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¿Cuando Jesús baja a la hostia también sigue estando en el cielo?


Comencemos por explorar la doctrina de la presencia real. En la Última Cena, Jesús instituyó la Eucaristía cuando tomó pan y vino, los bendijo, los partió y dijo a sus discípulos: "Tomad y comed, esto es mi cuerpo" y "Tomad y bebed, esta es mi sangre" (Mateo 26,26-28). En ese momento, Jesús nos dejó un regalo inmenso: la capacidad de recibir su cuerpo y sangre de una manera real y misteriosa bajo las apariencias del pan y el vino. Este es uno de los momentos más sagrados y significativos en la vida de la Iglesia.

La Iglesia Católica, en línea con las enseñanzas de Jesús y la tradición apostólica, sostiene la creencia en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Esto significa que, cuando el sacerdote consagra el pan y el vino durante la Misa, estos elementos se transforman verdaderamente en el cuerpo y la sangre de Cristo. No es un símbolo, sino una realidad sacramental. Esta creencia se basa en las palabras mismas de Jesús en la Última Cena y en las enseñanzas de los Padres de la Iglesia y los concilios ecuménicos a lo largo de la historia.

Ahora, en cuanto a la relación entre la presencia de Jesús en la Eucaristía y su presencia en el cielo, es importante entender que la omnipresencia de Dios es una característica fundamental de su naturaleza divina. Dios no está limitado por el tiempo o el espacio, y su presencia abarca todo el universo. Esto significa que Dios puede estar en todas partes al mismo tiempo.

Cuando Jesús está presente en la Eucaristía, no se trata de una "división" de su presencia divina. Más bien, es una manifestación especial de su presencia en la que se hace accesible de una manera tangible y sacramental para nosotros, sus seguidores. Jesús mismo nos dijo: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28,20). Esta promesa es un testimonio de su presencia constante en nuestras vidas.

Ahora, aquí es donde la respuesta se vuelve aún más profunda y hermosa. Cuando participamos en la Misa y recibimos la Eucaristía, experimentamos un misterio divino. Jesús, en su totalidad, se nos da como alimento espiritual. En ese momento, estamos unidos a él de una manera muy especial y cercana. Pero esto no significa que Jesús abandone su lugar en el cielo.

El cielo, en la teología cristiana, es la comunión eterna y perfecta con Dios. Es el destino final de todos los fieles, donde experimentaremos la plenitud de su amor y gloria. Jesús, como Dios, está en el cielo en su totalidad divina. Su presencia en la Eucaristía no disminuye su presencia en el cielo, porque Dios no está limitado por el espacio o el tiempo.

Imagina esto como un reflejo de la Trinidad: Dios es uno en tres personas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, en una comunión eterna de amor. Del mismo modo, la presencia de Jesús en la Eucaristía es una manifestación especial de su amor y cercanía con nosotros, pero él sigue siendo plenamente Dios en el cielo. No es una "división" de su ser, sino un don especial para nosotros.

Para ayudarnos a entender mejor esto, podemos recurrir al Catecismo de la Iglesia Católica. En el párrafo 1374, se nos dice: "En la celebración de la Eucaristía, recordamos y hacemos presente el misterio de la muerte y resurrección del Señor, hasta que él venga". Esta declaración destaca que la Eucaristía es un memorial del sacrificio redentor de Cristo en la cruz y que también anticipa su venida final. La Eucaristía es un vínculo entre el tiempo terrenal y la eternidad, entre la Tierra y el cielo.

Así que, en resumen, cuando Jesús está presente en la Eucaristía, sigue estando en el cielo en su totalidad divina. La Eucaristía es un misterio que nos permite experimentar de manera especial y tangible su amor y presencia, pero no limita su presencia divina en el cielo. En la Misa, participamos en la comunión de los santos, unidos a todos los fieles vivos y fallecidos, y anticipamos la gloria eterna que nos espera en el cielo.

La Eucaristía es uno de los tesoros más preciosos de nuestra fe, y nos da la oportunidad de encontrarnos con Jesús de una manera muy íntima. Cuando recibimos la hostia consagrada, estamos en presencia del mismo Cristo que está en el cielo, que nos ama y se nos da como alimento espiritual para fortalecernos en nuestro viaje de fe.

Espero que esta respuesta te haya ayudado a comprender mejor este hermoso misterio de fe. Si tienes más preguntas o deseas explorar más profundamente este tema, no dudes en preguntar. La Eucaristía es un tema que siempre ofrece un río inagotable de reflexión y contemplación. ¡Que Dios te bendiga en tu camino de fe y te guíe en tu relación con Jesús en la Eucaristía y en el cielo! 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Por qué un laico no puede hacer la consagración en la Misa?


La celebración de la Misa es uno de los actos más sagrados en la Iglesia Católica, en la cual se conmemora la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Es durante la Misa que se produce la consagración del pan y del vino, convirtiéndolos en el cuerpo y la sangre de Cristo, en lo que conocemos como la transubstanciación. Este acto de la consagración es de suma importancia y es realizado únicamente por el sacerdote, quien ha sido ordenado y tiene la capacidad sacramental para hacerlo.

En la Iglesia Católica, el sacerdocio es un sacramento que se confiere por medio de la ordenación, en la cual se concede a los sacerdotes la capacidad de actuar en el nombre de Cristo y de la Iglesia. Como tal, los sacerdotes están facultados para realizar una serie de actos sagrados, entre los que se encuentra la consagración eucarística. Esto se debe a que la consagración eucarística es un acto que requiere una capacidad sacramental especial, la cual sólo es concedida a través de la ordenación sacerdotal.

La Biblia también nos enseña sobre la importancia del sacerdocio y de la ordenación. En el Nuevo Testamento, se describe cómo Jesús eligió a los Apóstoles y los ordenó como sacerdotes, dándoles la capacidad de perdonar los pecados y celebrar la Eucaristía. En el Evangelio de Mateo (16,18-19), Jesús le da las llaves del Reino de los Cielos a Pedro y le dice que lo que aten en la tierra será atado en el cielo, y lo que desaten en la tierra será desatado en el cielo. Este poder de atar y desatar es una referencia directa a la capacidad de los sacerdotes para perdonar los pecados.


El Catecismo de la Iglesia Católica también se refiere a la importancia del sacerdocio y la ordenación en la celebración de la Misa. En el párrafo 1142, el Catecismo establece que "los signos sacramentales de la liturgia son perceptibles por los sentidos y significan efectos, especialmente los que se refieren a la salvación. La liturgia es un encuentro entre Dios y el hombre en Cristo, los signos perceptibles que se utilizan en ella significan la gracia invisible que se efectúa en nosotros, pero no ocurre de modo automático sino a través de la acción del Espíritu Santo".

El Catecismo también afirma que la Eucaristía es el "sacramento de la unidad", ya que nos une a Cristo y a su Iglesia (párrafo 1325). La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia y es una celebración que debe ser realizada con la mayor reverencia y cuidado posible. Por esta razón, la Iglesia establece ciertas normas y requisitos para la celebración de la Misa, incluyendo quién puede realizar la consagración.

Es importante destacar que la Iglesia no está limitando la participación de los laicos en la celebración de la Misa. De hecho, los laicos tienen un papel fundamental en la celebración de la Misa, como miembros activos de la comunidad de fe que participan en las lecturas, las oraciones y las acciones litúrgicas. Además, los laicos pueden ayudar en la distribución de la comunión y en otras tareas necesarias para la celebración de la Misa. Sin embargo, la Iglesia reserva la consagración eucarística únicamente para los sacerdotes ordenados, ya que es un acto que requiere la capacidad sacramental conferida por la ordenación.

La razón por la cual la consagración eucarística sólo puede ser realizada por un sacerdote ordenado es que el acto de la consagración es un acto sacerdotal que implica la actuación de Cristo en la liturgia. Como se mencionó anteriormente, la consagración eucarística es un acto sacramental que transforma el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. Este acto no es una simple acción simbólica o una representación, sino que es un acto real y efectivo de la presencia de Cristo en el Sacramento de la Eucaristía. Como tal, la consagración eucarística es un acto que sólo puede ser realizado por un sacerdote ordenado, quien actúa en la persona de Cristo y tiene la capacidad sacramental para realizar este acto sagrado.

El Catecismo de la Iglesia Católica establece claramente que la consagración eucarística es una acción que pertenece exclusivamente al sacerdote ordenado. En el párrafo 1411, el Catecismo dice: "Sólo el sacerdote válidamente ordenado puede celebrar la Eucaristía y consagrar el pan y el vino para convertirlos en el Cuerpo y la Sangre del Señor".

La razón por la cual la Iglesia reserva la consagración eucarística para los sacerdotes ordenados también se encuentra en la tradición de la Iglesia. Desde los primeros siglos de la Iglesia, la consagración eucarística ha sido realizada exclusivamente por los sacerdotes ordenados. Esta práctica se basa en la creencia de que sólo los sacerdotes ordenados tienen la capacidad sacramental para actuar en la persona de Cristo y realizar la consagración eucarística. Por lo tanto, esta práctica no es simplemente una decisión arbitraria de la Iglesia, sino que se basa en una larga tradición que se remonta a los orígenes de la Iglesia.

La consagración eucarística es un acto sagrado y misterioso que sólo puede ser realizado por un sacerdote ordenado. Esto no significa que los laicos no tengan un papel importante en la celebración de la Misa. Los laicos son miembros activos de la comunidad de fe y tienen una función esencial en la celebración de la Misa. Además, la Iglesia reconoce la importancia de los laicos en la vida de la Iglesia y los anima a participar activamente en la vida sacramental y litúrgica de la Iglesia.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Según el padre Amorth en los exorcismos los demonios confiesan que todo tatuado está consagrado a Satanás.



El padre Gabriele Amorth declaró que en los exorcismos el diablo confiesa repetidamente, por boca de los poseídos, que cualquiera que se tatúa es su persona consagrada y que independientemente de lo que uno decida tatuarse, su influencia en la vida del tatuado es real y continuo.

El tatuaje es una verdadera consagración indirecta a satanás. Quien se tatúa corre el riesgo de entrar en dolores indecibles, momentos oscuros y depresivos, así como hechizos y hechizos mismos, a decir de las experiencias del padre Amorth.

El tatuado, por lo tanto, permite que el diablo tenga influencias sobre él. Muchos problemas con la depresión, el alcoholismo, las drogas y, más a menudo, aparecen justo después de hacerse un tatuaje. 

Este discurso también podría ser tomado a la ligera por muchos y desafortunadamente también por muchos sacerdotes, pero la verdadera contradicción es que Anton La Vey, fundador de la iglesia de satanás en América, confiesa públicamente (en el libro Modern Primitives) lo dicho, admitiendo que detrás de cada tatuaje (ya sea una flor o un dragón) hay satanismo de hecho. 

Un sacerdote de satanás tiene la obligación de consagrarse con el tatuaje. Cuando en cambio te tatúas ángeles, rostros de santos, imágenes de Jesús o María, Dios se ofende dos veces, no es un discurso para reírse. 

En muchos exorcismos, los poseídos conscientes durante el rito decían sentir un tremendo fuego arder justo en la piel donde estaban tatuados. Un solo tatuaje es suficiente para correr el riesgo de tener trastornos por posesión como demuestran los numerosos casos estudiados por los exorcistas. 

Entre otras cosas, los tatuajes tribales contienen el 666, el número del anticristo. Así que, si decides hacerte un tatuaje, recuerda que mientras el hombre mira la apariencia exterior, Dios mira el corazón. 

Mi consejo es que no te hagas ningún tatuaje y que no te lo quiten si ya lo has hecho, sino que acudas a un sacerdote exorcista, disponible en la diócesis a la que perteneces, y te bendiga la piel tatuada.

 Ahora nadie podrá decir: "No sabía". La fe en Dios no es un juego y Satanás se aprovecha de nuestra ignorancia para actuar sobre nosotros. A través de la Biblia, Dios también es muy claro en este punto: “mi pueblo perece por falta de conocimiento”. (Oseas; 4-6)

Un loro intenta tomar la Sangre de Cristo justo en el momento en que el sacerdote consagraba el vino.



Los hechos tuvieron lugar en Brasil, donde un loro estaba cerca del sacerdote durante la eucaristía y buscó darle unos tragos al vino de consagrar

Un ave se robó la atención en una misa, esto porque fue notoria su intención de quererse tomar el vino que tenía un sacerdote en el ritual religioso.

Los hechos tuvieron lugar en Brasil, donde un loro estaba cerca del sacerdote durante la eucaristía y buscó darle unos tragos al vino de consagrar.

El usuario Tiago Donizete compartió en TikTok cómo el loro de manera insistente buscaba tomar del vino que el religioso tenía.

El ave no pierde de vista la copa, esto porque el sacerdote la mueve en diversas direcciones, pero eso no impide que el animal vaya tras ella.

En un momento del video se observa como el loro mete el pico en la copa buscando tomar del líquido, pero el hombre reacciona y lo empuja suavemente para atrás.

Un monaguillo que estaba cerca ayuda al religioso para evitar que el ave tome del vino, por lo que al final del video se ve que el loro vuela.

Sacerdote comete sacrilegio y consagra inválidamente al hacer que una mujer pronuncie palabras de la consagración durante Misa.



Un sacerdote habría cometido un sacrilegio contra la Eucaristía en una Misa celebrada recientemente en la Diócesis de Arecibo, en Puerto Rico.

El 2 de agosto, el párroco de la Parroquia Santísima Trinidad, P. Elmon Hernández Faña, presidió la Misa por sus bodas de plata, acompañado de otros sacerdotes y fieles.

La Misa se celebró con ocasión del aniversario 25 años de la ordenación del P. Hernández Faña.

En la Misa, una mujer hizo parte de la plegaria eucarística, algo no contemplado en las normas de la Iglesia.

Antes de la consagración del pan, la mujer dijo: “Él mismo, la víspera de su pasión, como memorial de su amor hacia nosotros y como anticipo de la esperanza de la resurrección, tomó pan en sus manos, pronunció sobre él la bendición y se lo repartió diciendo”.

Después la mujer también dijo: “De la misma manera, cuando ya estaba para terminar la cena, tomó un cáliz lleno de vino, pronunció de nuevo la bendición sobre él, y se lo pasó a sus amigos diciendo”.

El P. Francisco Torres Ruiz, sacerdote de la Diócesis española de Plasencia y profesor de Liturgia, dijo a la prensa que al hacer la narración una mujer, “eso es un abuso litúrgico porque esa forma de proceder no se contempla en ni un solo documento ni se puede apoyar en ni un solo pronunciamiento del magisterio litúrgico de la Santa Iglesia”.

El sacerdote advirtió además que “se podría negar la validez de esa consagración”.

“La narración, o el relato de la institución, es un todo. Las palabras ‘Tomó pan, dio gracias y se los dio diciendo’ no son una mera descripción sino que son parte del relato de la institución eucarística, y por tanto, sin tener la efectividad sacramental de las palabras propias, forman parte de ese momento”.

En todo caso, “podemos decir que el Señor sufrió un verdadero sacrilegio y una auténtica profanación de la Eucaristía, por la cual alguien tendrá que pedir perdón y dar explicaciones” aseguró el sacerdote.

Para concluir, el P. Torres Ruiz dijo sobre el P. Elmon Hernández que “habría que cuestionar un poco la validez de sus misas y la forma litúrgica de proceder en estos años”.

La palabra del sacerdote y la Diócesis de Arecibo

ACI Prensa se contactó con el P. Elmon Hernández, quien dijo que “se cometió un error litúrgico. (No se permite) Ya fue corregido. Gracias por ponerte en contacto con nosotros. Disculpe el inconveniente sucedido”.

ACI Prensa también se contactó con el Vicario General de la Diócesis de Arecibo, P. Jorge Virella, para preguntar por lo ocurrido en la Misa.

“El Administrador Apostólico, Mons. Álvaro Corrada, tan pronto tuvo conocimiento de esta situación llamó al sacerdote implicado y se encuentra trabajando en el asunto. Ciertamente se trata de un abuso litúrgico y de una ofensa a la dignidad del sacramento”, indicó el Vicario.

“El Obispo ha manifestado su dolor por esta ofensa y, como indiqué, en estos momentos se encuentra trabajando, no solo para corregir el abuso, sino para enmendar y reparar el escándalo y dolor causado por este acto”, destacó.

La Diócesis de Arecibo está vacante, es decir no tiene obispo sino administrador, desde la destitución de Mons. Daniel Fernández Torres, quien debió dejar el cargo en marzo de este año por mandato del Papa Francisco.

Aunque el Vaticano no informó el motivo de la decisión, ACI Prensa pudo conocer que una de las razones fue la negativa inicial de Mons. Fernández a que los seminaristas de Arecibo, que se formaban en la Universidad de Navarra (España), sean enviados al nuevo Seminario Interdiocesano de Puerto Rico, aprobado por el Vaticano en marzo de 2020.

¿Qué establece la Iglesia en estos casos?

Lo ocurrido en la Misa presidida por el P. Elmon Hernández contraviene la instrucción Redemptionis Sacramentum del Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos del Vaticano, que trata sobre las cosas que se deben observar o evitar en la Misa.

En el numeral 52, el documento establece que “la proclamación de la plegaria eucarística, que por su misma naturaleza es como la cumbre de toda la celebración, es propia del sacerdote, en virtud de su misma ordenación”.

“Por tanto, es un abuso hacer que algunas partes de la plegaria eucarística sean pronunciadas por el diácono, por un ministro laico, o bien por uno solo o por todos los fieles juntos”, añade.

“La plegaria eucarística, por lo tanto, debe ser pronunciada en su totalidad, y solamente, por el sacerdote”, destaca el texto del Vaticano.

10 oraciones para consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús.

 




1. Primera Consagración al Sagrado Corazón

Escrita por Santa María de Alacoque:

"Yo, __________, me doy y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, mi persona y mi vida, mis oraciones, penas y sufrimientos, para no querer servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarlo, amarlo y glorificarlo. Es mi voluntad irrevocable ser toda de El y hacer todo por su amor, renunciando de todo corazón a todo lo que pueda disgustarle.

Yo os tomo, pues, Oh Sagrado Corazón, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, la seguridad de mi salvación, el remedio de mi fragilidad y de mi inconstancia, el reparador de todos los defectos de mi vida, y mi asilo en la hora de mi muerte.

Sed, por tanto, ¡Oh Corazón de bondad! mi justificación para con Dios vuestro Padre, y alejad de mi los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón de amor! yo pongo toda mi confianza en vos, pues todo lo temo de mi malicia y de mi debilidad, pero todo espero de vuestra bondad. ¡Extinguid pues en mí todo lo que os pueda desagradar o resistir! Que vuestro puro amor os imprima con tanta presteza en mi corazón que no pueda jamás olvidaros, ni estar separada de vos, a quien conjuro, por todas vuestras bondades, que mi nombre sea escrito en vos, pues yo quiero hacer construir mi gloria en vivir y morir en calidad de esclava vuestra. Amen".

2. La oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús del beato Bernardo de Hoyos

El beato Bernardo de Hoyos escribió en 1733 una oración para consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús. Lo hizo en latín y la tradujo al castellano el Padre Juan de Loyola:

"¡Oh Corazón de mi amantísimo Jesús! ¡Corazón dignísimo de toda mi adoración y amor! Yo. __________, inflamado en el deseo de compensar y borrar tantas y tan graves injurias cometidas contra vos, y para huir, cuanto está de mi parte, el vicio de ingrato, os entrego y consagro del todo mi corazón con todos sus afectos, y a mí mismo con todo cuanto soy enteramente. Protesto que es mi deseo puro y sincero olvidarme del todo desde esta hora y momento de mí mismo y de todas mis cosas, para que, quitados todos los impedimentos, pueda entrar en vuestro sacrosanto Corazón, que con singular misericordia me habéis abierto, y habitar en él vivo y muerto con vuestros fieles siervos".

3. Consagración al Sagrado Corazón de Jesús de San Juan Pablo II

Señor Jesucristo, Redentor del género humano, nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos las gracias por todo lo que eres y todo lo que haces. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de Tu Sagrado Corazón, que fue traspasado por nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría, manantial de nuestra vida eterna. Reunidos juntos en Tu nombre, que está por encima de todo nombre, nos consagramos a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad. Al consagrarnos a Ti, los fieles (persona o de lugar) renovamos nuestro deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor. Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la Paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.

4. Acto de confianza:

¡Oh Corazón de Jesús! Pongo toda mi confianza en Ti. De mi debilidad todo lo temo, pero todo lo espero de tu bondad. A tu Corazón confío... (petición). ¡Jesús mío!, yo cuento contigo, me fío de Ti, descanso en Ti. ¡Estoy seguro en tu Corazón!.

5. Consagración al Sagrado Corazón de Jesús por Alfonso XIII

Postrándose ante el altar del Cerro de los Ángeles de Getafe, el rey Alfonso XIII rezó una oración que puede resumirse así:

Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios – Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan: España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península... Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias

6. Oración de la Renovación de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Escrita por el obispo de la diócesis de Getafe, Mons Ginés Beltrán y Mons. José Rico Pavés, obispo auxiliar:

Señor Jesucristo, Redentor del género humano, Sacerdote eterno y Rey del Universo: nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, al cumplirse el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón, los fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar
donde se levanta este trono de tus bondades, para expresar nuestra inmensa gratitud por los bienes innumerables que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y de tus predilecciones. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón, el cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría y manantial del que brota la vida eterna. Reunidos en tu Nombre, que está por encima de cualquier otro nombre, renovamos la consagración que fue hecha aquí hace cien años a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad. Al renovar la consagración de España, los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia, impulsando, en comunión con toda la Iglesia,
una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio. Cuando la Iglesia nos llama por la voz del Sucesor de Pedro a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos
al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos para llevar a todos el bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado. Que a todos anunciemos con mansedumbre y humildad: ¡sus heridas nos han curado! Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares,
en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones. Concédenos permanecer siempre junto a María,
Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de Pentecostés, para que el Espíritu Santo produzca un profundo rejuvenecimiento de la fe en España. Que nuestro pueblo, tierra de María, sepa recibir y custodiar los frutos santos de su herencia católica para que pueda hacerlos crecer afrontando con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro. Líbranos del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. Que al consagraros nuestra vida, merezcamos recibir como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.

7. Oración al Sagrado Corazón de Jesús:

¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Te adoro con toda mi alma y te consagro para siempre jamás, todos mis pensamientos, mis palabras y obras.

¡Ojalá pudiera, oh divino Corazón, consagrarte tantas adoraciones, tanto amor y tanta gloria como Tú consagras a tu eterno Padre! Sé el reparador de mis defectos, el protector de mi vida y mi amparo en la hora de mi muerte. Esta gracia te la pido también para los pobres pecadores, los corazones afligidos, los enfermos y los agonizantes; para mis parientes y bienhechores, amigos y enemigos; por las personas que se encomiendan a mis oraciones, especialmente por aquellas por quien tengo obligación de pedir y, en fin, para todos los hombres que existen en la tierra, a fin de que los méritos de tu preciosa Sangre no se pierdan para ellos. Haz también que sean aplicados en sufragio por las almas del Purgatorio, para que todos en el Cielo podamos bendecirte, adorarte y amarte. Amén.

8. Alabanza al Sagrado Corazón de Jesús

¡Alabado sea el sagrado Corazón de Jesús en el santísimo sacramento del Altar! ¡Sea por siempre bendito y alabado! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Confío: El pasado a vuestra Misericordia,
El presente a vuestro Amor Y el futuro a vuestra Providencia.

9. Petición de ayuda con esta devoción

Acordaos ¡oh Sagrado Corazón de Jesús! de todo lo que habéis hecho por salvarnos. Acordaos del eterno e inmenso amor que habéis tenido por todos los hombres; que tu Corazón acoja a los que a ti acuden y se conmueva ante nuestras debilidades. Llenos de confianza y amor, venimos a tu Corazón, como el corazón del mejor de los padres, del más fiel y bueno de los amigos. Recíbenos, ¡oh Corazón sagrado! en tu infinita ternura; haznos sentir los efectos de tu amor; se nuestro apoyo, nuestro mediador ante nuestro Padre, y concédenos la fuerza en nuestra debilidad, consuelo en nuestras penas, y la gracia de amarte en el tiempo y de poseerte en la eternidad. Corazón de Jesús, acudo a Ti porque eres mi refugio, mi esperanza; el remedio de todos mis males, el alivio de mis miserias, la reparación de todas mis faltas, la seguridad de todas mis peticiones, la fuente inagotable para mí, y para todos la luz, fuerza, constancia, paz y bendición. Estoy seguro que no te cansarás de mí y que no cesarás de amarme, protegerme y ayudarme, porque me amáis con un amor infinito. Ten piedad de mí, según tu gran misericordia, y haz de mí, por mí, y en mí todo lo que quieras, porque yo me abandono a tu Corazón con la entera confianza de que no me abandonarás jamás. Así sea.

10: Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad

Oh Divino Jesús que dijiste: "Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre". Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor: (se pide con mucha humildad lo que se necesita).

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios? A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas. Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males. Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe. Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús. Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Al concluir se reza: "Padre Nuestro, Ave María y Gloria". Después, se repite 3 veces: "Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío".

ÚLTIMA HORA: Esta será la oración oficial para la consagración del Papa de Rusia y Ucrania.

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El Vaticano envió a los obispos de todo el mundo el texto de la oración de consagración de Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María que el papa Francisco dirigirá el próximo 25 de marzo.

El texto traducido, compartido por el sitio Catholic News Agency, es el siguiente:

“Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, en este tiempo de prueba nos dirigimos a ti. Como Madre nuestra, nos amas y nos conoces: no se te oculta ninguna preocupación de nuestro corazón. Madre de misericordia, ¡cuántas veces hemos experimentado tu cuidado vigilante y tu presencia pacífica! Tú nunca dejas de guiarnos a Jesús, el Príncipe de la Paz.

“Sin embargo, nos hemos desviado de ese camino de paz. Hemos olvidado la lección aprendida de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de los millones que cayeron en dos guerras mundiales. Hemos hecho caso omiso de los compromisos que asumimos como comunidad de naciones. Hemos traicionado los sueños de paz de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes.

“Nos enfermamos de codicia, pensamos solo en nuestras propias naciones y sus intereses, nos volvimos indiferentes y nos atrapamos en nuestras necesidades y preocupaciones egoístas. Elegimos ignorar a Dios, contentarnos con nuestras ilusiones, volvernos arrogantes y agresivos, suprimir vidas inocentes y acumular armas. Dejamos de ser guardianes del prójimo y administradores de nuestra casa común.

“Hemos asolado el jardín de la tierra con la guerra y con nuestros pecados hemos quebrantado el corazón de nuestro Padre celestial, que quiere que seamos hermanos y hermanas. Nos volvimos indiferentes a todos y todo menos a nosotros mismos. Ahora con vergüenza clamamos: ¡Perdónanos, Señor!“.

"Santa Madre, en medio de la miseria de nuestro pecado, en medio de nuestras luchas y debilidades, en medio del misterio de la iniquidad que es el mal y la guerra, nos recuerdas que Dios nunca nos abandona, sino que sigue mirándonos con amor, siempre dispuesto a perdonarnos y levántanos a una vida nueva.

“Él te ha dado a nosotros y ha hecho de tu Inmaculado Corazón un refugio para la Iglesia y para toda la humanidad. Por la misericordiosa voluntad de Dios, siempre estás con nosotros; Incluso en los momentos más turbulentos de nuestra historia, estás ahí para guiarnos con tierno amor.

“Ahora nos volvemos hacia ti y llamamos a la puerta de tu corazón. Somos tus amados hijos. En cada época te das a conocer a nosotros, llamándonos a la conversión. En esta hora oscura, ayúdanos y concédenos tu consuelo. Dinos una vez más: ‘¿No estoy yo aquí, yo que soy vuestra Madre?‘ Tú eres capaz de desatar los nudos de nuestro corazón y de nuestro tiempo. En ti depositamos nuestra confianza. Confiamos en que, especialmente en los momentos de prueba, no harás sordos a nuestra súplica y acudirás en nuestra ayuda.

“Eso es lo que hiciste en Caná de Galilea, cuando intercediste ante Jesús y él obró la primera de sus señales. Para conservar la alegría de las bodas, le dijiste: ‘No tienen vino’ (Jn 2,3). Ahora, oh Madre, repite esas palabras y esa oración, porque en nuestros días se nos ha acabado el vino de la esperanza, ha huido la alegría, se ha desvanecido la fraternidad. Hemos olvidado nuestra humanidad y dilapidado el don de la paz. Abrimos nuestros corazones a la violencia y la destructividad. ¡Cuán grandemente necesitamos tu ayuda maternal!”

“Por eso, oh Madre, escucha nuestra oración.

Estrella del Mar, no nos dejes naufragar en la tempestad de la guerra.

Arca de la Nueva Alianza, inspira proyectos y caminos de reconciliación.

Reina del Cielo, restaura la paz de Dios al mundo.

Elimina el odio y la sed de venganza, y enséñanos el perdón.

Libéranos de la guerra, protege nuestro mundo de la amenaza de las armas nucleares.

Reina del Rosario, haznos conscientes de nuestra necesidad de orar y de amar.

Reina de la Familia Humana, muestra a las personas el camino de la fraternidad.

Reina de la Paz, obtén la paz para nuestro mundo”.
La oración de consagración de Rusia y Ucrania continúa:

Oh Madre, que tu dolorosa súplica conmueva nuestros corazones endurecidos. Que las lágrimas que derramas por nosotros hagan florecer de nuevo este valle reseco por nuestro odio. En medio del estruendo de las armas, que tu oración convierta nuestros pensamientos en paz.

“Que tu toque maternal alivie a los que sufren y huyen de la lluvia de bombas. Que tu abrazo materno consuele a los que se ven obligados a abandonar sus hogares y su tierra natal. Que tu Corazón Doloroso nos mueva a la compasión y nos inspire a abrir nuestras puertas y cuidar a nuestros hermanos y hermanas heridos y abandonados.

“Santa Madre de Dios, mientras estabas bajo la cruz, Jesús, viendo al discípulo a tu lado, dijo: ‘He ahí a tu hijo’ (Jn 19, 26). De esta manera nos confió a cada uno de nosotros. Al discípulo, ya cada uno de nosotros, dijo: ‘Aquí tienes a tu Madre’ (v. 27). Madre María, ahora deseamos darte la bienvenida a nuestras vidas ya nuestra historia. En esta hora, una humanidad cansada y angustiada está junto a ti bajo la cruz, necesitada de confiarse a ti y, por medio de ti, consagrarse a Cristo. Los pueblos de Ucrania y Rusia, que te veneran con gran amor, se vuelven ahora hacia ti, aun cuando tu corazón late de compasión por ellos y por todos aquellos pueblos diezmados por la guerra, el hambre, la injusticia y la pobreza.

“Por eso, Madre de Dios y Madre nuestra, a tu Inmaculado Corazón nos encomendamos y consagramos solemnemente, la Iglesia y toda la humanidad, especialmente Rusia y Ucrania. Acepta este acto que realizamos con confianza y amor. Haz que la guerra termine y la paz se extienda por todo el mundo. El ‘Fiat’ que brotó de vuestro corazón abrió las puertas de la historia al Príncipe de la Paz. Confiamos en que, a través de tu corazón, la paz amanezca una vez más. A ti te consagramos el futuro de toda la familia humana, las necesidades y expectativas de todos los pueblos, las angustias y esperanzas del mundo.

“Que por tu intercesión, la misericordia de Dios se derrame sobre la tierra y el suave ritmo de la paz vuelva a marcar nuestros días. Nuestra Señora del ‘Fiat’, sobre la que descendió el Espíritu Santo, restaura entre nosotros la armonía que viene de Dios. Que tú, nuestra ‘fuente viva de esperanza’, riegues la sequedad de nuestros corazones. En tu seno Jesús se encarnó; ayúdanos a fomentar el crecimiento de la comunión. Tú que una vez pisaste las calles de nuestro mundo, condúcenos ahora por los caminos de la paz. Amén.”

¡Ahora puedes rezar la oración de consagración de Rusia y Ucrania! ¡Rézala en familia!

¡Alerta! Sacerdote advierte sobre acciones del demonio previo a la consagración de Rusia y Ucrania.



El 25 de marzo, el Papa Francisco consagrará Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. Sin embargo, un sacerdote alerta sobre el posible aumento de la actividad demoníaca en las vísperas del ofrecimiento a la Virgen.

El padre Donald Calloway está entusiasmado por la próxima consagración de Rusia y Ucrania a María, especialmente en una fecha tan cercana a la fiesta de San José. No obstante, al mismo tiempo invita a estar atentos y orantes.

En la publicación de su sitio de Facebook dedicado a la Consagración a San José, el padre Calloway comienza diciendo:

“Seguro que vivimos en tiempos interesantes. El sábado 19 de marzo es la Solemnidad de San José y el 25 de marzo (Solemneidad de la Anunciación), Rusia y Ucrania serán consagradas al Inmaculado Corazón de María. Incluso hoy se envió una carta desde el Vaticano pidiendo a todos los obispos que participen. ¡Guau! ¡No sería increíble si se mencionara a San José en algún lugar de la oración de consagración oficial utilizada el 25 de marzo!”

Pero al mismo tiempo, el sacerdote alerta sobre cómo la actividad demoníaca puede incrementarse en las vísperas de la consagración.

“Solo un aviso -comienza diciendo- No somos los únicos que lo sabemos. Estoy seguro de que el viejo apestoso [Satanás] está mega enojado. No se sorprenda si arremete a lo grande antes del 25 de marzo. Insto encarecidamente a todos a rezar el rosario todos los días en preparación para la consagración”.

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Entretanto, además un arzobispo ucraniano invitó a que todos los católicos del mundo recen una novena al Inmaculado Corazón en preparación para la consagración de Rusia y Ucrania.

¡Oremos por la paz!

¿Falló la primera consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María?



El Papa Francisco sorprendió gratamente al mundo católico con la noticia de que el próximo 25 de marzo consagrará a Rusia, unido a los obispos del mundo, al Inmaculado Corazón de María. Lo hará en la solemnidad de la Anunciación del Señor, fiesta muy significativa en la Iglesia que conmemora la Encarnación del Verbo de Dios en la doncella de Nazaret.

Dicha consagración es un evento espiritual, litúrgico y pastoral de máxima importancia para la consecución de la paz tras el conflicto ruso-ucraniano.

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La Virgen de Fátima y Rusia

Las consagraciones que hacen los Papas de ciertos territorios, tienen, con la gracia divina, efectos muy importantes. Recordemos la consagración de Rusia que pidió la Virgen María en aquel año 1917, cuando inició con la sublevación de los bolcheviques.

Dicha revolución esparció la ideología comunista por el mundo, sembrando los errores más grandes sobre la verdad del hombre y de la sociedad, y que con el paso de los años dejó una estela de alrededor de cien millones de víctimas mortales.

Días antes del levantamiento que culminó con la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y en ese mismo año en que terminaba la Primera Guerra Mundial, un evento extraordinario ocurrió en Fátima, Portugal, cuando la Virgen María se manifestó a Lucía, Francisco y Jacinta Marto, tres niños pastores, para dar un mensaje al mundo.

Era ella la que de nuevo aparecía en medio de su pueblo –como lo ha hecho en los momentos más cruciales de la historia– para salvar a la humanidad de sus caminos retorcidos a los que la conduce el pecado.

Por eso el núcleo del mensaje de la Señora del Cielo era la llamada a la conversión y a la penitencia, justamente el mismo mensaje que Jesucristo, su Hijo, proclamó cuando inició su ministerio público.

El 13 de junio de 1917, la Virgen María pidió, a nombre de Jesucristo, el establecimiento de la devoción al Inmaculado Corazón de María. Un mes después, el 13 de julio, pidió también la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los primeros sábados.

“Si se atienden mis deseos –dijo–, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz”.

En 1929 la Virgen se apareció nuevamente a Lucía para decirle que había llegado el momento en que Dios pedía al Santo Padre que, en unión con todos los obispos del mundo, hiciera la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, prometiendo salvar a Rusia por este medio.

Diferentes consagraciones

Las cosas no fueron sencillas. Pío XI no recibió la petición de Lucía. Pío XII, en 1942, hizo la consagración del mundo con una velada alusión a Rusia. En 1952, volvió a hacer la consagración pero sin la colaboración directa de los obispos del mundo.

San Pablo VI renovó la consagración de Pío XII.

San Juan Pablo II intentó hacerla con una fórmula que no sulfurase al ateo gobierno soviético, pero fue el 25 de marzo de 1984 cuando se hizo la consagración definitiva de Rusia.

Aunque algunas personas criticaron al pontífice de no haber hecho la consagración como la Virgen pidió, el Papa afirmó que la hizo, y sor Lucía, la vidente de Fátima, ratificó que esa consagración, como la hizo san Juan Pablo II, fue como la Virgen pidió.

Cinco años más tarde la URSS fue desmantelada y los gobiernos comunistas fueron cayendo uno tras otro, asombrosamente, sin revoluciones ni violencia.

Entonces, ¿falló la consagración?

La conversión de Rusia anunciada por María se ha ido dando gradualmente:

Rusia ha abandonado el marxismo-comunismo y ha habido grandes cambios en el país. Luego, los rusos han regresado, poco a poco, a la fe; los templos han abierto sus puertas, la mayoría se ha bautizado y la Iglesia Ortodoxa es símbolo de la identidad del pueblo ruso.

Sin embargo la plenitud de la conversión de Rusia está aún por darse, y es la integración de la Iglesia Ortodoxa bajo la autoridad suprema del papado.

Tengamos claro que la consagración de Rusia y Ucrania que anunció el papa Francisco no fue por petición de la Virgen María, sino de los obispos de Ucrania que solicitaron al Papa que ambos territorios fueran consagrados.

¿Por qué consagrar también Ucrania?

Muchos católicos se confunden y piensan que solamente Rusia debe ser consagrada, y no Ucrania. ¿Por qué debería de ser así, cuando esta consagración es independiente de las apariciones de Fátima?

Aquella que pidió la Virgen ya fue hecha por san Juan Pablo en las circunstancias del comunismo. La de Francisco es con la intención del fin de la guerra y solicitada por los obispos ucranianos. ¿Será que Dios es tan mezquino como para excluir a Ucrania?

Los católicos hemos de orar por el fin de la guerra entre Rusia y Ucrania uniéndonos al Papa en esta consagración. Con ella se anuncia una gracia muy grande para esos países. Es la oración confiada del pueblo de Dios, unida a la intercesión de Nuestra Señora, una fuerza espiritual muy poderosa que cambia el curso de la historia.

IMPORTANTE: El Papa Francisco consagrará a Rusia y a Ucrania al Inmaculado Corazón



El Papa Francisco consagrará a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María, anunció este martes la Santa Sede. El acto de consagración será el 25 de marzo a las 17:00 horas (tiempo de Roma).

“El viernes 25 de marzo, durante la Celebración de la Penitencia que presidirá a las 17 horas en la Basílica de San Pedro el Papa Francisco consagrará a Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María. El mismo acto, el mismo día, será realizado en Fátima por el cardenal Krajewski, limosnero pontificio, como enviado del Papa”, informó Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Para la consagración se eligió el día de la fiesta de la Anunciación del Señor.

De acuerdo con la agencia Vatican News, la Virgen de Fátima, en su aparición del 13 de julio de 1917, pidió la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón, afirmando que, si no se concedía esta petición, Rusia extendería “sus errores por todo el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia”.

Después de las apariciones hubo actos de consagración al Corazón Inmaculado de María. El 31 de octubre de 1942, Pío XII consagró el mundo entero y el 7 de julio de 1952 consagró los pueblos de Rusia al Corazón Inmaculado de María.

El 21 de noviembre de 1964, Pablo VI renovó la consagración de Rusia al Corazón Inmaculado en presencia de los Padres del Concilio Vaticano II.

Por último, el 25 de marzo de 1984 en la Plaza de San Pedro, en unión espiritual con todos los Obispos del mundo, Juan Pablo II confió todos los pueblos al Corazón Inmaculado de María.

La consagración ocurre mientras Rusia lleva a cabo una operación militar en Ucrania que ha causado pérdidas de vidas humanas para ambos países, pérdidas materiales y que más de 1.5 millones de personas hayan tenido que huir de Ucrania para ponerse a salvo.
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