La tormenta arrecia, el viento sacude con furia y la oscuridad parece envolverlo todo. El mar bravo amenaza con hundir la barca, y el miedo susurra dudas al corazón. Pero en medio de la tempestad, Jesús está allí, caminando sobre las aguas, extendiendo su mano.
No temas las ráfagas frías de la prueba ni las olas que intentan derribarte. Aunque el trueno retumbe y la lluvia ciegue tu vista, sigue a Jesús. Su voz calma la tempestad, su presencia es el faro en la noche.
Aun cuando todo parezca perdido, confía en Él. El que domina los vientos y el mar también guiará tu barca a puerto seguro. Solo debes tomar su mano y no soltarla
Autor: Padre Ignacio Andrade
arla.
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