¡Qué buena pregunta! A veces, al escuchar en la Misa o al leer la Biblia, escuchamos hablar de la "salvación" y la "redención" casi como si fueran lo mismo. Y no es que uno esté mal al pensarlo así porque en nuestro lenguaje cotidiano tendemos a usar estos términos como sinónimos. Pero, si lo miramos más a fondo, hay diferencias importantes entre ambos términos que nos ayudan a entender mejor lo que Jesús hizo por nosotros.
Redención: Una Compra por un Precio
Vamos a empezar con la "redención". Este término se refiere a la idea de comprar algo de nuevo, rescatarlo o liberarlo, pero siempre a un costo. En los tiempos antiguos, si alguien se encontraba en la esclavitud o tenía una deuda imposible de pagar, necesitaba que alguien más lo redimiera. Para redimir a esa persona, alguien tenía que pagar un precio en su lugar.
Pues bien, nosotros, la humanidad, estábamos en una situación similar debido al pecado. San Pablo dice en su carta a los Romanos que “la paga del pecado es la muerte” (Romanos 6,23). Es decir, debido al pecado original y nuestros pecados personales, estábamos condenados a la muerte, a la separación eterna de Dios, y no podíamos pagar por esa deuda nosotros mismos. Aquí es donde entra Jesús, quien “dio su vida en rescate por muchos” (Mateo 20,28). Lo que hizo en la cruz fue pagar con su propia sangre el precio que nosotros no podíamos pagar. ¡Esto es redención!
Cuando decimos que Jesús nos redimió, significa que nos rescató de la esclavitud del pecado y de la muerte. Nos compró con su sacrificio. El Catecismo de la Iglesia Católica nos lo recuerda en el párrafo 601: “Este sacrificio redentor de Cristo nos libera de la esclavitud del pecado”. ¡Fue un acto de amor impresionante!
Salvación: Ser Rescatados para la Vida Eterna
Ahora, la "salvación" es algo que va más allá de simplemente ser liberados del pecado. Mientras que la redención tiene que ver con pagar el precio por nosotros, la salvación se refiere al hecho de que gracias a ese precio pagado, ahora somos salvados o rescatados para la vida eterna. En otras palabras, no solo fuimos liberados de algo (el pecado y la muerte), sino que también fuimos salvados para algo.
La salvación es ese estado de gracia en el que estamos después de haber sido redimidos. Es como si alguien hubiera estado ahogándose en el mar (ese sería nuestro estado de pecado) y Jesús hubiera venido y nos hubiera sacado del agua (esa es la redención). Pero la salvación es más que simplemente sacarnos del agua; es el hecho de que ahora podemos respirar, vivir, y tener una nueva oportunidad de vida. San Pablo lo explica de manera hermosa cuando dice que “por gracia habéis sido salvados” (Efesios 2,8). Y la salvación no es solo algo que experimentaremos en el cielo después de la muerte, sino que comienza aquí y ahora. Dios nos invita a vivir ya desde ahora en su amistad, en gracia, como hijos e hijas suyos.
Redimidos por Cristo, Salvados por su Gracia
Una manera de entender la diferencia entre redención y salvación es pensar en la redención como algo que Cristo hizo para todos nosotros, para toda la humanidad. Jesús pagó el precio de la redención para todos. Como dice la Biblia, Él “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2,4).
Sin embargo, la salvación es algo más personal. Es una oferta que Jesús nos hace, pero que nosotros debemos aceptar libremente. La redención ya sucedió en la cruz para todos, pero la salvación es algo que debemos acoger en nuestra vida diaria. Cada uno de nosotros está llamado a vivir en amistad con Dios, a responder a su gracia. Y, claro, esto no significa que estamos completamente “salvados” solo porque Jesús murió por nosotros. La salvación es algo que debemos trabajar con temor y temblor (Filipenses 2,12), confiando siempre en la gracia de Dios, pero también cooperando con ella.
Entonces, ¿Cuál es la Diferencia en Resumen?
La redención es el acto por el cual Jesús pagó el precio por nuestros pecados. Nos rescató de la esclavitud del pecado y la muerte, y lo hizo para todos, para toda la humanidad.
La salvación es el estado de vida en el que entramos cuando acogemos el regalo de la redención y comenzamos a vivir en la gracia de Dios. Es más personal y se trata de la relación que cada uno de nosotros tiene con Dios.
Un buen ejemplo de esta diferencia es el pueblo de Israel cuando salió de Egipto. Dios los "redimió" sacándolos de la esclavitud en Egipto, pero su "salvación" completa no se dio hasta que llegaron a la Tierra Prometida. En el camino tuvieron que enfrentar dificultades, confiar en Dios y perseverar en la fe. De manera similar, Jesús ya nos ha redimido, pero nuestra salvación completa llegará cuando estemos con Él en el cielo.
Vivamos la Salvación Aquí y Ahora
Al final del día, lo importante es que ambos conceptos —redención y salvación— nos recuerdan el gran amor que Dios nos tiene y el precio tan alto que Jesús pagó por nosotros. Él no solo nos liberó del pecado, sino que nos ofrece una nueva vida. Y esa vida nueva, esa salvación, comienza aquí en la tierra, cuando vivimos conforme a su Palabra, cuando nos alimentamos de su Cuerpo en la Eucaristía y cuando permanecemos en su gracia.
La salvación es un proceso continuo. Sí, Jesús ya nos ha ganado la victoria, pero nosotros, como sus discípulos, estamos llamados a responder a esa gracia, a vivir conforme a ella, y a perseverar en el camino hacia la santidad. No se trata solo de ser redimidos; se trata de vivir como personas salvadas, como hijos de Dios que tienen la esperanza firme de la vida eterna. ¡Y qué mejor manera de vivir que esa!
Así que, ¡ánimo! Estamos redimidos por la preciosa sangre de Cristo, y Él nos llama a vivir cada día como personas salvadas, siempre en amistad con Dios y bajo la guía del Espíritu Santo.
Autor: Padre Ignacio Andrade.
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