El tiempo litúrgico de Pascua es un período de gran importancia para los católicos, ya que celebramos la resurrección de Jesucristo y reflexionamos sobre las implicaciones de este evento para nuestra fe y nuestra vida cotidiana. Durante este tiempo, las lecturas de la liturgia nos ofrecen una oportunidad única para profundizar en el misterio de la resurrección y renovar nuestra fe en Cristo.
El que solo se lean lecturas del Nuevo Testamento es también un signo de que en Jesús, que acaba de resucitar, son hechas nuevas todas las cosas, lo viejo quedó atrás, por ello, durante el tiempo de Pascua, solo se lee sobre lo nuevo que ha traído Cristo, el Nuevo Pacto que selló con su sangre, y solo será más tarde, cuando llegue el Tiempo Ordinario, cuando volveremos a las lecturas del Antiguo Testamento.
Como ves, esta elección de lecturas no es casualidad, sino que tiene un profundo significado teológico y pastoral que vale la pena explorar.
En primer lugar, las lecturas del Nuevo Testamento nos ofrecen una visión directa y vívida de los eventos relacionados con la resurrección de Cristo. Los relatos evangélicos nos muestran el vacío del sepulcro, los encuentros de Jesús resucitado con sus discípulos y las apariciones que confirmaron su victoria sobre la muerte. Estas narrativas nos ayudan a entrar en el misterio de la resurrección y nos invitan a experimentar su poder transformador en nuestras vidas.
Además, en las cartas apostólicas encontramos una profunda reflexión teológica sobre el significado de la resurrección para nuestra fe y nuestra vida cotidiana. San Pablo, en particular, dedicó una parte significativa de su ministerio a explicar y proclamar la verdad de la resurrección. En sus cartas, nos enseña que la resurrección de Cristo es el fundamento de nuestra fe cristiana y la garantía de nuestra propia resurrección y vida eterna.
En el libro de los Hechos de los Apóstoles, también encontramos una narrativa poderosa que nos muestra cómo los primeros discípulos de Jesús vivieron y proclamaron el mensaje de la resurrección. Durante el tiempo de Pascua, las lecturas de los Hechos nos transportan a los primeros días de la Iglesia primitiva, después de la resurrección y ascensión de Jesús. Nos muestran cómo los discípulos, llenos del Espíritu Santo, salieron a proclamar el evangelio con valentía y fervor, a pesar de enfrentar oposición y persecución.
Por ejemplo, en el capítulo 2 de los Hechos, leemos sobre el día de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos reunidos en Jerusalén. Llenos del Espíritu, comenzaron a hablar en lenguas y a proclamar las maravillas de Dios a personas de diferentes naciones que estaban presentes en la ciudad. Pedro, lleno de audacia y autoridad, se levantó y predicó un poderoso sermón en el que proclamó la resurrección de Jesús y llamó a la gente al arrepentimiento y a la fe en Cristo.
Este pasaje nos muestra cómo la resurrección de Cristo capacita a los creyentes para ser testigos de su amor y gracia en el mundo. Nos desafía a seguir el ejemplo de los primeros discípulos al ser testigos valientes y apasionados del evangelio en nuestro propio tiempo y contexto.
Las lecturas del Nuevo Testamento durante el tiempo de Pascua nos preparan para la venida del Espíritu Santo en Pentecostés. Después de la resurrección de Cristo, los discípulos fueron llenos del Espíritu Santo y enviados a proclamar el evangelio al mundo entero. Por lo tanto, al meditar en las lecturas del Nuevo Testamento durante el tiempo de Pascua, nos preparamos espiritualmente para recibir al Espíritu Santo y ser testigos del amor y la gracia de Dios en el mundo.
Así que, durante el tiempo de Pascua, las lecturas del Nuevo Testamento nos invitan a profundizar en el misterio de la resurrección y a renovar nuestra fe en Cristo como el Salvador y Señor de nuestras vidas. Nos recuerdan que la resurrección no es solo un evento del pasado, sino una realidad presente que transforma y capacita a los creyentes para ser testigos de su amor y gracia en el mundo.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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