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Cuando Jesús nos pide amar a nuestros enemigos, ¿nos está pidiendo algo imposible?


Querido amigo, ¡qué gran pregunta me haces! Déjame responderte, y espero que mi respuesta te ayude un poco a entender este tema. Cuando Jesús nos pide amar a nuestros enemigos, realmente nos está invitando a un desafío profundo y radical. Esto puede parecer imposible, pero quiero que lo veamos juntos desde una perspectiva más cercana y amigable.

Primero, veamos lo que Jesús dice en el Evangelio de Mateo 5,43-44: "Habéis oído que se dijo: ‘Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo’. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y orad por los que os persiguen." Vaya desafío, ¿verdad? Jesús no se anda con rodeos. Nos pide que vayamos más allá de lo que es natural para nosotros.

Podemos preguntarnos: ¿por qué Jesús nos pediría algo tan difícil? Aquí es donde el amor cristiano entra en juego. El amor del que habla Jesús no es solo un sentimiento de cariño o afecto; es una decisión, un acto de voluntad. San Pablo lo explica muy bien en su primera carta a los Corintios (1 Corintios 13), cuando describe el amor como paciente, bondadoso, que no se enfurece ni guarda rencor. Este tipo de amor es más una acción que un sentimiento. Es amar a pesar de los sentimientos negativos, a pesar del dolor y las heridas.

Jesús mismo nos dio el ejemplo más perfecto de este amor en la cruz. Mientras estaba siendo crucificado, oró por sus verdugos diciendo: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34). Aquí no vemos solo palabras, sino una acción concreta de amor y perdón hacia quienes le estaban haciendo el mayor daño posible. Si Jesús pudo amar a sus enemigos en ese momento tan crucial, nos está mostrando que es posible.

Ahora, vamos a hablar de la parte práctica. ¿Cómo podemos amar a nuestros enemigos en la vida cotidiana? Aquí te dejo algunos pasos que podríamos seguir:

1. Orar por ellos: Este es el primer paso y quizás el más importante. Cuando oras por alguien, especialmente por alguien que te ha hecho daño, algo cambia en tu corazón. Empiezas a ver a esa persona como Dios la ve, con compasión y misericordia.

2. Buscar comprender: Trata de entender por qué esa persona actúa de la manera que lo hace. Muchas veces, las personas que hieren a otros han sido heridas ellas mismas. No es justificar sus acciones, sino tratar de ver más allá de las apariencias.

3. Perdonar: El perdón es fundamental. No significa olvidar o justificar el mal que se ha hecho, sino liberar tu corazón del peso del rencor. El perdón es un regalo que te das a ti mismo.

4. Actuar con bondad: Aunque no sientas afecto por esa persona, puedes actuar con bondad. Un acto de bondad puede ser un pequeño gesto, una palabra amable, una sonrisa. Estas pequeñas acciones pueden empezar a cambiar la dinámica de la relación.

Amar a nuestros enemigos no significa que tengamos que permitir que nos hagan daño continuamente o que no pongamos límites saludables. Jesús no nos pide que seamos mártires en el sentido de sufrir innecesariamente. Podemos amar y a la vez protegernos y poner límites.

El Catecismo de la Iglesia Católica también nos ilumina en este tema. En el número 1825, dice: "Cristo murió por nosotros cuando éramos todavía 'enemigos' (Rom 5,10). El Señor nos pide que amemos como Él, incluso a nuestros enemigos, que nos hagamos prójimos del más alejado, que amemos a los niños y a los pobres como a Él mismo." Así, el amor cristiano se extiende a todos, incluso a aquellos que nos resultan difíciles de amar.

Sabemos que no es fácil. Pero aquí está la buena noticia: no estamos solos en este camino. Dios nos da la gracia para amar de esta manera. El Espíritu Santo nos ayuda, nos fortalece y nos guía. Con su ayuda, podemos hacer cosas que parecen imposibles a nuestros ojos humanos.

Una anécdota que me gusta compartir es la historia de San Juan Pablo II. En 1981, sufrió un intento de asesinato por parte de Mehmet Ali Ağca. Juan Pablo II no solo perdonó a su agresor, sino que lo visitó en la cárcel, habló con él y le mostró compasión. Este acto de amor y perdón resonó en todo el mundo y nos mostró el poder transformador del amor cristiano.

Así que, cuando Jesús nos pide amar a nuestros enemigos, no nos está pidiendo algo imposible. Nos está invitando a un amor más grande, más profundo, un amor que puede transformar nuestro corazón y el de los demás. Es un amor que nos lleva a ser más como Él, a reflejar su amor en el mundo.

Amigo, no te desanimes si te parece difícil. Todos estamos en el mismo camino, aprendiendo y creciendo. Y recuerda, cada pequeño paso que das en el camino del amor es un paso hacia el corazón de Dios. ¡Ánimo! Dios está contigo y te ayudará a amar incluso en las situaciones más difíciles.

Espero que esta charla te haya ayudado a ver este mandamiento de Jesús con nuevos ojos. Sigamos orando y apoyándonos mutuamente en este hermoso pero desafiante camino del amor cristiano.

¡Dios te bendiga!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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