Si la salvación es "por gracia" (gratuitamente), ¿por qué tengo que hacer algo para "estar en gracia"?


Primero, hablemos sobre la idea de la gracia. La gracia es un don maravilloso que Dios nos da gratuitamente. En Efesios 2, 8-9, San Pablo nos dice: "Porque por gracia habéis sido salvados mediante la fe; y esto no procede de vosotros, sino que es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." Aquí, la palabra clave es "gracia". Es un regalo que no podemos ganar por nuestros propios méritos. ¡Es como recibir un regalo de cumpleaños! No lo ganaste, simplemente te lo dieron porque eres amado.

Ahora, si la salvación es por gracia y es gratuita, ¿por qué necesitamos hacer algo para estar en gracia? Bueno, piensa en esto: cuando recibes un regalo, debes aceptarlo y usarlo, ¿verdad? Imagina que te regalan una bicicleta. No basta con recibirla; tienes que montarte en ella y pedalear para disfrutar de ella y llegar a donde quieras ir. De manera similar, Dios nos da el regalo de la gracia, pero debemos aceptarlo y vivir de acuerdo con ese regalo.

Jesús mismo nos da una idea de esto en los Evangelios. En Juan 15, 4-5, Jesús dice: "Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que debe permanecer en la vid, tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí. Yo soy la vid; ustedes son las ramas. Si alguien permanece en mí y yo en él, dará mucho fruto; separados de mí, no pueden ustedes hacer nada." Aquí, Jesús nos invita a permanecer en Él. Esto implica una acción de nuestra parte: decidir mantenernos conectados con Él.

La Iglesia Católica enseña que, aunque la gracia es un regalo gratuito de Dios, nuestra respuesta a esa gracia es crucial. El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) lo explica claramente. En el párrafo 2001, leemos: "La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta última es necesaria para provocar y sostener nuestra colaboración en la justificación mediante la fe y en la santificación mediante la caridad." 

Así que, aunque no podemos ganar la gracia, debemos colaborar con ella. Es como si Dios nos dijera: "Te estoy dando este regalo increíble, pero debes abrir tus manos y recibirlo, y luego usarlo bien."

Para entenderlo mejor, pensemos en algunas formas prácticas en las que colaboramos con la gracia de Dios:

1. Los Sacramentos: Los sacramentos son canales especiales de la gracia de Dios. Por ejemplo, en el sacramento de la Confesión, recibimos la gracia del perdón. En la Eucaristía, recibimos la gracia que nos fortalece y nos une más estrechamente a Cristo. Asistir a los sacramentos es nuestra manera de estar abiertos a recibir esa gracia.

2. La Oración: La oración es nuestra forma de comunicarnos con Dios y de abrir nuestros corazones a Su gracia. Cuando oramos, nos disponemos a recibir lo que Dios quiere darnos. Es como estar en sintonía con una estación de radio: necesitamos ajustar nuestro dial para escuchar claramente.

3. Obras de Misericordia: Aunque no somos salvados por nuestras obras, nuestras acciones reflejan nuestra respuesta a la gracia de Dios. Santiago 2, 17 dice: "Así también la fe, si no tiene obras, está muerta en sí misma." Las obras de misericordia, tanto corporales como espirituales, son maneras de vivir la gracia que hemos recibido y de compartirla con los demás.

4. Vivir una Vida de Virtud: Cultivar virtudes como la caridad, la humildad y la paciencia nos ayuda a permanecer en la gracia de Dios. La gracia nos transforma y nos capacita para vivir de manera que honremos a Dios y sirvamos a nuestro prójimo.

Ahora, hablemos de una imagen que podría ayudarte a visualizar esto. Imagina que la gracia de Dios es como un sol radiante que brilla todo el tiempo. Este sol es gratuito y siempre está ahí para todos. Pero, si cierras las cortinas de tu casa, la luz no entrará, aunque el sol siga brillando. Para que la luz del sol (la gracia de Dios) ilumine tu vida, debes abrir las cortinas. Abrir las cortinas es tu decisión y tu acción, aunque la luz siga siendo un regalo gratuito.

Así que, en resumen, la salvación es por gracia y es un don gratuito de Dios. Sin embargo, para permanecer en esa gracia y permitir que transforme nuestras vidas, necesitamos responder a ese regalo. Nuestra respuesta incluye participar en los sacramentos, orar, hacer obras de misericordia y vivir una vida de virtud. No hacemos estas cosas para ganar la gracia, sino para abrir nuestros corazones y nuestras vidas para recibirla y vivir en ella plenamente.

En cuanto a por qué debemos "hacer algo" para estar en gracia, recuerda que es más sobre permitir que la gracia de Dios actúe en nosotros y a través de nosotros. Es un proceso dinámico y continuo, una relación viva con Dios. Como cualquier relación, requiere esfuerzo, comunicación y una respuesta activa.

Espero que esta explicación te haya ayudado a entender mejor cómo funciona la gracia en nuestras vidas. Recuerda siempre que Dios te ama y que su gracia está siempre disponible para ti. ¡Solo tienes que abrir tu corazón y recibirla!

Si tienes más preguntas o quieres hablar más sobre esto, ¡estoy aquí para ti! Que Dios te bendiga abundantemente.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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