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Conoce el significado del anillo, las arras y otros signos del Matrimonio


A lo largo de la historia el sacramento del Matrimonio se ha enriquecido con diversos signos. Cabe aclarar que ninguno de ellos es obligatorio ni su ausencia invalida el Matrimonio ya que éste se cumple cuando se ha hecho constar que se hace libre, voluntariamente, que no existe ningún impedimento, y cuando los contrayentes han hecho las promesas o votos.

1. ¿Qué significa el anillo de bodas?

Uno de los primeros signos utilizados fue la alianza o anillo que se usaba ya en el ambiente romano o judío como signo de contrato. Es interesante mencionar que en un tiempo, el hombre entregaba a la esposa el anillo, pero no como adorno, sino como sello, ya que con él se sellaban las arcas y cajones

que contenían las despensas y provisiones y, así, se evitaba que los esclavos los robaran. Esto significaba que el esposo entregaba el menaje a la esposa y, por lo tanto, no se utilizaban las arras. El cristianismo lo convirtió en signo de fidelidad. En el siglo I era de hierro y no llevaba piedra, pero en el segundo ya era de oro.

2. ¿Qué significan las arras?

Cuando el anillo dejó de ser un sello surgió la necesidad de un signo que representara la obligación del hombre por ofrecer el patrimonio y sustento del hogar y, al mismo tiempo, la responsabilidad y cuidado de la mujer para que éste se utilizara en forma responsable. Inicialmente se usaron monedas de uso corriente que después se convirtieron en las arras actuales, con ningún valor económico y sólo simbólico. Y, lamentablemente, el pensamiento mágico y supersticioso de los vendedores y el poco pensamiento crítico de los compradores han hecho que sean trece. Actualmente esta tradición no refleja la realidad ya que, en muchas ocasiones, también la mujer se encarga de conseguir el patrimonio y el hombre de conservarlo.

3. El origen del lazo

En cuanto al lazo es interesante mencionar que es una tradición propia de México derivada de los rituales prehispánicos de matrimonio en donde el sacerdote anudaba el calzón del hombre al huipil de la mujer para significar la unión. Los primeros misioneros utilizaron su estola y posteriormente se fabricaron lazos de diversos materiales.

4. El vestido blanco

La costumbre del vestido blanco en las bodas es relativamente moderna. En los orígenes del cristianismo no había un color preferido para la ceremonia. En Roma era muy utilizado el color naranja. Se evitaba el color negro, utilizado en ceremonias de duelo y, el rojo, relacionado con las prostitutas. A partir del siglo XIX el color blanco se hizo muy popular debido a que, en 1840, la reina Victoria eligió ese color para su enlace con Franz Karl August Albert Manuel von Sachsen- Coburg und Gotha, mejor conocido como Alberto de Sajonia-Coburgo. La fotografía oficial de la boda se difundió a tal grado que se impuso como moda nupcial y, algunos grupos religiosos, comenzaron a darle el sentido de pureza o virginidad.

Sin embargo, en las regiones de India o China algunas novias eligen el color rojo por su significado de prosperidad o buena suerte aunque, por influencia occidental, muchas mujeres también se casan de blanco. La cauda o cola comenzó a significar la fecundidad y descendencia de la pareja.

5. El velo

Como para las mujeres era regla entrar a la iglesia con la cabeza cubierta, el velo de la novia cubría su cabeza, pero también el rostro. Y, en algunos rituales, la novia está velada hasta que el esposo le descubre el rostro como signo de que solo él tiene el derecho de conocer la intimidad de su mujer. Actualmente el color blanco también se utiliza en segundas nupcias o aunque no se haya conservado la virginidad. La Iglesia no lo exige.

¿Por qué en su boda las novias regalan un ramo de flores a la Virgen?



Antes de responder a la pregunta: ¿Por qué las novias regalan un ramo de flores a la Virgen María en su boda? Debemos responder algunas otras cuestiones.

En primer lugar, debo decir que me interesó la pregunta porque tiene mucho de fondo y encierra una gran y bella expresión del amor a la Virgen María, a nuestra Madre, en todas sus advocaciones.

Para saber cuáles son las respuesta que ofrece el internet a esta pregunta, revisé varias páginas y me encontré cosas muy “simpáticas”, donde el ramo está más relacionado con el comercio que con la expresión viva de la fe.

La mayoría de las páginas hablan de una tradición sin indicar a qué tradición se refieren, y en muchos casos hacen del ramo un amuleto o una cábala (ajenas y contrarias a nuestra fe). Todas estas cosas, en lugar de ayudar, desvirtúan lo bello de los símbolos, los vacían del amor que conllevan, y lo que es peor, llenan la mente de telarañas.

El ramo es un símbolo de la belleza

El ramo de flores de las novias se ha utilizado de mucho tiempo atrás en varias culturas para expresar la belleza de las dama. A la mujer siempre se le ha asociado con la belleza y, por lo mismo, digna de ser conquistada y amada.

No se debe entender esto como un signo de machismo, sino más bien de respeto y aprecio; es una bella “flor” que hay que apreciar y cuidar en todo su ser, con todos sus atributos, entre ellos, el procrear la vida y acompañar siempre al hijo concebido en su seno: belleza, amor y cuidado.

En sentido positivo, la mujer es el alma del hogar, por todo lo que es y hace; no es un adorno para el hombre.

Por ello, cuando buscamos expresar el amor a una dama, lo primero que nos viene es darle flores; también, a las madres, un gran símbolo de cariño y respeto es darles flores; y en el día del amor y la amistad, también damos flores.

La belleza del sacramento el Matrimonio

El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que el hombre y la mujer están hechos el uno para el otro; no es que Dios los haya hecho “a medias” o “incompletos”, sino que los ha creado para una comunión de personas, en la que cada uno puede ser “ayuda” para el otro, porque son a la vez iguales en cuanto a personas (“hueso de mis huesos…”) y complementarios en cuanto masculino y femenino (cf. Mulieris dignitatem, 7).

En el Matrimonio, Dios los une de manera que, formando “una sola carne” (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra” (Gn 1,28). Al trasmitir a sus descendientes la vida humana, el hombre y la mujer, como esposos y padres, cooperan de una manera única en la obra del Creador (cf. GS 50,1)”.

En el n. 1601 del Catecismo nos recuerda que “la alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados” (CIC can. 1055 §1).

Los signos del Sacramento del Matrimonio son los anillos y las arras, aunque en México hemos introducido también el lazo y la entrega del ramo de la novia a la Virgen, acompañada ya de su esposo (como una cereza en el pastel).

¿Para que se le entrega el ramo a la Virgen?

Respondiendo a la pregunta, la entrega del ramo de la novia a la Virgen María al acabar de celebrar el Matrimonio, es para consagrar su vida matrimonial a la protección y guía de nuestra Madre y Señora; pedirle su intercesión para formar un hogar lleno de amor, a ejemplo de la Santísima Virgen María: gran mujer, gran esposa y gran madre.

En la modernidad y en nuestras costumbres se ha introducido, además de este ramo que la esposa ofrece a los pies de la Virgen María -casi siempre de flores naturales–, otros dos ramos: el de la propia novia, que guarda y atesora en su baúl de los recuerdos, y otro más que lanza sobre las jóvenes solteras en la fiesta banquete.

En particular, este tercer ramo me gusta como un signo festivo; lo que no me gusta y no alcanzo a comprender es la idea de que la mujer que lo atrape será la siguiente en casarse. ¿No es esto una cábala que causa confusión y distorsiona el amor auténtico?

Recuperemos el sentido correcto a la entrega del ramo de flores a la Virgen María, y tengámosla en nuestra vida Matrimonial como la gran intercesora que velará ante su Hijo para que nada falte en el hogar.

¿Por qué Jesús llamó: mujer a María en las bodas de Caná?


¿POR QUÉ JESÚS LLAMÓ: MUJER A MARÍA EN LAS BODAS DE CANÁ?
Por: Stephen Beale

Lejos de subestimar la posición de María, Jesús le confirma su papel como mediadora e intercesora en nuestro nombre ante Dios.

Cuando se trata de María en los Evangelios, Juan 2,4 es un verdadero acertijo. Es la boda en Caná y el vino se ha acabado. Cuando María le informa a Jesús, he aquí la sorprendente respuesta: "Mujer, ¿por qué te metes en mis asuntos? Aún no ha llegado mi hora".

No suena a como le deberías contestar a tu madre, ya no digamos lo fuerte que suena el “mujer” en la respuesta. Pero muchos intérpretes, incluidos muchos protestantes evangélicos, toman este versículo en su valor nominal, concluyendo que es una especie de reproche. Un estudioso evangélico muy respetado, D.A. Carson, lo toma de esta manera, sugiriendo que Jesús pone distancia entre Sí mismo y María y señala que Él comienza Su ministerio en iniciativa propia.

María es mediadora en Caná
Esta interpretación no sólo va en contra de lo que la Iglesia enseña sobre María, sino que además está completamente fuera de contexto. Hay dos hechos deslumbrantes que sugieren otra interpretación. Primero, María no se hecha para atrás como si hubiese sido reprendida. Al contrario, ella audazmente cobra fuerza y se dirige a los sirvientes diciéndoles que hagan lo que Jesús les indique. Éste no es sólo el comportamiento de alguien que no ha sido reprendido sino que además indica que María esperaba que Jesús tomara acción: ella tomó su declaración como una respuesta positiva a su pedido.

¿Tuvo razón María?
Bueno, después podemos ver a Jesús convirtiendo agua en vino. Esto confirma su reacción. Lejos de subestimar la posición de María, esto confirma su papel como mediadora e intercesora en nuestro nombre ante Dios. Como Juan Pablo II lo dijo en su encíclica Redemptoris Mater:
“…se da una mediación: María se pone entre su Hijo y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos. Se pone « en medio », o sea hace de mediadora no como una persona extraña, sino en su papel de madre, consciente de que como tal puede —más bien « tiene el derecho de »— hacer presente al Hijo las necesidades de los hombres. Su mediación, por lo tanto, tiene un carácter de intercesión: María « intercede » por los hombres.”

El papel de intercesora de María es confirmado en el episodio en Caná. Como Juan Pablo II dice, parece que Jesús fue invitado a una boda en virtud de su asociación con María. Ciertamente, Jesús y sus discípulos aparecen en la lista de invitados después de María. Es a través de María que Jesús viene a nosotros. A pesar de lo radical que esto puede sonar, ésta es la verdad de la Encarnación. Y este no es un momento aleatorio en el evangelio de Juan. Es el comienzo del ministerio de Jesús. Y aún hay más.

María: de Caná a la Cruz
La palabra que a primera vista parece despectiva – mujer – en realidad está llena de significado.

Nuestra primera pista viene en la segunda oración, en la que Jesús menciona que Su “hora” no ha llegado. Para el lector novato, la referencia de Jesús al tiempo puede parecer que refuerza la interpretación anti-Mariana: Ahora no es un buen momento. Pero “hora” en el evangelio de Juan, cuando no se refiere a una hora específica del día (como por ejemplo la “décima hora” en Juan 1,39), es siempre una referencia simbólica a la muerte de Jesús y a la oculta exaltación en la Cruz (Su “última hora” si así se quiere).

(Uno no puede evitar notar que esa referencia le presta un contexto Eucarístico a la historia. De igual manera el convertir el agua en vino anuncia cómo la sustancia del pan y el vino es convertida en la sustancia de la sangre y el cuerpo de Cristo ofrecido por nosotros en la Cruz. Pero ese es un tema que dejaremos para otra ocasión).

La palabra “hora”, entonces, conecta este momento – este comienzo de Su vida pública – con el clímax en la Cruz. Ahora, la intercesión de María toma un significado aún mayor: desencadena los eventos que llevan directo a la Cruz. En Juan 19, vemos a María al pie de la Cruz – ella no se ha retirado hacia el fondo. Ella no ha disminuido como Cristo ha aumentado porque no está en competencia con su hijo (a como dice el estudioso Católico Matthew Levering en su libro Mary´s Bodily Assumption, La Asunción Corporal de María). En cambio, al pie de la Cruz, la conexión de María con el trabajo salvador de Cristo es confirmado.

Y, en la crucifixión, sucede que Jesús se dirige a ella nuevamente como “Mujer” – esta vez en el contexto de hacer provisiones para que ella se quede con el Discípulo Amado. (Por cierto, este tierno momento es un argumento en contra del uso del término “Mujer” como algo despectivo). Esto nos recuerda nuevamente el papel intercesor de María en Caná. Y nos recuerda este papel en un momento crucialmente importante.

María como la nueva Eva

¿Pero por qué se dirige a María como “Mujer” en primer lugar? Además de conectar Caná con la Cruz, ¿Qué significa esta manera de dirigirse a ella?

Juan Pablo II identifica que la palabra “Mujer” evoca la profecía en Génesis 3:15, donde Eva es descrita en un lenguaje anónimo muy similar:

“Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.”
Llamar a María “mujer” evoca entonces este pasaje, mismo que es llamado a veces protoevangelium – o proto-evangelio – porque se anticipa a Cristo. Tal a como Juan Pablo II dice, “Por medio de su muerte redentora, Jesucristo vence el mal del pecado y de la muerte desde sus propias raíces”. Pero, tal a como Génesis 3,15 clarifica, este drama cósmico entre Cristo y Satanás también incluye otra persona: “Mujer”. Al dirigirse a María en esta manera, entonces, Cristo confirma su papel universal en este conflicto entre el cielo y el infierno.
Es suficiente decir, en términos de la teología Mariana, que esta conexión con Génesis 3,15 es enormemente importante. La conexión tipológica entre María como la nueva Eva ha tenido en sí casi cada enseñanza Mariana de la Iglesia.

Para tomar sólo un ejemplo, considera la Inmaculada Concepción, el dogma de que María fue exenta de toda culpa original. ¿Cómo se ve su estatus como la nueva Eva acá? Tan extraño a como pueda parecer, es un hecho bíblico que Adán, Eva y María son los únicos tres seres humanos que jamás hayan nacido sin culpa original. Recuerda, el pecado original vino después del primer pecado de Adán y Eva. Tal a como Eva nació sin pecado original, también lo hizo María, gracias a la intervención preventiva de Cristo.

El evangelio del Génesis
Pero, ¿a lo mejor estamos leyendo demasiado dentro de una sola palabra?

Otra manera de hacer esta pregunta es: ¿Estamos en lo correcto al pensar en el evangelio del Génesis cuando leemos la historia de Caná?

La respuesta es que hay varias pistas en Juan 1 y 2 que nos dicen que leamos este evangelio con el Génesis en mente. Sólo toma el primer versículo del primer capítulo: “En el principio…” ¿Te suena familiar? La Iglesia siempre ha reconocido en éste, un recuento trinitario del relato de la creación en Génesis 1.

Los siguientes versículos continúan con el tema de la creación: todas la cosas fueron hechas a través de la Palabra y la Palabra fue vida que iluminó la raza humana (versículo 4). El lenguaje acerca de la luz y las tinieblas también evoca el primer momento de la creación, aunque en Juan la Palabra divina es luz y en Génesis es algo creado por Dios.

Las semejanzas continúan en la estructura de los primeros dos capítulos. De hecho, algunos estudiosos han notado que hay siete días escondidos en el comienzo de Juan, haciendo eco a los siete días de la creación. El día 1 comienza en el primer verso. El segundo día comienza en Juan 1:29 (“Al día siguiente…”). Casualmente, aquí es donde conocemos a Juan el Bautista y en el segundo día en el Génesis fue cuando las aguas se separaron de los cielos. El tercero y cuarto día se denotan en Juan 1:35 y 1:43 en una manera similar.

Luego la historia de Caná comienza con esta nota cronológica: “Tres días más tarde se celebraba una boda…”. Hagamos cálculos rápidamente. Cuatro días habían pasado. Tres más nos llevan al séptimo día – el día del descanso de Dios, Domingo. Cuán conveniente es que la celebración de una boda donde el agua es convertida en vino (la celebración Eucarística) sea en este día.

El evangelio de Juan está empezando a sonar más como el Génesis. De repente, ya no es tan sorprendente que encontremos a la nueva Eva junto al nuevo Adán (Cristo).

Lejos de ser vergonzoso para los Católicos, la boda en Caná es uno de los textos bíblicos más fuertes que soportan las enseñanzas Marianas de la Iglesia. Con este entendimiento renovado de la historia en cuestión, escuchemos nuevamente a María mientras nos habla de su Hijo: “Hagan lo que Él les diga”.

Adaptado y traducido para PildorasdeFe.net por María Vanegas

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¿Dónde dice la biblia que María es intercesora?


¿DÓNDE DICE LA BIBLIA QUE MARÍA ES INTERCESORA?

¿SABÍAS QUE A PETICIÓN DE MARÍA DIOS PUEDE ACCEDER A MODIFICAR SU AGENDA?
Por: Jesús Mondragón

El día de las bodas de Caná, la agenda de Dios decía: "hoy milagros NO". Sin embargo, a petición de María, el NO de la agenda de Dios se convirtió en SÍ.

"Tres días después se celebraba una boda en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos. Y, como faltara vino, porque se había acabado el vino de la boda, le dice a Jesús su madre: «No tienen vino.» Jesús le responde: «¿Qué tengo yo contigo, mujer? Todavía no ha llegado mi hora.» Dice su madre a los sirvientes: «Haced lo que él os diga.» Había allí seis tinajas de piedra, puestas para las purificaciones de los judíos, de dos o tres medidas cada una. Les dice Jesús: «Llenad las tinajas de agua.» Y las llenaron hasta arriba. «Sacadlo ahora, les dice, y llevadlo al maestresala.» Ellos lo llevaron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, sí que lo sabían), llama el maestresala al novio y le dice: «Todos sirven primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el inferior. Pero tú has guardado el vino bueno hasta ahora.» Así, en Caná de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria, y creyeron en él sus discípulos". Juan 2, 1-11.

María conmovida por la situación de los novios que, "no tienen vino", voltea hacia su hijo, que es Dios y ella sabe, que por sí misma nada puede, pero su hijo, el Emmanuel, que es Dios con nosotros, ÉL SÍ LO PUEDE TODO. Ella, movida por la compasión y el amor, sólo puede hacer una cosa, INTERCEDER, eso sí que lo podía hacer, y por tanto, ¡lo hizo!

Este hermoso texto de la Biblia, lo interpretan los "cristianos" evangélicos y demás denominaciones protestantes, como el rechazo y desprecio de Jesucristo a su madre, convierten algo sublime, hermoso, en una grosería, cuando Él contesta a su madre: "¿Qué tengo yo contigo mujer? Aún no ha llegado mi hora".

En vez de aceptar humildemente lo que la Biblia con claridad nos enseña, convierten a Cristo, sí, ese que ellos dicen conocer, en un violador de su propia ley, en un hijo que contesta mal y desprecia a su madre, cuando la Escritura nos dice quien eso hace, es un ser despreciable y que ofende a Dios:

"Al ojo que se ríe del padre y desprecia la obediencia de una madre, lo picotearán los cuervos del torrente, los aguiluchos lo devorarán". Proverbios 30, 17.

"En ti se desprecia al padre y a la madre, en ti se maltrata al forastero residente, en ti se oprime al huérfano y a la viuda". Ezequiel 22, 7.

¿En verdad la Biblia nos muestra que Jesucristo era así?

"Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón". Lucas 2, 51.
Jesús, como vemos, no era un hijo que desprecia a sus padres, sino que vivía sujeto a ellos.

Cristo no niega a su madre, al decir: ¿Qué tengo yo contigo? Simplemente está diciendo: NO ES PROBLEMA TUYO NI MÍO.

Pero María, ella sí que conoce a su hijo, no se pierde en discutir con Él, sencillamente voltea a los sirvientes y les dice las que serían sus últimas palabras en la Biblia, y constituyen su última indicación para todos nosotros los verdaderos Cristianos y hoy constituye un mandato de María para todo Católico: HACED LO QUE ÉL OS DIGA.

Y CRISTO HACE EL MILAGRO!!!

Ese día, la agenda de Dios decía: "milagros no".

Pero por intercesión de María, Dios aceptó cambiar su agenda: EN ATENCIÓN A MI MADRE, HOY MILAGROS SÍ...

Si como dicen los hermanos: hay que ir directamente a Cristo; cabe preguntarse... si los novios le hubieran pedido el milagro a Nuestro Señor, ¿habría Él cambiado sus planes?...


PAX ET BONUM


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