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El Papa le pide a los Oblatos de San José siempre estar alejados de protagonismos: “Los jóvenes no nos necesitan: necesitan a Dios”


El Papa Francisco se reunió con los participantes del 18º capítulo general de la Congregación de los Oblatos de San José, fundados en 1878 por san José Marello. Durante la audiencia, el Pontífice compartió un mensaje profundo, enfatizando la necesidad de cultivar una vida espiritual profunda y auténtica.

Francisco comenzó relatando una conexión personal con los Oblatos, al mencionar que su familia también tiene sus orígenes en Asti, la misma región del Piamonte que vio nacer a su fundador, destacando que es una tierra “hermosa y de buen vino”. Subrayó la importancia del legado de Marello, describiendo a los miembros de la congregación como “beneficiarios de un don: la santidad del fundador y la historia de vuestro carisma y de vuestra congregación”.

El Papa alentó a los Oblatos a asumir con gratitud y responsabilidad el legado que han recibido, custodiando y haciendo fructificar los talentos que se les han dado, poniéndolos al servicio de sus hermanos y hermanas en la actualidad. Estas actitudes, explicó, están profundamente ligadas a la figura de san José, a quien describió como el guardián de la Sagrada Familia, y un modelo inspirador e intercesor para la congregación.

En su mensaje, Francisco destacó tres dimensiones clave de la vida de san José: el ocultamiento, la paternidad y la atención a los últimos. Explicó que el lema de Marello, “Cartujos en casa y apóstoles fuera de casa”, refleja una vida de fe profundamente enraizada en un “estar” diario con Jesús. Resaltó que sin esta conexión con Cristo, es imposible sostenerse espiritualmente, animando a los Oblatos a mantener una intensa vida de oración, participando en los sacramentos, meditando en la Palabra de Dios, y practicando la adoración eucarística, tanto personal como comunitaria.

“Así respondió san José al inmenso don de tener en su casa al mismo Hijo de Dios hecho hombre: estando con Él, escuchándole, hablándole y compartiendo con Él la vida de cada día. Recordemos: ¡sin Jesús no estamos en pie!”, expresó con fuerza el Papa.

Francisco subrayó que este enfoque enraizado en Cristo es fundamental para el apostolado, especialmente en su misión como “apóstoles de los jóvenes”. En un mundo centrado en la exterioridad, donde prevalecen las apariencias y la búsqueda de aprobación, el Papa enfatizó la necesidad de guiar a los jóvenes hacia una relación auténtica con Dios. “Los jóvenes no nos necesitan: necesitan a Dios”, dijo, recordando que cuanto más vivan los religiosos en la presencia de Cristo, más efectivos serán en ayudar a los jóvenes a encontrar a Dios, sin protagonismos inútiles.

El Papa también habló sobre la dimensión de la paternidad, recordando una carta de Marello en la que expresaba su preocupación por los jóvenes abandonados y descuidados. Francisco destacó el potencial de bien en los jóvenes, un potencial que puede florecer si es sostenido y acompañado por guías sabios y generosos. Este trabajo, aunque fatigoso, es indispensable, especialmente en los tiempos actuales.

Finalmente, en cuanto a la atención a los últimos, Francisco subrayó la fe generosa de san José al acoger en su vida a un Dios que apareció inesperadamente en la figura del Hijo de una niña frágil. Lejos de cualquier rechazo, san José reconoció la presencia real de Dios en su pobreza y la hizo suya, uniéndola a la suya propia. El Papa llamó a los Oblatos a seguir este ejemplo, no desde una posición paternalista, sino compartiendo la pobreza de los más vulnerables.

El mensaje de Francisco concluyó con una llamada a la acción, invitando a todos a seguir el ejemplo de san José Marello, quien reservó un lugar especial en su corazón para los más problemáticos, los “jóvenes pobres”. El Papa insistió en que este es el llamado que el Señor nos hace hoy, no solo a los Oblatos de San José, sino a toda la Iglesia.

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