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¿Qué siente mi Ángel de la Guarda cuando me ve pecando?


Mi amigo, esta es una pregunta verdaderamente conmovedora y llena de curiosidad sobre el vínculo especial que compartimos con nuestros ángeles guardianes. En el corazón de esta cuestión hay una verdad profundamente consoladora: nuestro ángel de la guarda es un amigo celestial y un guía amoroso que nos observa con compasión y paciencia divinas.

Para entender cómo nuestro ángel de la guarda reacciona cuando pecamos, primero, echemos un vistazo al entendimiento que tenemos sobre estos seres celestiales en la tradición católica. La Biblia nos dice que los ángeles son mensajeros de Dios y nuestros guardianes designados. En el libro de los Salmos, encontramos estas palabras hermosas: "Porque él mandará a sus ángeles cuidarte en todos tus caminos" (Salmo 91, 11). Esta escritura nos revela el amor divino que nos rodea y la providencia de Dios al enviar a estos seres celestiales para velar por nosotros.

El Catecismo de la Iglesia Católica también nos enseña sobre la existencia y el papel de los ángeles guardianes. Nos dice que cada fiel tiene un ángel de la guarda, una verdad que se basa en la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia (Catecismo, 336). Estos ángeles están a nuestro lado para protegernos, guiarnos y, sí, observarnos amorosamente en nuestro viaje espiritual.

Cuando pecamos, es natural preguntarse cómo reacciona nuestro ángel de la guarda. Imagina a tu ángel como un amigo devoto que te conoce profundamente, que comprende tus luchas y desafíos, y que está allí para ofrecerte apoyo y orientación. Cuando caemos en la debilidad humana y nos alejamos del camino del bien, nuestro ángel de la guarda nos ve con ojos llenos de comprensión.

En la tradición patrística, los Padres de la Iglesia también reflexionaron sobre la compasión de los ángeles hacia los seres humanos. San Agustín, por ejemplo, escribió sobre el amor incondicional de Dios y de los ángeles hacia las almas humanas. Él nos recordó que incluso cuando pecamos, Dios y nuestros ángeles nos aman con un amor eterno y nos invitan a regresar a Él con arrepentimiento sincero.

Así que, cuando pecamos, nuestro ángel de la guarda, en lugar de juzgarnos con dureza, nos observa con una mezcla de tristeza por nuestras elecciones y amor incondicional. Imagina a tu ángel suspirando amorosamente por ti, deseando que encuentres el camino de vuelta al amor y la gracia de Dios. Ellos nos animan a arrepentirnos, a pedir perdón a Dios y a volver a la senda de la rectitud.

Recuerda que los ángeles son seres de luz y amor, y su deseo es guiarnos hacia la luz divina incluso cuando nos encontramos en las sombras del pecado. A menudo, su suavidad y paciencia superan nuestra comprensión humana. No se desesperan cuando fallamos, sino que nos ofrecen su mano amorosa para ayudarnos a levantarnos y seguir adelante.

El pasaje del Evangelio de Lucas nos brinda un poderoso ejemplo de la alegría celestial cuando un pecador se arrepiente. En Lucas 15, 10, Jesús dice: "Os digo que así hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente". Esta declaración revela la alegría genuina y el amor que los ángeles experimentan cuando vemos la misericordia de Dios en nuestras vidas, cuando regresamos a Él con corazones contritos.

Entonces, ¿qué siente tu ángel de la guarda cuando te ve pecando? Siente amor y compasión. Siente el anhelo de que te acerques a Dios, de que encuentres el perdón y la paz en Su gracia. Sienten la esperanza de que, a pesar de nuestras caídas, nos levantaremos con la fuerza del arrepentimiento y buscaremos el camino de la virtud y la santidad.

En última instancia, la respuesta a tu pregunta está imbuida de amor divino y comprensión infinita. Nuestros ángeles guardianes son mensajeros de la gracia divina, testigos amorosos de nuestras vidas, y están ahí para ayudarnos a encontrar el camino de regreso al corazón amoroso de Dios. En tiempos de pecado y arrepentimiento, podemos confiar en que nuestros ángeles guardianes nos rodean con su amor y nos guían hacia la reconciliación con nuestro Padre celestial. Que su presencia amorosa nos inspire a buscar siempre la misericordia y el perdón de Dios, y a vivir nuestras vidas en gratitud por el amor incondicional que nos rodea desde lo alto.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Sacerdote Católico.

Nunca intentes conocer el nombre de tu ángel de la guarda, estas son las razones.



La Iglesia nos enseña que cada uno de nosotros tiene un ángel de la guarda que nos  acompaña a lo largo de nuestra vida. Si bien sabemos que están junto a nosotros e interceden en nuestro beneficio, jamás debemos intentar conocer su nombre. ¿Por qué? Aquí hay al menos cuatro razones.

Los ángeles de la Biblia se negaron a dar sus nombres cuando se les preguntó

Dios creó una multitud de ángeles pero eligió solo revelarnos el nombre de tres: San Gabriel, San Miguel y San Rafael. Esta fue una disposición de Dios y no una solicitud humana.

Más aún, en el Libro del Génesis, el patriarca Jacob no logró obtener el nombre del ser misterioso que luchó con él en el desierto. Jacob le preguntó: “Por favor, dime tu nombre”.

El ángel respondió: “¿Por qué preguntas mi nombre?” (Génesis 32:24-29). Jacob no recibió más respuesta que una gentil reprimenda en forma de pregunta.

Estas reprensiones angelicales nos dicen que respetemos la ocultación de los nombres que estos espíritus han recibido de Dios.

Nombrar algo es reclamar autoridad sobre ello, y no tenemos autoridad sobre los ángeles

El acto de nombrar tiene un gran significado. Nombrar algo es reclamar autoridad sobre ello.

Dios dio a Adán el dominio sobre los animales y el poder de nombrarlos, pero se trataba de criaturas de naturaleza inferior a la humana. En cambio,  no está dentro de nuestra autoridad dar nombres o averiguar los nombres de criaturas que pertenecen a un orden creado superior al nuestro.

Debido a que los ángeles son espíritus simples, conocer su nombre es conocer su esencia, el núcleo mismo de su ser y el propósito de su creación. Este conocimiento es solo para Dios y para aquellos en el cielo con quienes Él comparte este conocimiento.

Los ángeles caídos pueden interferir en nuestro intento de aprender los nombres de los ángeles de la guarda

Cuando una persona quiere conocer el nombre de su ángel de la guarda, busca comunicarse con el mundo espiritual, pero con esta actitud corre el peligro de vincularse con demonios.

Si bien La Biblia condena toda práctica esotérica que tienda a comunicarse con espíritus, tales acciones predisponen a recibir influencias e inspiraciones que pueden provenir de criaturas demoníacas.

La Iglesia nos dijo que no lo hiciéramos

Hay una última razón por la que no debemos nombrar a nuestros ángeles: la Iglesia advierte contra esta práctica.

Según el Directorio sobre la Piedad Popular y la Liturgia de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede:

“Debe desalentarse la práctica de asignar nombres a los Santos Ángeles, excepto en los casos de Gabriel, Rafael y Miguel, cuyos nombres están contenidos en las Sagradas Escrituras”.

Así que ya sabes, nunca intentes conocer el nombre de tu ángel de la guarda. Solicita su intercesión y ten la esperanza de que, cuando vayas al cielo con Jesús, podrás conocer a aquel ser espiritual que Dios quiso regalarte para acompañarte en tu vida.

¿Cuándo se nos asigna el ángel de la guarda?

Franceschini, Marcantonio | Public Domain 

¿CUÁNDO SE NOS ASIGNA EL ÁNGEL DE LA GUARDA?
Por Philip Kosloski 

Los ángeles nos rodean desde el comienzo de nuestra vida en la tierra 

Los ángeles guardianes se pueden ver a lo largo de la Escritura, como en el libro de Judit donde ella afirma que el “ángel de Dios ha sido mi guardián” (Judit 13, 20). Jesús les enseñó a sus discípulos acerca de la existencia de los Ángeles de la guarda cuando hablaban de la protección de los niños pequeños: “Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños; porque os digo que en el cielo sus ángeles siempre contemplan el rostro de mi Padre que está en los cielos ”(Mateo 18, 10). 

Aunque no se revela explícitamente en las Escrituras, los teólogos creen generalmente que a todos los seres humanos, sean cristianos o no, se les asigna un Ángel Guardián. El Papa Pío XII relató en un discurso cómo: “Todos, sin importar cuán humildes sean, tienen ángeles que lo vigilan”. Esto es consistente con la Sagrada Escritura, las enseñanzas de los Santos. Tomás de Aquino, Basilio y Jerónimo, y experiencias de no cristianos que creen que fueron ayudados por un Ángel de la Guarda. 

Si a todas las personas se les da un Ángel Guardián, ¿cuándo ocurre esta asignación? 

La única declaración oficial sobre el momento de esta asignación proviene del Catecismo de la Iglesia Católica, que dice: “Desde su comienzo hasta la muerte, la vida humana está rodeada de su cuidado vigilante e intercesión. Al lado de cada creyente hay un ángel como protector y pastor que lo lleva a la vida” (CCC 336). 

La declaración no es precisa y simplemente apunta al “comienzo” de la vida humana. Los teólogos han debatido a lo largo de los siglos el momento exacto de esta tarea y existen múltiples puntos de vista. 

Por ejemplo, San Jerónimo dice simplemente: “cuán grande es la dignidad del alma, ya que cada uno tiene desde su nacimiento un ángel encargado de protegerlo”. Esta fue una opinión popular durante muchos siglos, basada en el conocimiento científico que poseían en el tiempo. 

Por otro lado, San Anselmo dice: “Cada alma está comprometida con un ángel en el momento en que se une con un cuerpo”. Si bien esto también se debate entre los teólogos, muchos creen que esto ocurre en la concepción. Según un documento del Vaticano compilado por el cardenal Joseph Ratzinger en 1987, “el alma espiritual de cada hombre es creada inmediatamente por Dios”. 

Entonces se deduce que es probable que se designe un Ángel Guardián en el momento de la concepción. No es una creencia dogmática de la Iglesia Católica, pero parece seguir otras enseñanzas que se han transmitido a lo largo de los siglos y serían consistentes con las palabras de Jesús en el Evangelio de Mateo. 

Incluso si no se asigna un Ángel Guardián individual en la concepción, el Ángel Guardián de la madre se pondría automáticamente a cargo del desarrollo del ser humano en el útero. 

Ya sea que nos demos cuenta o no, desde el comienzo de nuestras vidas estamos rodeados de ángeles celestiales que quieren protegernos de todo daño espiritual y físico. Tenemos el libre albedrío para permitirles hacer su trabajo o podemos cortarnos de su ayuda protectora. Es un misterio profundo, uno que nunca entenderemos completamente hasta que finalmente nos encontremos con nuestro Ángel Guardián en la vida venidera. 

Fuente, Aleteia 

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