Jesús Sacramentado, que siempre estás para mí
Aquí estás, Jesús, presente en esta custodia, tan cerca de mí y tan lleno de amor. Me cuesta comprender cómo el Rey del universo se ha quedado en un pedazo de pan, tan humilde, tan silencioso, solo para que pueda estar contigo. Me miras con ternura infinita, incluso cuando yo no te he valorado como debería.
Perdóname, Señor, por las veces que he pasado de largo, ocupado en mil cosas que no llenan mi corazón. Perdóname por los días en que no te he buscado y he olvidado que aquí estás, siempre esperándome, siempre ofreciéndome tu amor inagotable.
Gracias por quedarte, Jesús. Gracias porque en este momento, al mirarte, siento que no estoy solo, que tus ojos de amor traspasan mis miedos, mis culpas, y llenan todo de tu paz. Gracias porque siempre estás para mí, incluso cuando yo me alejo, incluso cuando no sé cómo amarte.
Hoy quiero decirte que te necesito, que quiero amarte más, que quiero valorar siempre tu presencia divina en este sacramento. Ayúdame a vivir de tu amor y a buscarte en cada momento. Quédate conmigo, Jesús Sacramentado, porque en ti está todo lo que mi alma necesita.
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