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¿Por qué algunos creen que Jesús fue esposo de María Magdalena?

                     

Primero, es importante entender de dónde viene esta idea. La teoría de que Jesús estuvo casado con María Magdalena no viene de los Evangelios que tenemos en la Biblia. De hecho, en los Evangelios canónicos (Mateo, Marcos, Lucas y Juan), no hay ninguna mención de que Jesús estuviera casado con nadie. Entonces, ¿de dónde viene esta idea?

Los Evangelios Apócrifos y los Textos Gnósticos

Mucho de este rumor proviene de los llamados "Evangelios Apócrifos" y textos gnósticos. Estos son escritos antiguos que no fueron incluidos en el canon bíblico oficial. Uno de los textos más famosos que menciona a María Magdalena de una manera especial es el Evangelio de María (no se sabe si se refiere a María Magdalena, pero muchos lo creen así). En estos textos, María Magdalena a menudo aparece como una figura importante, cercana a Jesús.

Por ejemplo, en el Evangelio de Felipe, un texto gnóstico, hay una línea que dice que Jesús solía besar a María en la boca. Pero hay que tener en cuenta que estos textos fueron escritos mucho tiempo después de los Evangelios canónicos y no tienen autoridad en la tradición cristiana.

La Importancia de María Magdalena en los Evangelios Canónicos

No hay ninguna evidencia en los Evangelios canónicos de que Jesús estuviera casado con María Magdalena y tampoco tal cosa está registrada en la Tradición Apostólica de la Iglesia, por tanto hay que rechazar dicha idea. Eso sí, María Magdalena juega un papel muy importante en la vida pública de Jesús. Ella es una de las mujeres que más seguía a Jesús y que estaba presente en momentos cruciales de su vida, como su crucifixión y resurrección. De hecho, es María Magdalena la primera en ver a Jesús resucitado y en llevar la noticia a los otros discípulos (Juan 20,1-18).

La Iglesia Católica la ha reconocido como una santa y como una figura muy importante en la historia de la salvación. Pero su importancia no se debe a un supuesto matrimonio con Jesús, sino a su fidelidad y testimonio.

La Iglesia y el Celibato de Jesús

La tradición de la Iglesia ha sostenido desde siempre que Jesús no se casó. Hay varias razones para esto. Primero, Jesús vino a cumplir una misión específica: la redención de la humanidad. Su vida estaba totalmente dedicada a este propósito. Además, en los Evangelios, Jesús habla del reino de los cielos de una manera que sugiere una vida de total dedicación a Dios. En Mateo 19,12, Jesús habla de aquellos que se hacen eunucos por el reino de los cielos, lo que muchos interpretan como una referencia al celibato por una causa divina.

¿Por qué esta teoría ha ganado popularidad?

Entonces, ¿por qué esta teoría de Jesús y María Magdalena ha ganado tanto interés? Bueno, en parte, se debe a que la idea de un Jesús casado humaniza su figura de una manera que algunas personas encuentran atractiva. Hace que Jesús parezca más accesible, más "normal", en el sentido de que experimentó la vida como muchos de nosotros la experimentamos.

También hay que reconocer que novelas como "El Código Da Vinci" de Dan Brown han jugado un papel enorme en popularizar esta teoría. Aunque es una obra de ficción, mucha gente ha tomado sus ideas como posibles verdades históricas.

Lo que Dice el Catecismo

El Catecismo de la Iglesia Católica no aborda específicamente la idea de que Jesús estuvo casado, probablemente porque no es una creencia sostenida por la tradición. Pero sí habla de la santidad de Jesús y su misión redentora. Por ejemplo, el Catecismo dice en el párrafo 460:

"El Verbo se encarnó para hacernos 'partícipes de la naturaleza divina' (2 P 1,4): 'Porque tal es la razón por la que el Verbo se hizo hombre, y el Hijo de Dios, hijo del hombre: para que el hombre, al entrar en comunión con el Verbo y al recibir así la filiación divina, se convierta en hijo de Dios' (S. Ireneo, hær. 3,19,1). 'Porque el Hijo de Dios se hizo hombre para hacernos Dios' (S. Atanasio, inc. 54,3)".

Esto subraya que la misión de Jesús estaba centrada en la redención y la divinización de la humanidad, y no en establecer una familia terrenal.

Conclusión

Entonces, amigo, al final del día, la idea de que Jesús estuvo casado con María Magdalena es una curiosidad moderna y no una creencia fundamentada en la Tradición cristiana. María Magdalena es sin duda una figura central en la historia de la salvación, pero no por ser la esposa de Jesús, sino por su fe y testimonio.

Es genial que te intereses por estos temas y que busques entender más sobre tu fe. Siempre es bueno hacer preguntas y profundizar en nuestra comprensión. Al final, lo más importante es centrarnos en el mensaje de Jesús y su amor por nosotros.

Y recuerda, siempre puedes contar con tus amigos de la parroquia, con los sacerdotes y con la comunidad para discutir y entender mejor estos temas. ¡Nos vemos en la misa del domingo!

¡Que Dios te bendiga!

Autor: Padre Ignacio Andrade.

Matrimonios mixtos: amor con doble bendición


- Vicente Paúl Mozo, católico, y Noelia Zambrana, evangélica, se casaron hace dos años

- Comparten ceremonias y participan en la vida espiritual del otro, enriqueciéndose mutuamente

- “La fe está en el centro. Rezamos juntos y tenemos una vida espiritual común”

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El madrileño Vicente Paúl Mozo conoció a la que sería su mujer, Noelia Zambrana, hace cuatro años. Como muchas otras parejas, eran compañeros de trabajo e iniciaron una relación. Al inicio de la misma, vieron que algo les unía, aunque no plenamente, lo que no era en absoluto un problema. “Ella era evangélica y yo católico –explica Paúl–. No supuso ningún inconveniente. Al contrario, me explicó que necesitaba estar con una persona cristiana, pues, para ella, compartir su fe era algo fundamental. Así, aunque no perteneciéramos a la misma Iglesia, le alegraba mi fe en Jesús”.

Cuando decidieron dar el paso definitivo y casarse, quisieron que en la ceremonia estuvieran presentes un sacerdote católico y un pastor evangélico. Contaron con el apoyo fundamental de Emmanuel Buch, pastor de la iglesia Cristo Vive, de Hortaleza, la comunidad que frecuenta ella. Pero no ocurría lo mismo a la hora de encontrar a un cura que quisiera estar presente en la celebración: “El pastor nos habló de Rafael Vázquez, sacerdote malagueño que ahora trabaja en la Conferencia Episcopal, al frente de los departamentos de Ecumenismo y Doctrina de la Fe. Él fue un apoyo fundamental en todo este tiempo y nos animó cada vez que encontrábamos dificultades, pues las parroquias a las que nos dirigíamos no veían con claridad el hecho del matrimonio mixto cuando solicitamos la celebración en un templo católico”. 

Aceptado desde el Concilio

Vázquez les insistía en que, desde el Concilio Vaticano II, con el documento ‘Unitatis redintegratio’, las relaciones ecuménicas de la Iglesia católica con otras confesiones cristianas han cambiado y que el Código de Derecho Canónico contempla los matrimonios mixtos, así como que pudiera tomar parte en la celebración el sacerdote y, en determinadas partes, el pastor. Así, “una vez que lo intentamos en varias parroquias católicas y Noelia sufría por no concretarse nada, el propio Rafael se comprometió a estar presente en nuestra boda”. La misma se celebró el 30 de abril de 2021 en Cristo Vive y estuvo presidida por el pastor evangélico. El sacerdote católico hizo la predicación y la bendición, por lo que ambos le están inmensamente agradecidos y mantienen un contacto periódico.

En su día a día, Paúl valora como un tesoro todo lo que le aporta la fe evangélica de su mujer: “La acompaño frecuentemente a sus celebraciones y me gusta especialmente la gran cantidad de jóvenes que hay allí y el dinamismo y la alegría que transmiten. Por parte de los más mayores, aún hay ciertos recelos hacia los católicos por el pasado de persecución que sufrieron en el franquismo (por ejemplo, no les permitían enterrarse en los cementerios), pero se puede dialogar con ellos perfectamente y aprendes mucho cuando te hablan de ese sufrimiento. Y, con los jóvenes, directamente hay una gran apertura y me integran completamente”.

Unidos por una base común

Y es que, “aunque hay cosas que nos separan, como el culto a los santos o el reconocimiento de la autoridad del Papa, siento que nos une una base común”. De ahí que compartan con total naturalidad experiencias como la peregrinación al Camino de Santiago o las bodas de oro de sus padres, que fueron para él toda una experiencia de fe: “Mis padres se conocieron siendo niños en un orfanato de Zamora. Se educaron con las monjas y, cuando se casaron y nos tuvieron a mis hermanos y a mí, siempre nos llevaron a colegios religiosos. Ellos son muy católicos y nos han transmitido esos valores. Por eso fue tan importante para mí que nos acompañara en la iglesia mi mujer”.


Ante la oportunidad de vivir una fe compartida desde la diversidad, Paúl destaca que es mucho lo que le ha aportado la fe de su mujer: “Invitaría a muchos católicos a asistir a un culto evangélico. Son personas alegres, lo que se refleja en sus celebraciones. Y se centran en la Palabra, mimando mucho el estudio de la Biblia; algo que, por ejemplo, a veces nos falta a nivel general en la Iglesia”.


Hacia la religiosidad popular

Respecto a lo que podría aportar el catolicismo a la Iglesia evangélica, el joven madrileño apunta que “sería una oportunidad que trataran de ahondar en la Semana Santa a nivel de religiosidad popular. Sé que ellos no veneran imágenes, pero entenderían mejor la emoción que muchos sentimos al ver a la Virgen y a los santos desde una advocación particular. Todos sabemos que la fe va mucho más allá, pero son cosas concretas que ayudan en el camino hacia Dios”.


Igualmente agradecida por esa fe compartida se siente Noelia: “Antes de conocer a Paúl, la verdad es que no conocía mucho de la liturgia católica, por lo que me ha abierto los ojos ver que hay otras vivencias y que son igual de respetables y válidas que las nuestras. Ahora, de un modo natural, las he experimentado cuando hemos compartido celebraciones y valoro que el rito católico es más estructurado que el nuestro. El evangélico es más flexible en la liturgia del culto y en la alabanza, que se vive de una forma animada, representando la alegría por lo que se celebra, pero es una riqueza sentir que, en el fondo, compartimos una misma roca común, que es la fe cristiana, solo que vivida desde diferentes experiencias”.

Cristo, la Biblia y la oración

En este sentido, ella tiene claro que, en caso de tener algún día hijos, “no habría ningún conflicto sobre qué confesión eligieran… Para nosotros, como matrimonio, la fe es vivida de un modo natural y está en el centro. Podemos rezar juntos y tener una vida espiritual común. Pese a las distintas vivencias, la base de todo es que nos respetamos mucho y nunca nos juzgamos. Por eso, serían nuestros propios hijos, cuando crecieran, los que eligieran. Y todo desde la base de que compartimos unos valores comunes y que ponemos en el medio de todo: Cristo, la Biblia y la oración. Además, los evangélicos presentamos a los niños en la comunidad al nacer, pero son ellos, cuando pueden elegir, los que se bautizan. Por eso, habría margen para que, en una edad adulta, se bautizasen, si así lo quisieran, ya fuera como católicos o evangélicos”.

Autor: Miguel Ángel Malavia.

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Fuente: https://www.vidanuevadigital.com/

20 CONSEJOS PARA SER UN BUEN ESPOSO CATÓLICO.




20 consejos para ser un buen esposo católico.

1. Bajo ninguna circunstancia le grites a tu esposa. Es muy doloroso para ella.

2. Nunca hables mal de ella. No uses términos despectivos, ella se puede convertir en lo que tú le digas.

3. Nunca compares a tu esposa con otra mujer.

4. Tu amor marital, afecto, piropos, etc. sean sólo para ella, no lo hagas nunca con otra mujer. Evita que por algún motivo se ponga celosa.

5. Nunca descuides tu intimidad sexual (cumpliendo siempre con la moral católica). Tu cuerpo es de ella y viceversa. El fin primordial del matrimonio es la procreación y educación de los hijos. Un matrimonio católico nunca empleará métodos artificiales de control natal.

6. Sé amable y cariñoso con ella. Ella sacrificó todo para vivir contigo. A ella le duele cuando eres áspero, rudo e irritante. Sé comprensivo.

7. No escondas nada a ella. Ahora son uno, es tu ayuda idónea. No debes tener secretos para con ella (aunque tampoco siempre es conveniente confesarle tus pecados).

8. No uses palabras difamatorias y mucho menos delante de los hijos. Si tienes algo que resolver hazlo con buenos términos y en la intimidad de tu recámara.

9. Sé agradecido con ella, por ser esforzada contigo, con tus hijos, tu hogar y negocio. Son un gran sacrificio estas funciones.

10. Quizás tu esposa no cocine igual o mejor que tu mamá, pero igual debes apreciar su cocina. No es fácil cocinar 3 veces al día, 365 días al año, rompe el ciclo y llévala a un buen restaurante, o sorpréndela y cocina tú.

11. Nunca pongas a tus familiares antes que a ella. Ella es tu esposa. Ella es uno contigo.

12. Invierte intencionadamente en su crecimiento espiritual. Cómprale libros devocionales y espirituales. Procura que se instruya ella y tus hijos estudiando el Catecismo (recomendamos el Catecismo Mayor de San Pío X por ser el más didáctico y completo). Es una obligación cuidar de ello. Invítala a retiros y ejercicios de encierro de San Ignacio. Nunca falten a la misa dominical. Practiquen todo aquello que edifique y fortalezca su caminar hacia Dios.

13. No olvides hacer vida de oración en común con ella y con tus hijos: recen diariamente el Rosario, las oraciones de la mañana, de las comidas y de la noche.

14. Saca tiempo de esparcimiento, disfruta de su compañía, juega, ríe, no seas aburrido.

15. Nunca uses el dinero para manipularla o controlarla. Todo lo tuyo es de ella. Ella fue unida a ti por la gracia de Dios.

16. Nunca hables mal de ella con otros, estarás hablando mal de ti también. Sé un escudo alrededor de ella.

17. Honra a sus padres y sé amable con sus familiares.

18. Nunca dejes de decirle cuanto la amas. Hazlo frecuentemente. Las mujeres nunca se cansan de ser amadas y de oírlo.

19. Nunca le hagas comentarios negativos de su cuerpo, esto es fulminante. Recuerda, cada vez que te dio un hijo, arriesgó su vida, cuerpo y belleza. Ella no es sólo carne. Su cuerpo no determina su valor. Apóyala en sus cuidados estéticos. Apréciala y valórala aunque lleguen los años y sus efectos.

20. Y tú crece, sé más como Jesús, pues Cristo es cabeza de la Iglesia y mucho la ama; del mismo modo debes amar a tu esposa pues tu eres la cabeza en ese gran sacramento. No hay nada que le regale más seguridad a una esposa que tener al lado a un Varón de Dios y a un verdadero caballero católico. Recuerda siempre que Dios te dio compañera y no sierva, como dice la liturgia católica de los esponsales.

"Vosotros maridos, vivid en común con vuestras mujeres con toda la discreción, como que son vaso más débil. Tratadlas con honra como a coherederas que son de la gracia de la vida, para que nada estorbe a vuestras oraciones."

1 Pedro 3,7.

Aprende a amar más y mejor a tu esposa con 10 consejos consejos de la Biblia


APRENDE A AMAR MÁS Y MEJOR A TU ESPOSA CON 10 CONSEJOS DE LA BIBLIA 

¿Te gustaría ser un esposo que ama a su esposa así como Cristo amó a la Iglesia? Cómo amar más a tu esposa con 10 consejos de la Biblia 

Seguro que no te habías imaginado que en la Biblia podemos encontrar grandes consejos que con los que puedes aprender a amar más y mejor a tu esposa. 

Piensa en este momento en lo solo que estarías sin tu esposa. Adán estuvo solo y no fue bueno para él, así que Dios le dio una esposa. Tienes una compañera para toda la vida, ¡qué bendición! Agradécele a Dios y reza por ella a diario. 

Los esposos tienen la responsabilidad de amar y honrar a sus esposas. ¿Te gustaría ser un esposo que ama a su esposa así como Cristo amó a la Iglesia?, entonces sigue estos consejos: 

1.- Ama a tu esposa como Cristo amó a la Iglesia 

El amor de Cristo por la Iglesia es ilimitado, nada lo detiene; Él dio su vida por la Iglesia. Bajo la autoridad de Dios, ama a tu esposa como si le dieras tu vida a Dios. 

"Esposos, amen a su esposa, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por ella". (Efesios 5,25

2.- Ama a tu esposa así como amas tu vida 

Cuida las necesidades y el bienestar de tu esposa. Siente su dolor y enfermedad, y regocíjate en su salud como si fuera tu propia vida. Sus necesidades espirituales, físicas, emocionales o económicas deben merecer tu esfuerzo absoluto. Sólo de esta manera puedes amarla y proveerla, así como lo haces con tu propia persona. 

"Del mismo modo, los esposos deben amar a su mujer como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo. Nadie menosprecia a su propio cuerpo, sino que lo alimenta y lo cuida. Así hace Cristo por la Iglesia, por nosotros, que somos los miembros de su Cuerpo. Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos serán una sola carne. Este es un gran misterio: y yo digo que se refiere a Cristo y a la Iglesia. En cuanto a ustedes, cada uno debe amar a su mujer como a sí mismo, y la esposa debe respetar a su marido". (Efesios 5,28-33) 

3.- Sé considerado, comprensivo, delicado con tu esposa 

Para ser considerado, debes renunciar a ti mismo. Cuando ella necesite levantar cosas pesadas, ¡hazlo tú! Si necesita tiempo ¡dáselo! 

Ayuda a tu esposa con toda tu energía, muéstrale tu amor con toda consideración. Reza y pide a Dios la gracia para ver en qué ocasiones actúas desconsideradamente, y corrige tu comportamiento. 

"Los esposos, a su vez, comprendan que deben compartir su vida con un ser más débil, como es la mujer...". (1 Pedro 3,7a

4.- No seas cruel con tu esposa 

Cuando una esposa es sensible, las respuestas crueles, tu enojo, los tonos de voz de irritación e impaciencia la afectarán profundamente. 

Actúa y dirígete siempre a ella con amabilidad y respeto. Recuerda que tu esposa es un regalo precioso que Dios te ha dado. 

"Esposos, amen a su mujer, y no le amarguen la vida" (Colosenses 3,19) 

5.- Honra tu matrimonio; mantenlo puro 

Debes mantener tu matrimonio puro y honesto en todas sus formas. Jesús dice: 

"Si miras con lujuria otra mujer eso es adulterio". (Mateo 5,28

Mantén tu matrimonio puro entrenando a tu corazón y ojos para que sean fieles a tu esposa. Tu matrimonio cosechará grandes beneficios si lo haces. Agradécele al Señor por la belleza y apréciala, pero mantén tus ojos, alegría, mente y corazón en tu esposa. 

"Tengan todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios". (Hebreos 13,4

6 .- No te dejes seducir por otras mujeres 

Encontrar atractivas a otras mujeres y mirarlas, deteriorará la visión que tienes de tu esposa. Estarás menos satisfecho con ella, y ella se sentirá menos especial para ti. 

Ningún hombre puede crear el hábito de mirar a otras mujeres sin que su mujer lo note. 

Cuando le pides a Dios la gracia de mirar atractiva solamente a tu mujer, ella también lo notará y se sentirá como la reina del mundo y tú te enamorarás más de tu esposa 

"Hijo mío, ¿por qué te dejarás prendar por la mujer ajena y abrazarás los pechos de una extraña?". (Proverbios 5,20) 

7.- Llama a tu esposa "bendita" y elógiala 

Dile que es especial y que es mejor que cualquier otra mujer en la tierra. No menciones sólo su belleza física, sino cuánto la valoras como persona. Mira cómo se goza tu esposa mientras le llenas los oídos de elogios. Ella anhela esas palabras y quiere oírlas de ti. 

"Sus hijos se levantan y la felicitan, y también su esposo la elogia:"¡Muchas mujeres han dado pruebas de entereza, pero tú las superas a todas!" (Proverbios 31,28-29) 

8.- Sé agradecido por tu esposa, es un regalo de Dios 

Piensa en lo solo que estarías sin tu esposa. Adán estuvo solo y no fue bueno para él, así que Dios le dio una esposa. Tienes una compañera para toda la vida, ¡qué bendición! Agradécele a Dios y reza por ella a diario. 

"El que encontró una mujer encontró la felicidad y obtuvo el favor del Señor" (Proverbios 18,22) 

9.- Sé una sola carne con tu esposa 

Disfruta la vida con tu esposa. Apresúrate para llegar a casa con ella cuando sales del trabajo. Piensa en ella durante el día, llámala a diario. 

Aprendan a llegar a acuerdos como pareja. Inviertan su tiempo en platicar y compartir los eventos del día. Muestra un interés genuino, escuchando atentamente, prestando una total atención y mirándose a los ojos. Sean como si fueran uno solo. 

"...y dijo: Por eso, el hombre dejará a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y los dos no serán sino una sola carne?". (Mateo 19,5) 

10.- Honra a tu esposa, respétala 

En el Sacramento del Matrimonio, tú y tu esposa recibieron la misma gracia; cultívala: ora con ella, asistan juntos a Misa y a visitar el Santísimo Sacramento, recen el Rosario; edifiquen su Matrimonio cimentados en Jesús y de la mano de María. 

"Trata a tu esposa con mucho respeto debido a que es coherederas de la gracia que da la Vida. De esa manera, nada será obstáculo para la oración." (1 Pedro 3,7b) 

Fuente, Siame 

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Oración de los esposos: un solo corazón y un solo espíritu


ORACIÓN DE LOS ESPOSOS: UN SOLO CORAZÓN Y UN SOLO ESPÍRITU
Por Pbro. Sergio G. Román 

Una oración para quienes han aceptado el Matrimonio como un llamado hecho por Dios. 

Concédeles, Señor, que en la comunidad sacramental que hoy inician, se comuniquen los dones de tu amor y, siendo el uno para el otro signo de tu presencia, sean un solo corazón y un solo espíritu (Bendición de la Iglesia a los recién casados en la misa del Matrimonio). 

Nos llamaste al matrimonio 

Nos llamaste, Señor, al matrimonio, un llamado hecho desde la eternidad, desde el momento mismo de la creación cuando pensaste en nosotros y nos pensaste unidos. Nos hiciste uno para el otro. Somos, mutuamente, nuestra divina vocación venida de tu providente amor. 

Hoy nos damos cuenta, Señor, cómo fuiste guiando nuestros pasos, conduciendo nuestras vidas para que nos encontráramos por fin, nos conociéramos y nos amáramos. Gracias por intervenir en nuestra historia sin lastimar nuestra libertad. 

También nos damos cuenta, hoy, que cuando intercambios nuestro “sí” ante tu altar, también te dimos el “sí” a ti. En ese instante aceptamos responder que sí a tu llamado divino a la santidad y a la felicidad eterna. 

Ese día nos cambiaste el corazón 

Nuestro amor de novios en mucho parecía un juego. Tenía la emoción de la aventura, la atracción del misterio y, de pronto, la urgencia de los instintos, la pasión que nublaba la inteligencia y que nos asustaba, al mismo tiempo que se nos hacía cada vez más atractiva. Pero la razón nos decía que más allá de la pasión tenía que haber otra forma de amarnos que fuera más duradera. No quisimos amar tan sólo a nuestros cuerpos; nos quisimos amar íntegramente como personas. 

Escogimos vivir y envejecer juntos, hasta que la muerte nos separe. 

Pero, ¿cómo hacer que nuestro amor fuera exclusivo y para siempre?, ¿cómo lo haríamos resistente al tiempo, a los problemas, a la rutina, a los sentimentalismos? 

Y entonces, ese día de nuestra boda, con tu gracias divina cambiaste nuestro corazón humano y nos diste un corazón semejante al tuyo, capaz, muy capaz, de amar para siempre, a pesar de todo y superándolo todo. 

Ha habido tormentas… 

¡Es tan difícil hacer vida con una persona extraña!, culturas diferentes, caracteres distintos, diversos modos de pensar, costumbres opuestas, sueños que parecían tan incompatibles, impaciencias, celos, palabras hirientes, sentimientos a flor de piel; ¡tantas cosas que impedían nuestra unidad! 

Pero míranos. Señor, seguimos juntos a pesar de todo, lamiéndonos juntos las heridas. 

Nuestro amor ha vencido. El amor nuestro… ¡y el tuyo! 

Y luego vino el don de los hijos 

Nos sentimos como tú. Nos sentimos Dios que da la vida. Antes no estaba y, de pronto, allí estaba junto a nosotros una vida nueva toda nuestra, tan parecida a nosotros que asombraba. Y no sólo que tuviera los ojos de papá y la boquita de mamá, era todo su ser como un espejo en el que nos reflejábamos y nos reconocíamos y, sin embargo tan diferente a nosotros, tan persona como nosotros mismos. 

Era un don tuyo, tu regalo de amor para que nuestro amor no se estancara, para que no se echara a perder, para que tuviéramos que amar a alguien como a nosotros mismos, ¡más que a nosotros mismos! 

Y como era don tuyo, te lo regresamos; lo bautizamos para que tú fueras, también, su Padre, porque a nosotros nos ha ido bien siendo tus hijos. 

Somos signos de tu amor 

Si llenaste de amor nuestras vidas quiere decir que algo esperas de nosotros. Nos llamaste al amor. Quieres que seamos signos de tu amor para nuestros hijos y para la comunidad en que vivimos. 

Quieres que, como tú, seamos lentos para enojarnos y prontos para perdonar, que siempre perdonemos y estemos dispuestos a comenzar de nuevo. 

Los esposos somos signos de tu gran amor a la humanidad, un amor que no es voluble, que no es capaz de decir las fatídicas palabras que destruyen las ilusiones y la confianza: “ya no te quiero”. 

Tu amor es para siempre, es alianza indestructible, amor fiel e incondicional. 

Y así nos debemos amar. Y así quisiéramos amarnos. 

Gracias, Señor 

Porque nos llamaste al amor y nos destinaste uno al otro, por la búsqueda y el encuentro, por el compromiso y la fidelidad, por la comprensión y el perdón de cada día. 

Gracias por el don de los hijos y por la gracia que recibimos para saber ser padres y signo de tu paternidad para ellos. 

Gracias por la buena compañía que ahuyenta las angustias de la vida y consuela nuestras penas. 

Que nuestro amor sea como el tuyo, Dios del amor. 

Fuente, desdelafe.mx

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