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¿Es bíblico celebrar Semana Santa?


¿Es bíblico celebrar Semana Santa?

¡Claro que sí, amigo! La Semana Santa es uno de los momentos más sagrados y significativos para nosotros como católicos. ¿Por qué? Bueno, déjame llevarte en un viaje a través de la Biblia y nuestra tradición para explicarlo.

Empecemos por el principio, ¿de acuerdo? En la Biblia, en los Evangelios, específicamente en los libros de Mateo, Marcos, Lucas y Juan, encontramos la narrativa de la vida de Jesús. Y la Semana Santa es el clímax de esa narrativa. Comienza con el Domingo de Ramos, cuando Jesús entra triunfante en Jerusalén montado en un burro, mientras la multitud lo aclama con hojas de palma. Este evento está profundamente arraigado en la profecía del Antiguo Testamento, en Zacarías 9.9, que dice: "Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna".

Luego llegamos al Jueves Santo, cuando Jesús celebra la Última Cena con sus discípulos, instituyendo así la Eucaristía, que es el corazón de nuestra fe católica. En Mateo 26.26-28, Jesús dice: "Mientras comían, Jesús tomó pan, y habiendo pronunciado la bendición, lo partió, lo dio a sus discípulos y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, habiendo dado gracias, se la entregó diciendo: «Bebed de ella todos, porque esto es mi sangre del nuevo convenio, que es derramada por muchos para remisión de los pecados»". Es en este momento que Jesús nos deja el gran regalo de su presencia real en la Eucaristía, un regalo que recordamos y celebramos en cada Misa.

El Viernes Santo es el día en que recordamos la crucifixión de Jesús. Es un día sombrío y triste, pero también lleno de esperanza, porque sabemos que a través de la muerte de Jesús en la cruz, hemos sido redimidos y reconciliados con Dios. Como dice el Evangelio de Juan 3.16, "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en él no se pierda, mas tenga vida eterna".

Finalmente, llegamos al Domingo de Resurrección, el día en que celebramos la victoria de Jesús sobre la muerte. Después de tres días en el sepulcro, Jesús resucita, demostrando su poder sobre el pecado y la muerte, y abriendo para nosotros las puertas de la vida eterna. Como nos recuerda San Pablo en 1 Corintios 15.55, "¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón?". La Resurrección de Jesús es la piedra angular de nuestra fe cristiana, y la Semana Santa es la celebración de este evento salvífico.

Entonces, ¿es bíblico celebrar la Semana Santa? Absolutamente. La Semana Santa encapsula los eventos más importantes de la vida de Jesús, eventos que son fundamentales para nuestra fe como cristianos. A través de la celebración de la Semana Santa, recordamos y revivimos la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús, y renovamos nuestro compromiso de seguirlo como discípulos.

Pero la Semana Santa no es solo un evento histórico que recordamos; es también una oportunidad para que nosotros, como católicos, profundicemos nuestra relación con Dios y crezcamos en nuestra fe. Durante la Semana Santa, somos llamados a participar en los servicios litúrgicos, a reflexionar sobre el significado de la Pasión de Cristo, a arrepentirnos de nuestros pecados y a renovar nuestra fe en la Resurrección. Es un tiempo de oración, penitencia y conversión, pero también de alegría y esperanza en el poder salvífico de Cristo.

Además, la Semana Santa nos invita a vivir en solidaridad con aquellos que están sufriendo y necesitados. A través de nuestras oraciones y obras de caridad, podemos unirnos a Jesús en su Pasión y compartir su amor con los demás. Como nos recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica en el párrafo 571, "El misterio de la cruz y de la Resurrección de Cristo es el único acontecimiento capaz de dar sentido a la historia, y más aún, a la vida entera del hombre".

Así que, querido amigo, no solo es bíblico celebrar la Semana Santa, sino que es esencial para nuestra fe como católicos. A través de la celebración de estos sagrados misterios, podemos experimentar la gracia y el amor de Dios de una manera profunda y transformadora. Que esta Semana Santa sea para ti un tiempo de renovación espiritual y encuentro con Cristo. Que Dios te bendiga abundantemente. ¡Feliz Semana Santa!

Autor: Padre Ignacio Andrade

¿Cómo hace la Iglesia para calcular la fecha de la Semana Santa?


La fecha de la Semana Santa no es fija cada año, y eso se debe a la manera en que la Iglesia la calcula.

La Semana Santa se celebra en el primer domingo después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera. Ah, ¿te suena complicado? Vamos a desglosarlo un poco. Para entenderlo mejor, hagamos un recorrido por el cálculo de la fecha de la Semana Santa.

Primero, hablemos del equinoccio de primavera. Este fenómeno ocurre alrededor del 20 o 21 de marzo, cuando la duración del día y la noche son prácticamente iguales. Ahí es donde comienza todo. La Iglesia tomó como referencia este momento en el año porque simboliza el renacer de la naturaleza, y es un símbolo hermoso que encaja bien con la resurrección de Jesús.

Después, viene la luna llena. La Iglesia se basa en el calendario lunar para determinar la fecha de la Semana Santa. La Pascua está vinculada al ciclo lunar porque, en la tradición judía, la Pascua judía también está relacionada con la luna llena. La Iglesia estableció que la Semana Santa debe caer después de la primera luna llena que sigue al equinoccio de primavera.

Ahora, la parte interesante es que la Iglesia no sigue el calendario lunar exactamente. En lugar de utilizar el ciclo lunar real, que dura alrededor de 29.5 días, la Iglesia utiliza un calendario lunar eclesiástico, que fija la duración de cada mes en 29 o 30 días. Este calendario asegura que la Semana Santa nunca se celebre antes del equinoccio de primavera, pero también evita que ocurra muy tarde en la primavera.

Entonces, tenemos el equinoccio de primavera y la primera luna llena después de eso. La Semana Santa comienza el domingo siguiente a esta luna llena. Y es así como la Iglesia llega a la fecha de la celebración más importante en el calendario litúrgico.

Es interesante notar que la Semana Santa es un ejemplo de cómo la Iglesia entrelaza la fe con la naturaleza y la tradición. Al usar el equinoccio de primavera y la luna llena, la Iglesia busca conectarnos con la creación y recordarnos la importancia de la renovación y la vida nueva que simboliza la resurrección de Jesús.

Ahora bien, aunque esta forma de calcular la fecha de la Semana Santa puede parecer un tanto compleja, tiene sus raíces en la tradición y en la búsqueda de alinearse con la narrativa bíblica. La celebración de la Semana Santa está intrínsecamente ligada a la Pascua judía, la última cena de Jesús con sus discípulos, su pasión en la cruz y, por supuesto, su gloriosa resurrección.

La Biblia nos presenta la conexión entre la Pascua judía y la muerte de Jesús en el Nuevo Testamento, específicamente en los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas). En el Evangelio de Mateo 26,17-19, leemos sobre la preparación de la última cena, que era la celebración de la Pascua judía: "El primer día de los panes sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: '¿Dónde quieres que te preparemos la comida de la Pascua?'". Jesús da instrucciones específicas para la preparación de la cena pascual, estableciendo así una conexión simbólica con la Pascua judía.

Además, el Catecismo de la Iglesia Católica, en el párrafo 1163, nos enseña sobre la importancia de los signos y símbolos en la liturgia: "Sin embargo, el sentido más profundo de los signos litúrgicos es revelar lo que significa la acción de Cristo en la liturgia". Así que, la elección de la fecha de la Semana Santa también tiene un componente simbólico, revelando la acción de Cristo en su pasión, muerte y resurrección.

¡Espero que esta explicación haya sido útil y que puedas disfrutar aún más de la próxima Semana Santa! Si tienes más preguntas, ¡aquí estoy para ayudar!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

¿Es pecado ir a la playa en semana santa?


Mi deber es guiar a los fieles en su camino hacia Dios y enseñarles los preceptos de la fe. En este caso en particular, la pregunta que se me hace es si es pecado ir a la playa en Semana Santa, y para responder a esta pregunta debemos considerar varios aspectos.

En primer lugar, debemos recordar que la Semana Santa es un tiempo sagrado para los católicos, en el que conmemoramos la pasión, muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Este es un tiempo para reflexionar sobre nuestra fe y para renovar nuestro compromiso con Dios.

En segundo lugar, debemos recordar que la Biblia nos enseña que debemos cuidar nuestro cuerpo como un templo sagrado, ya que fue creado a imagen y semejanza de Dios. El apóstol Pablo nos dice en su primera carta a los Corintios: "¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que habita en vosotros, y que recibisteis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo" (1 Corintios 6,19-20).

En tercer lugar, debemos considerar si el acto de ir a la playa en sí mismo es pecaminoso. La respuesta a esto es que no lo es. La playa es un lugar creado por Dios y puede ser disfrutada de manera saludable y adecuada. Sin embargo, debemos recordar que cualquier actividad que nos aleje de nuestra relación con Dios o que nos haga caer en la tentación del pecado, es algo que debemos evitar.

En cuarto lugar, debemos considerar el contexto en el que se hace esta pregunta. La Semana Santa es un tiempo de recogimiento y penitencia, en el que debemos reflexionar sobre nuestra propia vida y nuestra relación con Dios. Si el acto de ir a la playa en Semana Santa nos aleja de esta reflexión y nos hace perder de vista la importancia de este tiempo sagrado, entonces sí puede ser considerado como un acto pecaminoso.

Por todo lo anterior, como sacerdote católico, mi recomendación sería que se reflexione sobre la importancia de la Semana Santa y se busque vivirla de manera adecuada y en sintonía con los preceptos de nuestra fe. 

Pero si de plano se decide ir a la playa en Semana Santa, es importante que no descuidemos nuestra participación en las ceremonias religiosas propias de este tiempo sagrado. Como católicos, debemos asistir a las misa del Jueves Santo, las celebraciones del Viernes y especialmente asistir la Vigilia Pascual, que es la celebración más importante de todo el año litúrgico y se celebra el Sábado Santo por la noche. Estas ceremonias nos ayudarán a reflexionar sobre la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo y a renovar nuestra fe y compromiso con Dios. Por tanto, si decidimos ir a la playa, no debemos olvidar nuestra responsabilidad como católicos de participar en las ceremonias religiosas de Semana Santa y estar vacacionando no es una excusa válida para omitirlas. 

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Cómo vivir la Semana Santa con toda la intensidad que merece


¿Cómo podemos dar sentido a este ímpetu litúrgico? ¿Cómo prepararnos y qué tener en cuenta para no dejar escapar este valioso tiempo? Erik Varden nos ayuda a comprender el valor de la Semana Santa

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La Iglesia se pone en acción en la Semana Santa, tras a Cuaresma. Los principales eventos pasan con velocidad: Domingo de Ramos, la Misa Crismal, la Misa de la Cena del Señor, la celebración de la Pasión el Viernes Santo y de repente estamos parados en una iglesia iluminada en la Vigilia de Pascua. ¿Cómo podemos dar sentido a este ímpetu litúrgico? ¿Cómo prepararnos y qué tener en cuenta? Luke Coppen de The Pillar le hizo la pregunta al Obispo Erik Varden, el monje trapense que es Prelado de Trondheim en Noruega, en esta entrevista

–La larga lectura del evangelio del Domingo de Ramos describe la Pasión y Muerte de Jesús. ¿Por qué la Iglesia elige relatarnos todos los sucesos, salvo la Resurrección?

–La Iglesia procura que los fieles vivan esta historia en su integridad de modo permanente, para sobrepasar una concepción sólo lineal del tiempo. Seguir la liturgia es desarrollar una capacidad para la sincronicidad que —de este lado de la eternidad— es la experiencia más cercana a vivir más allá del tiempo. Pensemos en la Misa de Gallo. Después de oír el evangelio de la Navidad y una predicación alegre de pronto el pesebre queda ensombrecido por el Calvario: «en la víspera de su Pasión, tomó el pan…». El Niño de Belén es el Cordero de Dios. Esto nos deja atónitos, por ese motivo la Iglesia emplea todos los medios posibles para que lo podamos ver, porque si nos quedamos encerrados en nuestra propia experiencia somos incapaces de entender esto, reduciendo a Dios a nuestra propia historia en vez entrar y crecer en la de Él. Durante la Semana Santa la liturgia nos lanza un desafío constante: comprender y vivir cada una de las partes en función del todo.

–La Semana Santa parece demasiado abrumadora para poder comprenderla acabadamente. ¿Cuál es la mejor manera de acercarnos a ella?

–Lo mejor es no hacer muchos planes. Simplemente caminar paso a paso cada etapa de la Semana Santa como lo hacemos al meditar las estaciones del Via Crucis, con una presencia intensa ante cada una de ellas. Rezar mientras caminamos diciendo: «Señor, abre mis ojos y mi corazón a lo que necesito ver» y luego estar atentos.

–¿El arte puede ayudarnos o en cambio deberíamos dedicar todo nuestro tiempo libre a la oración personal?

–Pienso que el arte puede ser una forma de oración. No cualquier tipo de arte. Cuando puedo, escucho siempre la Pasión según san Mateo el Viernes Santo por la tarde. Es una obra de una tal profundidad que cualquier comentario mío sonaría superficial. Sin embargo, para mí el recitativo del bajo hacia el final, Am abend, da es kühle war (Mt 27, 51-59) es la parte esencial. Pone en perspectiva la insoportable intensidad de todo lo que precede. Y nos ofrece una clave hermenéutica para nuestra existencia aquí y ahora, en las circunstancias que nos toca vivir. Nos dice que absolutamente todo, incluso nuestro pecado, puede servir el plan de Dios si lo permitimos. ¿Recuerda ese verso del salmo 76 «la cólera humana tendrá que alabarte»? La Iglesia nos invita a cantar ese salmo en las Vigilias del Triduo. Esas palabras nunca dejan de sorprenderme. Hasta la ira puede convertirse en alabanza.

–El Lunes Santo, ¿es este un día significativo o sólo una etapa temporal previa a los grandes sucesos de la Semana Santa?

–Todo es significativo. San Efrén el Sirio (un Doctor, no lo olvidemos, de la Iglesia latina) tiene una maravillosa interpretación de la maldición de la higuera. Al dejarla secarse —dice— el Señor nos muestra que ha cumplido con su función providencial. Adán y Eva —nos recuerda— se cubrieron con hojas de higuera luego de la Caída para ocultar la desnudez de la que se avergonzaban. En un solo instante, con su sacrificio salvífico, Cristo restaurará para toda la humanidad la Túnica de Gloria que perdimos por el pecado, de modo que no habrá necesidad de ocultarnos ni de cubrirnos con cosas materiales. Esto encierra una parábola que, al inicio de la Semana Santa, podemos adoptar para examinarnos. ¿Cuáles son las máscaras y disfraces que me he puesto? ¿Cuáles son los subterfugios que empleo para ocultar la verdad sobre mí mismo y que, de hecho, me impiden convertirme en aquello que, por la gracia, estoy llamado a ser? Así, cada detalle del relato de la Escritura y de la liturgia requiere nuestra atención. Cada detalle nos habla directamente a nosotros.

–¿Y qué puede decirnos del Martes Santo, que tradicionalmente se centra en la Parábola de las Diez Vírgenes?

–San Serafín de Sarov explicó esta parábola a la luz del don del Espíritu. El fin de la existencia cristiana, dijo él, es adquirir el Espíritu Santo. La cantidad relativa de aceite en las lámparas de las vírgenes no era una medida de su progreso o virtud moral, sino de su configuración con el Espíritu. Todos recibimos el Espíritu en nuestro bautismo —sin enterarnos si nos bautizaron de niños—, y luego dijimos «Sí» al Espíritu en nuestra confirmación, aceptando ser sus vasijas. En cada Misa, en una suerte de segunda epíclesis, si se quiere, el Espíritu es llamado a descender sobre la asamblea con la oración que pide que sean un solo cuerpo y un solo espíritu. Estando a las puertas de la Pascua vale la pena preguntarse, ¿vivo plenamente como un miembro del Cuerpo de Cristo? Si me he alejado de él por mis decisiones o acciones, es un buen momento para hacer reparación, para buscar el perdón.

–El Miércoles Santo es conocido en la tradición anglosajona como el «Miércoles del Espía» en referencia a la traición de Judas. ¿Qué piensa de la tendencia a sentir simpatía por Judas?

–Sufrir con Judas tiene sentido. Me animo a decir que muchos de nosotros podemos hacer memoria de las traiciones que hemos cometido, traiciones que nos parecían irreparables. Donde yo me disociaría de esta tendencia moderna es en su proclividad a justificar la traición, a racionalizarla. El ejemplo de Judas nos recuerda que hay otro camino. La posibilidad de la infidelidad, con toda su carga de tristeza, me invita a ser fiel. Eso es lo importante.

–Los primeros días del Triduo están signados por el oficio de Tinieblas, durante el cual una serie de velas se van apagando de a una, seguido por un strepitus —un ruido fuerte—, en la oscuridad casi completa de la iglesia. ¿Qué piensa del interés en reincorporar este rito?

–Me parece excelente. Puedo pensar en varios lugares donde eso no es necesario porque la celebración de Tinieblas nunca ha cesado. Lo haremos en mi catedral en Trondheim, pero a las 8 de la mañana, no a la noche como es habitual, y sin el strepitus. En nuestro contexto cultural actual, no estoy seguro de que sea posible realizar este signo —lleno de significado— con una espontánea solemnidad sin que pierda la seriedad requerida. En otros lugares puede ser diferente. En cualquier caso, la liturgia de la Semana Santa usa una variedad de medios sensoriales para hacernos apreciar la amplitud de la realidad en la que tenemos la gracia de participar. Tienen como propósito que el mensaje nos entre por los poros de la piel. Y hoy día continúan haciendo exactamente eso mismo.

–El Jueves Santo tiene dos oficios principales: la Misa Crismal y la Misa de la Cena del Señor. La Misa Crismal es una tradición muy antigua y es considerada una de las liturgias más importantes del año. ¿Por qué tiene lugar inmediatamente antes del Triduo?

–Durante la Misa Crismal se bendicen y consagran los santos óleos que la Iglesia usa para ungir a sus fieles. Estos incluyen el crisma utilizado en las ordenaciones. Este es el origen de una costumbre muy bella: la reunión de todo el presbiterio de la diócesis en este día, para hacer visible la unidad del presbiterio alrededor del obispo y para dar gracias por el don del sacerdocio. Hay una continuidad temática entre esta celebración y la Misa de la Cena del Señor, ya que uno de sus aspectos es la institución de la Eucaristía y del sacerdocio ministerial. Luego está el hecho de que los óleos son ungüentos lenitivos, medicinales, que transmiten el poder de sanar y transformar de la gracia que brota del sacrificio del Calvario y de la Resurrección del Señor. La bendición y consagración de los óleos durante la Semana Santa nos recuerda el carácter pascual de todas las gracias, a las que nadie tiene derecho, pero a las que todos estamos invitados a recibir al profesar y vivir la fe pascual de la Iglesia.

Durante mi proceso de conversión, quedé fascinado por la descripción deslumbrante del Triduo que hizo una amiga mía. Ella me dijo que nunca olvidaría esa primera experiencia. Tenía razón. ¿Por qué piensa que es tan impactante?

–En parte porque se trata de una experiencia totalizante, que afecta a muchos niveles. Pero fundamentalmente porque es real. Los cartujos tienen el lema Stat crux dum orbis volvitur, «Mientras el mundo gira, la Cruz firme se yergue». Durante el Triduo sentimos y vislumbramos esto. Intuimos que «sí, de esto se trata. Esto es lo que da sentido a todo lo demás». Nos damos cuenta de que es nuestra participación en la Iglesia la que confiere fuerza a esta percepción. El Cuerpo total, del cual somos miembros, se arrodilla en adoración. Eso no puede sino ser una experiencia impresionante que cambia la vida.

–El Papa Francisco le ha dado una connotación personal a la Misa de la Cena del Señor. En vez de lavar los pies de sacerdotes en la Basílica de San Pedro, él ha salido a prisiones y centros de inmigrantes. Ha incluido mujeres y musulmanes en sus ceremonias del lavado de pies. ¿Cree que esto ha arrojado una nueva luz sobre las acciones de Jesús durante la Última Cena?

–Pienso que sí. Sin embargo, la antigua luz también es importante. No creo que haya necesidad de oponerlas. El rito ha atravesado un largo proceso de evolución, pasó de ser un servicio doméstico celebrado en la casa de los obispos, presumiblemente no lejos de todos los ruidos y olores de la cocina episcopal, a convertirse en un rito litúrgico. La formalización de un gesto no lo hace necesariamente menos real. Es una manera de expresar su universalidad. En estos días el acento está puesto en la inclusión, en no dejar a nadie fuera, lo cual de por sí no es una mala idea, pero se corre el riesgo de acortar la mira al poner el foco en nosotros mismos. Lo importante es entender lo que Dios está haciendo. Hace poco descubrí una frase en la correspondencia de Don Primo Mazzolari, algo que le escribió una persona alejada de la Iglesia: «Quisiera gritároslo en la cara: ¿entendéis de verdad lo que estáis haciendo? Tal vez no lo hayáis entendido nunca. Esta acción [Dios que se arrodilla, como un sirviente, ante la criatura] lo revoluciona todo, ¡y vosotros la convertís en un mero rito!». El criterio auténtico de inclusión no surge de si alguien lava los pies de la comunidad a la que me siento ligado sino: «¿Me doy cuenta hasta qué punto Cristo se humilló por mí? ¿Me mueve eso a seguir su ejemplo?».

–El Viernes Santo «la Cruz requiere toda nuestra atención». ¿Qué aprendemos sobre la Cruz en este día?

–La contemplamos primero como un instrumento de muerte, un objeto de tortura degradante, y luego la vemos como un símbolo de victoria. La transición tiene lugar cuando, después de la lectura de la Pasión, la cruz es llevada al santuario en solemne procesión y nos arrodillamos ante ella antes de cantar el Hagios: «Santo Dios, Santo Fuerte, Santo, Inmortal, ten piedad de nosotros» Así somos parte de la realización de un cambio de paradigma que nos permite entrever la verdad de la que habla San Juan: la Cruz es a la vez un tormento de presencia insoportable y también la epifanía de la gloria. Frente a estas realidades no podemos decir mucho. Pero, si entramos plenamente dentro del rito, nuestros ojos —exteriores e interiores— son abiertos por él.

–La Vigilia Pascual del Sábado Santo es una extraordinaria experiencia sensorial, desde el fuego pascual hasta la iluminación de la iglesia, el tañido de las campanas y el canto del Exsultet. ¿Por qué la Iglesia celebra «a tope» en ese momento?

–Si en algún momento del año estamos llamados a celebrar «a tope» es precisamente en esta noche, en la cual ninguna expresión humana alcanza para describir lo que Dios lleva a cabo. Es maravilloso. No deberíamos perder un solo detalle del método de la Iglesia, esa incomparable pedagoga, que ha descubierto como despertar nuestro sentido del asombro.

–Usted ha dicho «La Pascua lo cambia todo». ¿Nos puede explicar por qué?

–Pienso con frecuencia en una escena de La orquídea blanca, una novela de Sigrid Undset que narra una conversión. Ahí se retrata a Paul Selmer, el protagonista, entrando en la catedral de San Olaf en Oslo muy entrada la noche, luego de una velada de excesos. Se considera agnóstico, pero conoce la fe a través de la familia católica que lo hospeda como inquilino. Mientras está sentado en la oscuridad de la iglesia, ve a la distancia la luz titilante del sagrario. De pronto se le ocurre que, si esa pequeña llama estuviera diciendo la verdad, es decir, si Dios estuviera realmente presente allí, entonces la vida tendría que ser replanteada completamente porque nada sería como lo había creído hasta ese momento. La Pascua es lo que permite esta comprensión. Proclama que lo que pensamos que define nuestras vidas —la transitoriedad, la muerte, las heridas afectivas— no es, en realidad, final: hay un bálsamo en Galaad (Jer 8, 22) que nos sana ahora y que destruye todo lo que sabotea nuestra alegría. Así, la realidad es transformada. Entramos en una dimensión enteramente nueva del ser, si tenemos el coraje y el amor necesarios.

Autores: Luke Coppen y Carlos Ezcurra

Lo que un católico debe saber para peregrinar por 7 iglesias el Jueves Santo


Después de la Misa de la Cena del Señor el Jueves Santo, existe una antigua tradición católica de hacer una peregrinación a siete iglesias.

Cada una de las siete iglesias refleja los últimos siete lugares que visitó Cristo, desde el momento en que entró en su Pasión hasta Su muerte en el Calvario (enumerados al final de este artículo).

Podemos rastrear los orígenes de esta tradición cuaresmal hasta mediados del siglo XVI en Roma.

San Felipe Neri (1515–1595), también conocido como el ‘Segundo Apóstol de Roma’ después de San Pedro, dirigió a muchos devotos en una peregrinación a pie por las calles adoquinadas de Roma, visitando las siete basílicas de la ciudad.

Nacido en una familia trabajadora noble en Florencia, Italia, San Felipe estaba destinado a un propósito mucho mayor. Dejó todo atrás para comenzar una vida en Roma como misionero y sanador de almas quebrantadas.

Con la Iglesia y el pueblo de Roma en extrema necesidad de renovación y avivamiento espiritual, San Felipe buscó guiar al rebaño confiado a su cuidado para vivir una vida más santa, virtuosa y gozosa.

San Felipe siguió el camino de un pobre peregrino, a menudo deambulando por las antiguas calles de Roma cada día y visitando las siete iglesias de peregrinación de Roma, las catacumbas olvidadas y las tumbas de los grandes santos. Trabajó sin descanso por la salvación de las almas.

Con su contagioso espíritu de alegría, su profunda habilidad para hacerse amigo de los demás y su amor ardiente por todas las almas, ya sean pecadoras, incrédulas o quebrantadas, San Felipe ganó almas y guió a muchas a Cristo.

En las palabras jubilosas de San Felipe: “La alegría fortalece el corazón y nos ayuda a perseverar. Un siervo de Dios siempre debe estar de buen humor. Caridad y alegría, o caridad y humildad, debe ser nuestro lema”.

Y así, para traer esperanza, alegría, paz y unidad al pueblo de Roma en un momento en que prevalecían los vicios del orgullo, la corrupción y el materialismo y muchos católicos eran tibios, San Felipe encontró formas creativas de revivir la fe.

Desde las cofradías, las reuniones comunitarias, las oraciones vespertinas, la lectura de la Escritura, la predicación, los himnos y el rezo de los Salmos y letanías, muchos se reunieron con espíritu de alegría y solidaridad para caminar juntos en la peregrinación a la eternidad.

San Felipe comenzó la tradición de caminar por las Siete Iglesias en Semana Santa en la oscuridad de la noche, reflexionando sobre la Pasión de Cristo.

Mientras Nuestro Señor oraba fervientemente antes de su Pasión en el Huerto de Getsemaní, preguntó a los discípulos: “¿No pudieron velar conmigo una hora?” (Mateo 26:40).

Cristo estaba solo en este momento, abandonado y asustado. Luego le dijo a Pedro: “Vela y ora para que no caigas en tentación. Porque el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil.”

En nuestro mundo acelerado, donde el trabajo, la fatiga, los problemas, los horarios ocupados, la pereza espiritual, las excusas, las redes sociales y las distracciones a menudo se interponen en el camino de la vida espiritual, esforcémonos por hacerle compañía a Cristo esta Semana Santa y caminar siguiendo los antiguos pasos de San Felipe Neri.

No abandonemos a Nuestro Señor durante las horas más oscuras de Su vida, y encontremos formas creativas de reavivar nuestro celo, fe y amor ardiente por Cristo y por los demás, para que podamos ayudar a reconstruir nuestra Iglesia hoy.

Siguiendo el llamado de Cristo para que permanezcamos despiertos y oremos con Él durante Su agonía en el jardín, estás invitado a hacer una peregrinación a siete iglesias diferentes este Jueves Santo y hacerle compañía a Cristo.

Puede arrodillarse ante el Altar de Reposo en cada iglesia y acompañar espiritualmente a Cristo en adoración al reflexionar sobre cada una de las siete estaciones finales donde Cristo viajó antes de Su Pasión y Muerte.

Reflexione sobre los siguientes versículos en cada una de las siete iglesias que visite:

1) Jesús en el Huerto de Getsemaní (Lucas 22,39-46)

2) Jesús ante Anás (Juan 18,19-22)

3) Jesús ante Caifás (Mateo 26,63-65)

4) Jesús ante Pilato (Juan 18,35-37)

5) Jesús ante Herodes (Lucas 23,8-9; 11)

6) Jesús nuevamente ante Pilato (Mateo 27,22-26)

7) La crucifixión y muerte de Jesús (Mateo 27,27-31)

Autora: Georgette Bechara

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Fuente: https://es.churchpop.com/2023/04/01/lo-que-un-catolico-debe-saber-para-peregrinar-por-7-iglesias-el-jueves-santo/

El Papa podría salir del hospital en las próximas horas; estaría presente en todas las celebraciones de Semana Santa


- Presidiría las eucaristías, pero las celebrarían diferentes cardenales con altas responsabilidades en la Curia

- El Papa lee la prensa, trabaja con relativa normalidad… y anoche cenó pizza junto a quienes le acompañan

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Tal y como acabar de confirmar la Sala Stampa de la Santa Sede, después de tres días ingresado en el Policlínico Gemelli y si no hay ningún inconveniente, Francisco recibirá el alta mañana sábado y, de este modo, podría estar presente en todas las grandes celebraciones de la Semana Santa, empezando por este Domingo de Ramos en San Pedro.

En este quinto comunicado tras el ingreso del Papa se explica que, “en la tarde de ayer, tras una intervención explícita de los médicos que atienden al Pontífice, se sabe con certeza que padece ‘bronquitis infecciosa’ y, por tanto, está sometido a una terapia de antibióticos administrados por vía intravenosa”.

A falta de las últimas pruebas

Como ha detallado Matteo Bruni, director de la Sala Stampa, “ayer transcurrió bien, con evolución clínica normal. Por la noche, el papa Francisco cenó, comiendo pizza, junto a quienes lo asisten en estos días de hospitalización: médicos, enfermeras, auxiliares y personal de la gendarmería estuvieron presentes con el Santo Padre. Esta mañana, después del desayuno, leyó algunos periódicos y volvió al trabajo. El regreso de Su Santidad a Santa Marta está previsto para mañana, tras los resultados de las últimas pruebas realizadas esta mañana”.

Así, se confirma que, tras ser hospitalizado de urgencia el miércoles por una bronquitis infecciosa, que le habría provocado algún episodio colateral de fibrilación cardíaca, Bergoglio habría respondido bien a la medicación y ya estaría prácticamente recuperado.

Presidirá, pero no celebrará

En caso de obtener el alta, el Papa estará presente en las celebraciones litúrgicas de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Eso sí, las presidirá, pero no las celebrará.

En este sentido, la misa de Domingo de Ramos la celebrará el cardenal Leonardo Sandri, vicedecano del colegio cardenalicio y prefecto emérito del Dicasterio para las Iglesias Orientales. El Jueves Santo, por la mañana, hará lo mismo el vicario de Roma, el cardenal Angelo De Donatis. El Viernes Santo correrá a cargo del arcipreste de San Pedro, el cardenal Mauro Gambetti. Giovanni Batista Re, decano del colegio cardenalicio, celebrará la eucaristía por el Domingo de Pascua. Por ahora, no se sabe nada del Vía Crucis ante el Coliseo romano, en la tarde del Viernes Santo, ni de la bendición ‘urbi et orbi’ el Domingo de Pascua, tras la misa.

Horas antes de esta confirmación vaticana, el propio cardenal Re había adelantado a ‘Il Messagero’ que “el Papa dejará el hospital Gemelli el sábado. Acabo de hablar con él, se está recuperando y así podrá presidir todos los ritos de la Semana Santa”.

Autor: Miguel Ángel Malavia

Nicaragua prohíbe las procesiones de Semana Santa



La medida llega en medio de un recrudecimiento del acoso contra la Iglesia, a la que el presidente Daniel Ortega calificó la semana pasada de «mafia»
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La Policía Nacional ha prohibido a la Iglesia católica de Nicaragua celebrar el tradicional vía crucis y las distintas procesiones fuera de los templos durante la Cuaresma y la Semana Santa de este año. Ambas celebraciones solo podrán tener lugar dentro de los recintos parroquiales, según han informado diversas fuentes eclesiásticas.

La medida llega en medio de un recrudecimiento del acoso contra la Iglesia, a la que el presidente Daniel Ortega calificó la semana pasada de «mafia» y de ser antidemocrática por no permitir que los católicos elijan por voto directo al Papa, a los cardenales, a los obispos y a los sacerdotes.

Durante un acto en el que se rindió honores al héroe nicaragüense Augusto C. Sandino (1895-1934), el mandatario también acusó a la jerarquía eclesiástica de cometer «crímenes todos los días». De hecho, «en el Vaticano tienen un proceso ahorita por cómo han malversado millones».

La prohibición y los ataques llegan tras la sentencia contra el obispo Rolando Álvarez, que fue condenado el pasado 10 de febrero a 26 años de cárcel. El prelado, que estaba recluido desde el 19 de agosto, se negó a salir del país un día antes de su condena junto a otros 222 presos políticos, que fueron desterrados y enviados a Estados Unidos.

«Las noticias que llegan de Nicaragua me han entristecido mucho, y no puedo dejar de recordar con preocupación al obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, a quien quiero tanto», dijo el Papa Francisco tras la sentencia contra el prelado.

Semana Santa: ¿Por qué es Sábado Santo y no Sábado de Gloria?



El Sábado Santo es el tercer día del Triduo Pascual. Antes la gente acostumbraba llamarlo Sábado de Gloria porque la celebración de la Vigilia de la Resurrección, que simboliza “la apertura de la gloria”, se realizaba ese día en la mañana.

El que se realizara la Vigilia temprano se debía que existía una norma eclesiástica rígida que obligaba a un ayuno prolongado antes de recibir la comunión.

Ese ayuno comenzaba a las doce de la noche del día anterior y en ese lapso no era permitido ni siquiera beber agua.

Desde 1963 esa norma ya no se aplica, debido al Concilio Vaticano II y su Reforma Litúrgica, que señala que se puede comulgar sólo si se ha ayunado al menos por una hora.

Gracias a este cambio se puede celebrar la Vigilia Pascual a la hora debida, es decir, hacia la medianoche y vivir el Sábado Santo como un día de luto y no de festejo.

Adiós costumbres del Sábado de Gloria

La costumbre de bañarse en el Sábado de Gloria era algo perfectamente lícito en otro momento en que la humanidad no padecía por la falta de agua.

¿Cómo resistir la tentación de jugar con agua y bañarse, cuando salíamos de la Misa de Gloria cargados de cubetas de agua florida bendecida durante la ceremonia bautismal?

Hoy las cosas han cambiado, hay una conciencia de nuestra responsabilidad de cuidar el agua; hoy no debemos tirarla ni desperdiciarla.

Además, el Sábado de Gloria no es de alegría aún, es Sábado Santo y es de gran luto porque Jesús está en la tumba.

Con información del padre Sergio Román. 

¿Por qué la Semana Santa no tiene una fecha estable?



¿Por qué la Semana Santa no tiene una fecha estable? En la Iglesia Católica, la mayoría de las fiestas religiosas se celebran en la misma fecha cada año; sin embargo, hay algunas celebraciones movibles, como la Semana Santa, que cambia de fecha, y esta es la razón.

¿Cómo se determina cuándo es la Semana Santa?

Es de acuerdo con el calendario lunar.

En la antigua Roma medían el tiempo de acuerdo con el Calendario solar, a fin de ordenar los momentos de siembra y cosecha, pues era fundamental conocer los ciclos de las estaciones. Sin embargo, las fiestas cristianas y judías se celebraban de acuerdo con los ciclos de la luna.

Y es que, según Biblia, la muerte de Jesús fue cercana a la Pascua judía, (Cfr. Jn 13,1), pues los evangelios relatan cómo Cristo celebra la cena pascual con sus discípulos, para recordar el momento de la salida del pueblo de Israel de Egipto.

De acuerdo con las costumbres judías, la Pascua tenía lugar el día 15 del mes de Nisan (la creación del Cosmos, según el testimonio de los Padres de la Iglesia:  Cirilo de Jerusalén y Eusebio de Cesarea), que empieza con la primera luna nueva de primavera.

Por esta razón, actualmente la fecha de la Semana Santa se fija el domingo siguiente a la primera luna llena del equinoccio de primavera.

Semana Santa: ¿Qué hacer el Lunes, Martes y Miércoles santos?



Cuando se habla de Semana Santa por lo general se piensa en el Jueves, Viernes y Sábado santos, pero ésta también abarca el Lunes, Martes y Miércoles santos. Y es que para celebrar la fiesta más grande del cristianismo, debemos prepararnos muy bien.

Estos tres días nos dan la oportunidad de disponernos a vivir la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo con verdadera fe y recogimiento. ¿Qué podemos hacer? La respuesta es sencilla: alimentar el espíritu, pues así como nutrimos el cuerpo para tener fuerzas, también el espíritu necesita de alimento a fin de poder escuchar al Señor con mayor claridad.

Para ello, te sugerimos llevar a cabo estos puntos fundamentales:

1. Silencio interior

Si dos personas hablan al mismo tiempo es imposible que puedan entenderse. La Semana Santa es tiempo privilegiado para escuchar a Dios, y por ello, debemos encontrar en este período vacacional los momentos adecuados para guardar silencio y dejar que Él nos hable.

2. Alimenta tu espíritu

Nutrir nuestro espíritu es fundamental para vivir una Semana Santa llena de abundantes frutos. Te sugerimos conseguir una buena lectura espiritual y darte espacios para escuchar música que enriquezca tu espíritu. En estos días es fundamental que te animes a reconocerte pecador ante Dios.

3. Decorar tu espacio 

Para estos días el color Litúrgico es el morado. Por ello, puedes decorar con algún mantel morado, listones u hojas de colores de este tono el centro de la mesa de tu hogar, ya que éste simbolizará el sacrificio, la penitencia y la humildad a la que estamos invitados a vivir en este tiempo litúrgico.

Recuerda, si no cuentas con todos los materiales y elementos que aquí se señalan, no es necesario conseguirlos, importante es que esta celebración sea totalmente espiritual, llena de fe y, sobre todo, de todo corazón.

¿Por qué se cubren los santos en Cuaresma y Semana Santa?



¿Por qué se cubren los santos en Cuaresma y Semana Santa? Es una pregunta que se hacen muchos católicos. A partir del V Domingo de Cuaresma y hasta el Viernes Santo, en algunas iglesias las imágenes de santos y crucifijos se cubren con una tela morada, propia del tiempo litúrgico.

¿Es obligatorio? La respuesta a esta pregunta la dio el padre José de Jesús Aguilar, de la Arquidiócesis de México, en un artículo publicado en Desde la fe en 2006: No, no es obligatorio, pero es una tradición de la Iglesia que se conserva aún en algunos templos.

El sacerdote también expuso las razones del por qué se cubren las imágenes.

Que nada distraiga al cristiano de su conversión

En todas las iglesias hay bellas esculturas y obras de arte que ‘roban’ nuestra mirada, al cubrirlas se evita las distracciones, nuestros sentidos pueden enfocarse en las palabras del Evangelio del día.

“La idea es que nada distraiga al cristiano en su proceso de conversión. Así podrá descubrir con mayor profundidad el amor de Dios a través de su Hijo Jesucristo y en los santos un ejemplo a seguir. De hecho, durante la celebración del Viernes Santo por la tarde se va descubriendo poco a poco la imagen de Cristo crucificado, hasta dejarla totalmente visible”.

Es una forma de penitencia

Cuando inició la tradición de cubrir imágenes también se interpretaba como una penitencia, “pues la persona se sentía indigna de contemplar las imágenes de Dios y sus santos”.

Es un signo de duelo, de viudez

El medio de comunicación católico Cope, también complementa esta respuesta en un artículo.

“Son días de duelo y la Iglesia se cubre con el velo de la viudez. El tiempo de Pasión está consagrado de un modo especial al recuerdo de los sufrimientos de Cristo por el que hemos obtenido la redención. Cuando veamos el templo vacío, porque ninguna de las imágenes sea visible, pensemos que eso sucede en la Iglesia cuando Cristo no está. Si Jesús no hubiera resucitado, nuestra fe sería vana, y las imágenes en el tempo no tendrían ningún sentido”.

“Nos recuerda de una manera visual que nuestra fe en toda su gloria solo es posible a través de la obra de Cristo en su sufrimiento y muerte en la cruz”.

¿Está prohibido escuchar música en Semana Santa?



La piedad popular ha creado una gran cantidad de mitos en relación con la Semana Santa, algunos tan absurdos como no vestir de rojo, no bañarse en un río o  no clavar nada ni salir de casa después de las 15:00 horas el Viernes Santo; otros no son mitos, sino costumbres, como el hecho de no escuchar música en Semana Santa, que sean días en que hagamos un ejercicio de silencio.

Por lo tanto, no está prohibido como tal escuchar música en Semana Santa, pero es una costumbre que tenemos los católicos. 

¿De dónde viene esta costumbre? En entrevista para Desde la fe, el especialista en Liturgia, el P. José Alberto Medel Ortega, explica que más que tratarse de una prohibición explícita de la Iglesia católica, es una costumbre propia de la religiosidad popular, de costumbres familiares muy antiguas, con las cuales muchas generaciones fueron educadas.

El sacerdote perteneciente a la Diócesis de Xochimilco recuerda que su padre, quien provenía de una familia tradicionalmente católica, les impedía escuchar música durante esos días santos, y tampoco los dejaba ver la televisión.

Para el sacerdote, esta costumbre está relacionada con el hecho de que en la liturgia de la Iglesia se limitaba un poco la música durante la Semana Mayor. “Pero sólo la música, no los cantos, pues incluso hay un gran acervo de cantos de Semana Santa, para los cuales se utilizaba otro tipo de interpretación, no con instrumentos musicales, sino con polifonías”.

Muy probablemente –continúa el liturgista– cuando se tuvo la posibilidad de contar con aparatos electrónicos para escuchar música, como los fonógrafos o los tocadiscos, la gente imitó en sus casas la austeridad y el silencio que había en las iglesias. “Era una imitación, nunca hubo una prohibición”, insiste.

El padre Medel asegura que si bien la limitación de la música en la liturgia es una indicación que sigue vigente, actualmente se permite un poco de música sólo para soportar el canto; es decir, para evitar desentonaciones, principalmente. “Fuera de ese criterio, no hay otra prohibición en sentido estricto”.

¿Qué tipo de música puedo escuchar en Semana Santa?

“La música siempre ha ocupado un lugar muy importante dentro de la liturgia y la vida espiritual, pues estimula los sentidos y ayuda a que estos vuelen hacia lo trascendente, hacia Dios”, asegura.

Y en este sentido, la música recomendable más bien depende de la circunstancia en la que la persona se quiera concentrar; “el punto es éste: ¿en qué me quiero concentrar? Por ejemplo, hay música de ambiente, música religiosa, que nos ayuda a centrarnos en los misterios que estamos celebrando”.

“Para el Jueves Santo, hay cantos eucarísticos; para el Viernes Santo, música o cánticos que hablan sobre la muerte de Jesús, sobre su amor, sobre la redención, sobre la misma Virgen María al pie de la cruz. Ya no conviene el Viernes Santo cantos sobre nuestros pecados, pues para esto tuvimos toda la Cuaresma; el Viernes Santo es para estar con Jesús que sufre”.

Sugiere el padre Medel que para el Sábado Santo sí convendría hacer un ejercicio de silencio porque ese día “Jesús duerme en el sepulcro”, y si no se puede, música sin canto, música tranquila, música relajante, música que invite a la serenidad y la paz. Y naturalmente, del Domingo de Resurrección en adelante, se puede escuchar música jubilosa, festiva, que invite a la alegría, al gozo, a la fiesta, a sacar las emociones ante el triunfo de Cristo Resucitado”.

“Pero repito: todo depende en qué me quiero concentrar, en qué quiero centrar mis sentidos. Bueno, pues si le damos a cada día su toque propio, hay distintos tipos de música que me van a ayudar a centrar mis sentidos en los sagrados misterios”, concluye.

La Semana Santa cambia de fecha cada año. ¡Conoce la razón!


En la Iglesia Católica, la mayoría de las fiestas religiosas se celebran en la misma fecha cada año; sin embargo, hay algunas celebraciones movibles, como la Semana Santa, que cambia de fecha, y esta es la razón.

La luna y la Semana Santa

En la antigua Roma medían el tiempo de acuerdo con el Calendario solar, a fin de ordenar los momentos de siembra y cosecha, pues era fundamental conocer los ciclos de las estaciones. Sin embargo, las fiestas cristianas y judías se celebraban de acuerdo con los ciclos de la luna.

Y es que, según Biblia, la muerte de Jesús fue cercana a la Pascua judía, (Cfr. Jn 13,1), pues los evangelios relatan cómo Cristo celebra la cena pascual con sus discípulos, para recordar el momento de la salida del pueblo de Israel de Egipto.

De acuerdo con las costumbres judías, la Pascua tenía lugar el día 15 del mes de Nisan (la creación del Cosmos, según el testimonio de los Padres de la Iglesia:  Cirilo de Jerusalén y Eusebio de Cesarea), que empieza con la primera luna nueva de primavera.

Por esta razón, la fecha de la Semana Santa se fija el domingo siguiente a la primera luna llena del equinoccio de primavera.

Semana Santa 2022: ¿En qué días cae?


La Semana Santa 2022 es una de las fechas más importantes del año para los católicos, pues durante esos días recordamos la pasión, muerte y Resurrección de Jesús. ¿Sabes cuándo es? 

¿Cuándo es la Semana Santa 2022? 

Semana Santa 2022.

Comienza el 10 de abril, con el Domingo de Ramos y termina el 17 de abril, Domingo de Resurrección. Las fechas de la Semana Santa 2022 son las siguientes: 

10 de abril: Domingo de Ramos

Con el Domingo de Ramos, se da inicio a la Semana Santa. Los santos evangelios nos narran cómo, el domingo anterior al Viernes Santo, Jesús fue recibido victorioso en la ciudad de Jerusalén.

14 de abril: Jueves Santo

El Jueves Santo, Jesús instituyó la Eucaristía durante la Última Cena, enseñándonos que Él está presente en el pan y en el vino consagrados; estableció el Sacerdocio Ministerial al decirle a los apóstoles, “hagan esto en memoria mía” (1 Cor. 11,25); les lavó los pies a sus discípulos para enseñarles el mandamiento del amor y del servicio.

15 de abril: Viernes Santo

El Viernes Santo, Cristo amaneció en la casa de Caifás. Desde muy temprano fue  llevado ante Pilato, quien rechazó juzgarlo y lo envió ante Herodes (gobernante de Galilea). Herodes lo regresó con Pilato donde lo azotaron brutalmente, lo coronaron con espinas y lo condenaron a morir en el Monte Calvario.

17 de abril: Domingo de Resurrección

Es la fiesta más importante para los católicos, porque celebramos el acontecimiento que da fundamento a nuestra fe: la Resurrección de Jesús. 

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