El día 13 de marzo de 2013 se cumplen los once años del pontificado del papa Francisco. Un papado en un cambio de época en donde la tecnología y la crisis antropológica están afectando nuestra manera de vivir y pensar. La elección del papa Francisco ha sido un acierto dentro de esas inesperadas sorpresas de Dios. Un hombre sencillo, hijo de inmigrantes, nos invitar a responder al llamado de Dios evitando defender privilegios que nos llevan a un clericalismo que ideologiza la barca de Pedro. La vocación al discipulado de Jesús tiene que ser cercana olvidándose de uno mismo, siempre sensible a las necesidades de los más vulnerable y llegando con el evangelio de la mano de Jesús. Las tres actitudes que se subrayan en los gestos, discursos, homilías y escritos de este pontificado son: cercanía, misericordia y ternura.
Cercanía
La cercanía se ha mostrado con los enfermos, las personas que viven en situación de pobreza y sobre todo con las víctimas de abusos sexuales por parte de clérigos a menores. El papa Francisco ha comprendido el drama de los abusos de manera más profunda después de su viaje a Chile en el año 2018, y ha sido capaz de pedir perdón a las víctimas de este drama “monstruoso” que ha envenenado a nuestra iglesia. El papa sigue siendo cercano a la realidad de los migrantes, y a las situaciones donde existe la guerra como Sudán del Sur y Ucrania.
Dentro de sus homilías y discursos nos ofrece un Dios cercano, que es padre que mira amorosamente a sus hijos. Incluso invita a sentarnos “en las rodillas de Dios” para observar el mundo con confianza y amor y experimentar la alegría y la paz que sólo Él nos puede conceder. El mismo papa Francisco en una de sus alocuciones nos recuerda que “en el Evangelio Jesús aconseja no decir muchas palabras, sino realizar muchos gestos de amor y de esperanza en el nombre del Señor; no decir muchas palabras, sino realizar gestos: «Curad enfermos – dice – resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis: dadlo gratis» (Mt 10,8). Este es el corazón del anuncio: el testimonio gratuito, el servicio. Os digo una cosa: a mí me dejan siempre perplejos los «parlanchines«, con su mucho hablar y no hacer nada”.
La cercanía es más que una virtud concreta, es una actitud que implica a toda la persona: crea vínculos, permite que estemos, a la vez, en lo nuestro y atentos a las necesidades del prójimo. En una de sus alocuciones puso el ejemplo del diácono Felipe, que iba de un sitio para otro sembrando la alegría del Evangelio y bautizando incluso en medio de la carretera (cfr. Hch 8,5; 36-40). Me gustó esa expresión de cercanía en la JMJ de Lisboa (2023): “en la Iglesia hay espacio para todos, ninguno sobra. Eso lo dice Jesús claramente”.
Misericordia
A los tres años de su pontificado, el papa Francisco invita a vivir el año de la misericordia en toda la iglesia. Una buena manera de mostrar que hay continuidad entre el papado de Benedicto y el de Francisco es en la misericordia. De ella decía el Papa emérito que "es el núcleo central del mensaje evangélico y el nombre mismo de Dios". De la teología del amor de Benedicto XVI al "Señor que es todo misericordia y pura misericordia" del papa Francisco. Un gesto grandioso: la apertura de ese Jubileo se realiza el día 29 de noviembre en la catedral de Bangui, en la República Centroafricana. Una manera de gritar al mundo que por el camino de la misericordia se llega a la paz.
Con el jubileo extraordinario de la Misericordia pudimos disfrutar la publicación de la Bula "Misericordiae vultus" en donde afirma que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. Todo en su acción pastoral debería estar revestido por la ternura con la que se dirige a los creyentes; nada en su anuncio y en su testimonio hacia el mundo puede carecer de misericordia. La credibilidad de la Iglesia pasa a través del camino del amor misericordioso y compasivo”.
Como me gustaría que esos sacerdotes que tienen el corazón herido meditasen una y otra vez estas frases, en vez de querer públicamente mostrar división y rigidez hacia los demás y sobre todo hacia la autoridad de nuestra iglesia. Desde su escenario clerical se olvida que no podemos ser custodios de la unidad y comunión en la iglesia si no tenemos la misericordia en nuestras acciones cotidianas.
Ternura
Hemos agradecer que este pontificado nos haya convertido en revolucionarios de la ternura de Dios. La experiencia personal del papa Francisco sobre la ternura de Dios tiene su origen en la contemplación de un cuadro, La vocación de san Mateo, de Caravaggio que se encuentra en la iglesia de san Luis de los Franceses, una joya del arte barroco que alberga en su interior tres obras maestras de este autor sobre el evangelista Mateo. El papa Francisco acudía a este lugar a contemplar el lienzo cada vez que viajaba a Roma para algún encuentro en el Vaticano cuando era arzobispo de Buenos Aires. Por esta razón hay que agradecer las veces que nos invita a dejarnos mirar por Jesús en la cruz, en su visita a la Basílica de Guadalupe en México (2016) nos invitó a dejarnos mirar por Ella “creo que hoy nos va a servir un poco de silencio. Mirarla a ella, mirarla mucho y calmadamente, y decirle como hizo aquel otro hijo que la quería mucho”.
Uno de los momentos de ternura de Francisco podemos observarlo en las visitas que realiza a las cárceles, a puerta cerrada, sin focos, para seguir atento a tantas historias de dolor en donde recuerda que “ser privado de la libertad no es lo mismo que estar privado de la dignidad”. Esta frase cambia el rostro de Janeth Zurita una de las internas que logra hablar con el papa Francisco cuando visitó un reclusorio en su viaje a Chile.
En su visita al hospital infantil de México nos habló de la “cariñoterapia” principio para sentir la ternura de Dios en los enfermos, también desde su capilla de santa Marta nos recuerdó que la bella ciencia de las caricias de Dios se traduce en ternura. Hoy nos hace falta recordar estas tres actitudes necesarias para que haya unas relaciones fraternas y en paz dentro y fuera de la Iglesia católica.
Durante estos años de su pontificado percibo un fenómeno que me llama la atención: hay personas que se empeñan en ver y juzgar al papa a partir de unos prejuicios que oscurecen la mirada y deforman la realidad. Unos solo ven en él a un papa progresista; otros, a un papa conservador.
Recordemos que la Iglesia es un lugar de perdón, escucha y acogida. Un espacio de experiencia y encuentro con Jesús. Aquí no entran las ideologías políticas tradicionales y liberales. Creo que con estas actitudes que propone el papa Francisco cercanía, misericordia y ternura podemos construir una iglesia más sinodal, poniendo atención a posiciones ideológicas rígidas que nos separan de la realidad y nos impiden caminar juntos.
Autor: Monseñor Francisco Javier Acero, auxiliar de la arquidiócesis de México
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