Mostrando las entradas con la etiqueta Sábana. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Sábana. Mostrar todas las entradas

¿Cómo llegó la sábana santa desde la Palestina de Jesús a manos de la Santa Sede?



Por: Santiago Pérez Santana 

El primer dato referido a la Sábana, aparte de la cita de los cuatro Evangelios, lo encontramos en varias fuentes apócrifas cristianas, como el "Evangelio según los Hebreos", el "Evangelio de los Doce Apóstoles" y las "Actas de Pilato". En estos textos, más que la precisión histórica, nos interesa el hecho de que ya en la primera comunidad cristiana se diese una especial veneración a los lienzos sepulcrales de Jesús.

Existen por otra parte, multitud de lagunas en la historia de la Sábana y se han formulado las más diversas teorías sobre el itinerario que siguió el Sudario, desde su salida de Palestina hasta la posterior llegada a Occidente.

Vamos a sintetizarlas en dos hipótesis, basadas en documentos distintos; sólo a partir del siglo X tenemos ya una cierta seguridad sobre la trayectoria seguida por la Sábana.

Una primera teoría supone que el Sudario fue trasladado poco después de la resurrección del Señor a Edesa, hoy Urfa, en la actual Turquía central. En San Petersburgo se descubrió en 1878 un manuscrito siriaco del siglo VI íntegramente conservado, que era copia de otro texto más antiguo, de los archivos reales de Edesa. Narra una antigua historia sobre el rey Abgar IV (9-46 d.C.), el cual oyó hablar sobre el Profeta de Jerusalén y quiso ofrecerle asilo, para protegerlo de los judíos, en su ciudad. Le envió un embajador; pero al llegar éste a Palestina se encontró con que ya había muerto. Regresó entonces con la efigie del Profeta extraña y milagrosamente estampada sobre un lienzo de lino. El rey Abgar, leproso y muy enfermo, se curó al contacto con ella. Es importante destacar que en Edesa se fundó la primera Iglesia reconocida oficialmente por un Estado en el mundo (170 d.C.).

Sin embargo no se tiene noticia alguna de los cinco primeros siglos de permanencia del Sudario en Edesa, después de la legendaria historia del rey Abgar. Ante esta laguna surge una leyenda que sostiene que el sucesor de éste, Abgar V, inició una persecución contra los cristianos de Edesa, cuyo obispo ocultó la imagen en un nicho de la muralla. Esto ocurría el año 57; la imagen fue completamente olvidada. El año 544 los persas de Cosroes I sitiaron la ciudad y fue entonces cuando se encontró milagrosamente el Lienzo en la muralla. tras el hallazgo, fueron destruidas las máquinas de guerras persas y los sitiadores derrotados, atribuyéndose al Lienzo la victoria.

Volviendo a Palestina, es interesante señalar que una monja de la Hispania romana, Etheria, llegó a Jerusalén el 28 de marzo del 381, residiendo en Tierra Santa más de tres años. Nos ha dejado interesantes anotaciones históricas y litúrgicas sobre su estancia, entre las que no aparece ninguna referencia al Sudario, a pesar de haber vivido tres Semanas Santas en Jerusalén. Más aún; en ese mismo viaje visitó también Edesa, lo cual sería absurdo si en esa ciudad no se hallase un objeto de veneración muy particular. Etheria afirma además que penetró en Edesa por la puerta por la que el Sudario había entrado en la ciudad.

El año 944 se trasladó el Sudario a Constantinopla, al ser conquistada Edesa. Nos consta que durante el asedio de esta ciudad, el emperador de Bizancio, Romano I Lecapene (920-944), reclamó la Sábana y los edesanos trataron de engañarlo con copias, "pero el Lienzo resultaba inimitable". A favor de esta hipótesis existe una miniatura de Skylitres (1081-1118) en la Biblioteca Nacional de Madrid, que reproduce la escena del emperador Lecapene besando la Sábana, extendida y con las dimensiones reales, al llegar ésta de Edesa a Constantinopla donde entró el 16 de agosto del 944. La llegada del Lienzo a esta ciudad en esta fecha viene respaldada por antiquísimos documentos que relatan el hecho; existen textos litúrgicos que narran como desde entonces se celebró cada año una solemnísima fiesta en ese día. Los bizantinos construyeron una Capilla, Santa María de Blanquerna, para custodiarla y venerarla.

Los Santos Padres también nos hablan del Sudario, entre ellos San Juan Damasceno. Existen multitud de escritos al respecto; como la carta escrita por San Braulio, arzobispo de Zaragoza, al abad Taio, refiriéndose al Lienzo.

Una segunda hipótesis supone que la Sábana permaneció en Palestina casi mil años, hasta su traslado a Constantinopla.

Los testimonios de la presencia de la Síndone en Jerusalén, durante los primeros 4 siglos son solamente indirectos, pues al tratarse de un objeto comprometido y al no gozar de plena libertad la Iglesia en el Medio Oriente, suponía exponerla a la destrucción, ya que se estaban vulnerando preceptos religiosos (impureza legal), teológicos (naturaleza humana real o sólo aparente de Jesús) y jurídicos (violación de un sepulcro).

Solamente encontramos referencias indirectas en escritos apócrifos. Las Acta Philipi hablan de la Sábana como un tejido de lino que presenta las características de los othoni, y añade un leve reproche de Anás y Caifás a José de Arimatea, por haber utilizado un lienzo "puro" con aquel condenado a muerte, vulnerando así la ley judaica.

Es posible, por otra parte, que la Sábana fuera alejada de Jerusalén con motivo de las rebeliones y guerras judías de los años 70 y 132, para evitar su destrucción, siendo trasladada a Pella. Además, ninguno de los peregrinos que visitaron Jerusalén antes del Edicto de Milán (313) dejaron constancia de haber visto el Lienzo con la Impronta acheiropoieta (no hecha por mano humana).

Carecemos prácticamente de datos sobre el Sudario hasta el siglo VI, en el que recuperamos la pista jebusea por medio de dos insospechadas fuentes de investigación: dos narraciones sobre la medición de la longitud de la impronta. En el 537 el emperador Justiniano I quiso conocer la altura de Cristo. Años después aparece una alusión mensurable de la Sábana misma en cuanto a su longitud, con la explícita referencia de que se trataba del lienzo más grande que llevaba impresa la imagen del Señor. Estas mediciones las llevó a cabo el obispo de Periguenz, Arcaulfo, peregrino en Jerusalén el año 670.

Del siglo IX tenemos noticia de que la custodiaban dos presbíteros y un diácono. En un elenco de reliquias de la Basílica constantiniana del Gólgota aparece también la Sindone, aunque tal relación está también atribuida por los historiadores al tesoro de Constantinopla. Es notable destacar que a inicios del siglo XI, bajo el funesto período de El Hakem, muchos objetos sagrados salieron de Jerusalén debido a la bárbara persecución que se originó. Los defensores de la tesis jebusea fechan entonces la salida de la Sábana a Constantinopla, lo cual es más que improbable, pues no se recoge tal afirmación en ningún documento conservado.

Ante esta contradicción entre ambas tesis, y como conclusión, parece prudente afirmar que la Sábana permaneció en Palestina durante algunos siglos, pues no se explica que los cristianos de Jerusalén regalasen un objeto tan precioso a un extraño, como lo era Abgar. Sostiene además el P. Manuel Solé, reputado sindonólogo, que posiblemente la escasez de datos en estos primeros siglos con referencia al Lienzo, se debe a que éste fue a parar en manos de una secta cristiana judaizante, los ebionitas, cuya mentalidad cabalgaba todavía entre el cristianismo y el judaísmo. Aunque veneraban la Sábana, seguía siendo ésta un lienzo mortuorio y por lo tanto impuro, por lo que la mantuvieron oculta en alguno de sus monasterios. Más tarde pasaría a los pagano-cristianos de Jerusalén (el obispo Arcaulfo, al que antes nos referimos, cuenta una ingenua historia de cómo ocurrió esto en el 667); de ellos llegó a Edesa. El cómo y el cuándo lo ignoramos, pero tal suposición viene confirmada por la palinología, como veremos más adelante. Una vez en Edesa, la Sábana pasa a Constantinopla.

A partir del siglo X, la presencia constantinopolitana de la Sábana es prácticamente segura. Los cruzados la veneraron en Constantinopla el año 1147, durante la 2ª Cruzada; así lo confirma Roberto de Clary, cronista de aquel periplo.

Hasta 1204, cada viernes era expuesta una Sábana en la iglesia de Santa María de Blanquerna en Constantinopla, la cual fue presentada en 1147 a la veneración del rey de Francia Ludovico VII y en 1171 a Aadamuri, rey de Jerusalén, por el emperador Manuel Comeno.

¿Cuándo y cómo salió de Constantinopla?
Otro problema radica en determinar cuándo y cómo salió la Síndone de Constantinopla. También nos encontramos en este punto con dos hipótesis.

La primera sostiene que en 1247 todavía parece casi segura su permanencia, pues Balduino II, rey de Constantinopla envió a su primo san Luis IX de Francia partem Sudarii quo involutum Corpus eius fuit in sepulchro. El mismo Luis IX envió un pedazo al monasterio Vilziakicense, y otro en 1248 a la iglesia de Toledo, como regalo a su primo san Fernando, rey de Castilla, con estas palabras: De Syndone qua Corpus ipsius sepultum, qui thesauro imperii contantinopolitani suscepi. La historia sindónica del imperio latino de Constantinopla se cierra según esta teoría, en 1261, cuando era regente un miembro de la familia De Toucy, emparentada con la familia real francesa. Un conde de Charny, Godofredo I, emparentado a su vez con la familia de Toucy, fue estandarte en la afortunada batalla de Esmirna y pocos años después (1353) aparece como el poseedor de la venerada reliquia, otorgada como don por una victoria (¿Esmirna?). Ciertamente nos resulta un poco extraño que un objeto tan preciado por los emperadores orientales fuese donado tan generosamente por un servicio prestado.

La otra hipótesis sobre la llegada a occidente del Sudario, se fecha en 1204, momento en el que se produce el saqueo de Constantinopla por los cruzados; esta teoría afirma que el jefe de la 4ª Cruzada, Otto de la Roche, la robó y la trajo a Occidente.

Esta teoría viene sostenida por una carta fechada el 1 de agosto de 1205, que el nieto del emperador Isaac II de Constantinopla, Teodoro Ángel, escribió al Papa Inocencio III, exigiendo su restitución.

Sea como sea, si la Sábana no hubiese llegado a Europa occidental habría resultado destruida en 1453, al ser conquistada y arrasada Constantinopla por los musulmanes.

En 1353, como antes afirmamos, consta ya con seguridad que la Sábana está en manos del duque Godofredo de Charny, en Lirey, el cual la dona como cumplimiento de un voto, el 20 de enero de 1353, al Capítulo de los canónigos de la Colegiata por él fundada en Troyes, después de ser liberado de los ingleses.

En 1452, con acta notarial, después de haber obtenido permiso con un Breve del Papa, la condesa Margarita la cedió a la duquesa Ana de luisagne esposa de Ludovico, duque de Saboya, a cambio del usufructo del castillo y tierras de Mirabel. En Marzo de este año la Sábana es trasladada a Chambery donde el duque de Saboya construyó una capilla, la cual sufrió en 1532 un extraño incendio en el que a punto estuvo de ser destruido el Lienzo, fundiéndose la urna de plata que lo contenía y dejando las ostensibles marcas que hoy nos muestra.

El 14 de septiembre de 1578 fiesta de la exaltación de la Cruz, conocido el voto de Carlos Borromeo, Arzobispo e Milán, de ir a pie a Chambery para dar gracias a Dios por librar a Milán de la peste, Enmanuel Filiberto envía la Sábana a Turín, para acortarle el viaje. Desde entonces el Lienzo permanece en Turín, donde Guarini edificó en 1694 la iglesia en la cual se conserva.

En 1983 el duque de Saboya Humberto II, heredero de la corona italiana, la regaló a la Santa Sede.

Fuente: Libro La Sábana Santa

¿Cuántos azotes recibió Jesucristo según la Sábana Santa de Turín?



¿CUÁNTOS AZOTES RECIBIÓ JESUCRISTO, SEGÚN LA SÁBANA SANTA DE TURÍN? 

LA FLAGELACIÓN
Por el Dr. José Javier Domínguez
Universidad de Navarra 

Prácticamente todo el cuerpo del crucificado, por la parte frontal y dorsal, está cubierto de una serie de heridas de pequeño tamaño, iguales, y semejantes a pequeñas mancuernas o pesas de gimnasia de unos 3 cm de longitud. Están formadas por pequeños círculos de unos 12 mm aproximadamente, algo separados entre sí, más unidos por una línea transversal apenas visible a simple vista, pero que se pone de manifiesto con las imágenes a luz ultravioleta. Efectivamente, las fotografías con luz ultravioleta, en que las heridas aparecían con un color azulado, típico de la sangre, y enmarcadas con un halo de suero alrededor, daban un nuevo sentido lógico a esta gran cantidad de señales y asimismo corroboraban las intuiciones y reconstrucciones de estudiosos como Paul Vignon y Pierre Barbet. 

Las lesiones se localizan por todo el cuerpo: espalda, piernas, pecho (respetando la zona del corazón), vientre, zona glútea y posiblemente también región genital. Evidentemente se encontraba desnudo cuando recibió tan brutal castigo. Con plena seguridad, tenemos ante nosotros en la Síndone las escalofriantes huellas de una flagelación romana infligida de forma sistemática, es decir, como castigo en sí misma. A los condenados a la cruz se les flagelaba camino del suplicio, para obligarles a avanzar. Por este motivo iban desnudos y los golpes les caían sin orden, puesto que sus movimientos para evitarlos contribuían a ello. 

Nuestro hombre, sin embargo, ha sido azotado sistemáticamente por gente que conocía perfectamente su labor, y estando atado e inmovilizado. Por eso, en este caso, se quiso dar a este castigo un sentido de escarmiento, que está de acuerdo con los relatos evangélicos. El flagelo usado contra el hombre de la Síndone era lacerante y contundente, o esa, se incrustaba en la piel del reo; cada golpe la desgarraba, provocando la salida de sangre de forma explosiva. Es impresionante cómo las técnicas de imagen actuales y los estudios médicos han actualizado y corroborado el recuerdo histórico de la flagelación romana 

Los tipos de instrumentos usados por los romanos en aquella época para la flagelación eran: 

- Lorum, que era una simple correa ancha, provocaba amoratamiento de la piel y era usado en personas libres o ciudadanos romanos. 

- Varas o bastones, se usaban con los soldados que habían cometido alguna falta grave, como deserción. 

- Flagrum, consistía en un mango de madera del que partían dos o más correas estrechas de cuero. 

- Flagellum taxillatum, igual que el anterior compuesto de nervios o cuerdas delgadas y duras. Ambos terminaban con bolitas de metal esquinadas (taxilli) o con fragmentos de huesecillos. 

- Plumbum o Plumbata, que eran cadenas que terminaban con trozos de plomo y tenían una anilla por empuñadura.


Los tres últimos eran utilizados por los romanos y no por otros pueblos y sólo podían usarse con los esclavos bárbaros o extranjeros. Estos flagelos podían, por ellos mismos, provocar la muerte del condenado. 

El tipo de instrumento usado con el hombre de la Síndone, por lo que de ella se deduce, fue, según los estudios realizados por monseñor Ricci, un flagellum taxillatum de tres ramales terminados en dos trocitos o bolas metálicas (taxilli). Este tipo de "flagellum" se ha encontrado en excavaciones arqueológicas, sobre todo en las catacumbas romanas. 

Del estudio de la imagen sindónica se derivan en esta flagelación algunas características específicas: 

- La flagelación fue realizada por dos personas y los golpes se distribuyen en forma de abanico por todo el cuerpo de la víctima. Esto viene corroborado por los estudios computerizados de Jumper y Jackson del STURP [Shroud of Turin Research Project, que examinó la Síndone en 1978 durante 120 horas], que prueban cómo el radio de cada abanico converge en la mano de cada azotador. Calcularon incluso la fuerza del impacto de cada golpe y la inclinación angular de cada azote, comprobando que los mismos le fueron infligidos desde flancos opuestos. Ambos verdugos eran diestros y descargaban sus golpes simultáneamente como a un metro de distancia del reo. 

- El número de golpes recibidos asciende aproximadamente a unos 120 sin contar los que no se han podido estudiar por faltar parte de los brazos a causa del incendio de 1532. Algunos autores no se ponen de acuerdo a la hora de precisar si los golpes se dieron con flagelos de tres ramales o de dos; en cualquier caso, es evidente que fueron romanos los que le azotaron. Éstos no tenian tope en el número de golpes, y lo que es más estremecedor desde el punto de vista médico: nuestro hombre debió quedar bañado en sangre y hecho una llaga. El dolor, tanto físico como moral, y la incipiente fiebre que debió apoderarse de él y que ya lo abandonaría hasta la muerte, debieron hacer una tremenda mella en su cuerpo. 

- Durante la flagelación, la postura de nuestro hombre debió ser encorvada: se deduce esto de los estudios realizados con el ordenador, comprobando la angulación de los reguerillos de sangre y suero en las distintas partes del cuerpo. En esta posición, los reguerillos de la parte dorsal alta caían hacia los lados y con una angulación de 100, 90 y 70 grados durante el castigo; más tarde, ya en posición vertical o sentado, también caerían hacia abajo. En las zonas glúteas se ve algo parecido, en las extremidades inferiores son nítidos y se dirigen hacia abajo. 

- La gran nitidez con que se aprecian muchos de estos reguerillos puede explicarse porque el tiempo que pasó desde la flagelación hasta que le volvieron a poner el vestido debió ser suficiente para que se secaran y no fueran absorbidos por la túnica. Sólo en la parte alta de la espalda han desaparecido, viéndose una llaga compacta excoriada como abrasada por rozamiento, donde se distinguen perfectamente las marcas profundas de los taxilli. Esto se explica por el rozamiento del patibulum camino de la cruz y por el rozamiento en la propia cruz durante las distintas posiciones. El hecho de que las marcas de los taxilli en la zona de los omóplatos no se hayan destruido por el rozamiento con el patibulum implica que fue vestido hasta la cruz y la túnica protegió estas marcas de su destrucción, aunque no evitó, eso sí, que reabrieran, originando un dolor semejante a las quemaduras, al quitarle de nuevo el vestido para crucificarlo. 

En resumidas cuentas, la flagelación debió alterar todo el organismo repercutiendo enormemente en la economía corporal ya maltrecha por malos tratos recibidos anteriormente.


J. J. DOMÍNGUEZ, La Síndone de Turín. Estudio médico: Biblia y Fe 70 (1998), 95-98.

CUANTIFICACIÓN ENERGÉTICA DE LA FLAGELACIÓN 

En una de las ponencias que se presentaron en un simposio sobre la Síndone celebrado en París en abril de 2002 se presentó un curiosísimo estudio sobre la cuantificación energética de la flagelación, que transcribo. 

Probemos a cuantificar la energía, en el sentido físico del término, liberada durante el curso de la flagelación. Primero el número de impactos. En la Sábana Santa existen entre 100 y 120 de ellos, y tomamos 110 como base para el cálculo. Segundo, el objeto contundente, una pequeña haltera de plomo con una longitud de 3 centímetros y con un peso estimado de 40 gramos. Para conocer la energía tenemos que saber la velocidad de desplazamiento. Existe un punto de comparación, que es el lanzamiento de jabalina; su velocidad inicial es de 100 km/h, o sea, 28 m/s, y se lanza directamente desde la mano del deportista, esto es, a 60 cm del hombro. Las halteras de plomo están fijas al final de la correa del látigo que mide poco más o menos 1.20 m, esto es, están a 180 cm del hombro. Si se considera que el verdugo (lictor) golpea con tanto ardor como el deportista lanza la jabalina, con un brazo de palanca tres veces más largo, y con velocidad angular igual, la velocidad lineal será entonces tres veces mayor, esto es, 90 m/s. Bajemos esta velocidad a 60 m/s, que nos dará cifras menores, para no sobrestimar las consecuencias de la flagelación. No perdamos de vista que todos los valores que vamos a exponer no son más que estimaciones y no cálculos exactos, pero sí son suficientes para darnos cuenta de las magnitudes implicadas.


La energía liberada durante la flagelación será igual a 110 veces 1/2 de la masa por la velocidad al cuadrado, esto es, 396 kilos. Para comprender estas cifras hace falta compararlas con otros valores conocidos: por ejemplo, una bala de nuevo milímetros parabellum, munición clásica de las pistolas automáticas, tiene una energía de 36.5 kg, por tanto, hacen falta nueve balas para obtener la misma energía total. Una bala de 357 magnum, de las más potentes para arma corta, tiene una energía de 100 kg: harían falta cuatro balas, por tanto, para igualar la energía liberada en la flagelación. 

Un especialista en balística, M. H. Josserand, ha propuesto un coeficiente de eficacia para municiones llamado Stoping Power (StP), o poder de parada, que corresponde a la energía de un proyectil, en kilos, multiplicada por la superficie de impacto en centímetros cuadrados. Disponemos así de una escala de eficacia de la munición según sus consecuencias patológicas. Por un valor de StP inferior a cinco unidades hay un shockligero; entre 16 y 25 unidades el shock puede remitir y, para valores mayores de 35 unidades de StP, el shock es tan grande que su efecto es la muerte inmediata. 

En el caso de la flagelación, para la que hemos calculado una energía total de 396 kg y una superficie de impacto de 5.5 cm cuadrados, el número de StP es de 990, o sea, 24 veces la cantidad de energía capaz de poner a un hombre fuera de combate. Si se admite la existencia de dos correas por cada latigazo, y se han propinado 55 golpes de látigo, ó 110 impactos, habrá de significar que cada vez que la víctima recibe dos golpes de látigo, o cuatro impactos, ha encajado suficiente energía para causarle la muerte. Como es lógico, no es necesario tomar esta comparación al pie de la letra. La energía se disipa mucho más rápidamente en el caso del impacto de una bala que durante el curso de una flagelación, pero en el orden de las grandes cifras, este cálculo es correcto y hace más comprensible el gravísimo carácter traumático de la tortura de la flagelación. 

Podría hacerse otra comparación con la potencia que desarrolla un golpe de puño de un boxeador del peso pesado, que llega a ser de 400 julios... [el hombre de la Síndone]encajó el equivalente a 10 golpes de este puño, capaces de provocar un K.O. inmediato... 

FISIOPATOLOGÍA DE LA FLAGELACIÓN 

Admitiendo que se hiriera brutalmente la piel y que cada impacto comprime violentamente no solamente el plano músculo-cutáneo situado inmeditamente por debajo sino también el situado en su periferia, sobre un espacio de 5 mm, la superficie lesionada por cada impacto es de 8 cm cuadrados y el volumen contusionado de 12 cm cúbicos. Por 110 impactos, obtenemos una superficie lesionada de 880 cm cuadrados y un volumen contundido de 1320 cm cúbicos ó 1.3 litros. Éste es un volumen enorme de tejido contundido: las células, gravemente dañadas con sus membranas abiertas, liberarán su contenido al medio, provocando una catástrofe biológica. Cada uno de los golpes provocará un hematoma, y 110 hematomas cuasan una expoliación sanguínea que dará lugar a una hipovolemia, o disminución del volumen de la sangre circulante en el cuerpo, que iniciará un shock hemodinámico... 

A modo de síntesis, podemos decir que después de la flagelación... [el hombre de la Síndone] está gravemente afectado: titubea, cae, y no tiene fuerzas para llevar solo el patíbulo... La piel y los músculos están lacerados, el cuero cabelludo desgarrado; sangra, y tiene una amplia contusión torácica con hemotórax que le hace difícil y doloroso respirar. Sus riñones están virtualmente destruidos; por el momento funcionan, pero con una gran merma de su actividad a causa de la hipovolemia y del efecto destructor de los tapones de mioglobina. Este hombre, en óptima salud dos horas antes, ahora está destruido; y en ese estado va a ser crucificado.

J. DE PALACIOS CARVAJAL, La Sábana Santa. Estudio de un cirujano, Espejo de Tinta,Madrid 2007, 101-103, 107.


Si deseas conocer más sobre tu fe católica visita nuestra página de Facebook. 



Nota importante: La publicidad que aparece en este portal es gestionada por Google y varía en función del país, idioma e intereses y puede relacionarse con la navegación que ha tenido el usuario en sus últimos días. 

Estimado lector: ¡Gracias por seguirnos y leer nuestras publicaciones. Queremos seguir comprometidos con este apostolado y nos gustaría contar contigo, si está en tus posibilidades, apóyanos con un donativo que pueda ayudarnos a cubrir nuestros costos tecnológicos y poder así llegar cada vez a más personas. ¡Necesitamos de ti!
¡GRACIAS!


Publicaciones más leídas del mes

Donaciones:

BÚSCANOS EN FACEBOOK