Qué gusto tener esta conversación contigo. Vamos a hablar de un tema que a veces puede generar dudas o incluso cierta incomodidad, pero es muy importante aclararlo con una perspectiva de fe y amor. Vamos a hablar sobre si una mujer puede amamantar en Misa. La respuesta, en resumen, es sí, una mujer puede amamantar a su bebé durante la Misa. Ahora, vamos a profundizar en esto y ver por qué está completamente bien y hasta es una expresión hermosa de la maternidad y del amor.
Primero, pensemos en la Misa como una reunión de la familia de Dios. En la Iglesia, todos somos hermanos y hermanas, hijos e hijas de un mismo Padre. La Eucaristía es un momento en el que nos reunimos para celebrar juntos, y en toda familia hay bebés, hay niños pequeños, hay adultos y ancianos. Los bebés, como los miembros más pequeños de esta familia, también tienen necesidades que deben ser atendidas.
El Papa Francisco, conocido por su sencillez y cercanía a la gente, ha hablado de esto de manera muy clara. El 7 de enero de 2018, durante una ceremonia de bautizos en la Capilla Sixtina, dijo a las madres: "Madres, ustedes pueden dar leche a sus hijos, incluso ahora, si ellos lloran porque tienen hambre, amamántenlos, no se preocupen". Y añadió: "Si comienzan con un concierto (de llanto), o si están incómodos o muy acalorados o no se sienten bien o tienen hambre (...) amamántenlos, no tengan miedo, aliméntenlos porque ese también es el lenguaje del amor".
Estas palabras del Papa nos recuerdan algo muy importante: la Iglesia es un lugar de acogida, un lugar donde se celebra la vida en todas sus etapas y manifestaciones. Amamantar a un bebé es una de las formas más naturales y hermosas de cuidar y nutrir a una vida nueva. Es un acto de amor puro, y la Iglesia, que es Madre y Maestra, acoge con alegría estas expresiones de amor.
En la Biblia, encontramos numerosas referencias al amor maternal y a la importancia de cuidar a los más pequeños. Por ejemplo, en el Evangelio de Lucas, Jesús dice: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como estos es el Reino de Dios" (Lucas 18,16). Jesús mismo muestra un amor especial por los niños y nos llama a hacer lo mismo. En el contexto de la Misa, esto se traduce en una actitud de acogida y apoyo a las madres que están cuidando de sus hijos.
Además, el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que la Eucaristía es el "fuente y cumbre de toda la vida cristiana" (CIC, 1324). Este momento tan importante no está reservado solo para aquellos que pueden sentarse en silencio y seguir el rito sin interrupciones. Es un momento para todos, incluidos los más pequeños. Y cuando una madre amamanta a su bebé en Misa, está participando plenamente en la vida de la Iglesia, cuidando de su hijo mientras adora a Dios junto con su comunidad.
A veces, puede haber preocupaciones sobre la discreción o la distracción durante la Misa. Es natural preocuparse por no interrumpir a los demás, pero hay maneras de hacerlo de manera respetuosa. Muchas madres usan una manta o un chal para cubrirse un poco mientras amamantan, y eso puede ayudar a mantener un ambiente de recogimiento. Pero incluso si un bebé llora o si hay algún momento de inquietud, recordemos las palabras del Papa Francisco: "ese también es el lenguaje del amor".
Es fundamental que nuestras comunidades parroquiales sean espacios donde las familias se sientan bienvenidas y apoyadas. Si ves a una madre amamantando a su bebé en Misa, ofrece una sonrisa de comprensión y apoyo. La maternidad es un don precioso, y las madres necesitan saber que no están solas en su camino de fe y amor.
Además, consideremos la naturaleza de la Eucaristía. En cada Misa, recordamos y celebramos el sacrificio de Jesús, quien se entregó por amor a nosotros. Amamantar a un bebé es, en cierto sentido, una pequeña imitación de ese sacrificio de amor. Es un acto de dar de sí misma para el bien de otro. En este contexto, amamantar durante la Misa puede ser visto como un acto profundamente eucarístico, un reflejo del amor sacrificial de Cristo.
Es importante también mencionar que la maternidad y el cuidado de los hijos son vocaciones en sí mismas. La Iglesia honra y celebra todas las vocaciones, incluyendo la de ser madre. Amamantar a un bebé en Misa no es solo algo permitido; es algo que puede enriquecer la comunidad de fe, mostrando la belleza de la vida familiar y la ternura del amor maternal.
En conclusión, una mujer puede y debe sentirse libre de amamantar a su bebé durante la Misa. Esto es algo que el Papa Francisco ha afirmado claramente, y está en línea con la enseñanza de la Iglesia sobre la importancia de acoger y cuidar a los más pequeños. La Misa es un momento para toda la familia de Dios, y eso incluye a los bebés y a sus madres. Al final del día, lo más importante es el amor, y amamantar a un bebé es una hermosa expresión de ese amor. Que nuestras parroquias sean siempre lugares donde las familias se sientan bienvenidas y apoyadas, y donde el amor se celebre en todas sus formas.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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