En su reciente visita a Bélgica, el Papa Francisco se reunió con un grupo de jóvenes en la Universidad Católica de Lovaina, donde ofreció un mensaje lleno de reflexión y profundidad. Durante el encuentro, el Pontífice abordó la cuestión de la presencia y el papel de la mujer en la Iglesia, así como el rol de los jóvenes en la defensa de la ecología y la justicia social. A lo largo de su discurso, Francisco dejó en claro la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres y la necesidad de cuidar la creación divina frente a las amenazas de la corrupción y los intereses económicos.
La Iglesia es mujer: el mensaje de Francisco
El aula magna de la Universidad Católica de Lovaina fue el escenario donde el Papa Francisco abordó un tema que resuena en la Iglesia actual: la invisibilidad y el papel de la mujer. Los jóvenes y profesores presentes entregaron al Pontífice una carta que defendía su enfoque sobre la ecología integral y planteaba preguntas sobre la falta de visibilidad de las mujeres en la Iglesia. En respuesta, Francisco fue contundente al afirmar que “la Iglesia es mujer, no varón”. Esta frase, que pronunciaba con convicción y espontaneidad, se convirtió en el eje central de su discurso.
“La mujer no es ‘el’ Iglesia, es ‘la’ Iglesia”, enfatizó el Papa, dejando claro que la esencia de la Iglesia está intrínsecamente ligada a lo femenino. Sin entrar en debates específicos sobre el diaconado o el sacerdocio femenino, el Papa subrayó la importancia de la mujer en el contexto del mensaje cristiano, destacando que “la mujer es más importante que el hombre” porque “la mujer se encuentra en el centro del acontecimiento salvífico, del ‘sí’ de María, Dios en persona viene al mundo”. Este reconocimiento del papel central de María en el relato de la salvación es, para Francisco, una reafirmación de la dignidad y la relevancia de la mujer dentro de la Iglesia.
“Es feo cuando la mujer quiere hacer la parte del hombre”
Durante su discurso, el Papa Francisco no solo destacó la importancia de la mujer, sino que también hizo un llamado a entender la complementariedad de los roles en la sociedad y la Iglesia. En un tono directo, afirmó que “es feo cuando la mujer quiere hacer la parte del hombre”, refiriéndose a la necesidad de que hombres y mujeres trabajen en conjunto, respetando sus diferencias y funciones particulares. Sin embargo, esto no significa que la mujer deba ser relegada o que se le nieguen espacios dentro de la Iglesia, sino que debe ser reconocida y respetada en su propia identidad.
Reconociendo las agresiones e injusticias
El Papa también reconoció que, a lo largo de la historia, las mujeres han sufrido “agresiones e injusticias, junto con prejuicios ideológicos” en la Iglesia. Francisco admitió que estos problemas persisten y, por ello, instó a los presentes a “recuperar el punto de partida: quién es la mujer y quién es la Iglesia”. Para el Papa, es fundamental recordar que “la Iglesia es el pueblo de Dios, no una empresa multinacional”. Esta afirmación resalta la necesidad de entender que la Iglesia no es una estructura de poder, sino una comunidad de creyentes que deben trabajar juntos en igualdad y respeto mutuo.
La igualdad entre hombre y mujer
Uno de los momentos más destacados del discurso del Papa fue cuando explicó que la igualdad entre hombre y mujer no debe basarse en la confrontación. “No deben avanzar en opuestas reivindicaciones, sino el hombre para la mujer y la mujer para el hombre, juntos”, aseguró Francisco. Al reafirmar que “la mujer en el pueblo de Dios es hija, hermana y madre”, el Papa subrayó la necesidad de construir una relación de respeto y colaboración. Para él, la igualdad no es una cuestión de competencia, sino de trabajar en comunión y solidaridad, construyendo una “dignidad, común y compartida”.
La visión del Papa Francisco sobre la igualdad es clara: no se trata de enfrentarse uno al otro, sino de reconocerse y apoyarse mutuamente. “La cultura cristiana elabora siempre nuevamente, en los diferentes contextos, la vocación y misión del hombre y de la mujer y su ser recíproco para el otro, en la comunión”, explicó el Pontífice. Esta afirmación es un recordatorio de que la Iglesia, a lo largo de su historia, ha sabido adaptarse y evolucionar, y que ahora es el momento de reafirmar la igualdad y el respeto en la relación entre hombres y mujeres.
El llamado a cuidar la creación frente a la corrupción y los intereses económicos
Más allá de la cuestión de la mujer en la Iglesia, el Papa Francisco también aprovechó la ocasión para instar a los jóvenes a comprometerse con la defensa de la creación y a ser agentes de cambio en un mundo que enfrenta múltiples desafíos. En su discurso, hizo un llamado a trabajar por el cuidado de la creación “frente a la guerra, la corrupción y los intereses económicos”. Según Francisco, estos males afectan no solo a la sociedad en general, sino que, en ocasiones, “contaminan la misma religión, convirtiéndola en un instrumento de dominio, esto es una blasfemia”.
En este sentido, el Papa fue claro al señalar que “Dios es Padre, no un patrón; es Hijo y Hermano, no un dictador; es Espíritu de amor, no de dominio”. Este mensaje tiene un profundo significado, ya que resalta la necesidad de que los jóvenes sean conscientes de los valores fundamentales de la fe y se alejen de cualquier forma de opresión o abuso de poder. La invitación del Papa es a vivir una vida de integridad y santidad, buscando siempre la justicia y la felicidad para todos, un llamado que hizo explícito al afirmar que “el desarrollo integral apela a nuestra santidad: es vocación a la vida justa y feliz, para todos”.
Un llamado a vivir en coherencia y a rechazar el individualismo
Al concluir su discurso, el Papa Francisco se dirigió directamente a los jóvenes, instándolos a ser coherentes con sus valores y principios. Les pidió que fueran “buscadores y testigos de la verdad” y que no cayeran en las “luchas y dicotomías ideológicas” que tantas veces dividen a la sociedad. Con una sinceridad desarmante, confesó: “Me da pena cuando encuentro universidades que únicamente preparan a los estudiantes para ganar dinero o para tener poder, es puro individualismo”.
Este último mensaje es un recordatorio de que la verdadera educación y formación no deben estar orientadas únicamente hacia el éxito material, sino hacia la construcción de una sociedad más justa, solidaria y respetuosa con la dignidad de cada persona y la creación.
Reflexiones finales: un mensaje que resuena
La intervención del Papa Francisco en la Universidad Católica de Lovaina dejó un impacto profundo en quienes estuvieron presentes. Sus palabras, llenas de verdad y sinceridad, son un llamado a la reflexión sobre el papel de la mujer en la Iglesia, la importancia de la igualdad entre hombres y mujeres, y el compromiso con la creación y la justicia social.
El Papa ha mostrado una vez más que su liderazgo está centrado en la humanidad, en el amor y en la verdad. Al afirmar que “la Iglesia es mujer, no varón”, Francisco ha querido recordarnos que la fe y la comunidad cristiana se construyen en la reciprocidad, el respeto y la colaboración mutua. Su mensaje no solo es relevante para la Iglesia, sino para toda la sociedad, que necesita urgentemente modelos de inclusión, equidad y respeto.
En un mundo marcado por las divisiones y los conflictos, el Papa Francisco ofrece una visión de esperanza y unidad, invitando a todos, especialmente a los jóvenes, a ser agentes de cambio y a vivir en coherencia con los valores del Evangelio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario