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Breve historia y significado del Sagrado Corazón de Jesús.


El Sagrado Corazón es una devoción popular en la Iglesia Católica que se centra en el amor incondicional de Jesús por la humanidad.La imagen del Sagrado Corazón muestra el corazón de Jesús rodeado de espinas y con una llama ardiente en su interior. Esta imagen simboliza el sufrimiento y el amor de Jesús por la humanidad.

 El corazón representa el amor de Jesús por nosotros, mientras que las espinas simbolizan el dolor que sufrió por nosotros en la cruz. La llama ardiente representa el amor divino y la pasión de Jesús por nuestra salvación.

La devoción al Sagrado Corazón se originó en Francia en el siglo XVII. Santa Margarita María Alacoque fue una monja que recibió visiones de Jesús en las que le mostró su corazón y le pidió que promoviera esta devoción en la Iglesia. Desde entonces, la devoción al Sagrado Corazón se ha extendido por todo el mundo y es una de las devociones más populares en la Iglesia Católica.

La devoción al Sagrado Corazón nos invita a contemplar el amor de Jesús por nosotros y a responder a ese amor con nuestro propio amor y devoción. Nos recuerda que Jesús nos ama incondicionalmente y que debemos amarlo a él y a nuestros hermanos y hermanas en Cristo de la misma manera.

En la devoción al Sagrado Corazón, también se destaca la importancia de la reparación. Debido a nuestros pecados y la falta de amor que mostramos a Jesús, debemos hacer reparación por nuestras acciones. 

La devoción al Sagrado Corazón nos invita a ofrecer nuestros sufrimientos y sacrificios como reparación por nuestros pecados y por el amor de Jesús. En conclusión, la devoción al Sagrado Corazón es una hermosa expresión del amor de Jesús por la humanidad y nuestra respuesta a ese amor. Nos invita a contemplar el amor de Jesús y a responder con nuestro propio amor y devoción. Que el Sagrado Corazón de Jesús sea siempre una fuente de consuelo y esperanza para todos nosotros.

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Reflexión sobre la importancia de El Sagrado Corazón de Jesús.


Algún desprevenido puede suponer que el corazón es la representación simbólica del sentimiento y los afectos, y aunque en parte es así, viene a representar algo mucho más profundo y, si se quiere, definitivo. Las tradiciones espirituales, entre ellas el cristianismo, ha sido tomado como uno de los símbolos más patentes y claros de la idea de centro.

Centro del ser humano donde se produce de modo más íntimo la comunión con la divinidad. El símbolo de corazón para los egipcios representaba el músculo vital y también el sentimiento del amor. El corazón viene a representar un espacio en el cual el hombre recibe el soplo vital, al mismo tiempo que la luz de la inteligencia, o auténtica intuición intelectual que permite conocer de manera directa, simultánea y sin reflejos a la unidad en todas las cosas.

En gran medida, vienen estas palabras a significar el sentido del culto respecto a los sagrados corazones de Jesús y María, en especial, el culto al Sagrado Corazón de Jesús, cuyo mes estamos transitando. Los cristianos celebramos y dedicamos durante el mes de junio nuestras oraciones y propósitos al Sagrado Corazón de Jesús, pues nos recuerda y su contemplación nos reafirma en el núcleo vital de nuestra fe.

El corazón, su corazón, cuyo latir fue semejante al latir de tu corazón y el mío, es núcleo de vida y fortaleza de nuestra fe y esperanza. Allí, en su palpitar sereno, radica toda su personalidad ofrecida amorosamente a la redención del mundo entero. Su corazón es unidad que traspasa todo significado físico y metafórico.

Corazón que late con latir distinto

Corazón que late con latir distinto, fuente que alimenta las posibilidades de la existencia: existencia que palpita imparable y que, por medio de nuestras oraciones, pretendemos proyectar a través de nuestros pasos por este mundo, pues es ese sonido de trueno sencillo el que nos manda a marchar en procesión hacia la reunión definitiva con Él y con todos. Corazón que es abismo que invita a abismarnos dentro de la casa que Él es.

Corazón de Jesús, centro de la vida verdadera, señorío único, donde toda razón queda sin razón alguna, mientras la verdad se nos acerca como si fuera nuestra prometida o como el amante hermoso que busca desposarse con nuestra alma.

El cristiano al contemplar contemplándose en el Corazón de Jesús comprende que se halla en presencia del centro más íntimo de la Persona encarnada de Jesucristo. En ese corazón atravesado por las espinas nos ubica frente a toda su dimensión intelectual, corporal y espiritual. Amor supremo. Supremo amor: la más alta experiencia en la historia de la salvación, puesto que, ese corazón traspasado por el dolor, representa la última palabra de Dios. La devoción mística al Corazón de Jesús observa su corazón físico unido firmemente con el Corazón que es Él mismo por entero: epifanía de su amor, de allí brota el devenir místico de su devoción.

La devoción al sagrado Corazón de Jesús

¿Cuándo se inicia esta devoción mística al Sagrado Corazón de Jesús? Nos tenemos que ubicar en el siglo XIII en un monasterio de Helfta en Alemania. Allí, una monja sencilla, humilde, pero con una profundidad espiritual e intelectual de admirar nos habla por primera vez de este signo de la Humanidad de Cristo. Me refiero a Santa Gertrudis Magna, cuyas experiencias místicas nos refieren al punto de partida de esta devoción.

Nos explica la Hna. Ana Laura Forastieri que ella contribuye con una imaginería particular y con una simbología a través de las cuales se traduce su relación con el Corazón de Cristo, que, sin llegar a constituir una tipología sistemática, serán reeditados por místicas posteriores a lo largo de la historia de esta devoción, cada una encarnándolas según su tiempo y su cultura propia.

Sin embargo, fue a través de las experiencias de Santa Margarita María de Alacoque que la devoción al Sagrado Corazón tuvo mayor difusión. Según cuenta esta mística francesa del siglo XVII, estas experiencias de Santa Margarita no fueron del todo comprendidas por su entorno, ya que, en muchos casos, causaron estupor y enconado rechazo por la naturaleza controvertida de las mismas.

Estas experiencias, en algunos casos, eran consideradas ofensas que lesionaban al sentido común, ante los señalamientos negativos, la mística afirmaba con seguridad admirable que si tuviera mil cuerpos, mil amores, mil vidas, las inmolaría feliz al sometimiento de Cristo. Que esa fe y esa entrega alimente la esperanza de unidad de su corazón con el nuestro. Paz y Bien.

Por: Valmore Muñoz Arteaga. Profesor y escritor.

Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/

Es una Senadora pro aborto, pero usa a la Virgen y al Sagrado Corazón de Jesús para buscar reelección.



Buscando su reelección en Estados Unidos y con la pretensión obtener el voto hispano y de los cristianos conservadores (católicos y protestantes), la senadora pro aborto Catherine Cortez Masto utilizó en un mensaje videograbado las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen María en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de la vida de los bebés en el vientre materno.

Cortez Masto, miembro del gobernante Partido Demócrata y senadora por el estado de Nevada, es una abierta promotora del aborto.

En su sitio web oficial se describe como “una líder feroz en la lucha por la libertad reproductiva” y celebra que NARAL, el principal representante del lobby del aborto en Estados Unidos, la ha reconocido por tener un 100% de votaciones a favor de esta práctica desde que asumió el cargo, en enero de 2017.

En su video, Cortez Masto, nieta de un inmigrante mexicano y que se autodefine como católica, dice que “algunos de mis recuerdos favoritos son alrededor de esta mesa. Tías, primas, todas compartiendo cenas en casa de mi abuela”, mientras detrás se puede observar una estatua del Sagrado Corazón de Jesús y un cuadro de la Virgen de Guadalupe.

La Iglesia Católica claramente rechaza el aborto provocado. La Constitución Pastoral Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II, asegura que “el aborto y el infanticidio son crímenes abominables”.

El Papa Francisco ha advertido que someterse a un aborto “es como contratar a un sicario para resolver un problema”.

La Iglesia Católica en Estados Unidos confía especialmente a Nuestra Señora de Guadalupe la protección de los niños por nacer, y en una oración especial le implora su “intercesión por cada niño en riesgo de aborto”.

Además de su abierta promoción del aborto, Catherine Cortez Masto se sumó en septiembre de este año al ataque legislativo impulsado por otros políticos del Partido Demócrata, como la senadora Elizabeth Warren, contra los Centros de Recursos de Embarazos, que ayudan a las mujeres embarazadas y a sus bebés en Estados Unidos.

Violeta Ferrera: El Sagrado Corazón de Jesús la apartó del esoterismo, la New Age y las ideas proaborto



Anticlerical, proaborto, manipuladora, materialista. Estas palabras las utiliza Violeta Ferrera para poner en contexto su valiente y generoso testimonio de conversión que cuenta en un vídeo de Mater Mundi TV.

Violeta creció en una familia numerosa, humilde y sin la figura de su padre. Durante su etapa escolar experimentó la discriminación por su estatus económico. Los comentarios despectivos acabaron generando en ella un total rechazo al clero, a todo lo que tenía que ver con la Iglesia y a Dios.

Por aquel entonces, además, para ella “Dios era un dios lejano, justiciero, que castiga y condena, y todo es pecado”. Decidió que “Dios no me convenía, no me aportaba nada positivo”. Así que lo apartó de su vida.

De los 16 a los 24 años -dice Violeta-, “estaba totalmente inflada de soberbia y orgullo”. Todo lo que se proponía, lo conseguía. “Yo me creía que era dios, que todo lo que sucedía o iba a suceder, solo dependía de mi”. Y se volcó en hacer todo aquello que el mundo espera de ti según los estándares de hoy, para llegar a ser una superwoman.

“Era capaz de todo, obsesionada con el éxito, con superarme en todo, conseguirlo todo”, tanto a nivel profesional, material como sexual. Se sumergió en una vida frenética, sin escuchar más que a su ansia de conseguirlo todo y tener éxito en todo lo que se propusiera. “Me hice manipuladora, negociadora, no importaba ni el qué ni el quién. Todo para ser aceptaba y ser querida, para no vivir de nuevo discriminación y rechazo”.

Así logró llegar a ser muy popular en todos sus entornos. “Era agotador”, confiesa Violeta. Pero, cuanto más aplaudida y triunfadora se suponía, “más grande sentía un vacío dentro de mi que no conseguía entender”. La oscuridad y la tristeza se convirtieron en sus compañeras de viaje.

Cayó en una profunda crisis existencial. Buscó en la nueva era, filosofías modernas, psicología positiva, esoterismo. Por más disciplinada que era en sus aprendizajes, ninguna le llenaba, “en ninguna encontré la alegría”. “Todo era un sinsentido”.

Un día entró en una iglesia y algo le llevó a fijar la vista en un desvencijado lienzo del Sagrado Corazón de Jesús. Allí escuchó: “no tienes nada que temer, estoy contigo”. Aquel día, precisamente, era la festividad del Sagrado Corazón de Jesús.

Por primera vez sintió que ella no tenía que ocuparse de nada: “Él esperó respetuosamente hasta cuando yo ya no podía más para decirme: vengo a rescatarte, vengo a salvarte. Y sin reproches, sin pedir cuentas. Estoy aquí contigo, no tengas miedo, tengo algo grande para ti”.

Desde aquel primer encuentro con un lienzo desvencijado del Sagrado Corazón, y después, durante mucho tiempo, en el silencio y la oración ante el Sagrario, “Él me iba indicando los pasos a seguir y me iba limpiando”. “Jesús hablaba a mi corazón, con delicadeza y paciencia, dándome conciencia de hasta qué punto todo lo que había hecho en el pasado me había ido destruyendo lentamente”.

Le costó reconocer el pecado de impureza. “No me arrepentía de eso. Vivir en castidad me parecía antinatural y quería mucho a mi pareja”. Pero sintió que el Señor le pedía algo más. Recurrió a la Virgen y acabó descubriendo hasta qué punto su desordenada vida sexual había roto su dignidad de mujer.

“Yo usaba a los hombres, y ellos a mi para satisfacer deseo, pasiones y sexo que nada tienen que ver con el amor verdadero”. En el Sacramento del Perdón, reconciliada con Dios, encontró el restablecimiento de esa dignidad perdida. “Sin los Sacramentos es imposible vivir en castidad”.

“Intento llevar una vida ordenada, con todos mis fallos, pero hacerlo todo por amor, porque es la vida que merece la pena”, nos dice Violeta. “Es mi historia de amor a Dios. Cuando yo renuncio a algo por Él, Él me responde con algo mejor. El cielo es mi verdadero hogar y mi destino final”, afirma.

Ahora el único sueño de Violeta es “cumplir lo que Dios ha soñado para mi”. “Me puede faltar todo, el dinero, la salud, las personas… pero si lo tengo a Él, todo está bien”.

Violeta Ferrera ha escrito un libro que pronto verá la luz en Argentina, gracias a la Editorial Paulinas. Se titula “Hablar de la vida es hablar del amor” y “no es mi historia -explica Violeta-, pero tiene que ver conmigo, porque es la historia de una conversión que lleva a la fuente verdadera del amor”.

La razón por la que los ortodoxos no veneran el Corazón de Jesús y la respuesta católica


La Iglesia Ortodoxa no participa de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Aquí te ofrecemos su razón y la respuesta católica.

La principal crítica de nuestros hermanos ortodoxos a la veneración del Corazón de Jesús es que, supuestamente, los católicos adoramos a una parte de su cuerpo separándola de Cristo como un todo. Aunque ellos demuestran una profunda devoción por el amor de Nuestro Salvador hacia la humanidad, no lo representan individualmente con fuego o espinas. 

Quizás la principal acusación que pesa sobre este culto es la acusación de nestorianismo. ¿Qué es eso? Se trata de una herejía del siglo V, promovida por el monje Nestorio y condenada por el Concilio de Éfeso, según la cual en Cristo existen dos personas, una humana y una divina. 

Pero, ¿Qué tiene que ver esto con el Sagrado Corazón de Jesús? Pues, los ortodoxos sostienen que muchos católicos se dirigen al Corazón de Jesús como una persona separada de la Segunda Persona de la Santísima Trinidad. 

¿Y qué decimos los católicos a todo esto? La respuesta más clara se encuentra en la Encíclica Haurietatis Aquas  escrita por el papa Pío XII.

El Corazón de Jesús es el símbolo de su inmensa caridad hacia el género humano

La Iglesia nos enseña que el Corazón de Jesús es el símbolo de su inmensa caridad hacia el género humano. Esta forma de amor merece un culto particular porque, por su naturaleza humana (unida indisolublemente a la divina), Cristo ama también con los sentimientos del afecto humano. Por ello, al referir a este culto, destacamos  especialmente estas dos dimensiones de una sola Persona Divina, que ama desde sus dos naturalezas. Pero además recordamos que Nuestro Redentor, al tomar cuerpo de hombre para procurarnos la eterna salvación, estuvo sujeto a los mismas emociones y afectos que nosotros mismos. 

Si eres devoto del Sagrado Corazón de Jesús no olvides estos aspectos, y si no lo eres… ¡Otra razón para amar más a Cristo!

10 oraciones para consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús.

 




1. Primera Consagración al Sagrado Corazón

Escrita por Santa María de Alacoque:

"Yo, __________, me doy y consagro al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, mi persona y mi vida, mis oraciones, penas y sufrimientos, para no querer servirme de ninguna parte de mi ser sino para honrarlo, amarlo y glorificarlo. Es mi voluntad irrevocable ser toda de El y hacer todo por su amor, renunciando de todo corazón a todo lo que pueda disgustarle.

Yo os tomo, pues, Oh Sagrado Corazón, por el único objeto de mi amor, el protector de mi vida, la seguridad de mi salvación, el remedio de mi fragilidad y de mi inconstancia, el reparador de todos los defectos de mi vida, y mi asilo en la hora de mi muerte.

Sed, por tanto, ¡Oh Corazón de bondad! mi justificación para con Dios vuestro Padre, y alejad de mi los rayos de su justa cólera. ¡Oh Corazón de amor! yo pongo toda mi confianza en vos, pues todo lo temo de mi malicia y de mi debilidad, pero todo espero de vuestra bondad. ¡Extinguid pues en mí todo lo que os pueda desagradar o resistir! Que vuestro puro amor os imprima con tanta presteza en mi corazón que no pueda jamás olvidaros, ni estar separada de vos, a quien conjuro, por todas vuestras bondades, que mi nombre sea escrito en vos, pues yo quiero hacer construir mi gloria en vivir y morir en calidad de esclava vuestra. Amen".

2. La oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús del beato Bernardo de Hoyos

El beato Bernardo de Hoyos escribió en 1733 una oración para consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús. Lo hizo en latín y la tradujo al castellano el Padre Juan de Loyola:

"¡Oh Corazón de mi amantísimo Jesús! ¡Corazón dignísimo de toda mi adoración y amor! Yo. __________, inflamado en el deseo de compensar y borrar tantas y tan graves injurias cometidas contra vos, y para huir, cuanto está de mi parte, el vicio de ingrato, os entrego y consagro del todo mi corazón con todos sus afectos, y a mí mismo con todo cuanto soy enteramente. Protesto que es mi deseo puro y sincero olvidarme del todo desde esta hora y momento de mí mismo y de todas mis cosas, para que, quitados todos los impedimentos, pueda entrar en vuestro sacrosanto Corazón, que con singular misericordia me habéis abierto, y habitar en él vivo y muerto con vuestros fieles siervos".

3. Consagración al Sagrado Corazón de Jesús de San Juan Pablo II

Señor Jesucristo, Redentor del género humano, nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, te damos las gracias por todo lo que eres y todo lo que haces. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de Tu Sagrado Corazón, que fue traspasado por nosotros y ha llegado a ser fuente de nuestra alegría, manantial de nuestra vida eterna. Reunidos juntos en Tu nombre, que está por encima de todo nombre, nos consagramos a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad. Al consagrarnos a Ti, los fieles (persona o de lugar) renovamos nuestro deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordioso y pleno amor. Señor Jesucristo, Rey de Amor y Príncipe de la Paz, reina en nuestros corazones y en nuestros hogares. Vence todos los poderes del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. ¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.

4. Acto de confianza:

¡Oh Corazón de Jesús! Pongo toda mi confianza en Ti. De mi debilidad todo lo temo, pero todo lo espero de tu bondad. A tu Corazón confío... (petición). ¡Jesús mío!, yo cuento contigo, me fío de Ti, descanso en Ti. ¡Estoy seguro en tu Corazón!.

5. Consagración al Sagrado Corazón de Jesús por Alfonso XIII

Postrándose ante el altar del Cerro de los Ángeles de Getafe, el rey Alfonso XIII rezó una oración que puede resumirse así:

Corazón de Jesús Sacramentado, Corazón del Dios – Hombre, Redentor del Mundo, Rey de Reyes y Señor de los que dominan: España, pueblo de tu herencia y de tus predilecciones, se postra hoy reverente ante ese trono de tus bondades que para Ti se alza en el centro de la Península... Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares, en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones patrias

6. Oración de la Renovación de la Consagración de España al Sagrado Corazón de Jesús

Escrita por el obispo de la diócesis de Getafe, Mons Ginés Beltrán y Mons. José Rico Pavés, obispo auxiliar:

Señor Jesucristo, Redentor del género humano, Sacerdote eterno y Rey del Universo: nos dirigimos a tu Sacratísimo Corazón con humildad y confianza, con reverencia y esperanza, con profundo deseo de darte gloria, honor y alabanza. Señor Jesucristo, Salvador del mundo, al cumplirse el centenario de la consagración de España a tu Sagrado Corazón, los fieles católicos volvemos a postrarnos en este lugar
donde se levanta este trono de tus bondades, para expresar nuestra inmensa gratitud por los bienes innumerables que has derramado sobre este pueblo de tu herencia y de tus predilecciones. Señor Jesucristo, Hijo de Dios Vivo, te alabamos por el amor que has revelado a través de tu Sagrado Corazón, el cual, traspasado por nosotros, es fuente de nuestra alegría y manantial del que brota la vida eterna. Reunidos en tu Nombre, que está por encima de cualquier otro nombre, renovamos la consagración que fue hecha aquí hace cien años a tu Sacratísimo Corazón, en el cual habita la plenitud de la verdad y la caridad. Al renovar la consagración de España, los fieles católicos expresamos nuestro ferviente deseo de corresponder con amor a la rica efusión de tu misericordia, impulsando, en comunión con toda la Iglesia,
una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría del Evangelio. Cuando la Iglesia nos llama por la voz del Sucesor de Pedro a impulsar una nueva evangelización, concédenos salir valerosos
al encuentro de las heridas de nuestros contemporáneos para llevar a todos el bálsamo de la misericordia que brota de tu Corazón traspasado. Que a todos anunciemos con mansedumbre y humildad: ¡sus heridas nos han curado! Venga, pues, a nosotros Vuestro Santísimo Reino, que es Reino de justicia y de amor. Reinad en los corazones de los hombres, en el seno de los hogares,
en la inteligencia de los sabios, en las aulas de las ciencias y de las letras, y en nuestras leyes e instituciones. Concédenos permanecer siempre junto a María,
Madre tuya y Madre nuestra, como en la víspera de Pentecostés, para que el Espíritu Santo produzca un profundo rejuvenecimiento de la fe en España. Que nuestro pueblo, tierra de María, sepa recibir y custodiar los frutos santos de su herencia católica para que pueda hacerlos crecer afrontando con valentía los retos evangelizadores del presente y del futuro. Líbranos del maligno y llévanos a participar en la victoria de tu Sagrado Corazón. Que al consagraros nuestra vida, merezcamos recibir como premio de ella el morir en la seguridad de vuestro amor y en el regalado seno de vuestro Corazón adorable.
¡Que todos proclamemos y demos gloria a Ti, al Padre y al Espíritu Santo, único Dios que vive y reina por los siglos de los siglos! Amén.

7. Oración al Sagrado Corazón de Jesús:

¡Oh Sagrado Corazón de Jesús! Te adoro con toda mi alma y te consagro para siempre jamás, todos mis pensamientos, mis palabras y obras.

¡Ojalá pudiera, oh divino Corazón, consagrarte tantas adoraciones, tanto amor y tanta gloria como Tú consagras a tu eterno Padre! Sé el reparador de mis defectos, el protector de mi vida y mi amparo en la hora de mi muerte. Esta gracia te la pido también para los pobres pecadores, los corazones afligidos, los enfermos y los agonizantes; para mis parientes y bienhechores, amigos y enemigos; por las personas que se encomiendan a mis oraciones, especialmente por aquellas por quien tengo obligación de pedir y, en fin, para todos los hombres que existen en la tierra, a fin de que los méritos de tu preciosa Sangre no se pierdan para ellos. Haz también que sean aplicados en sufragio por las almas del Purgatorio, para que todos en el Cielo podamos bendecirte, adorarte y amarte. Amén.

8. Alabanza al Sagrado Corazón de Jesús

¡Alabado sea el sagrado Corazón de Jesús en el santísimo sacramento del Altar! ¡Sea por siempre bendito y alabado! ¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío! Confío: El pasado a vuestra Misericordia,
El presente a vuestro Amor Y el futuro a vuestra Providencia.

9. Petición de ayuda con esta devoción

Acordaos ¡oh Sagrado Corazón de Jesús! de todo lo que habéis hecho por salvarnos. Acordaos del eterno e inmenso amor que habéis tenido por todos los hombres; que tu Corazón acoja a los que a ti acuden y se conmueva ante nuestras debilidades. Llenos de confianza y amor, venimos a tu Corazón, como el corazón del mejor de los padres, del más fiel y bueno de los amigos. Recíbenos, ¡oh Corazón sagrado! en tu infinita ternura; haznos sentir los efectos de tu amor; se nuestro apoyo, nuestro mediador ante nuestro Padre, y concédenos la fuerza en nuestra debilidad, consuelo en nuestras penas, y la gracia de amarte en el tiempo y de poseerte en la eternidad. Corazón de Jesús, acudo a Ti porque eres mi refugio, mi esperanza; el remedio de todos mis males, el alivio de mis miserias, la reparación de todas mis faltas, la seguridad de todas mis peticiones, la fuente inagotable para mí, y para todos la luz, fuerza, constancia, paz y bendición. Estoy seguro que no te cansarás de mí y que no cesarás de amarme, protegerme y ayudarme, porque me amáis con un amor infinito. Ten piedad de mí, según tu gran misericordia, y haz de mí, por mí, y en mí todo lo que quieras, porque yo me abandono a tu Corazón con la entera confianza de que no me abandonarás jamás. Así sea.

10: Oración al Sagrado Corazón de Jesús para una grave necesidad

Oh Divino Jesús que dijiste: "Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá; porque todo el que pide recibe, y el que busca encuentra, y a quien llama se le abre". Mírame postrado a tus plantas suplicándote me concedas una audiencia. Tus palabras me infunden confianza, sobre todo ahora que necesito que me hagas un favor: (se pide con mucha humildad lo que se necesita).

¿A quién he de pedir, sino a Ti, cuyo Corazón es un manantial inagotable de todas las gracias y dones? ¿Dónde he de buscar sino en el tesoro de tu corazón, que contiene todas las riquezas de la clemencia y generosidad divinas? ¿A dónde he de llamar sino a la puerta de ese Corazón Sagrado, a través del cual Dios viene a nosotros, y por medio del cual vamos a Dios? A Ti acudimos, oh Corazón de Jesús, porque en Ti encontramos consuelo, cuando afligidos y perseguidos pedimos protección; cuando abrumados por el peso de nuestra cruz, buscamos ayuda; cuando la angustia, la enfermedad, la pobreza o el fracaso nos impulsan a buscar una fuerza superior a las fuerzas humanas. Creo firmemente que puedes concederme la gracia que imploro, porque tu Misericordia no tiene límites y confío en que tu Corazón compasivo encontrará en mis miserias, en mis tribulaciones y en mis angustias, un motivo más para oír mi petición.

Quiero que mi corazón esté lleno de la confianza con que oró el centurión romano en favor de su criado; de la confianza con que oraron las hermanas de Lázaro, los leprosos, los ciegos, los paralíticos que se acercaban a Ti porque sabían que tus oídos y tu Corazón estaban siempre abiertos para oír y remediar sus males. Sin embargo... dejo en tus manos mi petición, sabiendo que Tú sabes las cosas mejor que yo; y que, si no me concedes esta gracia que te pido, sí me darás en cambio otra que mucho necesita mi alma; y me concederás mirar las cosas, mi situación, mis problemas, mi vida entera, desde otro ángulo, con más espíritu de fe. Cualquiera que sea tu decisión, nunca dejaré de amarte, adorarte y servirte, oh buen Jesús. Acepta este acto mío de perfecta adoración y sumisión a lo que decrete tu Corazón misericordioso. Amén.

Al concluir se reza: "Padre Nuestro, Ave María y Gloria". Después, se repite 3 veces: "Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío".

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