¿Qué significa "Dios te salve" en el Ave María?

 


Una de las oraciones más populares en el mundo entero es el "Ave María", una oración que el pueblo cristiano ha atesorado desde hace muchos siglos y con la cual se identifica por la forma en que de manera tan sencilla resume la profundidad de grandes verdades relatadas en el Evangelio, por un lado, el saludo del ángel a María para anunciar que el Verbo de Dios se haría carne en su vientre, así como el saludo de Santa Isabel, que llena del Espíritu Santo exclama a su prima, María, "bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre", cuando por inspiración reconoce que aquél que crece en el seno de su prima, la Virgen, era su Salvador.  

¿Pero qué significa esto de "Dios te salve" que se repite tantas veces en el Rosario?

Esta hermosa oración practicada por siglos en la cristiandad católica, tiene sin embargo grandes detractores entre los grupos neo-protestantes de fuerte cariz anti-católico.

Hace días una página de esta clase de grupos cuestionaba el Ave María preguntándose cómo es que los católicos decimos por una parte que María tuvo una concepción inmaculada, es decir, sin pecado, y al mismo tiempo pedimos que Dios "salve a María". 

Claramente, estos hermanos separados están profundamente confundidos, tanto en cuanto a lo que nos referimos por 'Inmaculada Concepción', como a lo que queremos expresar al recitar el Ave María. Pero seguramente más de algún hermano católico también se ha preguntado alguna vez de manera sincera qué significa el "Dios te salve". ¿Será que dudamos de la salvación de la Virgen y rogamos una y otra vez para que Dios la salve? Nada de eso.

La expresión "Dios te salve", en el Ave María no es una petición para que Dios salve a María (la Virgen no espera su salvación, ya la disfruta, pues ya es salva y goza de toda la gloria de la redención traída por su Hijo Jesús, pero de eso hablaremos en la parte final de este artículo), "Dios te salve" es un saludo.

La oración del Ave María en español es una traducción del latín, y en dicho idioma esta oración no comienza mencionando a Dios, sino que dice directamente "Ave Maria, Gratia Plena, Dominus tecum...". La palabra "Ave", como ya hemos mencionado, es un saludo en latín, es el saludo del ángel a María y está tomado del Evangelio de San Lucas 1, 28.

Pero sabemos que los evangelios no se escribieron en latín, sino en griego, así que este "Ave" en latín es a su vez una traducción del griego "Χαῖρε" (Chaíre).

¿Y qué significa "Ave"? Si bien ya sabemos que es una expresión para saludar, su origen proviene de "Avēre". que significa "estar bien".

"Ave" es prácticamente intercambiable por otra palabra latina, "Salve" (que es la palabra que aquí nos ocupa), una forma imperativa de "salvēre", que significa "tener salud". Así vemos que "Ave" o "Salve" son saludos (de hecho, como su nombre lo indica, dar un saludo es una forma de desear salud, desear que la otra persona esté bien).

La palabra "Salve", aunque es tomada del latín, fue ampliamente usada en el español antiguo a forma de saludo, de ahí que cuando se fue desarrollando el "Ave María" se dijera en español "Dios te salve, María", que sencillamente significa "Dios te saluda, María".

El evangelista escribió en griego: "Chaire kecharitōmenē ho Kyrios meta sou", que si lo tradujéramos de la manera más popular posible, sería algo así como "Saludos, Llena de Gracia, el Señor es contigo".

¿Y por qué decir "Dios te salve, María" y no solo "Salve, María" si Lucas no escribió la palabra Dios en el salud del ángel?

¡Precisamente para evitar malos entendidos! ¡Imagínense lo que dirían los protestantes si nos escucharan decir "Salve, María, llena eres de gracia"! Dirían seguramente que le estamos pidiendo a María que ella nos salve, y que con eso estamos negando el papel de Jesús como único Salvador por medio de su Sacrificio en la cruz.

Los católicos reconocemos a Jesús, en su entrega en Sacrificio expiatorio, como al único, verdadero y suficiente Salvador de todos, incluida María.

¿Pero entonces por qué decimos que María necesitaba de la salvación de Jesús y al mismo tiempo decimos que nació sin pecado?

Porque una cosa no contradice a la otra. María no nació sin pecado por un deseo o un poder propio; si ella nació sin pecado es porque así Dios lo quiso y lo decidió (y lo decidió así en virtud de Jesús, para que el Verbo Divino tuviera un lugar digno de su Suma Santidad y Divinidad, encarnándose en un vientre absolutamente puro y santo, en un cuerpo que nunca hubiese estado bajo la potestad del pecado) es decir, que quien evitó que María fuese manchada por el pecado, es el mismo Dios que luego nos lavó del pecado a todos los demás. El poder salvífico de Dios operó en María evitando que fuera manchada por el pecado, del mismo modo que en los demás ese mismo poder salvífico operó limpiándonos de la mancha del pecado. 

Dios salvó a María evitando que cayera, mientras a los demás nos salvó levantándonos de la caída, sin embargo a todos nos salvó. 

Hay un ejemplo muy común que nos ayuda a entender esto: Imagina que una persona cae a un pozo y no hay nadie cercano que la pueda auxiliar, por lo que corre el riesgo que darse allí sin agua, alimento, etc., pero de pronto alguien escucha sus gritos, se acerca y le rescata. La persona que estaba atrapada bien podría decir a quien lo auxilió "gracias, me salvaste la vida". Ahora bien, si esa misma persona, hubiera estado junto al pozo a punto de caer y la otra le hubiese jalado, evitando que cayera, también podría decirle "gracias, me salvaste la vida".

¿Esto implica que María no necesitó del derramamiento de la Sangre de Jesús en la cruz para ser salvada? 

No, no significa esto de ningún modo. También María es salva gracias a la Sangre de Jesús. Es en previsión a la obra salvadora de Jesús, que se haría hombre y vendría al mundo a derramar su Sangre, que Dios crea a María con las virtudes de un verdadero Tabernáculo humano perfectamente puro. Es decir, la Inmaculada Concepción que Dios le concedió a María, es en atención a la necesidad de que Jesús se hiciera hombre, tuviera sangre como los hombres, y la entregara por nuestros pecados. 

Además, la salvación propiamente dicha es la entrada definitiva a la vida eterna, y las puertas del cielo, para gozar de dicha vida eterna, fueron abiertas gracias a que Jesús las abrió con el precio de su Sangre, por eso nadie entró al cielo antes que Jesús. María pudo ser asunta al cielo, para gozar de la vida eterna, gracias a que Jesús abrió el cielo con su sacrificio.


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