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El cardenal Müller acusó al Papa de pronunciar "muchas herejías"; la entrevista donde lo dijo fue eliminada.



- El Cardenal da un salto más en sus descalificaciones al Papa acusándole de haber cometido “herejías materiales” como fotografiarse con homosexuales

- Después de coquetear incluso con la invalidez de la elección del entonces Cardenal Jorge Mario Bergoglio en el cónclave, sus declaraciones en el sitio web ‘LifeSiteNews’ han desaparecido.

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Para el cardenal alemán Gerhard Ludwig Müller, el Papa Francisco está cometiendo “muchas herejías materiales”. Así lo ha dictaminado en una entrevista al portal norteamericano ‘LifeSiteNews’ (conocido por su línea editorial anti-Francisco), que suele ejercer de portavoz de las voces que cuestionan una y otra vez al pontífice argentino. El que fuera prefecto para Doctrina de la Fe recrudece sus descalificaciones hacia el Obispo de Roma en una entrevista que, horas después de su publicación este miércoles, ha desaparecido durante algunas horas del sitio web.

Sin embargo, la publicación digital de la Iglesia alemana, Katholish.de, conserva el contenido íntegro de las reflexiones de Müller. Para el purpurado germano, “ya ha pronunciado muchas herejías materiales” o de praxis, pero no ha incurrido en lo que se conoce como “herejías formales” por lo que de momento no podía perder su cargo como pontífice. Eso sí, advierte de que “enseñar en contra de la fe apostólica privaría automáticamente al Papa de su cargo”.

“Materialmente incorrecto”

En el marco de esta clemencia púrpura germana y con un tono pedagógico explica que mientras una herejía material hace referencia al algo “materialmente incorrecto” sobre una verdad de fe, pero ignorando que lo sea, mientras que la herejía formal vendrá acompañada de “voluntad personal”, esto es cuando alguien cree o expone algo contrario a la fe, sabiendo que lo es. Para ilustrarlo, echa mano de la condena al Papa Honorio, que vivió en el siglo VII, y de Juan XXII, que pastoreó la Iglesia en el siglo XIV.

“En el Sínodo, donde muchos esperan o temen que ahora se presenten las ‘bendiciones’ homosexuales, escribir una carta pública a estas organizaciones [LGBTB], recibirlas,  fotografiarse con ellas… Eso es un mensaje muy claro”, denuncia Müller, que certifica: “Es una herejía material. ¿Por qué no recibió en este momento un padre, una madre y sus cinco hijos? No hay fotos de eso”. Aunque paradójicamente el propio Müller se fotografío en la asamblea Sinodal con el jesuita James Martin, conocido por ser el principal promotor en Estados Unidos de una pastoral de acogida a la diversidad sexual.

Un caso límite

El purpurado va más allá y lanza sus dardos contra su sucesor en Doctrina de la Fe, el cardenal Víctor Manuel Fernández, por abrir la puerta a la comunión de los divorciados vueltos a casar. Para Müller, este hecho sería un caso “límite” de herejía formal. En este misma línea, el cardenal apunta, según él, que los cambios “modernos” deseados en la Iglesia siempre se introducen a través de la “vía pastoral” y no mediante la enseñanza directa de una herejía formal.

En la entrevista, Müller incluso llega a coquetear con los rumores de que la elección de Francisco en la Capilla Sixtina no habría sido válida: “Es difícil juzgar [si la elección fue inválida], pero al final fue claramente elegido por la mayoría y, después de todo, no hubo ninguna objeción calificada al procedimiento”, deja caer Müller a LifeSiteNews. “E incluso si hubiera deficiencias… simplemente han sido subsanadas de facto por el ejercicio [del cargo]”, disculpa justo después. “Incluso si alguien desafiara eso ahora, sería un desastre enorme”, apunta. “Sería incluso peor que lo que tenemos ahora”. Y es que, de ser ilegítima la elección papal y por tanto, la autoridad de Jorge Mario Bergoglio, tampoco lo sería su creación posterior como cardenal, teniendo en cuenta además, que fue uno de los primeros purpurados nombrados por Francisco.

Autor: José Beltrán.

Fuente: Vida Nueva Digital


El Cardenal Müller acusa al Papa de “nombrar a sus amigos y no a personas con competencias teológicas y pastorales”


El cardenal se defiende de las acusaciones de ser “adversario” de Francisco y le reclama una nueva encíclica sobre moral

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En una entrevista concedida a La Croix, el cardenal Gerhard Müller, antiguo prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha manifestado que considera que el Papa debería dejar de “nombrar a sus amigos” para que le aconsejen, además de que este debería “hacer más hincapié en la dimensión trascendental de la existencia humana”. Sin embargo, el purpurado se defiende de las acusaciones de ser un “adversario” de Francisco.

“La misión de un papa, como principio y base visible de la unidad de la Iglesia en la fe en Cristo, el Verbo de Dios hecho carne, tal como se afirma en la constitución Lumen gentium del Vaticano II, es, por consiguiente, más teológica que sociológica o social”, defiende Müller en la entrevista. Valora que Francisco sea “un predicador que utiliza palabras sencillas, y tiene esa capacidad de dirigirse a la gente sencilla, no solo a los teólogos e intelectuales”. Pero considera que “también sería muy necesario poder responder a nuestro mundo moderno, el mundo poscristiano y anticristiano en el que vivimos, especialmente en Occidente, proclamando a Jesucristo. La ecología es un tema importante, como lo son el clima y las migraciones. Pero estos temas no deben hacernos olvidar que el amor al prójimo se basa en el amor a Dios”.

Preguntado por el reproche que hace al papa Francisco de carecer de fundamento teológico, Müller ha explicado que “el papel del papa no es necesariamente hacer teología en el sentido académico del término”, si bien “la dimensión teológica y el recuerdo de la trascendencia de la existencia humana deben estar presentes en el discurso”.

“La misión del Papa”, señala, “pero también de los obispos y de los sacerdotes, es trascender esta inmanencia. Es en este sentido que el Concilio Vaticano II habla de la orientación trascendente universal del hombre. Esta consiste en humanizar al hombre mediante la gracia sobrenatural. Esta es la misión de la Iglesia hoy. La originalidad cristiana consiste precisamente en la alianza entre naturaleza y gracia, razón y fe”.

Una nueva encíclica

Asimismo, ha pedido “una nueva gran encíclica que desarrolle una fuerte visión moral, no para contradecir los avances modernos, sino para integrarlos. No estamos en contra de la medicina y la comunicación, pero nuestro papel es humanizar estos medios técnicos. La tecnología está hecha para el hombre, no el hombre para la tecnología”.

Por otro lado, Müller ha defendido que “es muy importante que todos los papas tengan buenos consejeros. Al fin y al cabo, un Papa es solo un hombre, con todas sus posibilidades y limitaciones como persona. Por eso es tarea del colegio cardenalicio preparar las decisiones y asesorar a los papas. Y para ello, el Papa no debe rodearse solo de sus amigos, que lo aprueban todo y esperan una recompensa a cambio”. En cuanto a la situación actual con Francisco, el cardenal denuncia que sus consejeros “fueron nombrados según su opinión personal, no según su competencia teológica y pastoral. Esta es la crítica que se oye por todas partes”.

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Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/2023/03/14/muller-acusa-al-papa-de-nombrar-a-sus-amigos-y-no-a-personas-con-competencias-teologicas-y-pastorales/

Cardenal Müller: Por el acuerdo China-Vaticano, la Iglesia corre riesgo de ser sometida, domesticada



En el capítulo final de su último libro “De Buena Fe”, el Cardenal alemán trata de El Dilema Chino.

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Terminamos con estas líneas las notas que nos propusimos sobre el último libro del Cardenal Gerhard Müller, In buona fede. La religione nel XXI secolo (De buena fe – La religión en el siglo XXI). Hoy intentaremos resumir las razones por las cuales el purpurado alemán critica los términos y efectos del acuerdo que desde hace unos años vigora entre la China comunista y la Santa Sede, expresadas en el último capítulo de la obra que lleva por título Il Dilema Cinese (El Dilema Chino).

“Con el diablo no se puede negociar”, sentencia desde el inicio el antiguo prefecto de Doctrina de la Fe.

Ese acuerdo, con “cláusulas desconocidas”, no impide que para “los sacerdotes católicos chinos que pertenecen a la Iglesia fiel a Roma sean incluso previstos cursos de actualización con la evidente intención de control de la estructura católica. Existe además una carta enviada por el Cardenal Secretario de Estado, Pietro Parolin, en la cual se autorizan a los sacerdote chinos a firmar una carta que impone estos cursos de adoctrinamiento”, deplora Müller.

Mejor el ejemplo de San Ambrosio

El Cardenal advierte la insistencia de la diplomacia vaticana en ser “discretos” con relación a los chinos, pero si se sigue en esa vía “terminaremos como Hilarion, el metropolita [ortodoxo] ruso que ha sido transferido por Putin porque había osado criticar la guerra en Ucrania. La Iglesia católica china no puede convertirse en una especie de monaguillo estatal, garantizando un sostenimiento a-crítico al partido comunista. No puede servir a la razón de Estado. Ambrosio, siendo obispo de Milán, no tuvo escrúpulo en contestar al emperador Teodosio. Era el último emperador del Imperio romano, responsable de una grave matanza en Tesalónica con setenta mil muertos. Teodosio habría querido ingresar a la catedral, pero Ambrosio lo detuvo pidiéndole un acto de penitencia, y haciéndole entender que como cristiano que era debía ser tratado como todos los otros cristianos y que debía respetar los principios de la vida y no matar personas inocentes. Estos han sido los grandes modelos episcopales que la Iglesia tiene y en los cuales debemos continuar a inspirarnos”.

En sentido diverso, el Cardenal Müller hace el elogio del Obispo emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen Ze Kiun, que llega a calificar de “cardenal símbolo”, y quien continúa la estela de grandes purpurados que lucharon contra el comunismo como el Cardenal ucraniano Slipyi, el Cardenal Mindszenty o el Cardenal polaco Wyszynsky.

Lamenta eso sí, la falta de apoyo que de parte del Vaticano ha tenido el Cardenal Zen: Con respecto a los ataques recibidos por parte de los comunistas chinos hacia “Zen la Santa Sede no ha nunca tomado posición neta públicamente. Hasta ahora ha adoptado una actitud prudente y de cautela, tal vez incluso ambivalente, para no tornar peor la situación, para no arriesgar que hubiesen reacciones negativas, en cadena, sobre los católicos chinos. Sin embargo, la Iglesia debería ser un faro por la defensa de los derechos humanos según una visión cristiana evangélica, testimoniada. Debería hablar abiertamente también sobre las situaciones que se refieren al Estado en las cuales son regímenes de corte comunista y donde la libertad que tienen los ciudadanos es limitada, a comenzar por la libertad religiosa”.

La China de Xi, amenaza mundial

La China de Xi Jinping, “no el pueblo chino en cuanto tal”, es “una potencial amenaza [para el mundo], puesto que tiende a destruir la libertad de conciencia. Cada hombre debe tener la facultad de buscar la verdad y decidir libremente, pero en China esto no ocurre”.

“El partido [comunista] tiene el control sobre estas personas [los chinos] y se presenta con las dinámicas de una autoridad absoluta, pre-existente a todo. El presidente Xi se pone casi como un dios, se ha absolutizado con el paso de los años, rechaza aceptar la libertad de conciencia, el pluralismo y la libertad de religión. Quiere alinear, controlar, uniformizar, tanto que hoy en China es considerado un crimen, un acto hostil, creer en un otro dios (que no sea Xi). Están prohibidos los crucifijos en las casas de los cristianos, y las cruces en muchos lugares de la China. (…) Nosotros conocemos solo una mínima parte de esta realidad y solo porque ha habido fuga de noticias”.

Sin embargo, a pesar de todas las persecuciones, el Cardenal Müller vaticina que la China de Xi “no prevalecerá sobre el cristianismo, no conseguirá sofocarlo”.

Sin mucha presencia de los católicos chinos a la hora de la firma

Acerca de la intención vaticana al firmar un acuerdo con la China, dice el Cardenal que se ha “considerado el mal menor, en la tentativa de llegar a un compromiso aceptable. Lo que me hace escéptico es que todos aquellos que conocen bien la situación china, como por ejemplo el Cardenal Zen (pero no es el único), continúan a repetir que el acuerdo da ventajas exclusivas al ateísmo comunista”. Destaca el purpurado que cuando el acuerdo fue firmado en Pekín en la delegación católico “no estaban presentes los teólogos chinos. Cuando Pío XI promulgó la encíclica Mit Brennender Sorge [de 1937, contra la ideología nazi] antes de la publicación hubo largas consultas con los obispos alemanes. El acuerdo chino, al contrario, carece de las opiniones de los expertos locales”.

“Yo veo solo una Iglesia que corre el riesgo de ser sometida, domesticada a los políticos del partido. Es también posible que al Papa le haya sido transmitida una visión ideal de la China, un modelo idealizado, de una epopeya lejana, donde tuvieron gran papel los jesuitas en los tiempos de Matteo Ricci. Recientemente me ocurrió incluso de escuchar a un obispo que aseguraba que en China la autoridad civil está realizando la doctrina social de la Iglesia porque el Estado ha derrumbado el muro de la pobreza para centenas de millones de personas. Naturalmente abrí de par en par los ojos, no llegaba a creer aquello que estaba escuchando: Todos saben bien que Pekín no respeta la esencia de la persona, la libertad, la fe individual. No se puede relativizar todo de este modo porque se minan los fundamentos de la coexistencia humana. Un otro tema que la Iglesia deberá retomar en la predicación pública futura será la así llamada ideología gender, cuyos efectos son peligrosos”. (Gaudium Press / Saúl Castiblanco)

El cardenal Müller se posiciona “absolutamente en contra” de una renuncia de Francisco


El purpurado ha asegurado que “la decisión de Benedicto XVI de dejar de lado el liderazgo de la Iglesia católica en febrero de 2013 todavía no ha sido bien reflexionada”

El cardenal alemán Gerhard Müller, quien fuera prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe desde 2012 hasta 2017, se ha mostrado “absolutamente en contra” de una posible renuncia del Papa Francisco y ha asegurado que la decisión de Benedicto XVI de dejar de lado el liderazgo de la Iglesia católica en febrero de 2013 todavía no ha sido bien reflexionada.

“El Papa no se jubila”, dijo, según informa europa press, Europa Press, en una intervención ayer, 10 de enero, en la presentación de un libro sobre “la renuncia papal en la historia y en el derecho canónico” (‘Papa, non più papa’, Viella editore), en la sociedad Dante Alighieri de Roma.

Del mismo modo, Müller apuntó que la Iglesia “no es una institución mundana” y que, por tanto, no debe actualizarse con los tiempos modernos. “Nosotros no debemos modernizarnos”, aseveró el cardenal.

Confusión doctrinal

Por otro lado, el purpurado señaló que en este momento la Iglesia vive una “confusión doctrinal” y aconseja a Francisco “estar al servicio de la unidad de la Iglesia y de la fe revelada”. Para el exprefecto, la primera misión del Pontífice es “predicar el Evangelio”.

Además, apunta que la doctrina de la Iglesia “no es el programa de un partido político”, porque “los políticos suelen cambiar de ideas según los gustos de los votantes” mientras que “la doctrina de la Iglesia es la expresión de la Palabra de Dios, y nosotros, los hombres, no podemos completar, corregir o modernizar la Palabra de Dios”.

Increíble entrevista al Cardenal Müller: “Exigir el aborto como derecho humano es insuperable en su cinismo”



La concepción cristiano-humanista del hombre debe ser reemplazada por la atea-evolucionista. Esta concepción del hombre representa un dualismo según el cual el cuerpo y el espíritu están separados. El cuerpo es considerado como cosa, como objeto de derecho, de modo que el hombre se convierte en sujeto de derecho sólo cuando tiene espíritu; sólo entonces el hombre se convierte en sujeto de derecho que puede disponer de derechos, especialmente de derechos humanos.

Esta escisión del hombre en objeto jurídico y sujeto jurídico tiene consecuencias para el derecho humano a la vida que deben ser vistas como un cambio de paradigma en la visión de la vida de la persona. Ya no es el ser humano como tal el que está protegido por la ley, sino sólo el espíritu humano, que se manifiesta en la autorreflexión y la autodeterminación formal. Queremos abordar este cambio e iluminar las consecuencias en la ley del aborto de "grupos de células" o "tejido gestacional", como se hace referencia a los seres humanos no nacidos en la visión ateo-evolucionista de los seres humanos. Le pedimos comentarios al cardenal Gerhard Ludwig Müller, a quien el Papa Francisco llamó recientemente un "maestro de la enseñanza católica".

Lothar C. Rilinger: La concepción ateo-evolucionista del hombre se basa en el dualismo de cuerpo y espíritu. ¿Se puede aceptar esta concepción del hombre desde un punto de vista cristiano?

Cardenal Gerhard Ludwig Müller:
El dualismo estricto de la mente como cosa pensante (res cogitans) y el cuerpo como cosa extensa (res extensa) se remonta en esta forma al filósofo francés René Descartes. No se entendió a sí mismo como ateo en absoluto e incluso presentó una prueba impresionante de la existencia de Dios, que resultaría como una idea necesaria evidente de nuestra autoconciencia.

Sólo los materialistas de la Ilustración Popular como Baron d’Holbach, Helvetius o La Mettrie redujeron al hombre a la materia. El hombre, argumentaban, no era más que una máquina, que podía explicarse enteramente por las leyes de la mecánica. O el hombre era sólo la suma de sus condiciones sociales, como decían Comte y Marx, y por lo tanto primero tenía que ser creado en un nuevo hombre mediante la mejora.

El ateísmo de la crítica de la religión en los siglos XIX y XX de Max Stirner y Feuerbach, en conexión con el evolucionismo darwiniano, ya no podía reconocer en el hombre una diferencia de esencia entre animal y hombre. Para Nietzsche, el hombre era el “animal aún no determinado” que se había desarrollado en el “hombre superior” solo en unos pocos especímenes, mientras que las amplias masas representaban un “excedente de los descarriados, los enfermos, los degenerados, los enfermos, los necesariamente. sufrimiento." Por el “deterioro de la raza europea” por la “reevaluación” de los débiles a los fuertes y del desprecio por los que sufren a la compasión por ellos, Nietzsche – este filósofo del nihilismo y heraldo de la “muerte de Dios”, a quien los eugenistas y racistas del siglo XX invocados con razón o sin ella- reprocha al cristianismo en su escrito: “Más allá del bien y del mal” (cf. § 62). El hombre era sólo la pieza intermedia entre el animal y el "superhombre" venidero, que era tan "querido en el corazón de Nietzsche".

El transhumanismo o posthumanismo actual sigue el canto de sirena de su profeta enloquecido: “¡Pues! ¡Ánimo, hombres superiores! como exclamó: “Recién ahora comienza a funcionar la montaña del futuro humano. Dios ha muerto: ¡Ahora deseamos que el Superhombre viva!” (Friedrich Nietzsche, Así habló Zarathustra, Part IV. The Higher Man, 2, [Leipzig 1923], 418). Aquí se siente dirigida la élite globalista de hoy, complaciéndose en todos los privilegios, y prescribiendo a las masas de miles de millones, que Nietzsche llamó la “chusma”, la cura de los caballos para la autodestrucción y al resto de la humanidad la felicidad de las vacas pastando. (cf. Klaus Schwab y Thierry Malleret, La gran narrativa. Por un futuro mejor, 2022). “Pero mientras que la igualdad ante Dios era la que estimulaba el esfuerzo, la igualdad de los ‘últimos hombres’ es de notorio consuelo, porque no queda nada digno de esfuerzo, ni queda nadie que lo reclame.” (Herfried Münkler, Marx – Wagner – Nietzsche. Welt im Umbruch, Berlín 2021, 222).

Precisamente aquí está la línea divisoria entre la concepción del hombre como imagen y semejanza de Dios (Génesis 1,27; Salmo 8,6; Romanos 8,29) y la reducción naturalista del hombre al producto accidental de la evolución, la sociología y la del hombre genéticamente enriquecido como futuro híbrido de organismo biológico e inteligencia artificial, el homúnculo o cyborg. Para nosotros, se aplica la verdad revelada sobre el hombre: “Porque la creación misma será liberada de su esclavitud a la corrupción y obtendrá la gloriosa libertad de los hijos de Dios”. (Romanos 8:21).

Rilinger: ¿Es éticamente justificable llamar a una criatura de Dios, como también se considera a un niño por nacer, una “materia” o una “cosa”, que después de todo debe ser velada por la calificación de “montón de células”? o “tejido de embarazo”, obviamente para no dejar que se revele toda la verdad a la población?

Card. Müller: Todo ser humano se debe a sí mismo en su existencia física real a haber sido engendrado y concebido por su padre y su madre. Los padres no producen un tejido que accidentalmente llevaría a cabo una especie de transformación en una existencia humana. Desde el comienzo de la concepción, cada ser humano posee un ADN distintivo como base física de su identidad personal. Todo ser humano, como persona de naturaleza espiritual-corporal, es desde la eternidad querido, amado y destinado por Dios a la comunión salvífica con Él sin fin; “Porque a los que antes conoció, también los predestinó a ser hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.” (Romanos 8:29)

Rilinger
: El embarazo obviamente es visto como una enfermedad en la nueva concepción del hombre, el término “salud reproductiva” como sinónimo de aborto no puede interpretarse de otra manera. ¿Se puede considerar el embarazo como una enfermedad y por tanto el aborto como restauración de la salud?

Card. Müller: El embarazo no es otra cosa que la simbiosis corporal del niño engendrado por un hombre con la mujer que es y será su madre hasta la muerte. El embarazo ofrece al niño la cuna de la vida y su crecimiento hasta el día en que el niño ve la luz del día al nacer. La enfermedad, por otro lado, significa la restricción y la amenaza a la vida, las funciones corporales o la integridad mental y espiritual. La procreación de un hijo, el embarazo, el nacimiento, el cuidado del niño, su alimentación con la leche materna, los besos y lágrimas de la madre, el cuidado del sano crecimiento del niño son todo menos un mal funcionamiento que pone en entredicho el funcionamiento de un “producto” técnico.

La procreación de un nuevo ser humano en el seno materno no es una reproducción de un objeto de placer o de un objeto de uso, sino una participación de los padres en el plan de creación y salvación de Dios. Jesús, el Hijo de Dios, hizo venir a los niños a Él para bendecirlos y encomendarlos a nosotros en su sencillez e incorrupción como modelo de nuestra filiación con Dios. (Mt 18, 1-4). Él es, por lo tanto, el arquetipo de la bondad de Dios hacia los niños. Nos da que pensar cuando dice: “Cuando la mujer está de parto, tiene tristeza, porque ha llegado su hora; pero cuando da a luz al niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de que un niño ha nacido en el mundo.” (Juan 16:21).

Rilinger: Dado que la sexualidad a menudo está separada de la procreación de un ser humano y, por lo tanto, sirve para obtener placer personal en lugar de la continuación de la sociedad, el embarazo a veces se ve como un impedimento del placer. ¿Podría este deterioro ser considerado como una enfermedad?

Card. Müller: No todas las uniones sexuales de hombre y mujer conducen al embarazo. Pero tampoco debe separarse fundamentalmente de él para “usar” el mero placer sexual –sin amor personal– como droga contra la experiencia del sinsentido de la existencia o como mortificación o aumento de la autoestima.

El matrimonio es una unidad holística del hombre y la mujer en el amor que lleva a los dos cónyuges más allá de sí mismos en la experiencia del amor incondicional de Dios, que es nuestra felicidad eterna. “El acto conyugal es a veces meritorio y sin pecado mortal o venial, como cuando se dirige al bien de la procreación y educación del hijo para el culto de Dios” (Tomás de Aquino, Comentario a 1 Corintios, cap. 7), aunque efectivamente –sin la intención excluyente de los padres– no surge ningún ser humano nuevo.

Rilinger: En la nueva concepción del hombre, el ser humano por nacer es considerado como una cosa. ¿Es esta calificación jurídica de un ser humano por nacer como una cosa destinada a lograr la posibilidad de que se le permita matar al por nacer hasta el último segundo lógico del embarazo, sin que exista un delito de homicidio?

Card. Müller: Una cosa es un ser inanimado como un libro, un automóvil, una computadora. Pero un ser humano en el estado embrionario de su desarrollo es un ser vivo con los órganos humanos que le permiten pensar y actuar de una manera verdaderamente humana.

Una mujer tampoco da a luz una cosa, sino un niño, que espera poder tomar entre sus brazos sano y vivo.

Una argumentación en contra de esta forma inhumana de pensar hacia un niño en el vientre es superflua, porque el ser humano del niño en el vientre es evidente y su negación es la justificación del más atroz crimen contra la vida. Declarar cosa a un niño en el vientre es tan perverso como esclavizar a las personas y luego declararlas cosas para justificar este horrendo crimen de lesa humanidad.

Rilinger: El Parlamento Europeo adoptó el llamado Informe Matic en el verano de 2021, según el cual el aborto debe considerarse un derecho humano. ¿Te imaginas que la negativa a observar este supuesto derecho humano recién inventado tendrá consecuencias civiles o penales?

Card. Müller: Cuando estos ateos y agnósticos neopaganos hablan de los derechos humanos y los valores europeos, admiten a regañadientes que existen normas éticas.

Incluso si, en su desorientación metafísica resultante de la pérdida de la fe en Dios todopoderoso, nuestro Creador y juez incorruptible de las buenas y malas acciones, rechazan las normas morales objetivas y universalmente vinculantes, deben, sin embargo, al menos reconocer como un mínimo ético el límite de la autodeterminación en el cuerpo y la vida del otro ser humano.

Quien piense que los poderosos, los sanos y los ricos tienen más derecho a la vida que los débiles, los enfermos y los pobres, se declara discípulo del darwinismo social, que provocó millones de víctimas de las ideologías políticas en el siglo XX. No basta con invocar el antifascismo y el antiestalinismo propios, sino que hay que renunciar a sus principios inhumanos en el pensamiento y la acción. A pesar de todas las apelaciones a la emancipación del Decálogo oa las apelaciones a la decisión de la mayoría en los parlamentos o al cambio de sentimiento de los pueblos, es válida la ley moral natural que resplandece en la razón y en la conciencia de todo ser humano. Aquellos que son tan criminalmente frívolos con la vida de los demás gritan más fuerte cuando, como se puede ver en los juicios por crímenes de guerra, ellos mismos reciben un golpe en el cuello.

El Concilio Vaticano II, en el decreto conciliar Gaudium et spes, llamó al respeto de la persona humana, diciendo: “cada uno debe considerar a su prójimo sin excepción como otro yo, teniendo en cuenta ante todo su vida y los medios necesarios para vivirla. con dignidad, para no imitar al rico que no se preocupaba por el pobre Lázaro. En nuestro tiempo nos obliga un deber especial a hacernos prójimos de todos sin excepción y a ayudarlos activamente cuando se cruzan en nuestro camino, ya sea un anciano abandonado por todos, un trabajador extranjero injustamente menospreciado, un refugiado , un niño nacido de una unión ilícita y que sufre injustamente por un pecado que no cometió, o una persona hambrienta que perturba nuestra conciencia recordando la voz del Señor: "Mientras lo hiciste por uno de estos, el más pequeño de mis hermanos, ustedes lo hicieron por mí' (Mat. 25:40).”

Continúa diciendo: “Además, todo lo que se oponga a la vida misma, como cualquier tipo de asesinato, genocidio, aborto, eutanasia o autodestrucción voluntaria, todo lo que atente contra la integridad de la persona humana, como la mutilación, los tormentos infligidos a cuerpo o mente, intentos de coaccionar la voluntad misma; todo lo que insulte la dignidad humana, como las condiciones de vida infrahumanas, el encarcelamiento arbitrario, la deportación, la esclavitud, la prostitución, la venta de mujeres y niños; así como condiciones de trabajo vergonzosas, donde los hombres son tratados como meros instrumentos para el lucro, y no como personas libres y responsables; todas estas cosas y otras semejantes son en verdad infamias. Envenenan a la sociedad humana, pero hacen más daño a quienes las practican que a quienes las sufren. Además, son una deshonra suprema para el Creador”. (Vaticano II, Gaudium et spes, 27)

Rilinger: ¿Se le puede prohibir a un médico, como exige la nueva concepción del hombre, negarse a matar a un ser humano por nacer contra su conciencia moral?

Card. Müller: Obligar a una persona a actuar en contra de su conciencia ya es inmoral en sí mismo. Castigarlo por esto es el signo seguro de una perversión de la justicia en una política totalitaria descarrilada, que ha perdido su derecho al estado de derecho, incluso si todavía presentara formalmente la apariencia de una democracia.

Rilinger: ¿Se puede considerar que la negativa de un médico a realizar una matanza prenatal es una “violencia específica de género contra la mujer” como lo exige la concepción ateo-evolucionista del hombre?

Card. Müller: El aborto es una violencia específica de género contra una mujer como madre y su hija o hijo.

Rilinger: ¿Es compatible con nuestro sistema legal que todos los hospitales, incluido un hospital católico, deban realizar abortos?

Card. Müller: Uno no puede arbitrariamente-positivistamente declarar correcto lo que es éticamente incorrecto.

Rilinger: En el caso del embarazo, los derechos humanos de la madre y del feto pueden chocar si la vida de la madre está en peligro por el embarazo. En este caso, ¿debe hacerse una ponderación de intereses, de modo que el médico deba decidir entre la vida de la madre y la del feto?

Card. Müller: Ningún médico tiene derecho alguno a disponer de la vida o la muerte de otro ser humano. Más bien, su tarea es salvar vidas. En un caso extremo, cuando solo se puede salvar una vida a expensas de otra vida, nadie puede decidir desde afuera. Aquí comienza la lógica de mayor amor, como en “Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos”. (Juan 15:13). Conozco mujeres que estuvieron dispuestas a sacrificar su vida por su hijo en esta hora, que murieron en el proceso, y otras que sobrevivieron a pesar de las predicciones de los médicos en sentido contrario, y que hoy agradecen a Dios por esta gracia.

Rilinger: Los abortos por cualquier motivo deben incluirse en el catálogo de beneficios de las compañías de seguros de salud y las aseguradoras de salud. ¿Se puede esperar que la comunidad de asegurados pague por abortos que no están médicamente indicados y son, de hecho, de carácter anticonceptivo general?

Card. Müller: Desde el punto de vista de la ley moral natural y la concepción cristiana del hombre, la participación obligatoria en toda forma de aborto, eutanasia y otras formas de eliminación de la supuesta “vida que ya no vale la pena vivir” debe ser rechazada con todo énfasis y en cada condición. Es, por supuesto, un hecho que en las dictaduras totalitarias y también en los estados del “Occidente democrático” ciertos grupos ideológicos –hasta los partidos representados en el parlamento– obligan a sus conciudadanos a cooperar financieramente en el asesinato de personas inocentes. Los cristianos a menudo son públicamente difamados, discriminados e incluso procesados ​​por ello.

Rilinger: El informe Matic no tiene ninguna consecuencia legal, ya que el Parlamento Europeo no tiene competencia legislativa para la ley del aborto. Sin embargo, este informe tiene un impacto en el discurso político. ¿Pretende esta decisión mostrar lo que debemos considerar como valores europeos, de modo que, como ya ha exigido el presidente Macron, se debe modificar la Carta Europea de los Derechos Fundamentales?

Card. Müller: Exigir el aborto como un derecho humano no puede ser superado en su cinismo inhumano. Esto es lo que le dirá el Papa Francisco al presidente francés, quien públicamente dice ser su amigo.

Rilinger: Su Eminencia, ¡muchas gracias!

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