Este es un tema que puede generar muchas emociones, pero siempre debemos recordar que nuestra fe se basa en el amor, el perdón y la misericordia, tal como nos enseñó Jesús.
Primero, pongamos un poco de contexto. Los protestantes, en su diversidad, tienen distintas interpretaciones y prácticas de la fe cristiana. Algunas de estas interpretaciones no incluyen la veneración a la Virgen María y a los Santos de la manera en que nosotros, los católicos, lo hacemos. Esta diferencia puede llevar a malentendidos y, a veces, a comentarios que sentimos como ataques hacia nuestras creencias. Pero aquí es donde debemos aplicar el corazón de nuestra fe: el amor y la misericordia.
La regla máxima del católico es el amor. Jesús nos dejó esto muy claro en sus enseñanzas. En el Evangelio de Mateo, Jesús nos da un mandamiento nuevo: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22,39). Y no se detiene ahí. En el Sermón del Monte, Jesús nos desafía aún más: "Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen" (Mateo 5,44). Este es el núcleo de cómo debemos responder a cualquier ataque o malentendido: con amor y oración.
Ahora bien, ¿qué significa esto en la práctica? ¿Cómo amamos a aquellos que pueden decir cosas que nos hieren o que no comparten nuestra veneración por la Virgen y los Santos? Aquí hay algunas ideas para reflexionar:
1. Escucha y comprensión: Antes de responder a cualquier comentario o crítica, tómate un momento para escuchar. A veces, lo que parece un ataque es simplemente un malentendido o una falta de información. Pregunta con calma y respeto sobre su perspectiva y comparte la tuya. El diálogo abierto y respetuoso puede disipar muchas tensiones.
2. Educación y clarificación: A menudo, los malentendidos sobre nuestra veneración a la Virgen y los Santos provienen de una falta de conocimiento. Explicar que los católicos no adoramos a la Virgen María ni a los Santos, sino que los veneramos y les pedimos intercesión, puede aclarar muchas confusiones. La adoración está reservada solo para Dios. La intercesión de los Santos es una manera de pedir a los miembros de la "gran nube de testigos" (Hebreos 12:1) que oren por nosotros, así como pedimos a nuestros amigos y familiares que oren por nosotros.
3. Responder con amor y paciencia: San Pablo nos recuerda en su carta a los Romanos: "No paguéis a nadie mal por mal. Procurad lo bueno delante de todos los hombres" (Romanos 12,17). Cuando nos enfrentamos a críticas, nuestra respuesta debe ser siempre desde el amor y la paciencia. Esto no significa que debemos aceptar todo pasivamente, pero sí que nuestras respuestas deben estar siempre impregnadas de respeto y compasión.
4. Oración por ellos: Jesús nos enseña a orar por aquellos que nos persiguen. La oración es una herramienta poderosa. Al orar por aquellos que nos critican, pedimos a Dios que les bendiga y les guíe, y también pedimos por nosotros mismos, para que tengamos la fuerza y la sabiduría para responder con amor.
5. Testimonio con nuestra vida: A veces, la mejor manera de responder a las críticas es a través de nuestro testimonio. Cuando vivimos de acuerdo con los valores cristianos de amor, perdón y misericordia, mostramos el poder transformador de nuestra fe. Nuestro ejemplo puede ser más elocuente que cualquier argumento.
Además, el Catecismo de la Iglesia Católica nos ofrece una guía sobre este tema. En el número 821, el Catecismo nos habla sobre el ecumenismo y nos recuerda que debemos "cuidar con amor la verdad" y "orar por la unidad de la Iglesia". Esto significa que debemos ser firmes en nuestra fe, pero siempre buscando la unidad y el entendimiento, no la división.
Un punto clave aquí es recordar la importancia de la humildad. A veces, en nuestro fervor por defender nuestra fe, podemos caer en la trampa del orgullo. Pero Jesús nos mostró con su vida que la verdadera fuerza se encuentra en la humildad y el servicio a los demás. San Francisco de Asís lo resumió maravillosamente: "Señor, hazme un instrumento de tu paz". Busquemos ser instrumentos de paz en nuestras interacciones con aquellos que no comparten todas nuestras creencias.
Y no olvidemos el papel crucial del perdón. Perdonar no significa que estamos de acuerdo con las críticas o que las minimizamos, sino que elegimos no dejar que esas heridas definan nuestra respuesta. El perdón libera nuestros corazones para amar más plenamente. En el Padre Nuestro, que rezamos tan a menudo, pedimos a Dios: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden" (Mateo 6,12). Este es un recordatorio constante de la importancia del perdón en nuestra vida cristiana.
Finalmente, me gustaría recordarte que todos somos hermanos en Cristo. Aunque tengamos diferencias, todos compartimos una fe en Jesús y un deseo de seguirlo. San Pablo, en su carta a los Gálatas, nos dice: "Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Gálatas 3,28). Este llamado a la unidad debe guiarnos en cómo tratamos a todos, incluidos aquellos que pueden criticar algunos aspectos de nuestra fe.
En resumen, querido amigo, la mejor manera de tratar a los protestantes que atacan a la Virgen y a los Santos es con amor, comprensión, paciencia y oración. Defendamos nuestra fe con firmeza, pero siempre desde un lugar de amor y humildad. Recordemos que somos llamados a ser testigos del amor de Cristo en el mundo, y esto incluye cómo respondemos a aquellos que no comparten todas nuestras creencias.
Que Dios te bendiga y te dé la fuerza y la sabiduría para ser un faro de su amor en todas tus interacciones.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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