era esencial para la expansión del cristianismo desde el principio. Este don les permitió llevar el evangelio a todas las naciones, tal como Jesús les había mandado en Mateo 28,19-20: "Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado."
Ahora bien, es importante destacar que el hablar en lenguas no se limita solo al evento de Pentecostés. En otras partes del Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas de Pablo, encontramos referencias al hablar en lenguas como un don del Espíritu Santo que se manifiesta en la vida de los creyentes.
Por ejemplo, en 1 Corintios 12, Pablo habla sobre los dones espirituales y menciona el don de lenguas como uno de ellos. Él dice en el versículo 10: "A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas." Esto nos muestra que el hablar en lenguas era una experiencia común entre los primeros cristianos, y que era considerado como un don valioso para la edificación de la iglesia.
Sin embargo, es importante entender que el hablar en lenguas no era el único don espiritual ni el más importante. Pablo enfatiza esto en 1 Corintios 12,30, donde pregunta retóricamente: "¿Tienen todos dones de sanidades? ¿Hablan todos lenguas? ¿Interpretan todos?" La respuesta obvia es no. No todos los creyentes tienen el mismo don, y el Espíritu Santo los distribuye según su voluntad para el bien común de la iglesia.
Además, Pablo advierte en 1 Corintios 14 sobre el uso ordenado de los dones espirituales, incluyendo el don de lenguas. Él dice en el versículo 33: "Porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz. Como en todas las iglesias de los santos." Esto significa que el hablar en lenguas debe ser utilizado de manera edificante y ordenada, y que debe ir acompañado de la interpretación para que toda la congregación pueda ser edificada.
Entonces, ¿qué podemos aprender de todo esto? En primer lugar, el hablar en lenguas es un don del Espíritu Santo que se manifiesta en la vida de los creyentes, tal como vimos en Pentecostés y en la experiencia de la iglesia primitiva. En segundo lugar, este don espiritual es valioso para la edificación de la iglesia y para la expansión del evangelio. Y en tercer lugar, debe ser utilizado de manera ordenada y con el propósito de glorificar a Dios y edificar a la comunidad de creyentes. Hablar en lenguas, en pocas palabras, no es hacer ruidos extraños y balbuceos indescifrables con la boca, es un fenómeno espiritual que implica la capacidad sobrenatural de comunicarse en diferentes idiomas humanos, como vimos en Pentecostés. Este don del Espíritu Santo fue importante para la expansión del cristianismo desde el principio y sigue siendo relevante hoy en día como una expresión de la presencia y el poder de Dios en la vida de los creyentes.
Autor: Padre Ignacio Andrade
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