¿Puedo usar el DIU si soy católica?


El tema del DIU, o dispositivo intrauterino, es algo que muchas personas se preguntan, especialmente quienes desean seguir las enseñanzas de la Iglesia Católica y, al mismo tiempo, buscan tomar decisiones responsables sobre su salud y planificación familiar. Antes de entrar en detalles, quiero que sepas que esta conversación la abordamos con mucho respeto, sabiendo que cada persona tiene su historia, sus luchas y sus decisiones.

¿Qué es el DIU?

Primero, hablemos un poco sobre qué es el DIU. Es un dispositivo pequeño que se coloca en el útero para prevenir el embarazo. Hay diferentes tipos, algunos liberan hormonas y otros están hechos de cobre, pero todos tienen el mismo objetivo: impedir que ocurra un embarazo.

La Enseñanza de la Iglesia

La Iglesia Católica tiene una visión muy clara sobre la sexualidad y la procreación, basada en la Biblia y en una tradición que ha sido desarrollada y enseñada por siglos. Para la Iglesia, la sexualidad tiene dos dimensiones que están íntimamente ligadas: la unitiva y la procreativa. En palabras más sencillas, esto significa que la Iglesia ve el acto sexual como algo que debe unir a los esposos (la dimensión unitiva) y que, al mismo tiempo, debe estar abierto a la posibilidad de traer una nueva vida al mundo (la dimensión procreativa).

El Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) dice claramente:

"La fecundidad es un bien, un don, un fin del matrimonio. Al dar la vida, los esposos participan de la paternidad de Dios" (CIC 2367).

Y también añade:

"Por su íntima naturaleza, el amor conyugal exige de los esposos que se reconozcan como mutuamente iguales, personas unidas en un compromiso para siempre, a la vez que abiertos a la transmisión de la vida" (CIC 2366).

Entonces, según la enseñanza de la Iglesia, cualquier acto que separa la dimensión unitiva de la procreativa, es decir, que busca disfrutar de la unión sexual sin estar abierto a la posibilidad de la vida, se considera moralmente incorrecto.

¿Por Qué la Iglesia Dice No al DIU?

Aquí es donde entramos en la cuestión del DIU. La Iglesia enseña que los métodos anticonceptivos artificiales, como el DIU, no son compatibles con esta visión de la sexualidad. ¿Por qué? Porque su objetivo principal es evitar el embarazo, lo cual separa la dimensión unitiva de la procreativa. La encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI es una referencia clave aquí, donde se reafirma que cualquier acto conyugal debe mantenerse abierto a la transmisión de la vida.

Además, algunos tipos de DIU no solo previenen la fertilización sino que también pueden actuar después de que la fertilización ya ha ocurrido, impidiendo que un óvulo fertilizado se implante en el útero, es decir, provocan un aborto, lo que es mucho más grave. Desde la perspectiva de la Iglesia, esto es problemático porque la vida humana, según la doctrina católica, comienza en el momento de la concepción, es decir, cuando el espermatozoide fertiliza el óvulo. Si un DIU impide que un óvulo fertilizado se implante, la Iglesia considera que esto es un aborto temprano, lo cual es gravemente inmoral.

¿Hay Alternativas?

Sé que, en este punto, muchas personas sienten que la Iglesia les está pidiendo algo muy difícil. Pero quiero decirte que no estás sola, y que la Iglesia también ofrece caminos y recursos para vivir la enseñanza de manera que sea plena y satisfactoria.

Una de las alternativas que la Iglesia promueve es la Planificación Familiar Natural (PFN). La PFN no utiliza ningún método artificial para prevenir el embarazo, sino que se basa en la observación de los signos naturales del cuerpo para identificar los días fértiles y así decidir cuándo tener relaciones sexuales, dependiendo de si los esposos buscan concebir o no.

El Catecismo dice sobre esto:

"Se respetará el cuerpo del cónyuge, no se usarán la coerción ni los artificios para llegar a la relación sexual, sino que se respetará la naturaleza de esta relación. Se necesita disciplina y renuncia, pero la armonía entre los esposos crecerá y la posibilidad de educar a sus hijos y la fe en Dios se fortalecerá" (CIC 2370).

La Conciencia Personal

Aquí es donde quiero ser muy claro: la Iglesia nos llama a formar nuestra conciencia y a seguirla. Esto no significa que cada quien puede hacer lo que quiera, sino que cada uno debe buscar la verdad con sinceridad y, una vez que la ha encontrado, actuar en consecuencia.

San Juan Pablo II en su encíclica Veritatis Splendor habla mucho sobre la importancia de la conciencia, pero también sobre la responsabilidad que tenemos de formarla correctamente. Esto significa que no basta con decir "mi conciencia me dice que está bien", sino que debemos asegurarnos de que nuestra conciencia esté en sintonía con la enseñanza de la Iglesia.

Acompañamiento Espiritual

No es fácil, lo sé. Y cada persona, cada matrimonio, tiene sus propios desafíos. Si estás luchando con este tema, lo más importante es que no lo hagas sola. La Iglesia está aquí para acompañarte. Habla con tu sacerdote, busca la guía de alguien que pueda ayudarte a discernir en oración y con sabiduría. La Iglesia no está aquí para juzgar, sino para acompañar y guiar hacia una vida plena en Cristo.

En resumen, el uso del DIU no está en línea con las enseñanzas de la Iglesia Católica porque separa la dimensión unitiva de la procreativa del acto conyugal y, en algunos casos, puede actuar de manera que la Iglesia considera abortiva. La Iglesia nos llama a vivir nuestra sexualidad de una manera que esté abierta a la vida, promoviendo alternativas como la Planificación Familiar Natural.

Pero más allá de todo esto, recuerda que cada situación es única, y la Iglesia te invita a caminar este camino con un corazón abierto a Dios, buscando siempre el bien mayor en tu vida y en tu familia. Y en ese caminar, no estás sola; tienes a la comunidad, a tus sacerdotes, y sobre todo, a Dios, que te ama profundamente y quiere lo mejor para ti.

Si tienes más preguntas o si te sientes en conflicto, no dudes en acercarte, hablar, y buscar consejo. La fe es un camino, a veces con preguntas difíciles, pero es un camino que nunca recorremos solos.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

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