Con gusto te respondo, amigo, y me alegra que preguntes sobre este tema. Los viajes astrales son algo que genera mucha curiosidad hoy en día, especialmente con tanta información circulando en internet. Vamos a desmenuzar un poco esto desde la perspectiva de la fe católica, como si estuviéramos tomando un café y charlando.
¿Qué son los viajes astrales?
Para empezar, vamos a definir un poco de qué estamos hablando. Los viajes astrales, según se entiende comúnmente, son experiencias en las que la persona siente que su "alma" o "conciencia" se separa de su cuerpo físico y viaja a diferentes lugares, planos o dimensiones. Muchas veces, las personas que afirman haber tenido estas experiencias describen sensaciones de flotación, de ver su propio cuerpo desde arriba, o incluso de viajar a lugares muy lejanos en un instante.
La Iglesia y lo sobrenatural
La Iglesia católica no niega la existencia de lo sobrenatural. De hecho, nuestra fe se basa en la creencia en lo sobrenatural: creemos en Dios, en los ángeles, en los milagros, en la resurrección de Jesús, y en la vida eterna. Sin embargo, también es muy cautelosa respecto a lo sobrenatural que no proviene de Dios.
La Biblia nos dice en muchas ocasiones que debemos tener cuidado con las prácticas espirituales que no son inspiradas por el Espíritu Santo. Por ejemplo, en el libro del Deuteronomio, se nos advierte:
"No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Yavé cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Yavé tu Dios echa a estas naciones de delante de ti" (Deuteronomio 18,10-12).
El Catecismo de la Iglesia Católica
El Catecismo también habla sobre la importancia de discernir los espíritus y evitar las prácticas que pueden alejar nuestro corazón de Dios. En el artículo 2116 se nos dice:
"Todas las formas de adivinación deben rechazarse: el recurso a Satanás o a los demonios, la evocación de los muertos u otras prácticas que equivocadamente se suponen 'descubren' el porvenir. La consulta de horóscopos, la astrología, la quiromancia, la interpretación de presagios y de suertes, los fenómenos de visión, el recurso a médiums encierran una voluntad de poder sobre el tiempo, la historia y, finalmente, sobre los hombres, al mismo tiempo que un deseo de granjearse la protección de poderes ocultos. Estas prácticas están en contradicción con el honor y el respeto, mezclado de temor amoroso, que debemos únicamente a Dios".
Aunque los viajes astrales no son mencionados específicamente aquí, se puede deducir que cualquier intento de separar el alma del cuerpo mediante técnicas esotéricas o ocultistas cae dentro de esta categoría de prácticas prohibidas.
El peligro de los viajes astrales
Uno de los mayores peligros de los viajes astrales, desde la perspectiva católica, es que pueden abrir la puerta a influencias espirituales negativas. Al tratar de separar nuestra alma del cuerpo, podemos exponernos a ataques espirituales de fuerzas que no son de Dios. San Pablo nos recuerda en su carta a los Efesios:
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6, 12).
Esto nos advierte que hay realidades espirituales malas que buscan nuestra perdición y que pueden aprovechar cualquier oportunidad para engañarnos o dañarnos.
La verdadera comunión con Dios
El anhelo de experiencias espirituales profundas es legítimo y bueno. Todos tenemos un deseo innato de trascendencia, de conocer y experimentar a Dios de manera más íntima. Sin embargo, la manera de satisfacer este deseo no es a través de técnicas esotéricas, sino mediante la oración, los sacramentos y una vida de virtud.
La oración es nuestra principal forma de comunicación con Dios. Jesús mismo nos enseñó cómo orar y nos dio el ejemplo de una vida dedicada a la oración. En los sacramentos, especialmente en la Eucaristía, tenemos la oportunidad de encontrarnos con Cristo de una manera real y transformadora. En la Misa, experimentamos la comunión más profunda con Dios que podemos tener en esta vida.
La prudencia y el discernimiento
Además, la Iglesia nos llama a ser prudentes y a discernir los espíritus. San Juan nos advierte:
"Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo" (1 Juan 4, 1).
Es importante, entonces, que cualquier experiencia espiritual que tengamos la pongamos a prueba con la enseñanza de la Iglesia y la luz del Espíritu Santo. No todo lo que parece bueno o emocionante es realmente de Dios.
La paz de Cristo
Jesús nos prometió su paz, una paz que el mundo no puede dar (Juan 14:27). Esa paz viene de una relación profunda y auténtica con Él, de confiar en su amor y en su plan para nuestras vidas. No necesitamos buscar experiencias extraordinarias para sentirnos cerca de Dios. Él está presente en nuestra vida cotidiana, en las cosas pequeñas y simples.
Conclusión
En resumen, la Iglesia católica mira con cautela y desaconseja los viajes astrales porque se asocian con prácticas esotéricas y ocultistas que pueden ser peligrosas para nuestra alma. Nos llama a buscar a Dios de una manera segura y auténtica, a través de la oración, los sacramentos y una vida de fe y amor.
Espero que esto haya respondido a tu pregunta y te haya dado una perspectiva más clara sobre este tema. Recuerda siempre que la verdadera comunión con Dios no necesita de prácticas arriesgadas o extrañas, sino de un corazón sincero y una vida entregada a Él. ¡Que Dios te bendiga!
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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