Me encanta que te hagas estas preguntas porque son una señal de una fe viva y curiosa. Vamos a desglosar esto juntos y tratar de entenderlo de manera amena.
Cuando estamos en la Misa y decimos "solo tú eres Santo, solo tú Señor", estamos dirigiendo nuestra alabanza a Dios, reconociendo su santidad única y absoluta. Esta frase se encuentra en el Gloria, una oración de alabanza que se recita o se canta al inicio de la Misa. Decimos que solo Dios es Santo porque, en la plenitud de la santidad, Él es el origen y la fuente de toda santidad.
Ahora bien, podríamos preguntarnos: si solo Dios es Santo, ¿por qué hablamos de tantos santos en la Iglesia? Aquí es donde las cosas se ponen interesantes.
Dios como fuente de toda santidad
Primero, debemos entender que cuando llamamos "santos" a ciertas personas, estamos reconociendo que han recibido la santidad de Dios. Nadie es santo por sí mismo. La santidad de los santos es un reflejo de la santidad de Dios. Como dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
“La santidad de la Iglesia es el reflejo de la santidad de Dios” (CIC, 823).
Los santos son como vitrales en una iglesia: la luz que brilla a través de ellos proviene del sol, no de ellos mismos. De la misma manera, la gracia y la santidad que vemos en los santos provienen de Dios. Ellos han permitido que la luz de Dios brille a través de sus vidas, iluminando el mundo con su ejemplo de fe y amor.
La llamada universal a la santidad
La Iglesia nos enseña que todos estamos llamados a la santidad. En el Concilio Vaticano II, en el documento *Lumen Gentium*, se declara claramente:
"Todos los fieles cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (Lumen Gentium, 40).
Esto significa que la santidad no es solo para unos pocos elegidos, sino para todos. Cada uno de nosotros está llamado a ser santo, a vivir una vida de amor y servicio a Dios y al prójimo. La santidad se trata de vivir en comunión con Dios, permitiendo que Su gracia transforme nuestras vidas.
¿Quiénes son los santos?
Los santos que reconocemos oficialmente en la Iglesia, los canonizados, son aquellos cuya vida y virtudes heroicas han sido reconocidas por la Iglesia. Estos son ejemplos concretos de personas que han vivido su fe de una manera extraordinaria. San Francisco de Asís, Santa Teresa de Calcuta, San Juan Pablo II, entre muchos otros, son modelos de cómo la gracia de Dios puede obrar maravillas en la vida de una persona.
Pero también hay muchos otros santos que no han sido canonizados, personas que vivieron vidas santas en el anonimato, en su día a día, cumpliendo con amor y fidelidad sus deberes. La Iglesia celebra a todos estos santos anónimos en la fiesta de Todos los Santos, el 1 de noviembre.
La comunión de los santos
Otro aspecto hermoso de nuestra fe es la comunión de los santos. Esto se refiere a la unidad de todos los miembros de la Iglesia, vivos y muertos, en Cristo. Los santos en el cielo interceden por nosotros, nos ayudan con sus oraciones, y nosotros podemos pedirles su ayuda. No es que los santos hagan milagros por su cuenta, sino que interceden ante Dios por nosotros. Es una manera de apoyarnos mutuamente dentro del Cuerpo de Cristo.
San Pablo nos recuerda en sus cartas la importancia de la comunión y la intercesión:
"Así pues, si un miembro padece algo, todos los miembros padecen con él; y si un miembro recibe honor, todos los miembros se alegran con él. Vosotros sois el cuerpo de Cristo, y cada uno, en su parte, miembros de él" (1 Corintios 12:26-27).
Vivir la santidad hoy
Entonces, ¿cómo podemos vivir esta llamada a la santidad en nuestra vida diaria? No todos estamos llamados a grandes actos heroicos, pero sí estamos llamados a la fidelidad en las pequeñas cosas. Aquí tienes algunas ideas prácticas:
1. Oración diaria: Cultivar una relación personal con Dios a través de la oración. Esto puede ser tan simple como dedicar unos minutos cada día a hablar con Dios, leer la Biblia, o meditar en Su Palabra.
2. Sacramentos: Participar regularmente en los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación. Estos son momentos de encuentro especial con la gracia de Dios.
3. Amor al prójimo: Vivir el mandamiento del amor en nuestras relaciones cotidianas. Ayudar a los demás, ser amables, y buscar el bien de aquellos que nos rodean.
4. Testimonio de vida: Ser coherentes con nuestra fe en nuestro comportamiento diario. Esto implica ser honrados, justos, y vivir con integridad.
Ejemplos de santidad
Para inspirarnos, podemos mirar la vida de los santos. Santa Teresa de Lisieux, por ejemplo, nos enseñó la “pequeña vía” de la santidad, haciendo cosas ordinarias con un amor extraordinario. San Juan Bosco dedicó su vida a educar y cuidar a los jóvenes, demostrando un amor incansable y una confianza en la Providencia de Dios.
El camino hacia la santidad es personal y único
Cada uno de nosotros tiene un camino único hacia la santidad. Dios nos llama a cada uno de manera especial, teniendo en cuenta nuestras circunstancias, talentos y desafíos. La clave es estar abiertos a Su gracia y permitir que Él nos guíe.
San Ignacio de Loyola nos ofrece una gran herramienta con su examen diario, una forma de reflexionar sobre nuestro día, reconocer dónde hemos sentido la presencia de Dios y dónde necesitamos su ayuda para crecer. Este hábito puede ayudarnos a ser más conscientes de nuestra vida espiritual y de cómo estamos respondiendo al llamado de Dios.
Comentarios finales.
Decir "solo tú eres Santo, solo tú Señor" es un reconocimiento de que toda santidad proviene de Dios. Los santos son testigos de esa santidad, reflejando la luz de Dios en el mundo. Todos estamos llamados a ser santos, a vivir en comunión con Dios y con los demás, y a permitir que Su gracia transforme nuestras vidas.
Espero que esta reflexión te haya ayudado a entender mejor por qué decimos que solo Dios es Santo, y al mismo tiempo, honramos a tantos santos. La santidad es una aventura maravillosa a la que todos estamos invitados. ¡Ánimo en tu camino hacia la santidad! Recuerda que no estás solo; tienes a toda la comunión de los santos, la Iglesia, y a Dios mismo a tu lado.
Si tienes más preguntas o quieres seguir profundizando en este tema, estaré encantado de seguir charlando contigo. ¡Que Dios te bendiga y te acompañe siempre!
Autor en exclusiva para 'Católico, Defiende tu Fe': Padre Ignacio Andrade.
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