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Mi esposo es alcohólico y ya no lo soporto, ¿puedo pedir la nulidad matrimonial?


Querida amiga en Cristo,

Entiendo perfectamente tu angustia y el dolor que estás atravesando. El alcoholismo es una enfermedad devastadora que no solo afecta al que la padece, sino también a todos aquellos que lo rodean, especialmente a los seres queridos más cercanos como el cónyuge. Como sacerdote y amigo, quiero acompañarte en este difícil camino, brindándote orientación y apoyo desde la fe católica.

Comprendiendo la Situación

Primero, es crucial reconocer que el matrimonio es un sacramento sagrado y un compromiso profundo ante Dios. En el matrimonio católico, dos personas se unen en un vínculo indisoluble, prometiéndose amor y fidelidad "en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, hasta que la muerte los separe" (Catecismo de la Iglesia Católica, 1643-1644). Sin embargo, la Iglesia también comprende que hay circunstancias en las que la convivencia se vuelve insostenible y puede ser necesario buscar soluciones.

El Alcoholismo y sus Efectos

El alcoholismo es una enfermedad que puede transformar a una persona de maneras que ni siquiera ellos mismos comprenden. Puede llevar a comportamientos destructivos, tanto para el individuo como para su familia. La Iglesia siempre ha tenido una posición compasiva hacia aquellos que sufren de adicciones, entendiendo que estas son luchas difíciles y a menudo requieren ayuda profesional y espiritual.

Separación vs. Nulidad

Primero, es importante distinguir entre separación y nulidad matrimonial. La separación implica que, aunque los esposos decidan vivir separados por motivos graves (como la violencia, el abuso o la adicción), siguen siendo marido y mujer ante Dios y la Iglesia. En casos extremos, la separación es una opción válida y puede ser necesaria para la protección y el bienestar de los cónyuges y de los hijos.

La nulidad matrimonial, por otro lado, es una declaración de la Iglesia que indica que el matrimonio nunca fue válido desde el principio. Para que un matrimonio sea considerado nulo, debe demostrarse que, en el momento de la boda, existía algún impedimento grave que hacía imposible el consentimiento matrimonial válido.

Causas de Nulidad

Existen varias causas por las cuales la Iglesia puede conceder la nulidad matrimonial:

1. Falta de consentimiento libre y pleno: Si una de las partes fue forzada a casarse o no comprendió plenamente el compromiso que estaba asumiendo, el matrimonio puede ser declarado nulo.

2. Impedimentos matrimoniales: Existen impedimentos específicos que pueden hacer que un matrimonio sea inválido, como el vínculo conyugal previo, la consanguinidad cercana, o la impotencia perpetua y antecedente.

3. Falta de capacidad psicológica: Si una de las partes, en el momento de contraer matrimonio, no tenía la capacidad mental para asumir las obligaciones matrimoniales, esto puede ser motivo de nulidad. Aquí es donde el alcoholismo crónico y otras enfermedades mentales pueden entrar en juego, si se demuestra que impedían la capacidad de consentimiento válido en el momento de la boda.

4. Error, fraude o engaño: Si una de las partes fue engañada o se casó bajo falsas premisas, esto también puede ser una causa de nulidad.

¿Qué Puedes Hacer?

1. Buscar Ayuda Profesional: Antes de considerar la nulidad, es crucial que busques ayuda profesional para tu esposo y para ti misma. Hay muchas organizaciones y grupos de apoyo, como Alcohólicos Anónimos, que pueden ofrecer ayuda y orientación.

2. Hablar con tu Sacerdote: Te animo a hablar con tu párroco o con un sacerdote de confianza. Ellos pueden brindarte orientación espiritual y ayudarte a discernir los siguientes pasos desde una perspectiva de fe.

3. Proceso de Nulidad: Si decides que la nulidad es la opción correcta, el primer paso es presentar tu caso ante el tribunal eclesiástico de tu diócesis. Tendrás que proporcionar evidencia y testigos que puedan corroborar las circunstancias que mencionas. Este proceso puede ser largo y complejo, pero está diseñado para buscar la verdad y la justicia en cada caso individual.

Reflexión y Oración

Mientras caminas por este difícil camino, recuerda las palabras de Jesús: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar" (Mateo 11:28). Dios conoce tu sufrimiento y está contigo en cada momento de esta prueba.

No Estás Sola

En tu parroquia y comunidad, encontrarás personas que te apoyarán y te ayudarán a llevar esta cruz. La oración, los sacramentos, y el apoyo de la comunidad pueden ser fuentes de fortaleza inmensas.

Un Mensaje de Esperanza

Quiero dejarte con un mensaje de esperanza. La cruz del matrimonio puede ser pesada, pero no la llevas sola. Cristo está contigo, llevándola contigo. La Iglesia, como una madre amorosa, también está a tu lado, dispuesta a ayudarte a encontrar el camino hacia la paz y la sanación.

Recuerda siempre que eres amada y valorada por Dios. No dudes en buscar ayuda y hablar con alguien de confianza sobre tu situación. La fe, la esperanza y el amor son las fuerzas que nos sostienen en los momentos más oscuros.

Estoy aquí para ti, amiga, y estaré orando por ti y tu esposo. Que el Señor te bendiga y te dé la fuerza y la sabiduría necesarias para enfrentar estos desafíos.

En Cristo,

Presbítero Ignacio Andrade.

¿Sirven los grupos de Alcohólicos Anónimos? Esto opina un sacerdote.


Por: Padre Sergio G. Román. 

Hace muchos años, cuando todavía no era sacerdote, tuve que ir a Guadalajara por un asunto familiar. En uno de esos momentos inapreciables en los que no hay nada qué hacer, me puse a vagar por las calles de la ciudad y, de pronto, me encontré con mi tío Felipe. (He cambiado el nombre para proteger su anonimato).

El tío Felipe había tenido una vida muy azarosa. Miembro de una familia numerosa y de pilón pobre, por una larga huelga que tenía a su papá sin trabajo y esperanzado en una solución que no llegaba, decidió irse de su casa a los doce años para no ser una carga para su familia y con la ilusión de ganar mucho dinero para ayudar a sus hermanos.

La escuela de la vida es dura, él aprendió a trabajar lejos de casa, pero también aprendió a tomar como lo hacían sus compañeros de trabajo mucho mayores que él.

Gracias a Dios no perdió el contacto con los suyos y les enviaba dinero como lo había prometido.

Pero el mal estaba hecho: era ya un alcohólico y todavía ni siquiera era un hombre. Se casó y dio a su esposa y a sus muchos hijos un padre alcohólico con todas las desventajas de esa enfermedad. Ofendió a su esposa, a sus hijos, a su familia y a cuantos conocía. El hogar de un alcohólico es un infierno.

Era un tío simpático y se ganó nuestra amistad desde niños a pesar de sus borracheras, así que me dio mucho gusto encontrármelo en Guadalajara y más gusto por verlo sobrio.

Me presumió que ya no tomaba, que pertenecía a un grupo de Alcohólicos Anónimos y me invitó a acompañarlo porque, en ese momento, iba apara allá. Y me fui con él deseoso de apoyar con mi amistad al tío que ya no bebía.

Nos metimos a un barrio pobre y entramos a una casucha casi en ruinas; allí en un cuarto lleno de sillas había una tribuna que me pareció muy digna. Me presentó mi tío y me recibieron con mucha camaradería. Pronto me di cuenta de que habían cambiado el orden de la reunión para darme información de lo que eran y de lo que hacían. Me gustó a pesar del lenguaje florido que hería mis educados oídos. Al final subí a aquella tribuna y agradecí al grupo lo que estaban haciendo por aquel tío al que yo quiero tanto.

Todo mi apoyo a Alcohólicos Anónimos

Ese agradecimiento, una vez ya ordenado sacerdote, se convirtió no sólo en apoyo a este movimiento, sino hasta en promoción, ya que he participado en el inicio de varios grupos en los que he visto repetirse una y otra vez el milagro realizado en mi tío.

Conozco a muchos amigos que han dejado de beber, y la mayoría de ellos gracias a Alcohólicos Anónimos.

¿Quiénes son?

Bill  W. Era un agente de bolsa en Nueva York que quedó atrapado en el alcoholismo. Tocó fondo, es decir, llegó a la máxima desesperación por no poder ni querer liberarse del alcohol.

Conoció entonces a otro alcohólico en su misma situación, un médico llamado Bob S. Ambos se ayudaron uno al otro a dejar de tomar y descubrieron que lo que a uno le era casi imposible, los dos podían lograrlo con su apoyo comprensivo y con la ayuda del Poder Superior.

En 1935 fundaron en Akron, Ohio, el primer grupo de Alcohólicos Anónimos, conocido por sus primeras letras: AA.

Tienen algunas características que hay que resaltar:

–Sus miembros asisten libremente porque desean dejar de tomar “sólo por hoy”

–Es gratuito. Se sostiene por la colaboración voluntarias de sus miembros.

–No es un grupo confesional, es decir, no pertenece a ninguna religión en particular, para poder aceptar a hombres y mujeres de cualquier credo. Esto no impide que tengan muy en cuenta a Dios y reconozcan que sólo con su gracia pueden dejar de tomar. En sus reuniones invocan a Dios con una oración muy bella.

-Proponen a los que desean dejar de tomar doce pasos que implican un progreso hacia la libertad.

Parten de la necesidad de aceptar que se es alcohólico y que necesitan ayuda.

Consideran que el alcoholismo es más una enfermedad que un vicio.

Perseveran y celebran cada día que no han tomado.

A la sombra de AA han surgido otras instituciones similares, algunas de ellas son peligrosas por los métodos que usan y por no respetar la libertad del alcohólico.

Lo que dice la Iglesia de ellos

Cuando este movimiento llegó a México, la gente los veía con desconfianza porque pensaban que eran protestantes o evangélicos.

Los Obispos mexicanos de aquel tiempo, sacaron circulares de apoyo y recomendaron la asistencia a estos grupos.

Los primeros grupos y muchos otros hoy, han surgido con el apoyo de las parroquias como un medio eficaz  para dejar de tomar.

Ellos son una esperanza tangible, real, para aquellos que desean componer su vida por respeto a sí mismos y por amor a los suyos.

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