INRI son las siglas en latín de "Iesus Nazarenus, Rex Iudaeorum", que traducido al español significa "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos". ¿Recuerdas cómo Pilato ordenó que se colocara este letrero sobre la cruz de Jesús? Es una parte esencial de la narrativa de la Pasión, que nos muestra la soberanía divina de Jesús incluso en su momento más oscuro y doloroso.
Este letrero fue colocado allí para burlarse de Jesús, para ridiculizarlo, pero como suele suceder en los designios de Dios, ¡terminó siendo una declaración de verdad sobre quién es Jesús en realidad! En su crucifixión, Jesús no solo es el Rey de los Judíos, sino el Rey de toda la humanidad, el Rey del Universo.
Este título de "Rey de los Judíos" es fundamental en la vida y la misión de Jesús. Desde el principio, se nos presenta como el descendiente del rey David, el Mesías prometido que vendría a restaurar el Reino de Dios en la tierra. Jesús mismo afirmó su realeza en muchas ocasiones durante su ministerio terrenal. En el Evangelio según San Juan, por ejemplo, Jesús le dice a Pilato: "Mi reino no es de este mundo" (Juan 18.36).
Pero su reinado trasciende los límites terrenales. A través de su muerte y resurrección, Jesús se convierte en el Rey de nuestros corazones, el Rey que nos guía hacia el Reino de Dios, un reino de amor, paz y justicia. Como católicos, creemos que Jesús es nuestro Rey y Señor, y que debemos someternos a su soberanía en todas las áreas de nuestra vida.
El catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que "el Reino de Dios está misteriosamente presente en la Iglesia" (Catecismo, 763). Esto significa que la Iglesia, en su misión de proclamar el Evangelio y administrar los sacramentos, participa en el establecimiento del Reino de Dios en la tierra. Como miembros de la Iglesia, tenemos el privilegio y la responsabilidad de colaborar con Cristo en la construcción de su Reino, trabajando por la justicia, la paz y la reconciliación en el mundo.
Entonces, cuando vemos el INRI sobre la cabeza de Jesús en la cruz, recordamos no solo su sufrimiento y muerte, sino también su gloriosa resurrección y su reinado eterno como Rey de los Cielos. Nos recuerda que Jesús es el centro de nuestra fe, el fundamento de nuestra esperanza y el modelo de nuestro amor. Nos desafía a aceptar su autoridad en nuestras vidas y a comprometernos con su misión de transformar el mundo.
¡Qué hermoso es contemplar el misterio de la cruz y descubrir en él el amor infinito de Dios por cada uno de nosotros! La cruz, que en un principio parece ser un símbolo de sufrimiento y muerte, se convierte en un signo de esperanza y salvación para todos los que creen en él. Como dijo San Pablo, "pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los gentiles; pero para los llamados, lo mismo judíos que griegos, un Cristo que es fuerza de Dios y sabiduría de Dios" (1 Corintios 1.23-24).
Así que la próxima vez que veas el INRI sobre la cruz, recuerda la maravillosa verdad que representa: Jesús, el Rey de los Judíos, el Rey de toda la humanidad, el Rey de nuestros corazones. Que esta verdad te inspire a vivir con alegría y esperanza, confiando en el poder y la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. ¡Que Dios te bendiga abundantemente en tu camino de fe!
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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