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¿A qué se refiere el Papa Francisco cuando dice que todas las religiones son un camino para llegar a Dios?


Me alegra que hayas traído este tema tan interesante y, a veces, un poco polémico. La declaración del Papa Francisco acerca de que “todas las religiones son un camino para llegar a Dios” ha causado bastante revuelo y malentendidos. Muchos se han preguntado si el Papa está diciendo que todas las religiones son iguales o si está de alguna manera relativizando la fe católica. Pero, si lo analizamos bien y con un corazón abierto, veremos que lo que el Papa dice no es algo nuevo ni extraño, sino una enseñanza que la Iglesia ha sostenido por mucho tiempo.

Vamos a desglosarlo paso a paso, ¿vale?

El hombre es un ser religioso por naturaleza

Desde el principio, el Catecismo de la Iglesia Católica lo deja claro: el ser humano es, por naturaleza, un ser religioso. El numeral 1 del Catecismo dice que el hombre ha sido creado por Dios para hacerle partícipe de su vida bienaventurada, por lo que en lo profundo del corazón del hombre siempre existe el deseo de buscarlo, porque Dios "en todo tiempo y en todo lugar, se hace cercano al hombre: le llama y le ayuda a buscarle, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas". Dios nos creó con ese anhelo de infinito, esa búsqueda del sentido de la vida que, aunque a veces se manifieste de maneras diferentes según la cultura y la religión, siempre apunta hacia Él.

El Catecismo nos dice:

"El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar.


«La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios. El hombre es invitado al diálogo con Dios desde su nacimiento; pues no existe sino porque, creado por Dios por amor, es conservado siempre por amor; y no vive plenamente según la verdad si no reconoce libremente aquel amor y se entrega a su Creador» (Gaudium et Spes 19,1)" (Catecismo de la Iglesia Católica, 27).

Esto quiere decir que todos, de alguna forma, estamos buscando a Dios. No importa de dónde vengas ni cómo crezcas, ese deseo de algo más grande, algo que te trascienda, está en tu corazón.

La semilla del Verbo

Aquí entra en juego un concepto muy importante que la Iglesia ha enseñado desde hace siglos, y que muchas veces no es tan conocido: la doctrina de la “semilla del Verbo”. Esta enseñanza, que tiene sus raíces en los escritos de los Padres de la Iglesia, como San Justino Mártir, sostiene que en todas las religiones hay "semillas" de verdad, destellos que apuntan hacia Dios. San Justino decía que el Verbo de Dios, o sea, la Palabra de Dios, ha dejado trazos de sí mismo en las culturas y religiones, aunque no de forma plena o completa.

Este concepto fue retomado en el Concilio Vaticano II, en documentos como Nostra Aetate, que habla sobre la relación de la Iglesia con las religiones no cristianas. El documento reconoce que las otras religiones contienen elementos de verdad y bondad que pueden ser medios para que las personas se acerquen a Dios. El Concilio no dice que todas las religiones son iguales ni que todas contienen la plenitud de la verdad. Eso lo vamos a aclarar más adelante, pero sí reconoce que en todas hay un deseo sincero de buscar a Dios y hacer el bien, lo que refleja esa semilla del Verbo.

Esfuerzos humanos por encontrar a Dios

Hay algo que debemos entender: todas las religiones, en mayor o menor medida, son el fruto del esfuerzo humano por encontrar a Dios. Si lo piensas, la historia de la humanidad es la historia de la búsqueda de Dios. Desde las culturas más antiguas, los seres humanos han intentado encontrar sentido a la vida, han buscado una conexión con lo divino. A veces, esa búsqueda ha sido más clara, y otras veces ha estado llena de confusión, pero el esfuerzo por alcanzar a Dios ha estado ahí.

El problema es que, aunque todas las religiones contienen algo de verdad, ninguna de ellas contiene la plenitud de la verdad. Esa plenitud solo la encontramos en Jesucristo y, por lo tanto, en la Iglesia que Él fundó. Cristo es el único camino, la verdad y la vida (Juan 14,6). Esto no significa que despreciemos a las otras religiones, sino que reconocemos que, aunque tienen elementos buenos y verdaderos, el único que nos lleva plenamente al Padre es Jesús.

Grados de verdad

Aquí es donde podemos entender mejor lo que el Papa Francisco quiso decir. Sí, es verdad que todas las religiones contienen algo de verdad, pero esa verdad se encuentra en grados. Como lo enseña la Iglesia, algunas religiones pueden estar más cerca de la verdad que otras, pero ninguna de ellas posee la verdad completa. Solo en la Iglesia católica, fundada por Cristo y guiada por el Espíritu Santo, encontramos la plenitud de la verdad y los medios necesarios para nuestra salvación.

No se trata de decir que “todo da igual” o que “todas las religiones son lo mismo”. No. Lo que el Papa está diciendo es que, en cada religión, hay un intento, a veces muy sincero, de buscar a Dios, y ese esfuerzo debe ser respetado. Pero también tenemos que ser claros en decir que la revelación plena de Dios la encontramos en Jesucristo. Es como si dijéramos que algunas religiones tienen luces, pero solo Cristo es el sol.

San Pablo y los paganos

En su carta a los Romanos, San Pablo habla de un punto muy importante que nos ayuda a entender todo esto. En el capítulo 2, San Pablo dice que los paganos, aquellos que no conocen la ley de Moisés, pueden cumplir la voluntad de Dios sin siquiera conocerla, porque la ley está escrita en sus corazones (Romanos 2,14-16). En otras palabras, incluso aquellos que no conocen a Cristo o la revelación de la ley pueden hacer el bien y buscar a Dios, porque Dios ha dejado su huella en el corazón de todos los hombres.

Esto no significa que las otras religiones sean suficientes para alcanzar la salvación, pero sí nos muestra que Dios está trabajando en los corazones de todos, incluso de aquellos que no conocen a Cristo directamente. La gracia de Dios es misteriosa y actúa de maneras que a veces no comprendemos.

La plenitud en la Iglesia

Entonces, aunque todas las religiones contienen semillas de verdad, debemos ser claros en que la plenitud de la verdad se encuentra en la Iglesia católica. Como católicos, tenemos el privilegio y la responsabilidad de conocer a Cristo, quien es la Verdad, y de compartir esa verdad con los demás. No con arrogancia ni con un espíritu de superioridad, sino con humildad y caridad. Si en otras religiones hay personas que están buscando sinceramente a Dios, ¡qué mejor que nosotros podamos mostrarles el camino completo que es Cristo!

El Papa Francisco, con sus palabras, nos invita a reconocer ese esfuerzo sincero por buscar a Dios en todas las religiones, pero sin perder de vista que nosotros, como católicos, tenemos la misión de anunciar la verdad plena que solo se encuentra en Cristo.

Espero que esto te haya ayudado a aclarar la cuestión y, sobre todo, que te inspire a seguir profundizando en tu fe, sabiendo que Cristo es el único camino que nos lleva al Padre, pero que Dios, en su inmensa misericordia, también se revela a todos los que lo buscan de corazón sincero.

¡Un abrazo fuerte y que Dios te bendiga!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Fernando Casanova vuelve a la polémica, le llama "Maldito apóstata" al Papa Francisco.


Fernando Casanova, aún reconocido como predicador católico y ex pastor protestante, ha vuelto a generar polémica. Recientemente, Casanova ha hecho publicaciones absolutamente contrarias a la fe católica, donde afirmaba que solo existían dos sacramentos y que los demás eran "inventos para engañar y controlar a los fieles". Estas afirmaciones fueron eliminadas sin ninguna explicación por parte de Casanova, dejando a sus seguidores sin respuestas.

En un nuevo giro de controversia, Casanova ha utilizado su cuenta de X (anteriormente conocida como Twitter) para llamar "maldito apóstata" al Papa Francisco. Este no es el primer ataque de Casanova hacia el pontificado del Papa Francisco, ya que en el pasado ha mostrado un profundo desprecio tanto por su liderazgo como por su persona, llegando a insultarlo y cuestionarlo en múltiples ocasiones. Sin embargo, esta vez ha llevado sus críticas a un nivel superior al etiquetar al Papa como apóstata, lo que en otras palabras implica que, según Casanova, el Papa ha perdido y rechazado la fe cristiana por completo y por tanto no sería un Papa legítimo, sino un "anti-papa" como dicen los ultra tradicionalistas que sostienen que la Sede Apostólica está "vacante".



Además, en su misma red social, Casanova ha venido publicando mensajes controvertidos de manera regular. Suele lanzar encuestas que parecen preguntas capciosas o retóricas para cuestionar verdades de fe. Por ejemplo, recientemente preguntó a sus seguidores si consideraban válidas las ordenaciones de obispos y sacerdotes aunque fueran realizadas "en contra de lo que dice la Biblia". Esta pregunta sugiere de manera grave que Casanova cree que la Iglesia hace ordenaciones basadas en nociones contrarias a las Escrituras. Estas publicaciones reflejan que Casanova podría estar volviendo a una posición de "sola scriptura", una postura protestante que sostiene que la única autoridad es la Biblia, excluyendo a la Iglesia y cualquier clase de Magisterio.

Esta acusación de apostasía por parte de Casanova resuena con las tesis de los grupos sedevacantistas, quienes sostienen que el Papa no puede ser el legítimo pontífice debido a una supuesta pérdida de la fe. La comunidad católica sigue atenta a las acciones y declaraciones de Casanova, cuyo impacto en los fieles y en la percepción del liderazgo de la Iglesia sigue siendo significativo.

A continuación publicamos el enlace a la publicación de Fernando Casanova, aunque no garantizamos que pueda estar disponible por mucho tiempo, ya que suele eliminar sus mensajes polémicos horas o días después


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¿Por qué al Papa se le llama 'Vicario de Cristo'?


"Vicario de Cristo". ¿Por qué llamamos así al Papa y qué significa realmente?

Para empezar, es esencial entender qué significa la palabra "vicario". Esta palabra proviene del latín "vicarius", que significa "sustituto" o "representante". Así que, cuando decimos que el Papa es el "Vicario de Cristo", estamos diciendo que él es el representante de Cristo aquí en la Tierra. Este no es un concepto nuevo ni algo que la Iglesia se haya sacado de la manga recientemente; tiene raíces profundas tanto en la Biblia como en la tradición de la Iglesia.

Vamos a adentrarnos un poco más en las Escrituras para comprender esto mejor. En el Evangelio de Mateo, hay un pasaje clave que se cita a menudo en este contexto. Jesús le dice a Pedro:

"Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos, y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos." (Mateo 16,18-19).

Este pasaje es fundamental. Aquí, Jesús confiere a Pedro una autoridad especial. Al entregarle las "llaves del reino de los cielos", Jesús está utilizando una metáfora que sus oyentes entenderían perfectamente: está dándole a Pedro el poder y la autoridad de actuar en su nombre, de ser su representante.

Pedro es, por tanto, el primer Vicario de Cristo. Y, como sabemos, el Papa es el sucesor de Pedro. Así, cada Papa, al ser sucesor de Pedro, hereda esta responsabilidad y este título de ser el representante de Cristo en la Tierra. No es que el Papa sea un sustituto de Cristo en el sentido de que reemplace a Cristo, sino que actúa en su nombre, guiando a la Iglesia y a sus fieles.

Ahora, si miramos al Catecismo de la Iglesia Católica, que es una gran fuente de sabiduría y enseñanza, encontramos una confirmación de esto. El Catecismo nos dice en el número 882:

"El Papa, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro, es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la multitud de los fieles. En efecto, el Romano Pontífice, en virtud de su cargo de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, tiene sobre la Iglesia una potestad plena, suprema y universal, que puede siempre ejercer libremente."

Este párrafo subraya que el Papa, como sucesor de Pedro, tiene una autoridad especial sobre toda la Iglesia. Esta autoridad no es solo simbólica, sino que tiene implicaciones reales y prácticas en la forma en que la Iglesia se gobierna y se guía espiritualmente.

Un aspecto importante de ser el Vicario de Cristo es la responsabilidad que conlleva. Ser representante de Cristo no es solo un honor, sino una carga pesada. El Papa debe guiar a la Iglesia según los principios y enseñanzas de Cristo, siempre buscando la voluntad de Dios y el bienestar espiritual de los fieles. Esto se refleja en las acciones y enseñanzas de muchos papas a lo largo de la historia, quienes han tratado de seguir fielmente el ejemplo de Cristo.

Otra cosa interesante es cómo este concepto de representación se extiende más allá de la figura del Papa. En cierto sentido, todos los bautizados estamos llamados a ser representantes de Cristo en nuestras vidas cotidianas. San Pablo, en su Segunda Carta a los Corintios, dice: "Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios." (2 Corintios 5,20).

Este llamado a ser embajadores de Cristo se aplica a todos nosotros, pero el Papa tiene un papel especial y único en esto. Su vida y su ministerio están dedicados a guiar a toda la Iglesia, asegurándose de que permanezcamos fieles al Evangelio y a las enseñanzas de Cristo. Así que, cuando decimos que el Papa es el Vicario de Cristo, estamos reconociendo esta responsabilidad y este papel especial que él desempeña en la comunidad de fe.

Ahora, pensemos en la vida de algunos papas recientes. Fijémonos, por ejemplo, en San Juan Pablo II. Su pontificado fue un testimonio vivo de lo que significa ser el Vicario de Cristo. Su amor por los jóvenes, su defensa incansable de la dignidad humana y su esfuerzo por derribar muros de división en el mundo son claros ejemplos de cómo trató de vivir este llamado. Su famosa frase "¡No tengáis miedo!" resonaba con la confianza y la fe que él mismo tenía en Cristo, guiando a millones de personas hacia una vida más cercana a Dios.

Y qué decir del Papa Francisco, quien continuamente nos recuerda la importancia de la misericordia, la humildad y la preocupación por los pobres y marginados. Su papado ha sido una llamada constante a volver al corazón del Evangelio, a ver a Cristo en los rostros de los necesitados, y a vivir una fe auténtica y comprometida. Esto también es una forma de ser Vicario de Cristo, mostrando a través de sus acciones y palabras el amor y la compasión de Jesús.

Es importante también recordar que, aunque el Papa tiene esta autoridad y este rol tan importante, él no actúa solo. Está en comunión con todos los obispos y con toda la Iglesia. La idea de "colegialidad" es fundamental en la Iglesia Católica: el Papa y los obispos trabajan juntos, guiados por el Espíritu Santo, para liderar a los fieles. Esta es una hermosa imagen de la Iglesia como un cuerpo unido en Cristo, donde cada uno tiene un papel importante que desempeñar.

En resumen, llamar al Papa "Vicario de Cristo" es reconocer su papel especial como sucesor de Pedro, a quien Cristo confió las llaves del Reino de los Cielos. Es reconocer que el Papa tiene la responsabilidad de guiar a la Iglesia, no según su propio criterio, sino según la voluntad de Cristo. Y es también una llamada para todos nosotros a apoyar al Papa en su misión, orando por él y siguiendo sus enseñanzas que buscan llevarnos más cerca de Cristo.

Espero que esta charla te haya aclarado un poco más este hermoso y profundo título que llevamos en nuestra fe. Y recuerda, siempre estamos aprendiendo y creciendo en nuestra comprensión de estos misterios. Si tienes más preguntas, no dudes en preguntar. ¡Estamos juntos en este camino de fe!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Seguro también disfrutarás leyendo: ¿Por qué se le dice "Santo Padre" al Papa? ¿No es idolatría? 

¿Por qué la ciudad del papa se llama Vaticano?




¿Por qué la ciudad del papa se llama Vaticano?

Por Maria Paola Daud 

Hasta esta colina iban en época romana a buscar augurios o vaticinios. Aquí toda la historia...


Cuando hablamos de Vaticano, inmediatamente pensamos en la ciudad donde vive el papa, donde se fundó la Iglesia, pero mucho tiempo atrás no era así. El Ager Vaticanus comprendía casi doce kilómetros cuadrados de superficie, que componía la orilla derecha del río Tíber, la colina Janiculum (Gianicolo), la colina Vaticanus y Monte Mario, hasta la confluencia del río Cremera.

El Ager Vaticanus era un campo abandonado infestado de serpientes que con el tiempo comenzó a poblarse gracias a un asentamiento etrusco llamado Vaticum. De allí se cree que toma el nombre la zona. El nombre provenía del dios etrusco Vaticanus o Vagitano, que a sus vez tomaba el nombre del “vaticinium” que era el arte de la adivinación del cual los etruscos eran grandes maestros.

Los adivinos de Roma

Plinio el Viejo en sus escritos Naturalis Historia (siglo I), refería que en ese lugar se encontraba un antiguo roble con una inscripción en letras etruscas que atestiguaba como el árbol era digno de veneración y punto de encuentro para los “aruspici”.

¿Quiénes eran estos “aruspici”? Eran los que se dedicaban al arte adivinatoria de la aruspicina, que consistía en el examen meticuloso de las vísceras de animales sacrificados especialmente el hígado y el intestino.

Los arúspicos fueron consultados durante toda la duración del imperio romano. Cuentan que el arúspico personal de Julio César, el etrusco Spurinna, habría predicho la muerte trágica del dictador romano.

Calígula, Nerón y el martirio de San Pedro

Una zona más estrecha de lo que hoy vendría a ser la ciudad del Vaticano actual, fue bonificada y se convirtió en las villas privadas de Agripina, “Horti di Agrippinae” madre de Calígula. Allí su hijo Calígula hizo construir provisoriamente un circo o hipódromo, que luego fue reestructurado por su sobrino Nerón.

En el centro del circo se encontraba un obelisco que había sido traído por Calígula en el año 37 d. C. desde Egipto, y es el que se encuentra ahora en el centro de la plaza de San Pedro desde el año 1586 en que fue trasladado.

Según la tradición, entre los años 64 y 67 en el Circo de Nerón, fue martirizado el apóstol san Pedro, “piedra fundamental” de nuestra Iglesia.

De Adventista del Séptimo Día a Católico, así relata un sacerdote la conversión de uno de sus parroquianos.


Como sacerdote católico, he presenciado muchas conversiones a lo largo de mi ministerio, pero hay una en particular que siempre recordaré con especial cariño. Se trata de la historia de Juan, un devoto adventista del séptimo día que encontró su camino hacia la fe católica de una manera verdaderamente inspiradora.

Todo comenzó hace unos años, cuando Juan comenzó a realizar trabajos de mantenimiento en nuestra parroquia después de mudarse a la ciudad por motivos de trabajo. Era un hombre amable y respetuoso, pero siempre noté una cierta reserva en él cuando se trataba de hablar sobre su fe. Durante los primeros meses, se limitaba a cumplir con sus tareas y evitaba involucrarse en conversaciones religiosas.

Un día, mientras trabajaba en el jardín de la parroquia, decidí acercarme a Juan para saludarlo y entablar una conversación. Le pregunté cómo se sentía en nuestra comunidad y si necesitaba algo en particular. Juan respondió con cortesía, pero pude percibir cierta tensión en su voz cuando mencionó que había crecido como adventista del séptimo día y que estaba todavía explorando su camino espiritual.

Durante nuestras conversaciones, Juan expresó su admiración por la liturgia católica, así como su fascinación por la historia y la tradición de la Iglesia Católica. Sin embargo, también compartió conmigo algunas dudas y preguntas que había estado teniendo sobre su fe adventista.

"Padre, siempre he creído firmemente que los católicos son idólatras", confesó Juan en una de nuestras conversaciones. "Creen en imágenes y estatuas, y eso va en contra de los mandamientos de Dios".

Comprendiendo su preocupación, le respondí con paciencia: "Juan, entiendo tus inquietudes, pero es importante recordar que la veneración de imágenes y estatuas en la Iglesia Católica no es idolatría. Estas representaciones nos ayudan a conectar con los santos y con la misma imagen de Cristo, y son un recordatorio de nuestra fe".

Juan frunció el ceño, claramente escéptico. "Pero ¿qué hay del papa? ¿No es él el anticristo, como dicen muchos adventistas?"

Sonriendo tranquilamente, intenté aclarar sus dudas. "El Papa es el líder de la Iglesia Católica, pero no es el anticristo. Es el sucesor de Pedro, a quien Jesús le dio la autoridad de liderar su Iglesia. El papel del Papa es guiarnos en la fe y la moral, y su autoridad está enraizada en la tradición apostólica".

Juan escuchaba atentamente, pero seguía sin estar convencido. "Y ¿qué pasa con el sábado? ¿No pecamos al no guardar el sábado como día sagrado, como está escrito en los Diez Mandamientos?"

"Juan, en la Iglesia Católica celebramos el domingo como el día del Señor, en conmemoración de la resurrección de Jesús", expliqué con calma. "Esto no significa que despreciemos el sábado, pero nuestra tradición se remonta a los primeros cristianos, que comenzaron a reunirse el primer día de la semana en honor a la resurrección".

Juan parecía reflexionar sobre mis palabras, pero aún tenía una última objeción. "Y ¿qué hay de comer carne de cerdo? En la Biblia se nos enseña que es impuro".

"Es cierto que en el Antiguo Testamento se prohíbe el consumo de ciertos alimentos, incluida la carne de cerdo", asentí. "Pero Jesús vino a cumplir la ley y nos liberó de esas restricciones. En el Nuevo Testamento, él mismo declaró que no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de ella".

Con el tiempo, Juan comenzó a participar más activamente en la vida de la parroquia. Se involucró en actividades sociales y comenzó a asistir a clases de catequesis. Durante este proceso, pude ver cómo su corazón se abría cada vez más a la gracia y la belleza de la fe católica.

Una de las experiencias más conmovedoras que compartí con Juan fue cuando lo acompañé en su primer viaje a una iglesia católica fuera de nuestra parroquia. Fuimos juntos a visitar una antigua catedral en el centro de la ciudad, y mientras caminábamos por los pasillos adornados con arte sacro y escuchábamos el suave murmullo de la música sacra, pude ver en los ojos de Juan una profunda emoción y reverencia.

Después de esa visita, Juan comenzó a asistir regularmente a la misa diaria y a participar en la adoración eucarística. Fue durante una de estas misas diarias que ocurrió un momento verdaderamente conmovedor que marcó un hito en su camino hacia la conversión.

Después de la comunión, mientras estábamos arrodillados en oración, vi lágrimas correr por las mejillas de Juan. Cuando terminó la misa, me acerqué a él y le pregunté si estaba bien. Con voz temblorosa, Juan me confesó que durante la adoración eucarística había experimentado una profunda sensación de paz y presencia de Dios que nunca antes había sentido.

A partir de ese momento, Juan se comprometió plenamente con su proceso de conversión. Continuó estudiando la fe católica, participando en la Misa y profundizando su relación con Dios a través de la oración y la meditación. Cada vez que hablábamos, podía ver cómo su fe se fortalecía y cómo su corazón se llenaba de alegría y gratitud por el don de la fe católica.

Finalmente, después de un largo y profundo proceso de discernimiento, Juan tomó la decisión de convertirse formalmente a la fe católica. Fue un momento de gran alegría y celebración para toda la comunidad parroquial, que lo recibió con los brazos abiertos y el corazón rebosante de amor fraternal.

Desde entonces, Juan ha seguido creciendo en su fe y su compromiso con la Iglesia Católica. Se ha convertido en un miembro activo de la comunidad, sirviendo como lector en la misa, participando en obras de caridad y compartiendo su testimonio de conversión con otros.

Su historia es un poderoso recordatorio del amor y la misericordia de Dios, así como del poder transformador de la fe. A través de su testimonio, Juan nos recuerda que nunca es demasiado tarde para abrir nuestro corazón a la gracia de Dios y seguir el llamado del Espíritu Santo hacia una vida de fe, esperanza y amor en Cristo Jesús.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Oración por la Unidad de la Iglesia y el cese de las peleas entre Obispos y de Obispos contra el Papa


Oh, Padre Celestial, en este tiempo de desafíos y tensiones dentro de tu santa Iglesia, te pedimos humildemente que derrames tu gracia sobre nosotros. Concédenos la fortaleza para superar las divisiones y las confrontaciones que amenazan la unidad que tanto anhelamos.

Bendice a nuestro amado Papa, tu siervo fiel, que guía a la Iglesia con sabiduría y amor, en medio de las tormentas y las tribulaciones. Que su liderazgo sea iluminado por el Espíritu Santo, para que pueda discernir tu voluntad y llevarnos hacia la unidad en la verdad y el amor.

Intercede, oh Madre Santísima, Reina de la Paz, por la reconciliación entre tus hijos. Ayúdanos a recordar siempre que somos una familia en Cristo, llamados a amarnos unos a otros como Él nos amó.

Que el Espíritu Santo, fuente de unidad y comunión, infunda en nuestros corazones el deseo de buscar la paz y la armonía, incluso en medio de las diferencias y desacuerdos. Que nos conceda el don de la comprensión mutua y la paciencia para dialogar con amor y respeto.

En medio de las confrontaciones entre obispos y de obispos contra el Papa, te pedimos, Señor, que envíes tu luz para iluminar sus corazones y abrir sus mentes a la búsqueda sincera de la verdad y la reconciliación. Que reconozcan la importancia de la unidad en la diversidad, y se esfuercen por trabajar juntos en armonía para el bien de la Iglesia y el mundo.

Que todas nuestras acciones y palabras estén impregnadas del amor de Cristo, quien nos enseñó a ser uno en Él. Que la unidad de la Iglesia sea un testimonio vivo de su amor redentor para el mundo.

Amén.

Obispa anglicana Jo Bailey Wells: “He hablado al Papa y los cardenales sobre el impacto de la ordenación de mujeres”


El papel de la mujer en la Iglesia, foco de preocupación del papa Francisco. Lo demuestra con sus invitadas (sí, en femenino) a las dos últimas reuniones del Consejo de Cardenales, el denominado C-9 que ayuda al Pontífice en el gobierno de la Iglesia Universal. El pasado diciembre llamaba a Lucia Vantini, fundadora de la Coordinadora de Teólogas Italianas, y a la salesiana Linda Pocher para hablar sobre ellas y su ser y hacer en el ámbito eclesial. Ahora –en su reunión bimestral celebrada en la Casa Santa Marta del 5 al 6 de febrero– repetía Pocher, para que los cardenales pudieran asentar los conceptos ya explicados. Así, la acompañaban la virgen consagrada de Verona Giuliva Di Berardino –profesora y responsable de cursos de espiritualidad y ejercicios– y la obispa anglicana (sí, también en femenino) Jo Bailey Wells.

Tras salir de su cita con el Consejo de Cardenales, la secretaria general adjunta de la Comunión Anglicana, que representa a 42 organizaciones en más de 165 países, atiende a ‘Vida Nueva’ para conversar sobre su presencia en el Vaticano y conocer más en profundidad a esta mujer, casada y con dos hijos, que, desde 1998, sabe lo que significa estar en los lugares en los que se toman las decisiones, pues ese año se convirtió en la primera mujer decana de una universidad de Cambridge. También tiene un amplio bagaje pastoral en África, pues ha liderado comunidades en Sudáfrica, Uganda, Sudán del Sur; y, en América, en Haití. Además, ha sido profesora de Antiguo Testamento en Ridley Hall (Cambridge) y profesora de Biblia en la Universidad de Duke (Carolina del Norte).

PREGUNTA.- Aunque la reunión tuviera lugar justo después de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos, ¿le sorprendió la propuesta?

RESPUESTA.- Sí, totalmente. De hecho, me preguntaba qué podría aportar sobre el tema solicitado y también si yo era la persona adecuada para llevarlo a cabo.

P.- ¿Y cuál era el tema solicitado?

R.- Me pidieron que hablara sobre la experiencia de la ordenación de mujeres en la Iglesia de Inglaterra y en la Comunión Anglicana. Esto incluía algunos antecedentes, el proceso de toma de decisiones y el impacto que había tenido para nuestra Iglesia. Pero también hablé un poco más en general sobre lo que habíamos aprendido a través del proceso en términos de cómo surfear el cambio y tratar las diferencias.

P.- La ordenación de mujeres es una cuestión, por decirlo de alguna manera, polémica en la Iglesia católica. ¿Vio a los cardenales interesados en sus palabras?

R.- Desde luego que sí. Se mostraron acogedores, atentos e incluso diría que con curiosidad. Pasaron más tiempo escuchando que hablando.

P.- ¿Qué significa para el camino ecuménico que el líder de la Iglesia católica pida consejo o una asesoría a una obispa anglicana?

R.- La verdad es que no describiría esta situación como una petición de consejo. Fue más bien un seminario en el que nos sentamos juntos para escuchar. Pero me pareció muy significativo que se me invitara, en cierto modo, como colega, como compañera de ministerio en el Evangelio de Cristo, a compartir la historia reciente de las mujeres en nuestra Iglesia. Sugerí que, aunque nuestras tradiciones y convicciones puedan diferir, tenemos mucho en común y mucho que aprender unos de otros. Y sé que por parte del papa Francisco hay voluntad de explorar, de asumir algunos riesgos, de ejercitar la imaginación en cuanto a las posibilidades de cambio.

Caminar juntos

P.- La Iglesia católica vive ahora un proceso sinodal, ¿cómo valora el impulso del papa Francisco para dar a las mujeres su lugar?

R.- El papa Francisco está decidido a escuchar a un amplio abanico de voces. Ya ha ampliado el ámbito del Sínodo para incluir a los laicos, entre ellos a las mujeres, y ha abordado aspectos culturales para garantizar que otras cuestiones puedan llegar al Sínodo. Al igual que al invitar a representantes ecuménicos a unirse al Sínodo, está encontrando formas de traer a la mesa voces de más allá de la Iglesia católica (como también demuestra mi invitación a participar en el C-9). No parece tener miedo al cambio: está abierto a las posibilidades de que las tradiciones de la Iglesia sean renarradas y reimaginadas para seguir siendo fieles al Evangelio en los nuevos tiempos y contextos. Me parece inspirador ver todas las formas en las que está empoderando a los bautizados para que vuelvan a comprometerse, lo que probablemente sea también un desafío saludable para el clericalismo.

P.- Usted se convirtió en 1998 en la primera mujer decana de una universidad de Cambridge. ¿Considera que la Iglesia anglicana va por delante de otras denominaciones cristianas en lo que a igualdad de género se refiere?

R.- Parece que vamos por delante de la Iglesia católica en lo que se refiere a ayudar a las mujeres a aprovechar los dones que se les conceden en toda la gama de posibilidades al servicio de Dios. Pero hay muchas otras denominaciones –principalmente protestantes– que abrieron los ministerios formales y los roles de liderazgo en sus iglesias a las mujeres mucho antes que los anglicanos. Mientras tanto, no debemos suponer –solo porque las puertas se han abierto a las mujeres de esta manera– que esto significa automáticamente que hay igualdad de género. Todavía queda mucho trabajo por hacer, en nuestras iglesias, en nuestros hogares, en nuestro mundo –y no menos en aquellas partes del mundo donde hay mayor pobreza–.

P.- La Iglesia anglicana tampoco es ajena a las divisiones internas. Pienso, por ejemplo, en relación a la aprobación de los matrimonios del mismo sexo. ¿Cómo vive usted esta realidad?

R.- Los anglicanos siempre hemos sido bastante abiertos en cuestiones en las que no estamos de acuerdo; de hecho, se podría decir que nuestro discernimiento se produce a través de la lucha y a través de un proceso de recepción abierto, incluso cuando mantenerse juntos es incómodo. De algún modo, hemos logrado muchas paradojas, sobre todo al mantener una identidad que es a la vez protestante y católica.

La división sigue siendo dolorosa, y, ciertamente, esperamos avanzar hacia un mayor acuerdo y un mayor amor. Pero nunca he vivido con la suposición de que la unidad significara uniformidad; más bien creo que se trata de esforzarse por amar y comprender el hermoso mundo de Dios con una mayor amplitud de miras y profundidad.

¿Ahora el Papa quiere "canonizar" a Marx y hacer una Iglesia "marxista"? ¡Abandonemos las críticas infantiles al Santo Padre!


Las críticas dirigidas al Papa Francisco por parte de algunos sectores de la comunidad católica por haber encabezado un encuentro con un grupo de diálogo entre católicos y marxistas revelan una resistencia arraigada en una supuesta "ortodoxia tradicional", la cual, en ocasiones, se manifiesta de manera desproporcionada y sin considerar el contexto y la intención de las acciones papales.

En primer lugar, es esencial comprender que el Papa Francisco no está respaldando el comunismo ni comprometiendo la doctrina católica al promover el diálogo con intelectuales marxistas. Su llamado a la apertura al diálogo busca encontrar puntos en común para abordar problemas sociales, una acción alineada con los principios fundamentales de la doctrina social de la Iglesia, centrada en la justicia social y la solidaridad.

Las críticas que acusan al Papa de simpatizar con el comunismo ignoran la distinción entre el diálogo constructivo y el respaldo incondicional a una ideología específica. Esta falta de discernimiento puede deberse a interpretaciones selectivas y a la polarización creciente en el seno de la Iglesia entre los que reclaman una "pureza" doctrinal anclada en la visión de hace siglos, la cual según estos fieles debería ser inmutable y los que creen que la Iglesia deberá seguirse reformando y revisando sus posturas en relación a las nuevas realidades del mundo (dejando intacto lo dogmático, claro está), pues es hasta la venida del Señor cuando la Iglesia será hecha completamente perfecta.

Son esos mismos sectores socialmente conservadores que ahora acusan al Papa de querer "canonizar a Marx" o de montar una nueva Iglesia "marxista" los que también se enfurecieron cuando Francisco hizo revisar el Catecismo en su abordaje sobre la pena de muerte y cuando en ese mismo tenor nos pidió a los católicos luchar por la total abolición de la misma, pues esos grupos ultra conservadores, que recurren a citas de Santo Tomás de Aquino en el siglo XIII, desearían que el Magisterio siguiera defendiendo esa cruel e inhumana medida como lo hizo hace siglos, sin tomar en cuenta los avances técnicos de las prisiones modernas que hacen de la pena de muerte un castigo completamente innecesario. 

Algunos críticos parecen resistirse a aceptar el dinamismo y la flexibilidad necesarios para abordar los desafíos contemporáneos. La Iglesia, a lo largo de la historia, ha enfrentado situaciones cambiantes y ha ajustado su enfoque para cumplir con su misión fundamental. ¿Todos están al tanto que en un principio la Iglesia vio con mucha desconfianza y recelo a los nacientes Estados Democráticos en el siglo XIX? Hoy en día la Iglesia es defensora de las formas de estado democráticas. Que en otro tiempo, por situaciones históricas muy específicas, la Iglesia haya tenido que condenar al marxismo, no significa que hoy no pueda sentarse a escuchar a los marxistas (sin que por eso se tenga que aceptar todo lo que dicen o proponen. 'Escuchar no es aceptar').

El rechazo automático del diálogo con corrientes de pensamiento diferentes puede reflejar una perspectiva dogmática (en el sentido negativo) que no permite la adaptación necesaria para enfrentar los problemas del mundo moderno.

La resistencia a aceptar la importancia del diálogo refleja también una falta de comprensión sobre la naturaleza inclusiva de la Iglesia. La diversidad de pensamientos y perspectivas dentro de la comunidad católica ha sido una característica constante, y el Papa Francisco, al buscar el diálogo, está respondiendo a la riqueza de esta diversidad. Las críticas que no reconocen esta realidad pueden estar ancladas en una visión más estrecha y excluyente de la Iglesia.

Además, las críticas al Papa pueden revelar una resistencia a abandonar posturas conservadoras y una nostalgia por una visión más rígida de la Iglesia. Este anhelo de mantener una pureza doctrinal a veces lleva a una cerrazón hacia nuevas interpretaciones y enfoques que podrían ser más relevantes para el mundo actual.

Es relevante destacar que las acusaciones recurrentes de comunismo contra el Papa Francisco son exageradas y simplistas y muchas veces, malintencionadas. El llamado del Papa a proteger a los pobres y promover la justicia social no es exclusivo del comunismo; más bien, refleja los principios fundamentales del Evangelio y la enseñanza católica. Reducir estas acciones a etiquetas ideológicas simplistas demuestra una falta de apreciación por la riqueza y la complejidad de la enseñanza católica. 

Es imperativo que los católicos superen el anti-marxismo simplista e infantil y se abran al diálogo maduro y constructivo con una mente receptiva. El llamado del Papa Francisco a la apertura y al entendimiento mutuo no debe interpretarse como una renuncia a los valores fundamentales del Evangelio, sino como una invitación a aplicar esos principios a las complejidades de la realidad contemporánea. La Iglesia, en su rica tradición, ha abrazado en muchos momento el diálogo como una herramienta esencial para la construcción de puentes y la promoción de la justicia social. Al reconocer la diversidad de pensamientos en el mundo moderno, se fortalece la capacidad de abordar los desafíos actuales de manera más completa y efectiva sin renunciar a nuestros valores cristianos. La aceptación del diálogo no implica un compromiso ideológico total, sino más bien una disposición a encontrar puntos en común y construir sobre ellos, manteniendo siempre los valores cristianos arraigados en el amor, la solidaridad y la defensa de los más vulnerables.

Autor: Padre Ignacio Andrade

El Papa recibió a los miembros del Grupo de Diálogo entre Católicos y Marxistas: "Una verdadera política al servicio de la humanidad no puede ser guiada por los mecanismos financieros y de mercado"


"Un escritor latinoamericano afirmaba que los hombres tienen dos ojos: uno de carne y otro de cristal. Con el primero ven lo que miran, con el otro lo que sueñan. ¡No pierdan la capacidad de soñar!". Así comenzó el papa Francisco su discurso a los integrantes del Grupo DIALOP, una iniciativa destinada a facilitar el diálogo entre intelectuales católicos y marxistas, quienes fueron recibidos en audiencia en el Vaticano este miércoles. La génesis de esta iniciativa se remonta a un encuentro entre Francisco y el ex primer ministro griego de izquierdas Alexis Tsipras hace casi una década.

En un mundo marcado por guerras y polarización, el Papa advirtió: "corremos el riesgo de perder la capacidad de soñar". No obstante, insistió en la importancia de mantener viva la llama de la imaginación. "Los argentinos decimos: 'no te arrugues', que significa 'no te contengas'. Y esta es la invitación que también os hago a vosotros: no os detengáis, no os rindáis, no dejéis de soñar con un mundo mejor".

Destacó que "es en la imaginación donde la inteligencia, la intuición, la experiencia y la memoria histórica se encuentran para crear, aventurarse y arriesgarse". Animó a los presentes a tener el coraje de romper moldes y abrirse a nuevos caminos a través del diálogo, siempre prestando atención a los más débiles: "los pobres, los desempleados, los sin techo, los inmigrantes, los explotados y todos aquellos que la cultura del descarte transforma en desperdicio".

En cuanto a la política, reiteró que ésta no debe someterse a los mecanismos financieros y de mercado. Para él, la solidaridad es tanto una virtud moral como una demanda de justicia que requiere corregir distorsiones y purificar las intenciones de sistemas desiguales. Propuso cambios radicales de perspectiva en la distribución de desafíos y recursos entre individuos y naciones.

“Una política verdaderamente al servicio del hombre no puede dejarse dictar por los mecanismos financieros y de mercado”, ha recordado el papa, ya que “la solidaridad, además de virtud moral, es una exigencia de justicia, que exige corregir las distorsiones y depurar las intenciones de los sistemas desiguales, también a través de cambios radicales de perspectiva en el reparto de desafíos y recursos entre hombres y pueblos”.

Al concluir su discurso, el Papa agradeció a los miembros del grupo por su compromiso con el diálogo. Les instó a no tener miedo de dialogar y expresó sus oraciones:

“Siempre hay una gran necesidad de diálogo, ¡no tengáis miedo! Rezo por ustedes y les deseo sabiduría y valentía en su trabajo por un mundo más justo y pacífico. Que el Evangelio de Jesucristo inspire e ilumine siempre vuestras investigaciones y acciones”.

"Ningún pecado es demasiado grande para la infinita misericordia de Dios", afirma el Papa



Durante la audiencia general en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco compartió reflexiones cruciales sobre la necesidad de la conversión y la lucha espiritual en la vida de los creyentes. Declaró con contundencia: "Quien considera que no necesita de conversión vive en la oscuridad". Enfatizó la importancia de reconocerse como "pobres pecadores" y la urgencia de implorar la gracia divina para avanzar en el camino de la virtud. El Papa recordó a los fieles que ningún pecado es demasiado grande para la infinita misericordia de Dios Padre, subrayando así la centralidad de la humildad y la búsqueda constante de la reconciliación espiritual.

La lucha espiritual como sendero de virtud

Al abordar el tema del combate espiritual, el Pontífice resaltó que "toda nuestra vida es una lucha", caracterizada por contrastes y tentaciones que son esenciales para el desarrollo espiritual. Destacó la función crucial de estas pruebas al poner de manifiesto la realidad de la pequeñez humana. En este contexto, advirtió contra la autosuficiencia espiritual al agregar: "Quien considera que ya ha conseguido cierto grado de perfección, que no necesita de conversión, vive en la oscuridad y no distingue el bien del mal". El Papa animó a solicitar a Jesús la capacidad de enfrentarse a la propia debilidad, la valentía de confiarse a su misericordia y la sensatez de no bajar la guardia en el esfuerzo constante por la virtud.

El Papa Francisco hizo hincapié en la necesidad de estar alerta espiritualmente, ya que "el enemigo está al acecho y hay que estar alerta para no dejarse engañar". Este llamado a la vigilancia espiritual subraya la importancia de reconocer la existencia de fuerzas adversas y perseverar en la lucha espiritual diaria.

Un llamado a la oración por la paz mundial

En su saludo a los peregrinos de lengua española, el Papa recordó la celebración del Santo Nombre de Jesús, instando a pedir al Señor "luz para mantenernos en el camino del bien y su gracia para perseverar en Él, sin temer los desafíos y las pruebas". Al concluir la audiencia, el Papa Francisco extendió su llamado a la oración por los pueblos en guerra, destacando la locura de la guerra y recordando a las poblaciones de Palestina, Israel, Ucrania y los perseguidos rohingya: "No olvidemos a los pueblos que están en guerra. La guerra es una locura. La guerra es una derrota, siempre una derrota…".

La Iglesia autoriza que se de la bendición a parejas del mismo sexo; esta bendición no equivaldrá a un acto sacramental, aclara el Dicasterio para la Doctrina de la Fe


El Papa Francisco ha autorizado hoy la bendición de "parejas en situaciones irregulares y parejas del mismo sexo", abarcando uniones homosexuales, divorciados que se han vuelto a casar, y parejas no casadas que aún no han contraído matrimonio en la iglesia. Sin embargo, el Papa insta a la prudencia, señalando que no debe haber una fijación ritual por parte de las autoridades eclesiásticas para evitar confusiones con la bendición propia del sacramento del matrimonio.

"No se pretende legitimar nada, sino solo abrir la propia vida a Dios, pedir su ayuda para vivir mejor e invocar también al Espíritu Santo para que se vivan con mayor fidelidad los valores del Evangelio", declara el Papa, dejando claro su enfoque pastoral. Estas declaraciones se encuentran en el documento magisterial denominado 'Fiducia supplicans', sobre el sentido pastoral de las bendiciones, firmado por el cardenal Víctor Manuel Fernández y el arzobispo Armando Matteo.

El argumento principal para respaldar las bendiciones a parejas del mismo sexo radica en la invocación de la bendición descendente de Dios sobre aquellos que buscan su ayuda, reconociéndose desamparados. El documento destaca que estas bendiciones expresan una súplica a Dios para que ayude a las relaciones humanas a crecer en fidelidad al Evangelio y liberarse de imperfecciones y fragilidades.

La Declaración enfatiza que la bendición no busca sancionar ni legitimar, sino proporcionar un medio eficaz para fortalecer la confianza en Dios. Se subraya que los sacerdotes deben evitar ritualizar estas bendiciones para que no se conviertan en actos litúrgicos o semi-litúrgicos, sino que permanezcan como gestos espontáneos.

Se destaca la importancia de la sensibilidad pastoral de los ministros ordenados y se alienta a realizar bendiciones no ritualizadas que no estén en el Bendicional. Aunque no se debe promover un ritual para las bendiciones de parejas en situaciones irregulares, la cercanía de la Iglesia a estas situaciones a través de una simple bendición no debe ser prohibida.

En cuanto a la práctica concreta, Doctrina de la Fe sugiere que, al recibir una solicitud de bendición de una pareja en situación irregular, esta no debe realizarse al mismo tiempo que los ritos civiles de unión ni en conexión con ellos. Esto también se aplica a parejas del mismo sexo. La bendición puede tener lugar en otros contextos, como la visita a un santuario, el encuentro con un sacerdote, la oración en grupo o durante una peregrinación.

En resumen, el documento busca orientar el discernimiento prudente y paterno de los ministros ordenados en este aspecto, dejando claro que no se esperan respuestas adicionales desde el Vaticano sobre cómo regular los detalles o los aspectos prácticos de este tipo de bendiciones.

¿Un Papa puede irse al infierno?


En la doctrina cristiana católica, creemos firmemente que el Papa, a pesar de ser el líder espiritual de la Iglesia, por ser el sucesor de San Pedro, sigue siendo un ser humano, sujeto a las tentaciones y debilidades humanas, incluyendo la posibilidad de pecar. La enseñanza católica reconoce que todos los seres humanos, sin excepción, tienen la capacidad de tomar decisiones que los alejen de Dios y, en última instancia, los conduzcan al pecado mortal y, potencialmente, al infierno.

La Iglesia Católica enseña que el pecado mortal, que implica una grave infracción de la ley de Dios realizada con pleno conocimiento y consentimiento, puede separar a una persona de la gracia de Dios y, si no es arrepentido, puede llevar al alma a la condenación eterna. Esta enseñanza se basa en las Escrituras y en la tradición apostólica, y subraya la importancia del arrepentimiento, la confesión y la reconciliación con Dios.

La carta a los Romanos, en el Nuevo Testamento, nos dice que "la paga del pecado es muerte" (Romanos 6, 23). Esta muerte se refiere no solo a la muerte física, sino también a la muerte espiritual y eterna que es la separación de Dios en el infierno. Es crucial entender que esta enseñanza se aplica a todas las personas, sin importar su posición en la Iglesia o en la sociedad.

Incluso nuestros pastores, incluyendo al Papa, están sujetos a las mismas verdades espirituales y morales que el resto de los creyentes. La gracia de Dios y el llamado a la santidad están disponibles para todos, pero cada individuo debe cooperar con la gracia divina a través de su libre albedrío y su respuesta a la llamada de Dios.

Es esencial destacar que la posibilidad de que una persona, incluyendo el Papa, se aparte de Dios no se basa en la falta de fe en la enseñanza de la Iglesia, sino en el reconocimiento de la libertad humana y la necesidad constante de la gracia divina. La Iglesia Católica nos exhorta a orar por nuestros líderes espirituales, incluyendo al Papa, para que sean fieles a su vocación y perseveren en la santidad. La oración y el apoyo de la comunidad son vitales para el caminar espiritual de cualquier persona, independientemente de su posición en la Iglesia.

En resumen, sí, un Papa, como cualquier otro ser humano, tiene la libertad de elegir entre el bien y el mal. La doctrina católica reconoce esta realidad y nos recuerda la importancia del arrepentimiento y la reconciliación con Dios. Todos estamos llamados a vivir en la gracia de Dios, pero también somos responsables de nuestras elecciones y acciones. La oración, el arrepentimiento y la confianza en la misericordia divina son aspectos fundamentales de nuestra fe, independientemente de quiénes seamos en la Iglesia. La esperanza radica en la infinita misericordia de Dios, que está siempre dispuesto a recibirnos de vuelta en su amor, sin importar cuán lejos hayamos caído. Que esta verdad nos inspire a vivir una vida de fidelidad, arrepentimiento y amor, confiando en la gracia y el perdón de Dios en todo momento.

Y no nos olvidemos de rezar todos los días por el Papa, por su vocación, su ministerio y sus intenciones (recuerda que incluso puedes ganar una indulgencia plenaria al día si rezas el Santo Rosario frente al Santísimo y lo ofreces por las intenciones del Papa -para ganar la indulgencia es necesario que estés confesado-)

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Preguntas y respuestas para una mejor comprensión de Ad theologiam promovendam, carta apostólica del Papa Francisco



Preguntas y respuestas para una mejor comprensión de la carta apostólica Ad theologiam promovendam, del Santo Padre el Papa Francisco:

1. ¿Cuál es el propósito principal de la carta apostólica Ad theologiam promovendam del Sumo Pontífice Francisco?

El propósito principal de la carta apostólica es promover la teología y actualizar la misión de la Pontificia Academia de Teología para que se adapte a los desafíos y cambios culturales actuales.

2. ¿Por qué se considera importante que la teología se adapte a los tiempos actuales?

Se considera importante que la teología se adapte a los tiempos actuales porque la Iglesia debe interpretar el presente y encontrar nuevos caminos para la fe en el contexto de las transformaciones culturales.

3. ¿Cuál es el enfoque propuesto para la teología en la carta apostólica?

La carta apostólica propone un enfoque de teología contextual, que interprete el Evangelio en las condiciones cotidianas de la vida de las personas en diferentes contextos geográficos, sociales y culturales.

4. ¿Qué importancia se le da al diálogo en la teología según la carta apostólica?

La carta enfatiza la importancia del diálogo, no solo entre diferentes tradiciones y conocimientos, sino también con otras disciplinas y creencias, promoviendo una cultura de encuentro y colaboración.

5. ¿Qué se espera de la teología en relación con la evangelización y la transmisión de la fe?

La teología debe ser útil para la evangelización y la transmisión de la fe, convirtiéndola en una parte integral de la cultura, ofreciendo una propuesta de belleza humana y humanizadora para todos.

6. ¿Cómo se aborda la relación entre la teología y otras disciplinas según el documento?

La teología se promueve como una disciplina transdisciplinaria que se relaciona con otros campos del conocimiento, utilizando nuevas categorías desarrolladas por estos campos para comunicar las verdades de la fe de manera relevante.

7. ¿Qué se dice sobre la importancia de la comunidad eclesial en la teología?

Se destaca la necesidad de la fraternidad y la comunión en la realización de la teología, viviendo la sinodalidad eclesial y promoviendo la capacidad de escuchar, dialogar y discernir entre los teólogos.

8. ¿Cuál es la relación entre la razón científica y la dimensión sapiencial en la teología?

La teología debe equilibrar la razón científica con la dimensión sapiencial, considerando la caridad intelectual y orientando la razón crítica hacia la Idea de la Sabiduría.

9. ¿Cómo se espera que la teología contribuya al debate sobre "repensar el pensamiento"?

La teología puede contribuir al debate "repensar el pensamiento" siendo un conocimiento crítico real, espiritual, trascendente y orientado a la sabiduría, desarrollado en oración y adoración.

10. ¿Cuál es el papel de la Pontificia Academia de Teología en este contexto?

La Pontificia Academia de Teología está llamada a desarrollar una comunidad académica que promueva la fe y el estudio, tejiendo una red de relaciones con otras instituciones educativas y penetrando en diferentes contextos existenciales donde se elabora el conocimiento.

¿Por qué se le dice "Santo Padre" al Papa? ¿No es idolatría?


Esta es una cuestión que ha suscitado cierta controversia y confusión en el pasado, pero es importante aclararla desde una perspectiva católica.

En primer lugar, quiero enfatizar que llamar al Papa "Santo Padre" es una expresión de respeto, pero no debe ser malinterpretada como idolatría. La Iglesia Católica no adora al Papa como si fuera un dios, sino que lo considera el Vicario de Cristo en la Tierra, es decir, el representante de Jesús aquí en la Tierra. Esto tampoco significa que pensamos que el Papa es igual a Cristo, sino que es una especie de "secretario" de Jesús para atender sus asuntos en la tierra. El título "Santo Padre" tiene una larga tradición en la Iglesia y se deriva de un profundo respeto y amor por el Papa en su papel como líder espiritual y pastor de la Iglesia universal.

Para entender mejor por qué se le llama "Santo Padre" al Papa, es importante conocer el papel que desempeña en la Iglesia. Según la doctrina católica, el Papa es el sucesor de San Pedro, el apóstol a quien Jesús confió el liderazgo de su Iglesia. En el Evangelio de San Mateo (Mateo 16, 18-19), Jesús le dice a Pedro: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia... A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos". Esta declaración es fundamental para la comprensión de la autoridad papal en la Iglesia Católica.

La palabra "Papa" proviene del latín "papa" y significa "padre". Este título se utiliza como un signo de respeto y reverencia hacia el Obispo de Roma, que es el Papa. La Iglesia lo llama "Santo Padre" no porque sea santo por naturaleza, sino porque su oficio lo coloca en una posición especial de liderazgo espiritual y autoridad en la Iglesia. Es de la santidad del oficio, del cargo mismo, y no de la persona, de donde proviene la acepción de "Santo" cuando nos referimos al Obispo de Roma como "Santo Padre". 

El Papa, como sucesor de San Pedro, tiene la responsabilidad de mantener y transmitir la doctrina de la fe católica de manera auténtica y sin errores. Esta autoridad deriva de su papel como pastor supremo de la Iglesia y se basa en la creencia de que Cristo confió a Pedro y a sus sucesores la autoridad de atar y desatar, es decir, de enseñar y guiar en cuestiones de fe y moral (Mateo 16, 19). El Papa no posee autoridad divina en sí mismo, su autoridad dentro de la Iglesia la recibe de Jesucristo, quien es el verdadero fundamento de la Iglesia.

El título "Santo Padre" tampoco implica que el Papa sea infalible en todos los aspectos de su vida o que sea sin pecado. Más bien, se refiere a la santidad de su oficio y a la autoridad que ejerce en nombre de Cristo. El Papa puede cometer errores en asuntos personales, pero cuando habla "ex cathedra" (desde la cátedra) en cuestiones de fe y moral, se cree que está protegido por el Espíritu Santo de cometer errores. Esta infalibilidad papal es un don especial que se considera limitado a cuestiones de fe y moral, y se ha ejercido solo en raras ocasiones a lo largo de la historia de la Iglesia.

En cuanto a la preocupación de que llamar al Papa "Santo Padre" pueda ser considerado idolatría, es importante aclarar que la Iglesia Católica condena la idolatría de manera categórica. La idolatría implica dar culto a seres o cosas que no son Dios y ponerlos por encima de Dios. Sin embargo, llamar al Papa "Santo Padre" no implica darle culto divino ni ponerlo por encima de Dios. Más bien, es una expresión de respeto y amor por el líder de la Iglesia, que es el representante de Cristo en la Tierra.

En el Catecismo de la Iglesia Católica, se nos enseña acerca del Cuarto Mandamiento, que nos insta a honrar a nuestros padres y superiores legítimos. El Papa, como el líder supremo de la Iglesia, es ciertamente un superior legítimo en el contexto de la fe católica. El Catecismo dice: "Los fieles deben obedecer en todo al Papa, cuando habla 'ex cathedra'". Esto se refiere a la obediencia a las enseñanzas infalibles del Papa en cuestiones de fe y moral. Sin embargo, esto no implica que los católicos estén adorando al Papa, sino que están obedeciendo a la autoridad que Cristo le ha dado en su papel de pastor de la Iglesia.

Además, la Iglesia Católica enseña la adoración exclusiva a Dios y prohíbe la adoración de cualquier otro ser o cosa. Esto se encuentra en el Primer Mandamiento, que dice: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20, 3). La Iglesia se adhiere firmemente a esta enseñanza y condena cualquier forma de idolatría. Así que, llamar al Papa "Santo Padre" no va en contra de esta enseñanza, ya que no implica que el Papa sea un dios ni que deba ser adorado como tal.

Es importante recordar que el respeto y la veneración que los católicos tienen hacia el Papa se basan en su papel como líder espiritual y pastor de la Iglesia, y no en su naturaleza divina. El Papa es un ser humano, sujeto a debilidades y limitaciones humanas, y la Iglesia reconoce esto. En la tradición católica, los fieles aman y respetan al Papa como a un padre espiritual, pero saben que solo Dios merece adoración y culto.

En resumen, llamar al Papa "Santo Padre" es una expresión de respeto y amor hacia el líder espiritual de la Iglesia Católica, que es considerado el representante de Cristo en la Tierra. No es idolatría, ya que no implica adoración divina ni poner al Papa por encima de Dios. La Iglesia Católica condena la idolatría y enseña la adoración exclusiva a Dios. El título "Santo Padre" se refiere a la santidad de su oficio y a la autoridad que ejerce en nombre de Cristo. Espero que esta explicación haya aclarado tus dudas, querido amigo. Si tienes más preguntas o inquietudes, no dudes en compartirlas. Estoy aquí para ayudarte en todo lo que pueda. Que Dios te bendiga abundantemente.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

También disfrutarás leyendo: ¿Por qué al Papa se le llama 'Vicario de Cristo'?

Fraternidad San Pío X acusa al Papa de "abuso de poder" por medidas sobre Misa en latín.


 
“La impresión general que surge de estos documentos –Motu proprio y carta adjunta del Papa– da la impresión de un sectarismo acompañado de un abuso de poder manifiesto". Esta es la conclusión a la que llega la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX) en su reacción al último motu proprio de Francisco, 

‘Traditionis Custodes’.

En el nuevo documento, hecho público por la Santa Sede el pasado 16 de julio, se acotan las licencias que Benedicto XVI ofrecía, con ‘Summorum Pontificum’ a la celebración de la misa en la forma litúrgica previa al Concilio Vaticano II. Un privilegio que, si bien fue concedido pensando en el acercamiento a grupos tradicionales y cismáticos como la propia FSSPX –la cual no forma parte de la Iglesia católica debido a su negativa a aceptar el Concilio–, ha visto en estos últimos años, tal como se señala en el texto de Francisco un abuso de excepcionalidad.

“Ha sido aprovechada para aumentar las distancias, endurecer las diferencias y construir oposiciones que hieren a la Iglesia y dificultan su progreso, exponiéndola al riesgo de la división”, se subraya en ‘Traditionis Custodes’. “Me entristecen por igual los abusos de unos y otros en la celebración de la liturgia”, asegura el Papa.

Desertificación por el nuevo rito

A pesar de sus explicaciones, los lefebvrianos han visto la decisión del Pontífice como un ataque, y afirman que no acatarán esta nueva ley. “La Misa Tradicional pertenece a la parte más íntima del bien común en la Iglesia, por lo tanto, restringirla, rechazarla, arrojarla a los guetos y, en última instancia, planificar su desaparición, no puede tener ninguna legitimidad”, argumentan. “Esta ley no es una ley de la Iglesia, porque, como dice Santo Tomás, una ley no puede ser válida si atenta contra el bien común”, apuntan.

“Sin duda, imaginan que su total desaparición hará que los fieles regresen a las iglesias drenadas de lo sagrado. Trágico error”, continúa el comunicado de los lefebvrianos, quienes consideran que “el magnífico auge de esta celebración digna de Dios solo resalta más su pobreza” y que “ella no es la causa de la desertificación producida por el nuevo rito”.

Por otro lado, la FSSPX se muestra convencida de que este motu proprio, si bien “tarde o temprano terminará en el olvido de la historia de la Iglesia”, no es “una buena noticia en sí mismo”, ya que “marca un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición, y retrasará el fin de la crisis que ha durado más de sesenta años”.

Críticas directas a la pastoral del Papa

Asimismo, los lefebvrianos aprovechan su disconformidad con el motu proprio para criticar duramente la pastoral del Papa, desde su postura por la dignidad de los migrantes hasta la preservación del medio ambiente. “Mientras Francisco se convierte en el defensor de las especies animales o vegetales en peligro de extinción, decide y promulga la extinción de aquellos que están apegados al rito inmemorial de la Santa Misa”, dicen. “Esta especie ya no tiene derecho a vivir: debe desaparecer. Y se utilizarán todos los medios para lograr este resultado”.

Al mismo tiempo, señalan que “mientras el Papa no deja de ocuparse de todo tipo de migrantes, en las prisiones que instala queda estrictamente prohibida cualquier tipo de intrusión”, haciendo referencia a que no se favorezca que más grupos adopten esta forma de celebrar la eucaristía. Una medida que, para la FSSPX, “también es similar a una esterilización: queda prohibida la reproducción y perpetuación de estos salvajes del pasado que deben desaparecer”.

Por otra parte, acusan a Francisco de aprobar “veladamente” las bendiciones a parejas homosexuales “a través de su mensaje al Padre Martin” y, mientras tanto, asegurarse de que “los futuros sacerdotes serán estrechamente vigilados si consideran la posibilidad de celebrar según la Misa de San Pío V”.

Por último, los lefebvrianos aseguran que, con este texto, se constata que “el gran miedo a la contaminación del virus lefebvrista es exorcizado con la vacuna obligatoria Vat. II”. Sin embargo, “en cuanto a la Fraternidad San Pío X, encuentra en esto un nuevo motivo de fidelidad a su fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, y de admiración por su previsión, su prudencia y su fe”.

“Si bien la Misa tradicional está en vías de ser eliminada, y las promesas hechas a las sociedades Ecclesia Dei también se están cumpliendo, la Fraternidad San Pío X encuentra en la libertad que le legó el Obispo de Hierro, la posibilidad de continuar luchando por la fe y el reinado de Cristo Rey”, concluyen

Papa Francisco denuncia el "maltrato" y "desprecio" de muchos Sacerdotes a los laicos; es "la gran derrota que nos trae el clericalismo”, afirma.


“Me gusta pensar en la Iglesia como un pueblo de Dios, un santo y una oveja, un pueblo llamado y convocado”. Con estas palabras iniciaba el papa Francisco su intervención, esta tarde, en la 18ª Congregación General de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

Así, el Papa ha recordado que “Jesús, para su Iglesia, no aceptó ninguno de los esquemas políticos de su tiempo: ni fariseos, ni saduceos, ni fanáticos, ni zelotes. Me gusta pensar en la Iglesia como este pueblo sencillo y humilde que camina en la presencia del Señor (el pueblo de Dios). Este es el sentimiento religioso de nuestra comunidad”.

Un pueblo que, además, es “infalible en creer”. “La fe del pueblo, el alma de Dios del pueblo santo, tiene un alma, y ​​porque podemos hablar del alma de un pueblo podemos hablar de una hermenéutica, de un camino de verdad, de una conciencia”, ha aseverado Francisco.

“Los miembros de la Jerarquía provienen de esta comunidad y recibimos la fe de esta comunidad, generalmente de nuestras madres e hijos, ‘tu madre y tu hijo’ le dice Pablo a Timoteo, una mujer transmitida en dialecto femenino, como la Madre de los Macabeos que les hablaba ‘en dialecto’ a sus hijos”, ha continuado el Papa, subrayando que “la fe se transmite en dialecto, y generalmente en dialecto femenino”.

Contra el clericalismo

Esto, ha explicado, “no se debe solo a que la Iglesia es Madre y son precisamente las mujeres las que mejor reflejan; son las mujeres que saben esperar, saben descubrir el progreso de la Iglesia, del campo comunitario, si se aventuran más allá del límite, quizás con el corazón pero con valentía, y en la luz oscura de un día que comienza si buscan una tumba con la intuición de que pueden tener algo de vida”. “La mujer de la santa comunidad de Dios es el reflejo de la Iglesia”, ha aseverado Francisco. “La Iglesia es femenina, es madre”.

“Cuando los ministros salen de su servicio y maltratan al pueblo de Dios, desfiguran la tribuna de la Iglesia con actitudes machistas y dictatoriales”, ha continuado el Papa, recordando que “es doloroso encontrar la ‘lista de precios’ de los servicios sacramentales como en el supermercado”. Y es que “o la Iglesia es la comunidad de Dios en el camino, santos y pecadores, o acaba siendo una empresa de servicios variados”. “Cuando los agentes pastorales siguen este camino, la Iglesia se convierte en el supermercado de la salvación y los sacerdotes en empleados de una multinacional”, ha añadido.

Esta es, para Francisco, “la gran derrota que nos trae el clericalismo”. “Y el pueblo de Dios, el pueblo santo de Dios, continúa, con paciencia y humildad, soportando el desprecio, el maltrato y la marginación que parte del clericalismo institucional”.

¿Cuándo y cómo se considera que el Papa está hablando de manera infalible?



La infalibilidad papal es un concepto fundamental en la Iglesia Católica, pero a veces se malinterpreta. La infalibilidad significa que el Papa, cuando habla ex cathedra, es decir, desde la cátedra de San Pedro y en cuestiones de fe y moral, está protegido por el Espíritu Santo de enseñar errores. Esto se aplica a situaciones muy específicas y no implica que el Papa sea siempre infalible en todo lo que dice o hace.

La infalibilidad papal fue definida como dogma de fe durante el Concilio Vaticano I en 1870. Según la constitución dogmática "Pastor Aeternus", el Papa es infalible cuando cumple con tres condiciones:

1. Habla ex cathedra: Esto significa que el Papa habla desde la cátedra (o silla) de San Pedro, como el sucesor del apóstol Pedro y el líder supremo de la Iglesia Católica. No es algo que el Papa haga todos los días, sino en situaciones excepcionales y específicas. Es decir, para no confundirnos: el Papa es el Sucesor de San Pedro todos los días, claro está, pero no utiliza la Autoridad de la Silla Apostólica de San Pedro (Autoridad Petrina) para definir doctrinas todos los días.

2. Define una doctrina sobre fe o moral: La infalibilidad papal solo se aplica a cuestiones relacionadas con la fe y la moral y solo cuando se definen de manera definitiva. El Papa puede opinar sobre temas morales, pero si no está haciendo una definición definitiva sobre el tema, no se considera una declaración infalible. 

3. La enseñanza debe ser aceptada por toda la Iglesia: La definición ex cathedra del Papa debe ser aceptada por toda la Iglesia Católica. Esto significa que no es una decisión unilateral del Papa, sino que es reconocida y recibida por la comunidad católica en su conjunto.

Un ejemplo clásico de una declaración ex cathedra es la definición del dogma de la Inmaculada Concepción en 1854 por el Papa Pío IX. En esta declaración, el Papa afirmó que María, la madre de Jesús, fue concebida sin pecado original. Esta definición cumplió con las tres condiciones que mencioné anteriormente y, por lo tanto, es considerada infalible.

La infalibilidad papal es un regalo del Espíritu Santo a la Iglesia, que garantiza que las enseñanzas fundamentales de la fe sean seguras y confiables. Sin embargo, es esencial entender que esto no significa que el Papa sea perfecto en todas sus acciones o decisiones cotidianas. La infalibilidad se aplica específicamente a cuestiones de fe y moral cuando se cumplen las condiciones mencionadas anteriormente.

En la vida cotidiana de la Iglesia, el Papa también puede emitir encíclicas y documentos que proporcionan orientación y enseñanza a los fieles. Estos documentos no son necesariamente infalibles, pero son valiosos para nuestra formación espiritual y moral. Cuando leemos las encíclicas papales, como "Laudato Si'" del Papa Francisco sobre el cuidado de la creación, recibimos sabiduría y guía basadas en la fe y la reflexión teológica.

Además, el Papa también puede promulgar decisiones y orientaciones pastorales, llamadas "motu proprio", que son importantes para la vida de la Iglesia, pero que no implican necesariamente la infalibilidad. Estas decisiones pueden abordar cuestiones prácticas y organizativas dentro de la Iglesia y, aunque son significativas, no tienen el mismo estatus que una definición ex cathedra.

Es importante para los católicos tener un corazón abierto y humilde para recibir la enseñanza de la Iglesia, incluidas las enseñanzas del Papa. La Iglesia, guiada por el Espíritu Santo, nos ofrece una brújula segura en nuestra jornada espiritual. A través de la obediencia y la docilidad a las enseñanzas del Papa y de la Iglesia, podemos crecer en nuestra relación con Dios y en nuestra comprensión de la fe.

Recuerda que en el corazón de la infalibilidad papal está el amor de Dios por su Iglesia. A través de este don, Dios nos asegura una guía confiable para nuestra fe y moral, para que podamos caminar con confianza en nuestro viaje espiritual.

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