La tradición señala que los padres de la Virgen María fueron santa Ana y san Joaquín, aunque sus nombres no figuran en la Biblia. Donde aparecen es en un Evangelio Apócrifo conocido como Protoevangelio de Santiago, cuyo origen data del siglo II al IV, y da cuenta del nacimiento de la Virgen María, no obstante, el nombre de Ana es mencionado tres veces en el Antiguo Testamento.
Este Protoevangelio, que abarca menos de 50 páginas, narra que Joaquín no tenía hijos por lo cual se fue al desierto donde permaneció 40 días para orar y ayunar, en tanto Ana “se lamentaba y gemía doblemente diciendo: lloraré mi viudez y mi esterilidad”.
La historia de los padres de la Virgen María
Un ángel se presentó a santa Ana y le anunció que el Señor había escuchado sus ruegos: “Concebirás y darás a luz y de tu prole se hablará en todo el mundo”.
Ana respondió: Vive el Señor, mi Dios, que, si llego a tener algún fruto de bendición, sea niño o niña, lo llevaré como ofrenda al Señor y estará a su servicio todos los días de su vida.”
Por su parte, san Joaquín también tuvo la visitación de un ángel en el desierto que le dijo: “El Señor ha escuchado tu ruego; baja pues de aquí que Ana, tu mujer, va a concebir en su seno.”
Posteriormente, el documento narra el nacimiento de la Santísima Virgen María: “Y se le cumplió a Ana su tiempo y en el mes noveno alumbró. Y preguntó a la comadrona: ¿Qué es lo que he dado a luz? Y la comadrona respondió: una niña. Entonces Ana exclamó: mi alma ha sido bendecida. Y reclinó a la niña en la cuna. Habiendo transcurrido el tiempo marcado por la ley, Ana se purificó, dio el pecho a la niña y le puso por nombre Mariam.”
¿Cómo inició la fiesta de santa Ana y san Joaquín, padres de la Virgen María?
El culto a santa Ana lo introdujo la Iglesia Oriental en el siglo VI y pasó al occidental en el X; el culto a san Joaquín fue posterior.
La festividad de santa Ana y san Joaquín ha sido modificada varias veces por la Iglesia. En 1584 se comenzó a celebrar el 20 de marzo, después de la festividad de San José. Posteriormente, en 1738 se trasladó al domingo posterior a la Octava de la Asunción de María, y el Papa Pío X lo pasó para el 16 de agosto. En 1969 quedó fijada en la liturgia el 26 de julio, y la Iglesia Ortodoxa los celebra el 9 de septiembre.
Aunque los Evangelios Apócrifos no son plenamente aceptados por la Iglesia, debido a que contienen algunas imprecisiones y errores, también han aportado algunos elementos que no contradicen a los cuatro evangelistas, como es el caso de los nombres de los tres magos de oriente que adoraron a Jesús en el pesebre, o como el detalle de que san Andrés Apóstol fue martirizado en una cruz en forma de “X”, como actualmente se le representa.